La Biblioteca Pública Municipal lleva, desde noviembre del 2001, el nombre de una gran escritora catalana: Ana Mª Matute. Uno de sus libros mas leídos "Olvidado Rey Gudú (1996)" da nombre a uno de los club de lectura. El pasado lunes, a eso del medio día y con algo de desconcierto en el horario, se dieron cita representantes de los clubes de lectura para tributarle un sencillo homenaje de despedida a quien en el discurso que dio con motivo del ingreso en la Real Academia de la Lengua dijo "...que las ideas y los ideales cambian, perecen o se transforman pero los sentimientos permanecen a lo largo del tiempo".
También asistieron al acto la concejala de Cultura Amelia Verdú que glosó la vida y obra de esta escritora, el Alcalde y la Directora de la Biblioteca Mª José Moreno organizadora de la sencilla pero emotiva despedida de quien, desde hace 13 años, le da nombre a la Biblioteca de Caudete. Cada una de las asistentes dio lectura de algo escrito o que hacía referencia a Ana Mª. Este es el texto de una socia de uno de los Clubes de Lectura que, a modo de despedida, leyó de esta extraordinaria escritora:
También asistieron al acto la concejala de Cultura Amelia Verdú que glosó la vida y obra de esta escritora, el Alcalde y la Directora de la Biblioteca Mª José Moreno organizadora de la sencilla pero emotiva despedida de quien, desde hace 13 años, le da nombre a la Biblioteca de Caudete. Cada una de las asistentes dio lectura de algo escrito o que hacía referencia a Ana Mª. Este es el texto de una socia de uno de los Clubes de Lectura que, a modo de despedida, leyó de esta extraordinaria escritora:
"...Ana María Matute fue una niña. Nacida en Barcelona en 1925, en una familia acomodada, de padre catalán y de madre castellana. A los cinco años sufrió una infección de riñón y a los ocho, otra grave enfermedad hizo que sus padres la enviaran a Mansilla de la Sierra, en La Rioja, donde la familia de su madre tenía una finca.
Tenía 11 años cuando empezó la Guerra Civil. Su infancia no fue feliz. Tímida, rebelde, solitaria, incomprendida, falta de cariño materno. Le gustaba esconderse en los armarios y no le importaba que la castigaran al cuarto oscuro. Allí empezó a crear sus mundos imaginarios y mágicos. A los cinco años escribió su primer cuento, y siguió. Estos relatos están reunidos en Cuentos de infancia. A los 10, se inventó una revista, Shibyl.
Es habilidosa y ha construido sus propios teatros. Nunca ha jugado a muñecas, pero ha conservado toda la vida un muñeco negro, Gorogó, que le regaló su padre y al que le contaba las injusticias que veía. Aparece en Primera memoria, con Paraíso inhabitado, su novela más autobiográfica. Es una narradora oral excepcional. Odia las historias políticamente correctas de la factoría Disney.
De sus veranos en Mansilla de la Sierra, obtuvo una doble experiencia. El amor por la naturaleza, por los bosques, en los que vagaba trepando árboles y descubriendo sus misteriosos sonidos. Y al revés de la medalla: hombres y mujeres duros, niños hoscos, callados, sin infancia, trabajando en la tierra. La antigua Mansilla, desparecida bajo las aguas de un pantano, que ella denomina Artámila, aparece en varias de sus obras, como Fiesta al Noroeste, Los hijos muertos o el libro de relatos Historias de Artámila.
Escribió Pequeño teatro a los 17 años. Cuando tenía 19, la llevó temblando como un flan a Destino, pero la novela ganó el Premio Planeta en 1954. En Destino apareció su primer cuento, El niño de al lado, en mayo de 1947. Al año siguiente, quedó finalista del Premio Nadal con Los Abel.
Ana María Matute, que ha sabido mezclar como nadie la realidad más cotidiana con lo mágico, es una escritora única, no se parece a nadie. Para ella, la literatura es una manera de ser y en ella recrea los temas que la obsesionan: la guerra y la posguerra, la infancia, la incomunicación, la injusticia, el mundo hostil, la naturaleza y el bosque......"
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