En estos
días, en los medios de comunicación de medio mundo aparece, de manera
recurrente, un nombre propio: Harvey
Weinstein. El otrora todopoderoso productor cinematográfico estadounidense,
artífice (junto con su hermano) del éxito de crítica y público de películas
como El Paciente Inglés,
Shakespeare Enamorado, o la trilogía de El Señor de los Anillos, se ha visto envuelto en un escándalo sexual en el que numerosas
actrices de la industria hollywoodiense lo han acusado de abusos de distinto
grado (desde la insinuación hasta la violación).
Hasta tal punto ha llegado el
impacto mediático de sus “presuntos” abusos (muchos de ellos ya probados
gracias a acuerdos extrajudiciales con los que llegó con las afectadas) que fue
despedido de manera fulminante por
el consejo de administración de su propia empresa.
Que el
comportamiento del Sr. Weinstein (y digo señor de acuerdo con la acepción de la
RAE que dice que se utiliza “como
término de cortesía con que dirigirse a una persona” –que una ante todo es educada–, y no con el
significado que la Real Academia le asigna al término, como “persona que muestra dignidad en su
comportamiento o aspecto”, que de eso, según prueban sus reprensibles
acciones, carece por completo) haya salido ahora a la luz, cuando era un
secreto a voces en Hollywood desde hacía muchos años, indica la hipocresía y el código de silencio en el que se enmarcan, por regla general, los
abusos sobre las mujeres.
Ahora, todo el mundo de la industria cinematográfica se
está rasgando las vestiduras por tal comportamiento pero, durante mucho tiempo,
fue un hecho consentido, sostenido y ocultado por muchos de los que hoy
reniegan del propio Weinstein.
Algo que me llamó la atención (y me
cabreó a partes iguales) mientras estaba leyendo los comentarios a la noticia de
los lectores de varios periódicos españoles, es que, automáticamente, se tiende
a desplazar la culpa del agresor a la
agredida. Comentarios del tipo: “Seguro
que a ella le ha venido muy bien en su carrera cinematográfica”; “¿Por qué no lo ha denunciado antes?”; o
“¡Que se hubiera negado!”, abundan, y
colocan, consciente o inconscientemente, a las mujeres en una posición de doble victimización: no solo son víctimas
de una agresión física sino que, también, si al final deciden contarlo, su
testimonio será, en muchas ocasiones, puesto en duda.
De esta forma, se acaban
encontrando en una posición de vulnerabilidad, sintiéndose forzadas a probar su
inocencia, a menos que quieran ser acusadas de haber dado su consentimiento o,
aún peor, haber sido las culpables de incitar al agresor. Por eso, en la
mayoría de las ocasiones, se enfrentan a la disyuntiva entre sufrir en silencio o enfrentarse al estigma social.
Y es que, aunque la
violación sea un crimen ejercido sobre un cuerpo físico, indudablemente deja
una marca indeleble en el yo interior de las agredidas (o agredidos, que
también los hay), que es mucho más difícil de sanar que las heridas externas.
¡Sí! En muchas ocasiones se les culpabiliza de los propios abusos
que sufren… por su forma de vestir, por su manera de hablar, por su
“desmedido” deseo de notoriedad, por su búsqueda del éxito y el dinero, etc.,
etc., etc.
Y yo me pregunto ¿en qué otro crimen se contempla a la víctima como culpable del crimen que sufre? ¿Se merece un adolescente “rarito” el bullying al que algunos compañeros lo someten? ¿Decimos que le está bien merecido a una señora que le roben las joyas porque está haciendo ostentación de su riqueza? ¿Se merece un inmigrante que acabe apaleado porque no nos gusta el color de su piel?
Y yo me pregunto ¿en qué otro crimen se contempla a la víctima como culpable del crimen que sufre? ¿Se merece un adolescente “rarito” el bullying al que algunos compañeros lo someten? ¿Decimos que le está bien merecido a una señora que le roben las joyas porque está haciendo ostentación de su riqueza? ¿Se merece un inmigrante que acabe apaleado porque no nos gusta el color de su piel?
