"Autonomías No...Federalismo Si", por Óscar de Caso. "Un Estado Federal es un Estado unitario"

           En primer lugar, hay que construir el Estado español, algo que no se resuelve poniendo firmes a los catalanes o a los vascos, entre otras razones porque los que somos demócratas pensamos que son las urnas las que deciden. Los nacionalistas vascos y catalanes han sido elegidos por ciudadanos y eso es sagrado, no lo puede tocar nadie. 

El problema es ir convenciendo, para ir ganando terreno, aun sabiendo que somos mayoría los que defendemos la unidad. Esa construcción debe obedecer a un cambio del pueblo español, consciente, sereno, sabiendo que es y lo que quiere.

          Debemos observar que no estamos en un Estado español encerrado en sus fronteras: militarmente dependemos de la OTAN: energéticamente dependemos de fuera... en agricultura dependemos de las subvenciones... en política económica de Bruselas.... por lo tanto, esa idea de España independiente no existe.

          Otra cuestión relevante es que el proceso que se inicie entre el pueblo español, los Sindicatos, las fuerzas políticas, los centros culturales y la Universidad debe tener la idea muy clara: un Estado federal es un Estado unitario. Por ejemplo, Estados Unidos es un Estado federal en el que no se rasgan las vestiduras cuando un Estado dice cosas diferentes que el otro. 

Es decir, hay diferentes legislaturas para las mismas cosas porque los Estados Unidos son una federación de 50 Estados; como México, Brasil o la República Federal Alemana. Pero todos tienen una cosa muy clara: saben que son estados unitarios.

          Y, ¿cómo se federan los territorios? Repasando nuestra historia podemos encontrar una muestra de cómo no debe hacerse atendiendo a lo sucedido en la Primera República. Al abdicar el rey Amadeo I, en 1873, inmediatamente esta República recién nacida se vio inmersa en muchos procesos de cantonalismo: Cartagena, Córdoba, Sevilla, Jerez. 

    Este país nuestro al que decimos que queremos mucho es un país aún muy provinciano, mi pueblo, mi campanario; para que no sea así tiene que existir la necesidad de construir. Esta primera República decidió aumentar el sueldo junto con la jornada laboral como mucho de nueve horas; que los arrendadores que pagaban el doble de su valor por las tierras que trabajaban pudieran adquirir su propiedad. 

Pero todas están intenciones no pudieron llevarse a cabo porque no tenían una base social por abajo junto con el estallido del cantonalismo, acabando de mala manera al entrar el general Pavía en el Palacio del Congreso y disolviendo la República.

          Un Estado federal debe ser, sin duda, un Estado republicano con los principios de política social. Para controlar al gobierno se debería de crear un contrapoder de veto ciudadano como el que disponían los Tribunos de la plebe en Roma. Un poder que obligue a los políticos a hacer lo que han prometido, un poder que no sea judicial sólo, sino un verdadero contrapoder.

          

Para abordar la cuestión de las competencias hay que hacerlo con equidad, lo primero es abandonar esa envidia tan estúpida entre comunidades. A lo mejor entonces empiezan a plantearse con sinceridad si de verdad quieren adquirir más competencias.

          Escribamos sobre la solidaridad; que quiere decir la obligación de compartir del que más tiene. Y punto. Porque si en Cataluña o en Euskadi se crea más riqueza, también es verdad que allí se inició antes la creación de la riqueza, y estando bien que su riqueza favorezca a la gente que vive allí lo equitativo es que una parte sea destinada a otro sitio.

           Nos encerramos en nuestro pueblo, sacamos la bandera, decimos que España existe, los militares desfilan… ¿Eso es patriotismo? No, es verbena barata, pero no es patriotismo. ¿Y por qué? Porque en definitiva España no son territorios, sino que son hombres y mujeres trabajando para los hombres y mujeres de España. 

Pero esto es algo que la actual mentalidad no entiende. Hablar por tanto de España federal es hablar de ciudadanos, de República.

POSDATA.- Este escrito es una síntesis del coloquio celebrado en Molina de Segura, Murcia  el 17 de febrero de 1999 por el señor Julio Anguita y en el que un servidor tuvo la ocasión de estar presente en el acto.

           La canción de hoy se titula “Camí avall” (Camino abajo), de 1969 recogida en el disco “Com ho fa el vent” (Como sopla el viento). En ella Serrat reconstruye la memoria de la guerra civil y lo hace con la prudencia necesaria. La guerra aparece como fruto de un azar trágico, de un destino inevitable.

         

Maduraban los trigos, 

el verano nacía, 

las amapolas iban tiñendo 

los campos; 

le llamaban Soledad, 

Rosario, María, 

y con un ramo de flores iba 

camino abajo. 

Camino abajo hay una curva 

y él le esperaba, 

le decían Pedro, Juan, 

Luis o Guillermo, 

la llevarán sus manos curtidas 

muy lejos de su gente. 

Camino abajo 

quedan las flores, 

las irá tapando 

el polvo 

que lleva el viento. 

Pero un día les dijeron: 

“No hace falta que siembres, 

este año vuestros campos 

no deben dar trigo, 

necesario que por un fusil 

cambie el arado “. 

Camino abajo de mañana 

se va un soldado. 

Quemó y mató 

mientras envejecía, 

hasta que otro tirano 

antes que él; 

lo enterraron un buen día 

en un pozo con otros ciento. 

Camino abajo 

sin un adiós 

nadie puso una cruz, 

no era necesario. 

Ella lloró por 

la muerte del hombre 

y por los campos donde no 

crecía el trigo. 

Por el camino llegarán 

unas manos jóvenes, 

para secar sus ojos 

y labrar los campos. 

Y otra vez nacerán 

trigos y amapolas 

cubriendo las fértiles tumbas de los soldados: 

muere un viejo, dos niños nacen. 

Y todo pierde el olor a quemado. 

Camino abajo 

un hombre muerto. 

Camino abajo 

queda un recuerdo 

del pasado. 

Y hoy maduramos los trigos, 

el verano empieza 

y las amapolas van 

tiñendo los campos; 

le llamaban Soledad, 

Rosario, María, 

y con un ramo de flores va 

camino abajo.