Todos los medios de comunicación se hicieron eco, hace unos días, de una triste efemérides: cinco años de crisis económica, financiera y, por ende, política y social. El 9 de agosto de 2007 salía a la luz pública lo de las hipotecas subprime cuando el Banco francés “BNP Paribas” suspendía “tres de sus fondos ante la falta de liquidez derivada del impago de hipotecas de alto riesgo en EE.UU.” Nadie sospechaba la que se nos venía encima: una depresión de caballo mucho mayor que la ocurrida en los años 30. Se cumplen ahora cinco años de una verdadera catástrofe que ha hecho caer bancos, empresas, gobiernos y, lo más grave, ha dejado a muchos en el paro y con serias dificultades para llegar a fin de mes.
Nos
habían vendido, y muy bien por cierto, la moto del Estado del Bienestar en una operación que, antes o después, haría
bueno el conocido adagio de “pan para hoy y hambre para mañana” al
ofrecernos caramelos envenenados como era “dar
préstamos a clientes que no tenían o tenían escasas posibilidades de hacer
frente al compromiso adquirido con un Banco o Caja si la cosa se torcía”.
¿Les suena esta situación que parece que solo se daba solo al otro lado del
Atlántico? Fue el fin de una burbuja
inmobiliaria y el inicio de un tsunami
de proporciones gigantescas que nació, creció y se desarrolló a partir del
2000 con unos tipos de interés muy bajos, que a todos nos hizo vivir por encima
de nuestras posibilidades. La explosión llegó en el 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers. Lo demás… ¡vino solo! como
consecuencia de unos banqueros y unos políticos
inconscientes que se limitaron a negar
la crisis cantando, como los juglares, las
alabanzas de una economía irreal y ficticia. Éramos los mejores de la “Champions League”, en palabras de un Zapatero y de su pupilo Pedro
Solbes quienes se empeñaron en hacernos creer “que no había crisis” en una estrategia de salvar los muebles de
su partido en vez de dedicarse a apuntalar a una nación que se
tambaleaba por todas las partes. El que si lo sabía, Pizarro, tuvo que irse.
Lo hasta aquí expuesto son datos generales. A nivel local les contaré que en agosto del 2007, después
de redactar un proyecto de viviendas en
un solar cerca de la Plaza de Toros de Villena”, obtener la Licencia
Municipal y después de haberle concedido una Caja el préstamo hipotecario al
promotor para llevar a cabo las obras, estas ….¡¡nunca se iniciaron!!. Pregunté
las causas del por qué estando concedido el préstamo, la obras no se iniciaban.
La respuesta fue tajante: el promotor
tenía que presentar, como mínimo, el 50%
de los contratos de venta, de lo contrario no habría financiación. Hasta esa fecha, los contratos se presentaban
a la entidad bancaria y las obras daban comienzo.
¿En qué
había cambiado pues la situación para que la entidad bancaria paralizara, de la noche a la mañana, la operación?
Los contratos…¡tenían que ser firmes!!. Pero, pregunté, antes…. ¿cómo
se hacían estos contratos? Respondieron que de forma ficticia. ¿de forma ficticia?
… ¿como puede ser esto? Si. Si señores. Vivíamos en un mundo ficticio. No se si alguien llamó la atención
de lo que nos podría venir encima si el
sistema económico-financiero se basaba en documentos ficticios.
Las entidades bancarias ….¡no controlaban los contratos!. Por no averiguar no
averiguaban si el posible comprador….¡ podría pagar la hipoteca! por la
sencilla razón de que cada semana, que
digo, ¡cada hora que pasaba! la vivienda aumentaba de precio, y así las cosas, si
el comprador no podía pagar, el Banco se quedaría con un inmueble fácil de vender y con un valor mucho mas caro y al alza.
Llegaban a darles préstamos a personas
que no tenía ni contrato de trabajo ni remotas posibilidades de pagar. La historia se repetía, lo mismo que al
otro lado del Atlántico.
Aquello, fue lo más parecido a jauja.