Y así sucede con multitud de ejemplos: nadie en su sano juicio le echaría la
culpa a un niño porque un adulto abusara de él, ni se consideraría que un
empleado al que lo acosara su jefe tendría lo que se merece al no gustarle a
éste su forma de trabajar, como, tampoco, existe ningún país que esté pidiendo
a gritos que lo invadan porque no saben gestionar sus propios recursos
naturales… Absurdo todo ello, ¿verdad? Entonces, ¿por qué a una mujer agredida se la condena a priori?
Es fácil dejarse arrastrar por el
pensamiento de que muchas mujeres pueden usar su cuerpo para lograr un fin
determinado. Si esto es consentido por ambas partes, no soy yo quién para
juzgar. Pero, lamentablemente, en la mayoría de las ocasiones, es la persona
que se encuentra en una situación dominante la que “obliga” a alguien a que
acceda a sus requerimientos abusando, para ello, de su posición de poder.
No creo yo que todas aquellas actrices que están
ahora acusando a Harvey Weinstein lo hagan alegremente, porque saben bien que
van a ser criticadas por una sociedad que justifica los pecados de sus próceres
(si no pensemos hasta qué punto se han disculpado los fraudes económicos de
Messi o Ronaldo, por poner un ejemplo).
Es revelador que, a pesar de que
consideremos que en la industria cinematográfica las mujeres tienen más poder
que en otros ámbitos profesionales, desde hace algún tiempo actrices de enorme
prestigio como Meryl Streep, Patricia Arquette o Natalie Portman, por nombrar a
unas pocas, estén exponiendo la enorme brecha
salarial existente entre actores y actrices, o su gran malestar al sentirse
discriminadas por cuestiones de edad
(Helen Mirren) o por un físico que
no se adapta a los patrones actuales (Jennifer Lawrence).
A pesar de los logros
conseguidos en la igualdad de género (“Los
derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e
indivisible de los derechos humanos universales”, Conferencia de Viena de
1993 de las Naciones Unidas), lamentablemente, todavía queda mucho camino por
recorrer.
Volviendo a la cuestión de los abusos en
la industria cinematográfica (que pueden ser fácilmente extrapolables a muchos
de los ámbitos en los que las mujeres nos desenvolvemos en la sociedad
española), yo me pregunto: “¿Dónde estaban esos compañeros actores que sabían
lo que estaba pasando pero optaron por callar?” Mirar a otro lado, siempre es
fácil.
El escritor y político irlandés Edmund Burke lo resumió perfectamente en
sus reflexiones sobre la Revolución Francesa: “Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”. Como
sucedía con la violencia en el entorno doméstico (algo que, afortunadamente,
está empezando a cambiar), los abusos sexuales han tendido a ser considerados
un asunto de mujeres, y los hombres no se han sentido concernidos ante tal
problema.
De ahí que ningún actor, ¡ninguno!, levantase la voz para denunciar la situación en la que se encontraban sus compañeras.
De ahí que ningún actor, ¡ninguno!, levantase la voz para denunciar la situación en la que se encontraban sus compañeras.
Pero, ¡claro!, la culpa
es de las mujeres que han preferido someterse a los abusos de este señor para
poder medrar en sus carreras. Es significativo que la persona que haya
destapado este escándalo sexual haya sido el hijo de una pareja de actores que,
en su propia casa pudo experimentar algún tipo de abuso: Ronan Farrow, el único
hijo biológico de Mia Farrow y Woody Allen… Revelador, ¿verdad? No hay nada
como una experiencia compartida para sentir empatía por el otro, sin importar el género.
Si la violencia doméstica es, de alguna
forma, una ofensa privada, la violación y los
abusos sexuales revelan una condición social ya que, muchos hombres han
sido socializados en el abuso a las mujeres. Ya estoy oyendo a muchos quejarse,
al leer esta observación, de que no se puede generalizar,… y puede que lleven
razón.
