Transcurrían
los finales de los años setenta cuando se empezó a construir en el mundo
occidental una nueva práctica social, económica y política que iba a cambiar la
faz del planeta. No supuso más que una prolongación del liberalismo salvaje de
los siglos XVIII y XIX. La producción y los precios los indica el mercado.
Cada
cual vende y compra sin coacción externa. El que tiene capital, compra trabajo
y vende mercancías. El que sólo tiene sus manos, vende su trabajo y compra
mercancías para subsistir. Todo un contrato entre hombres libres… La
mercantilización de todo, incluidos los humanos (tratados como clientes y no
como ciudadanos) es una desertización
del planeta.
La transformación
del ciudadano en cliente; la sustitución de formas globales de justicia social
por campañas de lucha contra la pobreza; el énfasis retórico en los derechos humanos al tiempo que se
reducen los derechos sociales, civiles, políticos y culturales; la desaparición
de políticas redistributivas al tiempo que
se crean figuras administrativas como el defensor del menor, de la mujer o del
consumidor son parte de ese proceso de gobernación política en la época de la mundialización
neoliberal.
La globalización
neoliberal es un proceso de superación de fronteras decidido políticamente (no
es un proceso natural como la lluvia o la tormenta); fue motivado por las
necesidades de valorización del capital y posibilitado por el extraordinario
desarrollo tecnológico y abaratamiento de los transportes y comunicaciones.
Se
trata de “mercados libres” para que “los predadores exploten a sus víctimas,
sin regulación pública ni policías económicos”; mercados libres como los
construidos en los últimos treinta años por los Bancos Centrales, los Tribunales de la Competencia y los mecanismos reguladores del Mercado de Valores.
Los
arquitectos de esta cruzada
neoliberal y anticomunista fueron: Margaret Thatcher, Ronald, Reagan, Helmut
Khol y Juan Pablo II. Sucedió esto, gracias a la renuncia de su ideario de:
François Mitterrand, Felipe González, De la Madrid, Salinas y Zedillo, Carlos
Andrés Pérez, el peronismo, terceras vías, etc. Cuando el neoliberalismo
convence a la socialdemocracia y a una parte de la ciudadanía de que tienen que
pensar como ellos, es que ha ganado.
Si bien
crecían por un lado los regímenes formalmente democráticos, la calidad de la
democracia veía empeorar sus índices. Estas gentes se encargaron de deslegitimar
los discursos colectivos, de alentar el individualismo y de argumentar el
agotamiento del Estado de bienestar y de las propuestas transformadoras.
Lo que
fue la gallina de los huevos de oro del neoliberalismo terminó siendo
sacrificada por sus propios dueños. El hundimiento de la URSS y el arrogante
triunfo del modelo capitalista construyeron, al margen de toda prudencia, un
capitalismo desbocado.
Los
principios básicos del neoliberalismo tienen como objetivo central conseguir la
derrota de la clase obrera, que era la de quienes impedían “el reino de la
libertad”. Pero cuidado, benditos lectores: una derrota sin su desaparición
como clase en una sociedad sin clases.
En tiempos de autoexplotación, el sueño
neoliberal es que todos seamos autónomos, verdaderos autónomos o falsos
autónomos. Siendo así, ¿quién iba a enfadarse con los explotadores? Además,
como nuevos reyes absolutos, de todo, siempre y cuando lo desregulemos, lo
convirtamos en una mercancía y poseamos suficiente dinero para pagarlo.
El objetivo
es cambiar las estructuras del país para que crezca con más empuje en el futuro,
sin indicar a costa de quién se harán los cambios, sin especificar si habrá compensaciones
para aquellos que más tienen que perder. Una de las conclusiones que podemos
sacar es que el modelo neoliberal ha utilizado para conseguir su poder social:
el miedo, la indiferencia ante los asuntos colectivos como valor principal y la
delegación política.
Según la
teoría neoliberal, cada ciudadano es, por naturaleza, el mejor juez de su
propio interés y debe dársele libertad para satisfacerlo, puesto que así, en
una armonía natural –que se rompe cuando hay intervención pública-, impulsará
el bien común.
