Natural de Vives de la Sierra (Zaragoza) Rafael, por
su entusiasmo, dinamismo y vitalidad, no aparenta la edad que tiene. A
sus 84 volvió a cautivar a todos sus
antiguos feligreses que se acercaron a
saludarlo en la presentación de uno de sus últimos libros -de los muchos que tiene escritos-
este singular cura carmelita que estuvo en Caudete desde 1972 hasta 1981. El libro lleva por título “Beato Miguel Díaz Sánchez, hijo y Párroco de Caudete
1879-1936”. Rafael, que sustituyó a D. Auspicio Sepúlveda, pronto se ganó
el respeto y la admiración de los caudetanos por su personalidad, su
carisma y por ser un trabajador
infatigable. Su antecesor le había dejado el listón muy alto. No obstante, en
los años que estuvo en Caudete, no pasó
desapercibido destacando, sobre todo, por su actividad entre los jóvenes.
Algunos, ahora mayores, recordaban la puesta en marcha del “Teleclub” en el que se pasaba una película y después se comentaba. Otra de sus pasiones eran los viajes. Sabía movilizar al personal
para enseñarles otros rincones de España.
También organizó a los “Montañeros
de Santa María” y el “Movimiento
Junior”. Los que fueron monaguillos con él recuerdan lo recto, organizado y
exigente pero a la vez amable y atento con todos.
Tras una breve presentación, a cargo de Ramón
Maneu, actual Párroco de Caudete, Rafael inició su intervención disculpando al
Obispo de Albacete, Ciriaco Benavente,
por no poder estar presente en el acto ya que lo habían convocado a una reunión
en Madrid. No obstante agradeció el prólogo que le ha dedicado al
Beato Miguel en su libro. También felicitó a la autora de la portada, Elisa Pagán González, por su
originalidad. Hizo una mención a D. Vicente
Dimas, que en el 1957 fue el promotor de la beatificación. A continuación
empezó a contar como había estructurado un libro “que me ha costado –dijo- mucho
escribir al existir pocas referencias y datos de Miguel, además de que no dejó
nada escrito influyendo también que, en vida de Miguel, pertenecíamos a la Diócesis de Orihuela y a la hora de recoger datos, habíamos pasado a formar parte de la de Albacete”. Se detuvo en el capítulo que hace referencia a la defensa que el
Comité Antifascista de Elda hizo de Miguel cuando se enteraran que lo querían matar. Un colaborador de Rafael, que
participó en la recogida de datos para tramitar la beatificación, me contaba
que al no convencer los de Elda a sus correligionarios caudetanos, volvieron
unos días mas tarde repartiendo
octavillas por Caudete –tiene en su poder una original- con el claro objetivo de que los
caudetanos tuviéramos conocimiento de que en la reunión, los del Comité Antifascista de Caudete no les
hicieron caso ni tuvieron en cuenta los
méritos de un cura que en Elda no escatimó esfuerzos por ayudar los mas pobres
y desposeídos. Este documento tiene mucho valor, ya que Miguel estuvo en
esta vecina localidad de Elda tan
solo dos años y de ello ya hacía siete.
Otra anécdota la extrae Rafael de
la “Historia de Caudete”, de Jesús
Sánchez Díaz , que denomina Curioso
Motín, ..."que no sabemos si lo
presenciaría nuestro Beato o se lo contarían por carta ya que en esas fechas estaba estudiando en el
Seminario de San Miguel de Orihuela. No
podemos pasar por alto un hecho curioso-cuenta Rafael- que nos revela el
espíritu caudetano de fines del siglo XIX, como es la excitación que se produjo
en el vecindario el año 1985 con motivo de haberse producido una gran tormenta
de pedrisco que arrasó los campos, como
tantas veces había ocurrido. Pero en esta ocasión las gentes sencillas del
pueblo achacaron lo ocurrido por no haberse tocado a nublo, atribuyendo la fatal omisión al señor cura
párroco D. José Hernández Almodóvar
y amotinándose pretendieron linchar al inocente sacerdote. Las cosas hubieran
llegado a mas a no ser por la oportuna y providencial intervención de los
virtuosos Carmelitas P.P. Salvador Berri,
prior del Convento de San José y Alberto
Gutiérrez, quienes usando de la autoridad moral y celo impetuoso de que uno
y otro estaban revestidos, lograron apaciguar los ánimos y evitar un día de
luto y de excesos fanáticos en la población”.
Un interesante libro el que nos ha dejado Rafael, al que vemos firmándolos con una dedicatoria a todo
el que se acercó a la mesa. Muestra de su vitalidad es que al día siguiente, a las seis de la mañana, estaba en el Bar Los Mirenos tomándose un café con leche y se dirigía a las monjas de Clausura, camino de la Virgen, para asitir a misa y regalarles un libro con dedicatoria. Todo un personaje.