Pero si se paran a pensar un poco verán como, en situaciones en las que
la ley ha sido conculcada de alguna manera (por ejemplo, en tiempos de guerra),
los generalizados testimonios de cómo las mujeres son sometidas a violaciones
son estremecedores: las guerras de Los Balcanes, Siria o el ISIS, son solo
algunos ejemplos. Pero, lamentablemente, no hace falta que nos desplacemos a
conflictos bélicos.
En el año 2015, en la ceremonia de los Oscar, el
vicepresidente Joe Biden, al presentar la canción del documental “The Hunting
Ground” (2014), dijo que era necesario que se cambiara la cultura de violencia sexual contra las mujeres… Muy importante que
una persona de tan alta responsabilidad, y encima hombre, fuera capaz de
reconocer la situación de indefensión de
las mujeres ante un hecho culturalmente extendido, abriendo el debate sobre
la “cultura de violación” que existe en muchas instituciones.
En ese
documental, del que recomiendo su visionado, se habla de lo frecuentes que son
las violaciones en los campus universitarios de los Estados Unidos. En este
caso estamos hablando de un país supuestamente civilizado y de una parte de la
población, en principio, con un nivel adquisitivo medio-alto… Y toda la
institución universitaria se alía para silenciar el delito contribuyendo, así,
a su perpetuación.
En este documental se explicita claramente
cómo seguimos naturalizando no sólo el
hecho de la violencia ejercida sobre el cuerpo de las mujeres sino, también, la
justificación y el ocultamiento del delito…. Y ¡no! Esto no es una cuestión
de Feminismo contra Machismo sino de seres humanos en situación de
vulnerabilidad que necesitan de nuestra comprensión y empatía, no de nuestro
juicio y crítica, para que sean capaces de dar el paso y denunciar esas
situaciones denigrantes que afectan a su propia dignidad como personas.
Totalmente de acuerdo, hay que acabar con esta lacra. ¡Tolerancia cero!
ResponderEliminarTOLERANCIA BAJO CERO!!!! No hay derecho a que unos seres se sientan superiores y maltraten a otros solo por tener pito. Hay que estar tardado leche!!!. Y esto lo escribe un hombre.
ResponderEliminarTe felicito por el escrito ya que es una reflexión necesaria no sólo en el tema que has desarrollado ,con el que estoy totalmente de acuerdo ,sino en muchos otros , Ratifico que es peligroso el silencio ante la maldad .
ResponderEliminarFabuloso ,podría ser publicado en prensa nacional
ResponderEliminarAlgo avanzamos, soy el "primer anónimo", al menos la mitad de los que hemos contestado somos hombres.
ResponderEliminar¡Buenos días!
ResponderEliminarEsta mañana, temprano, cuando he leído este artículo así como los comentarios, Me he alegrado. Claramente, no por su contenido, sino por la publicación del mismo. Y con esto digo ¡Basta ya! al techo de hormigón que tenemos las mujeres. Y digo de hormigón, porque así es.
No es tolerable que sigamos sometidas hasta este punto. Ejemplos, hay mil, pero lo más grave y lo que no tiene remedio es la violencia, muerte y violaciones.
Pero no olvidar, la violencia simbólica y diaria que sufrimos las mujeres. Es una violencia que aparentemente no tiene moratones pero va calando y haciendo débil al género femenino y fuerte al masculino.
Ejemplos: MIL.
-Desigualdad salarial.
-Desigualdad contractual.
-Desigualdad en cuanto a participación en la empresa.
-Desigualdad en las tareas domésticas.
-Desigualdad en la educación de los niños / niñas.
-Desigualdad a la hora de poder elegir tú tiempo libre.
-Desigualdad en el lenguaje.
-Etc, etc, etc...