Al buscar su propio provecho, cada individuo es conducido “por
una mano invisible” que permite que las acciones emprendidas por su propio interés
confluyan en resultados globales, en la obtención del dividendo social del
producto de la actividad económica de la sociedad.
Todo bajo el imperio de las
leyes naturales, sin intervención del Príncipe… El modelo neoliberal ofrece
bajadas de impuestos, privatizaciones o renuncias a la oferta pública de bienes
privados que rebajan la carga del Estado y generan la sensación de bienestar
inmediato en la ciudadanía y que, sin embargo, supondrán en el futuro un
encarecimiento de esos bienes esenciales. Jamás se ha sabido que hayan hecho
mucho bien aquellos que simulan el propósito de comerciar por el bien común.
Los
defensores del neoliberalismo apuestan porque todo el mundo tenga derecho a
dormir debajo de un puente o a tener tres Jaguar en su garaje. Este argumento
tendría algo más de fuerza si no fueran siempre los mismos los que tienen los
Jaguar en el garaje y siempre los mismos a los que le toca sufrir toda suerte
de calamidades.
El fascismo es una forma de poder sobre si todo es posible. El
neoliberalismo, es lo mismo, pero legitimado por las instituciones políticas
democráticas. Y de eso se trata ahora, de encontrar una nueva legitimación en
lo que en la realidad no tiene legitimación alguna.
¿Cómo se
explica a la gente que este proceso, que es la génesis de esta crisis
financiera, es algo que tiene que ver con un proyecto político de los ricos
para vivir mejor a costa de que la mayor parte de la gente, y en especial los
trabajadores, vivan peor? Cuando ves a
un dirigente de izquierdas decir que el problema es el neoliberalismo, te das
cuenta de que estamos perdiendo, porque eso la gente no lo entiende.
Hay que
ser capaces de traducir a lo cotidiano lo que implican las recesiones y las
crisis de un sistema que va más allá de los estados, y esto no es nada fácil
porque el pensamiento político de la gente se ubica en el país en que vive. El
incremento de la gente que se entiende como “apolítica”, y renuncia a ella,
está contribuyendo a perpetuar y alimentar el sentido común neoliberal
imperante.
Los países de
la Trilateral que representaban el 10% de la población mundial poseían el 80%
de los recursos del planeta, así como la máxima responsabilidad en el deterioro
ecológico; recomendaban que los Estados debían cambiar su sustancia pluralista
y democrática alcanzada en el período de posguerra, para dejar espacio a formas
de gobierno supranacional que garantizaran principalmente el comercio mundial.
La utopía
neoliberal es el sueño de unos pocos que dominan a muchos con un guion
excelente donde al final, como en las grandes tragedias, necesariamente muere
mucha gente.
POSDATA. - Los señores Ramón Lobo, Ricardo Romero, Joaquín
Estefanía, El Gran Wyoming, Iñigo Errejón y Julio Anguita han sido los grandes
inspiradores de este escrito. Admiración y gratitud siempre.
“Porque la
quería” es una canción intimista donde nos habla de las nuevas condiciones que
el amor plantea en los tiempos modernos; un amor sin pactos ni compromisos que,
en cambio, esconde la inseguridad, lo volátil de los sentimientos, la negativa
al compromiso. Grabada en 1981 dentro del disco “En tránsito”.
Porque la quería
no quiso papeles
ni hacer proyectos con vistas al futuro.
No confiaba en él
y quiso estar seguro,
que cotidianamente
tendría que ganarla
con el sudor de su frente.
Porque la quería
no quiso con ella
hacer un nido en donde abandonarse.
No confiaba en él
y quiso asegurarse.
Porque la quería,
por no despertarla
dejó de dirigirle la palabra.
No confiaba en él
ni se atrevió a cambiarla,
y puso en pie de
guerra
su buena fe y sus sentidos
por llegar a conocerla.
Porque la quería
se fue para siempre,
quiso poner a salvo aquella imagen.
No confió en ella
y quiso asegurarse.
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