En este escrito, sigo con la positiva necesidad de dar a conocer a esas personas que por un motivo u otro (no entremos en detalles lamentables) deberían de saber la reciente historia de España, ya que al parecer, unos (psoe) se la “cogen con papel de fumar”, otros, (pp) sufren de una siniestra y espectacular amnesia colectiva y los de más allá, (pce) siempre han padecido demasiados complejos.
Ni en los libros de texto ni en las televisiones se detalla esta historia nuestra que siempre repetiré: que el que la olvide, estará condenado a repetir los errores anteriores tarde o temprano. Y para no olvidarla, con las siguientes letras y la inspiración humorística de José Miguel Monzón lo intentaré.
Ni en los libros de texto ni en las televisiones se detalla esta historia nuestra que siempre repetiré: que el que la olvide, estará condenado a repetir los errores anteriores tarde o temprano. Y para no olvidarla, con las siguientes letras y la inspiración humorística de José Miguel Monzón lo intentaré.
La oligarquía española que no había sentido la necesidad de crear un partido que fulminara los movimientos revolucionarios, tal y como hizo la italiana con los fascismos de Mussolini, o la alemana con ese monstruo llamado Hitler, nuestra clase dirigente se puso manos a la obra para potenciar un elemento de discordia, un agente desestabilizador.
El invento se llamó Falange Española y, como los anteriores, pretendía ser un movimiento anticapitalista de derechas, a pesar de estar financiado y amparado por aquellos a los que, presuntamente, pretendía derrocar.
En al año 1933 se da el mitin fundacional en el Teatro de la Comedia de Madrid, donde se unen con la JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista) de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, proclamando la violencia como método para acceder al poder.
El mismo José Antonio legitíma esa vía en su discurso: "No hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria”, junto con otras lindezas similares: “El ser rotas es el destino más noble de todas las urnas”. Más claro agua.
La implosión de Falange Española en el escenario político de la Segunda República fue espectacular. A pesar de ser un partido absolutamente marginal, ya que tan sólo consiguió un diputado por Cádiz en toda su historia electoral, tuvo mucha relevancia mediática y social porque ejercían la provocación desde la arrogancia del señorito, y llevando las pistolas y las porras a la calle.
Los falangistas se erigieron como brazo armado de la derecha española y, aunque fueron rechazados con sus propias armas (tuvieron setenta bajas en sus acciones), consiguieron el propósito de sembrar de nuevo el pistolerismo en la lucha política.
Provocaron una escalada de atentados por el principio de acción y reacción, que culminó en el asesinato de José Castillo, teniente de la Guardia de Asalto, hombre muy reconocido en las filas socialistas. La venganza no se hizo esperar, en la madrugada del 13 de julio, un grupo de compañeros de José Castillo asesinó a José Calvo Sotelo, que había sido ministro con Primo de Rivera y, a la sazón, diputado y líder de Renovación Española.
En la manifestación posterior al entierro murieron a tiros otras cinco personas, víctimas de la represión de la Guardia de Asalto.
La suerte estaba echada, esas muertes terminaron de convencer en su participación a algunos militares dudosos. El día 16 de julio, José Antonio apremió a los militares a levantarse en armas advirtiendo que si no lo hacían, ellos iniciarían por su cuenta un levantamiento en Alicante con sus grupos militarizados.
Parece que la secuencia es clara y se repite con absoluta precisión: libertad, pistolerismo, desestabilización, golpe de Estado.
La estrategia funcionó como un reloj; en las elecciones del 36, ya no consiguió diputado alguno, pero se encargó de llevar la violencia y justificar con la sangre derramada el fin de la democracia y la imposición de un régimen totalitario que, una vez más, nos sumió en la regresión y evitó que cogiéramos el tren del progreso y la libertad.
Eso sí, durante la Guerra Civil (1936-1939) y después de ella se erigieron en justicieros, se encargaron de ir por el frente, las ciudades y los pueblos limpiando España de rojos afectos a la República y la legalidad vigente. En esta labor de limpieza se asesinaba a personas de toda índole: alcaldes, maestros, líderes sindicales, jefe de agrupaciones políticas, militantes de los diferentes partidos, intelectuales, etc.
También republicanos de derechas, gente burguesa de orden y, como hemos comentado antes, hasta curas que no fueran de su cuerda, es decir, todo aquél que no se apuntara de golpe al grito de ¡Arriba España!
Sin más dilación, os dejo con el poema de Serrat hecho canción “Algo personal” del disco “Cada loco con su tema” de mayo de 1983. Es un alegato contra los gobiernos represivos, una mirada lúcida e irónica al siniestro perfil de los dictadores que han asolado la memoria de tantos países. Una canción de denuncia sin discursos grandilocuentes, sino con un lenguaje directo, muy incisivo, que retrata a la perfección los oscuros entresijos de las dictaduras.
Sin más dilación, os dejo con el poema de Serrat hecho canción “Algo personal” del disco “Cada loco con su tema” de mayo de 1983. Es un alegato contra los gobiernos represivos, una mirada lúcida e irónica al siniestro perfil de los dictadores que han asolado la memoria de tantos países. Una canción de denuncia sin discursos grandilocuentes, sino con un lenguaje directo, muy incisivo, que retrata a la perfección los oscuros entresijos de las dictaduras.
Probablemente en su pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.
Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.
Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.
No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.
Pienso sinceramente que el autor está tergiversando la historia en su favor y hace un flaco favor para el conocimiento de la Historia de España que es la asignatura pendiente de todos los españoles.
ResponderEliminarAl autor le doy un suspenso en Historia de España.
A mucha gente con intereses enormes no le interesaba que se moviera nada en España. Que empezasen a mandar los que siempre habían callado y asentido, que se mejorase la educación o que la Iglesia viese cortadas sus alas eran un ataque directo a esa derecha extrema. Extrema derecha, falangista o tradicionalista o militarista, que después campó a sus anchas e hizo y deshizo a su antojo. Era una derecha que impugnaba no sólo los postulados de la izquierda o el obrerismo, sino directamente los cimientos de los sistemas liberales parlamentarios.
ResponderEliminarEl autor quiere reescribir la historia y la historia es historia y muy tozuda.
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