Para el que no haya tenido ocasión de leerlo en el Programa de Fiestas de este año les traigo un interesante articulo escrito por Luis Torres, Maestro de Escuela jubilado, que habla de cómo vivían y como se ganaban las habichuelas los caudetanos hace tan solo unas cuantas décadas. Lleva el título de "Caudete Costumbrista" y lo dedica en esta ocasión a los actos que celebrábamos durante el mes de febrero. Dice así:
"Para este mes de febrero, en el que vemos crecer y alargar el día, tenemos varios refranes que lo califican de muy inestable además de indicar su cortedad, la dureza del tiempo o sus festividades: “Febrero, mató a su padre”, “Febrerico el corto un día peor que otro”, “El primero hace guía, el segundo santa María y el tercero san Blás” e incluso mencionamos otro de origen valenciano que nos indica la posibilidad de que el invierno esté dando sus últimos coletazos, “Si en la Candelaria plora, el invierno ya está fuera y si no plora ni dentro ni fuera “ (“Si en la Candelaria plora, l´hivern és fora, y si no plora, ni dins ni fora”).
En el segundo día de febrero, festividad de la Candelaria,
se celebraba Misa Mayor seguida de una sencilla procesión por la Plaza con gran
concurrencia de niños, en la que se portaba una pequeña imagen de la Virgen.
Se
entregaban las candelas o finas velitas de colores que se guardaban para
encenderlas los días de tormenta e implorar su paso sin causar daño en cosechas
de frutales y hortalizas, sobre todo. Hoy desaparecida esta tradición y desde
hace algunos años se viene realizando este día la presentación y bendición en
la Parroquia de los niños nacidos durante el año anterior y hasta ese día.
¡Y qué decir de San Blás! Ese santo que de forma
rutinaria nos hemos acostumbrado a ver junto a la Virgen de Gracia, tanto en su
ermita como en la subida, fiestas, procesión y bajada en los días de septiembre.
Fue declarado patrón menos principal de Caudete en marzo de 1.924 por Pio XI,
tras una petición con una explicación de su origen en el hallazgo de las
imágenes en el año 1414, y a pesar de ser copatrón de la localidad no está su
nombre muy extendido entre los caudetanos como es el de Gracia o María Gracia.
Una vez recibida la imagen de San Blás en la Parroquia se realizaban las funciones religiosas y la celebración festiva popular
de origen gremial que es semejante a la de San Antón, pero en la puerta de la
Villa: Bendición de rollos que debían comerse rezando antes un padrenuestro
además de implorar la intercesión del santo en los males de garganta como así
lo recordaba este estribillo popular, “Bendito San Blas líbranos del garrotillo
y si puedes, además líbranos de tanto pillo” o “san Blás de ahoguete que por
salvar a uno, mató a siete”, que nunca he sabido eso del cambio de uno por
siete, o los golpecitos en la espalda cuando se atragantaba algún niño a la vez
que se invocaba “san Blás, san Blás, san Blás”.
La hoguera del día anterior servía para deshacerse de
algún mueble o trasto viejo junto a unos buenos tocones, que al consumirse
daban paso a las carretillas, que la gente protegida con ropa adecuada acudía a
esta guerrilla de cohetes hasta altas horas de la noche.
Algún atrevido se
lamentaba con su traje nuevo de pana chamuscado por los cohetes y hasta el cura
don Juan Carpena con sotana incluida acudía a esquivarlos.
Al amanecer del día
se valoraba la intensidad de la cohetería según los mascarones o manchas en las
fachadas. La cuerda o cable para deslizar la plataforma llena de cohetes iba
desde la antigua fuente de la esquina de la calle la Prensa, hoy Paracuellos de
la Vega hasta la esquina de la calle Nueva.
Seguía el reparto de rollos el día tres, Misa Mayor
como corresponde a la fiesta con volteo de campanas, y por la tarde las
carreras pedestres desde la Virgen o la Cruz con la participación más de una
vez de nuestro atleta Antonio Amorós, carreras de sacos, subida al palo
enjabonado para coger el pollo (hoy sustituido por un jamón) atado y deslizado
desde lo alto del mismo, al que ascendía algún joven escalador individual o
grupo provistos de ropa vieja y harina o yeso en los bolsillos para tratar de neutralizar
lo resbaladizo del jabón.
Recordamos un osado trepador en la cogida del pollo,
que al no poder soltarse del palo y atraparlo con la mano llegó a cogerlo con
la boca. Lo cierto es que en aquellos tiempos servía para mitigar el hambre de
más de uno.
Luego venían las cucañas o las ollas locas como llaman ahora y que
podían encerrar en su interior caramelos, calderilla, agua o incluso algún
ratoncillo cazado esa misma mañana y que servía de jolgorio y griterío para la
chiquillería y resto de la concurrencia.
Tras un período de decaimiento de los animadores de
la fiesta, un grupo de devotos del santo logran mantener la tradición de la
hoguera en la víspera con una sardinada al final, así como el resto de actos
religiosos y populares incluido un concurso de gachamigas la mañana de la
traída del santo, y que se realiza en el descampado lateral de la ermita.