En realidad, no era algo ficticio si
no más bien un sistema perverso. La
actividad era tan frenética que faltaban
solares, ladrillos, albañiles, peones, grúas,
acero, cemento, técnicos… Los Arquitectos no daban abasto a redactar
Proyectos y los Ayuntamientos hacían el agosto con los ingresos por concesión
de Licencias de Obra, de Actividades,
Plusvalía... El anuncio del Gobierno, a través de Mª Antonia Trujillo, de la entrada en vigor del Código
Técnico, el 28 de marzo del 2006, aceleró todavía más la elaboración de Proyectos
para que a los promotores no les afectara las restricciones que, en muchos
aspectos, suponía dicho Código lo que en la práctica favoreció la especulación
y la subida de precios. El dinero no tenía valor. El negocio estaba en la compra-venta de solares, locales-comerciales y viviendas con o sin dinero. Mientras la burbuja se iba hinchando, las Agencias Inmobiliarias crecieron, aquí y
allá, como setas de la noche a la
mañana. Hoy, no hay abiertas casi
ninguna de estas Agencias.
¿Qué
era eso del Código? El Código
Técnico era el marco normativo que establecía las exigencias que debían
cumplir los edificios en relación con los requisitos básicos de seguridad y
habitabilidad establecidos en la Ley 38/1999
de la Ordenación de Ordenación de la Edificación (LOE). Dicho Código especificaba las Exigencias Básicas de “calidad” que deberían cumplir los
edificios en materia de seguridad: seguridad
estructural, seguridad contra incendios, seguridad de utilización,
habitabilidad: salubridad, protección frente al ruido y ahorro de energía.
Daba respuesta a la demanda de la sociedad en cuanto a la “mejora de la calidad de la edificación a la vez que perseguiría
mejorar la protección del usuario y fomentar el desarrollo sostenible”….
Cinco años después, todo ha quedado en agua de borrajas. Y lo más jodido,
que no sabemos hasta cuando va a durar este vía
crucis, con un paro que supera el 25
% de la población activa y muchas personas que solo cuentan, para llegar
a final de mes, con los 400 €
aprobados por Consejo de Ministros hace unos días. Éramos felices. Desconocíamos
que significaba el IBEX, las fusiones en
frío, la recesión, la prima de riesgo, las hipotecas basura, las acciones
preferentes, el Frob, el rescate, la recapitalización… Y sobre todo, desconocíamos
que muchos directivos de Cajas y Bancos se habían blindado el futuro con muchos millones
de euros cuando estas entidades habían
sido rescatas con dinero público. Es
decir, la burbuja era lo más parecido
a un puterío. Cuando teníamos trabajo, no teníamos tiempo de ver lo que ocurría
a nuestro alrededor. “Me matan si no
trabajo y si trabajo me matan”, dice
Nicolás Guillen en su canción.
Ha sido ahora, con mucho tiempo
libre, por falta de trabajo, cuando hemos descubierto el pastel. Pero ahora…..¡es
tarde!. Ahora, que las viviendas han bajado al precio que nunca debieron subir.
Parece que se les olvidó que la Constitución
deja muy claro en su art. 47 que “todos los españoles tienen
derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. También dice
este art. que “los poderes públicos….regularan la utilización del suelo de
acuerdo con el interés general para impedir la especulación”. El problema
es, ha sido y será, siempre el mismo: “¿quien
controlaba al controlador?”. Analizando fríamente lo ocurrido, desde el 2000 hasta agosto del 2007, es como si
los poderes públicos hubieran suplantado a los especuladores. En realidad actuaban como zorros cuidando gallinas
mientras nos tapaban la boca con préstamos a bajo interés y sin apenas garantías.
Tampoco se preocuparon de ver que decía el art.
35 de la Constitución: ….“todos
los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo”….¡que ironía! Por lo tanto, muchos
que no tienen trabajo se están quedando
en la calle sin vivienda y con una deuda de por vida con una entidad
bancaria ¡rescatada con dinero público!, es decir, con el sudor del desahuciado. ¿Quiénes son
los especuladores en esta película?
La novela picaresca se originó en España a
mediados del siglo XVI y tomó su nombre de la figura del pícaro donde se narran
una serie de incidentes de la vida del protagonista. El primer ejemplo de la
novela picaresca es el Lazarillo de
Tormes (1554) de autor desconocido. Trata de la autobiografía de un pillo
que sirve a varios amos, aprovechándose de ellos. En un pasaje de la novela, el pícaro le pregunta a su amo que“como era posible que siendo ciego y habiendo
acordado comerse las uvas de una en una supiera que él se las comía de tres en tres”.
El ciego le responde: “porque cuando yo
me las comía de dos en dos, tu callabas”. Pensábamos que la novela
picaresca era un género en desuso. ¡Estábamos
en un error!. Con la burbuja inmobiliaria y sus funestas consecuencias, hemos
podido comprobar que ha sido en el siglo XXI cuando este género literario ha
alcanzado su máximo esplendor.