Podría escribir varios folios sobre este tema. Chimo, te invito a abrir debate sobre este tema. Que las mujeres expresemos abiertamente y podamos denunciar esta desigualdad existente día a día y hora tras hora.
Vivimos una realidad, REAL, y valga la repetición. La diferencia de los contratos, es un hecho. Contratos indefinidos versus contratos temporales. Por el simple hecho de ser mujer. Cargos directivos, con menos formación y capacitación. Por el simple hecho de ser hombre. Desigualdad de oportunidades en el mundo empresarial. Aquí soy muy reivindicativa, pero es duro luchar contra techos de hormigón. Lo poquito que vamos consiguiendo requiere UN ESFUERZO MÁXIMO. El cual muchos hombres desconocen, ni siquiera lo imaginan. Y lo consiguen con muchísimos menos esfuerzo que nosotras.
Y, por último, está totalmente olvidado de donde hemos nacido. DE NUESTRAS MADRES. No es tarea fácil, llevar un embarazo, dar a luz y recibir los cuidados hasta que nos hacemos grandes. Parece ser que muchos hombres, han olvidado de donde vienen y prefieren castigar al género femenino el cual, les ha dado la vida.
POR FAVOR, IGUALDAD DE GÉNERO. YA!!
Pues permitame que le diga pero serà en su casa. En la mia no pasa nada de eso. Mi mujer gana el doble que yo, ella es jefa a cargo de 4 enpleados, en las tareas domesticas si ella barre yo frego y si no al contrario, los hijos se dirigen por igual a mama como a papa, tiempo libre solemos disfrutar juntos del poco que nos queda..y asi un largo etc. Igual es que no somos de esta galaxia.
EliminarJajajaja.... Chapó. Buena reflexión. Aunque no sea la mayoría tu caso. Hay muchos así. En mi casa, casi igual.
Eliminarpara cuando una reflexion sobre el maltrato hembrista/feminista o como lo querais llamar?
ResponderEliminarEn primer lugar, déjame que puntualice que mi reflexión, más que al maltrato de mujeres en general, está centrada en un tipo concreto de abuso que es el sexual, por lo que a tu pregunta le falta ese componente importante. Pero ya que reclamas esa reflexión, te invito a que la hagas tú mismo si consideras que es necesaria (¡Ojo!, qué tal vez pueda serlo...).
EliminarEl lenguaje nunca es inocente sino que está cargado de significación. Con tu pregunta, implícitamente estás dando a entender que ambos tipos de maltrato pueden ser equiparables, cuando todo indica que uno supera con creces al otro (a las estadísticas me remito). Además, con el deliberado uso que haces de dos términos que no son para nada sinónimos (hembrista/feminista), creo que intentas, de alguna manera, minimizar el pensamiento feminista (quizás inconscientemente, ya que los patrones culturales de nuestra sociedad son fuertes y quedan inscritos no sólo en nuestro consciente sino también en nuestro inconsciente). Por último ese "como lo queráis llamar" hace que te sitúes de manera equidistante frente a un otro/a, con el que no te sientes concernido... Al menos, esta es la impresión que, para mí, desprenden tus palabras.
Si consideras que la violencia de las mujeres a los hombres es equiparable a los niveles en los que los sufren las mujeres, no sé por qué, entonces, no aparecen con más frecuencia en los medios de comunicación, ni se realizan más investigaciones desde los diversos organismos sociales y políticos.
Es cierto que en cuestión de maltrato a hombres, haberlos haylos, como las meigas, pero no es lo más habitual, y menos cuando entra en juego el componente sexual. Sin embargo, las mujeres se ven sometidas, con mucha más frecuencia, a ese tipo de violencia en distintos grados (lenguaje sexista, toqueteos, violaciones, etc.), mucho más en situaciones en las que existen leyes desiguales (en muchos países del mundo).