A mediados, final o comienzo del mes siguiente,
según los fríos y las heladas se veían floridos los almendros de la variedad Marcona
y del Desmayo, por todos los alrededores de Caudete, ofreciendo una bucólica
estampa blanca y rosada campestre, que una vez cuajada las flores darían lugar
a los frutos que servirían al año siguiente para hacer los almendrados, una de
las pastas tradicionales en las fiestas de septiembre.
Desde mitad de noviembre y hasta finales de febrero
se procede a la poda de la viña. Las cepas son desprendidas de sus sarmientos
según diversos procedimientos para iniciar el lloro y verdeo que dará paso en
mayo a la floración y aparición de los racimos.
Lo más común es que esos
sarmientos se recojan en gavillas y se utilicen luego para el cocinado de
paellas en la lumbre, ya que tienen una combustión adecuada para este menester.
Recordaremos que alrededor de 1920 surgió en Caudete,
con la familia Martínez (conocidos por los Nardas), una actividad conocida como
el taller de sarmientos para cortinas y que consistía en preparar,
cortar e igualar trozos de sarmientos y enviarlos a Sax para la fabricación de cortinas
de canutillos, pues todavía no se había extendido el uso del plástico para
tales menesteres.
En los meses de diciembre y enero se podaban los sarmientos de la cepa
(sarmentaban) y se recogían en gavillas para que el proceso de cortado se iniciara,
prolongándose esta labor hasta el mes de julio. Con carros y más tarde con camiones
se traían las gavillas hasta el paraje de la Cruz, donde se localizaba el
almacén en la parte de la vereda junto a la cámara frigorífica.
Allí se
realizaba el cortado y preparación de los sarmientos y varias mujeres con la
ayuda de pequeñas máquinas tipo cizalla seleccionaban los sarmientos y cortaban
entre nudo y nudo, dejando así canutillos de similar grosor y tamaño, que en
sacos se enviaban a la cercana localidad de Sax y allí, atravesaban esos
canutillos por el corazón e introducían los ganchitos adecuados para poder engarzarlos
posteriormente y confeccionar las cortinas que se distribuían por toda España.
Después de la contienda civil se continuó la
actividad por los años cincuenta con el hijo y nieto del promotor que eran los
encargados, el nieto Antonio Martínez con trece años ejerció como
encargado para distribuir y llevar el
taller de cortado con 18 mujeres a su cargo y además los 3 o 4 hombres
que se afanaban en recoger los
sarmientos en el campo y con un camión traerlos hasta el almacén y taller donde
se descargaban y hacinaban en grandes
montones visibles desde el exterior, para proceder de inmediato a seleccionar los trozos más igualados, cortarlos e incluso hacer paquetes de
canutillos y enviarlos en sacos
para su descorazonado e introducción del ganchillo correspondiente
dispuestos para engarzar.
Este tipo de faena ha ido desapareciendo conforme se
han ido sustituyendo los canutillos de madera de sarmiento por otros de materia
plástica, con más vistosidad en colores, duración, lavado, etc.; pero que en
esos años daba trabajo a una veintena de personas en el almacén de sarmientos
de la Cruz
Llegado el final de febrero,
coincidía muchos años con la celebración del Carnaval que en Caudete se limitaba
a disfraces individuales o de grupos que se paseaban por las calles en estos días
precedentes a la Cuaresma. Recordaremos que tenía más arraigo la costumbre de
empolvar la cara de unos a otras.
Los niños y jóvenes con harina o polvos de
talco untaban (enfarinaban) la cara a las chicas y las más atrevidas devolvían
la broma y empolvaban a los chicos. Esta costumbre de empolvar llegó en algún
momento a un cierto avasallamiento de los niños contra las niñas, con disgustos
entre ellos y sus familias y para evitar en lo posible este enfrentamiento, en
los colegios se permitía de modo informal, salir esos días
unos minutos antes a las niñas, para no llegar a ciertos altercados a causa de
los ataques de harina.
En Ibi todavía se
tiene esa costumbre con mucho más énfasis “los enfarinats”, pero unido a huevos
y disparo de cohetes en el día de los santos Inocentes y que aquí en Caudete
reproducíamos de forma más ligera en Carnaval.
Posiblemente con influencia de allí,
hemos oído a personas mayores que se formaba una especie de comité jocoso de
alcaldía en el que se redactaban órdenes extravagantes e imposibles de cumplir
y se sancionaban a los interpelados con algún donativo para misas de almas: “Se
prohíbe ir por el sol y por la sombra” ...“Se prohíbe ir por la acera y por la
calzada”.
Mientras tanto en la Parroquia se realizaba el
domingo, lunes y martes el ejercicio de las cuarenta horas de adoración y
desagravio al Santísimo, terminando con una corta procesión alrededor de la
plaza de la Iglesia.
Actualmente se realiza ese mismo ejercicio religioso pero
más reducido en tiempo y forma. Y ya el Miércoles de Ceniza se iniciaba el
tiempo de Cuaresma con ese ritual que nos recordaba “polvo eres y en polvo te
convertirás”.
