Siempre que se aborda el tema de las revoluciones, lo he escrito en varias ocasiones, vaya siempre por delante que los revolucionarios me merecen mucho respeto.
Es un tema de estrategia pura, jugar con el significado y los significantes, y cambiarle el sentido: tenemos el ejemplo de Fidel Castro. Jamás se presentó como comunista, se presentó como un nacionalista y fue años después, tras haber nacionalizado las empresas americanas, cuando había hecho el reparto de tierras y delante de los fusiles en la plaza de la Revolución, dijo algo parecido a: “¿os gusta que hayamos hecho esto, os gusta que hayamos nacionalizado las empresas americanas, que hayamos hecho el reparto de tierras? Pues bien señores: esto es socialismo”, esa fue la estrategia.
Pongamos claro, moleste a quien moleste, que Cuba es una dictadura, que la revolución ha fracasado si tenemos en cuenta el manifiesto de Sierra Maestra, en el que prometían libertad, y que el embargo, que ha hecho mucho daño a Cuba y a la revolución, había servido también como excusa para tapar las cosas que no funcionan.
Que ha habido problemas vinculados a la gerontocracia, a la falta de rendición de cuentas, allí se ha perdido mucha energía porque solamente se dan cuenta de las cosas a base del ensayo y del error. Al final, la Cuba que sorprendió al mundo en algún momento por su capacidad de ofensiva lleva muchos años a la defensiva, y es una Cuba que deja de emocionar.
Ha ocurrido que las revoluciones sólo son posibles cuando han operado previamente cambios en las mentalidades. Por eso, cuando vuelve a cambiar la manera de pensar, los derechos se revierten. Esa es la Cuba de los últimos tiempos.
Tengo por aquí escrito que las revoluciones sólo construyen el futuro cuando son capaces de recrear el pasado y lo liberan de algún maleficio histórico. En Cuba sólo había sido necesario librarse del sortilegio nada más; librarse de los explotadores, que durante bastantes años conservan de hecho sobre los explotados grandes ventajas, oponiendo una resistencia larga, porfiada y desesperada.
Las revoluciones no van a ser, como pensaba el marxismo, momentos de aceleración de la historia, sino momentos donde se deben echar los frenos de emergencias de la historia: así es como se han hecho las grandes revoluciones, donde los manuales las habían declarado imposibles, y los sujetos que las protagonizan son siempre bloques heterogéneos y diversos, articulados en torno a una suma de ideas e identificaciones con importante carga nacional o local.
Las revoluciones son rebeliones que han triunfado. En caso de fracasar, sus promotores habrían sido ejecutados por traición, por intento de derribar el poder establecido, cosa que frecuentemente se equipara a alta traición. Así declaraba el domingo Fidel Castro a Oliver Stone, el Director de cine americano, en un documental que programaron en "La Sexta", cuando éste le preguntaba donde se encontraría ahora Fidel si la revolución no hubiese triunfado. A lo que el Comandante, con sumo reposo, le replicó: “Muerto”.
Ha habido naciones que han emergido o han quedado precedidas por un periodo revolucionario en el que los actos de traición se hicieron no solo numerosos, sino motivo de honra también. Los traidores y criminales contra un régimen... son los héroes de aquél que le suceden.
Las revoluciones no son malas por sí mismas. Sólo lo son cuando fracasan. Y revolución, como tengo aquí apuntado que decía Lula, el Presidente de Brasil: “A veces es que la gente pueda comer tres veces al día. Dime cuáles son las dificultades para poner en marcha tus necesidades y te diré los contornos de tu revolución".
"Prefiero la revolución a las pesadillas".
Joan Manuel Serrat
"Hasta siempre Comandante" compuesta por Carlos Puebla.
Estoy básicamente de acuerdo con tu análisis Oscar, comparando la situación de Cuba con los países centroamericanos y caribeños y pese al embargo hay que preguntarse si sirvió para algo la revolución. Yo creo que sí.
ResponderEliminarEs preciso ponernos brevemente de acuerdo:
ResponderEliminaraquí el buitre es un aura tiñosa y circulante,
las olas humedecen los pies de las estatuas
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.
Los autos van dejando tuercas en el camino,
los jóvenes son jóvenes de un modo irrefutable.
Aquí el amor transita sabroso y subversivo
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.
Nada de eso es exceso de ron o de delirio,
quizá una borrachera de cielo y flamboyanes.
Lo cierto es que esta noche el carnaval arrolla
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.
Es preciso ponernos brevemente de acuerdo
esta ciudad ignora y sabe lo que hace.
Cultiva el imposible y exporta los veranos
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.
Aquí flota el orgullo como una garza invicta,
nadie se queda fuera y todo el mundo es alguien.
El sol identifica relajos y candores
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.
Como si Marx quisiera bailar el mozambique
o fueran abolidas todas las soledades.
La noche es un sencillo complot contra la muerte
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.