De la misma manera que hoy mismo resultaba ridícula la justificación del Sr. Puigdemont, desde Bélgica, equiparando su situación a la de los verdaderos refugiados que se juegan la vida para salir de unas terribles condiciones en sus países de origen, hablando tan a la ligera de una violencia contra su gobierno y su Comunidad Autónoma que no es tal, cuando hay quien es realmente víctima de auténticas persecuciones ideológicas, me resulta cuanto menos hiriente comparar el abuso y la violencia cometido hacia hombres y mujeres, lo que, reitero nuevamente, no quiere decir que no exista. Pero creo que no son en absoluto comparables.
Después de esta larga perorata, acepto que ésta sea tu forma de pensar y la respeto aunque, como puedes ver, no la comparta.
precisamente y por eso que hay menos casos, no son menos importantes...iguldad ya en todo.
EliminarNadie habla de importancia de una sobre la otra sino de situaciones más o menos extendidas. ¡Ojalá hubiera igualdad! El problema es que estamos a años luz de conseguirla. No hace mucho aparecía un artículo en el periódico El Mundo en el que se decía lo siguiente: "La igualdad de género podría retrasarse 170 años, hasta el 2186, al frenarse de forma drástica los avances en esa materia, según el informe Global Gender Gan Report 2016 del Foro Económico Mundial, que tiene en cuenta la educación, la salud y supervivencia, las oportunidades económicas y el poder político".
EliminarCuando un cuerpo está enfermo, estaremos de acuerdo en que no se puede aplicar el mismo tratamiento a una gripe que a un cáncer. La gravedad de una hace que se aúnen esfuerzos para combatirla mediante una investigación incesante. Nuestra sociedad, como cuerpo social, también tiene una serie de males que son más urgentes solucionar a la hora de ser visibilizados y combatidos, que otros. Entre ellos se encuentra la situación de desigualdad y abuso a las mujeres que, no lo olvidemos, suponen la mitad de la población mundial.
Tomando tus propias palabras, "precisamente y por eso que hay menos casos" no es comparable el esfuerzo que se tiene que hacer para solucionar lo que está más generalizado. Sí de verdad hubiera igualdad ya en todo, se daría una equiparación en casos. Sin embargo, lamentable no es así.
A mí, lo que me hace gracia, es que los mismos que hablan de que se traten ambos casos de manera similar son a los que, por ejemplo (y salvando las distancias), no se cuestionan que se hable más en los medios de comunicación del Barça y el Madrid porque, ¡claro!, son los dos grandes equipos y tienen que tener más presencia en prensa y televisión. Sin embargo, cuando una cuestión afecta a una cantidad tan importante de la población, como son los abusos a mujeres...¡Ah, no! se tienen que poner al mismo nivel que las de los hombres...
¡Chico! Para mí eso no es más que hipocresía y una falta total de empatía hacia el sufrimiento de un amplio sector de la población. No hay más ciego que el que no quiere ver...
No se puede confundir el que haya personas maleducadas o egoístas con lo que se plantea en estas disetaciones .Que en una casa la mujer gane mas que el hombre no es mas que la excepción que confirma la regla general y p0r ello usted la plasma ,pero bien sabe que es excepcional
ResponderEliminarNo es novedoso el que le diga que una mujer en el ámbito laboral cobra menos que un hombre
Las participantes a obtener el título de Miss Perú aprovecharon la ocasión para denunciar la violencia de género en su país. En lugar de dar sus medidas, dieron datos reales del abuso sobre la mujer.
ResponderEliminarRecomiendo su visionado en el siguiente enlace de Youtube:
https://youtu.be/wANtJUZVN3s
Ante esto, cabe preguntarse: ¿De verdad es equiparable a la violencia ejercida por las mujeres contra los hombres?
Totalmente de acuerdo con las replicas de Lady of Shalott , que discrepa como me pasa a mi ,pero respeta ,por ello le aplaudo en el fondo y en la forma .Ya era hora de que la gente se anime y haga comentarios con sensatez y documentación .
ResponderEliminarMuy bien Lady ,me encanta como escribes y lo que dices