Analizaremos como aspecto
anecdótico la reanudación de las actividades del Casino de Caudete y es que fue
precisamente en el mes que tratamos, es decir en el mes de febrero de 1944
cuando el Gobernador Civil de la provincia de Albacete aprobó la reanudación de
las actividades que venía realizando con anterioridad a la guerra civil el
Casino de Caudete, con don Juan José Esteve Bañón como presidente.
Este Casino comenzó su andadura
a finales de 1800, con el nombre de Circulo Caudetano La Unión, pasando a
llamarse más tarde Círculo Deportivo Caudetano y posteriormente Círculo
Cultural Caudetano y en sus estatutos se contemplaba que todo nuevo socio debía
ser avalado por dos de los ya existentes.
Su local social estaba situado en la
parte superior del edificio que actualmente ocupa la tienda de tejidos La
Requena y que era propiedad de doña Teresa Revenga. Tenían su zona de verano y
de invierno y que suponemos que era según que el salón ocupado estuviera orientado
a la calle de Mayor o del Mercado.
Citaremos
algunos aspectos curiosos recogidos en sus actas.
·
En
1945 se realiza un donativo de 270 pesetas a la Mayordomía para colaborar como
buenos caudetanos a los gastos de las fiestas de ese año.
·
Se
contemplan arreglos de puertas, del billar, compra de un extractor de humos y
de un billar americano, así como la adquisición de sillones, plafones y juegos
de dominó y ajedrez.
·
Los
conflictos dentro del casino se dirimían, expulsando la junta directiva del momento
a los inculpados bien de forma definitiva o por un periodo de varios meses
·
Se
prohíben por el Gobernador Civil en 1946 los juegos a tantos alzados.
·
Cada
cierto tiempo se elegía nueva directiva, como contemplaban los estatutos y
ocuparon sucesivamente su presidencia don Pedro Sánchez Graciá, don Agustín
Vila Huesca, don Manuel Conejero Espí, don Joaquín Pagán Pérez, don José Tomás
Algarra, don Luis Sánchez Berenguer, . . .
·
El
12 de enero de 1947 doña María Teresa Revenga pide a la sociedad que deje la casa,
pues el Ayuntamiento les ha propuesto trasladarse al edificio de su propiedad en
la calle del Mercado, que en ese momento ocupaba la Guardia Civil, ya que de
inmediato pasaría a ocupar las estancias del nuevo cuartel construido para
ello. El traslado se realiza en 1948.
·
La
cuota en este nuevo comienzo era de 5 pesetas mensuales y la cuota de entrada,
de 25 pts. En 1958 se pasa la cuota de entrada a 140 pts. y 35 pts.
trimestrales. Quizá este tipo de cuotas no era el que podía aportar cualquier
persona, por lo que solamente ciertas personas con poder adquisitivo podían permitírselo,
conociéndose popularmente como “el Casino de los Señoritos”.
·
Se
compró uno de los primeros televisores de Caudete en blanco y negro, que se
colocó en el salón que da a la calle del mercado y en el que se podían ver
programas, corridas de toros, partidos de fútbol, películas, etc. y los hijos
de los socios también veían los programas infantiles de Marilyn, Valentina y el
capitán Tan, etc.
El traer esta mención del casino, aparte de
coincidir su reapertura en febrero de 1944 (mes que nos ocupa), era además con
motivo de que, según testimonios verbales, por los años 1920 – 1930 y en el
edificio de la calle mayor-calle del mercado que ocupaba el casino, se
realizaban bailes de carnaval con disfraces, pero eso sí, con la cara
descubierta.
Más tarde en febrero de 1955 el Presidente don Joaquín Pagan Pérez
y otros socios solicitan que con motivo de los próximos carnavales se organicen
bailes de sociedad o en su defecto el domingo de piñata, solicitud que es
denegada ya que solo fue respaldada por el 8 por cien de los socios.
Igualmente, por los años setenta del siglo
pasado se realizó algún año en la planta baja del casino, bailes de piñata
organizados por profesores y alumnos del antiguo Instituto de Enseñanza Media,
pero con muy corta continuidad.
Últimamente se han organizado desfiles
vespertinos de niños y nocturnos con mayores disfrazados, con una gran
aceptación sobre todo el desfile infantil unidos a padres y amigos mayores,
organizado por el grupo Taritaitero con una temática distinta para cada año y
excelente organización.
Y así poco a poco “febrerico el corto” nos iba
dejando para dar paso a una inminente primavera observándose, si no habían
caído algunas heladas, las incipientes almendras y albaricoques que teníamos
localizados por los alrededores y que seguramente no dejaríamos madurar tan
pronto tuvieran un grosor adecuado.
Luis
Torres Martínez
Maestro
de escuela
Fotografías tomadas de las revistas de San Blás, Amigos de
la Historia Caudetana y del autor del artículo.
Subida del Santo.
Palo enjabonado tipo de las fiestas de San Antón y San Blas
Bajada del Santo
Cortinas de canutillos de los sarmientos de la vid.
Paseo Luis Golf antes de su remodelación en 1981
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