Ley de la Dependencia, cuatro años del PP mirando hacia otro lado, y seguimos… Para poder ver el grave problema de manera gráfica, comencemos con cifras reales, sin manipulación alguna. Este 14 de diciembre se cumplen diez años de puesta en marcha de la Ley de Dependencia. Son 1.200.000 personas las que se encuentran en España en situación de dependencia. Con fecha de hoy solo son “agraciados” con esta prestación 856.000 personas. En estos momentos la cifra de 355.000 personas forman la lista de espera (“pelufa caña”, como dicen los murcianos).
Posiblemente se debe de llamar Ley de Dependencia, debido a que según qué gobierno legisle en ese momento depende si la pone en práctica o no; situación ésta, que ha ocurrido estos últimos cuatro años con el mandato de los populares (el nombre de este parido político a mí siempre me resulta muy paradójico). Y al parecer, hoy en día, sigue en “sus trece” manteniendo su oposición a esta Ley.
Son cinco los puntos que el Observatorio Estatal de la Dependencia sugiere: punto primero, recuperar el 13% de los recortes presupuestarios que se impusieron en al año 2012; punto segundo, atender la numerosa lista de espera en un plazo máximo de dos años; punto tercero, conseguir una financiación estable para esta Ley; en el punto cuarto se pide que la Ley de Dependencia no se pueda modificar si no es en el Congreso de los Diputados; y por último en el punto quinto se exige una transparencia absoluta de los datos, pues hasta ahora parece que presuntamente se estaban falseando las estadísticas.
Los señores conservadores (aquí no se puede aplicar la paradoja antes mencionada) han hecho, hasta hoy, la misma representación que la orquesta del Titanic, estos es, tocando melodías celestiales mientras los dependientes naufragaban.
En términos económicos, como explicaré posteriormente, la oportunidad se ha perdido y la dignidad pisoteada. En clave jurídica, en lugar de proteger sus derechos, éstos se los han arrebatado. Habría que mirar la cara de las personas dependientes y la de sus familiares. Si te fijas en el rostro de una persona tan vulnerable como ellos, se entenderá que necesitan ese apoyo para poder vivir con cierta dignidad. Hay que ser ciegamente egoísta para no ver que todas las personas, tarde o temprano, vamos a ser dependientes o vamos a convivir con ellas.
Las personas que integran esta abundante lista de espera deben de vivir, si hubiera un indicador de sufrimiento, estarían en los más alto de la cúspide, el sufrimiento que genera estar esperando una ayuda, una prestación, un servicio para poder tener ese algo con que vivir todos los días; también sufren la crueldad de no poder pelear para que esos derechos se cumplan. El Estado les ha abandonado a su suerte, dejando en manos de sus familiares, de la manera que puedan, atender sus necesidades más básicas.
Las cuidadoras, porque el 94% de ellas son mujeres, son las que han llevado casi todo el peso. Son 170.000 de éstas cuidadoras no profesionales las que han sido expulsadas estos últimos años de la cotización al convenio especial que existía y además se han reducido a 400.000 cuidadoras a las que se les han reducido un 15% de la prestación económica que recibían mensualmente en torno a 270 euros de media, todo este “dineral” por un servicio en su domicilio de 24 horas diarias y 365 días al año.
Para aquellos gobernantes con posible carencia de alma, deberían de tomar una calculadora y comprobarían la inversión pública tan potente que sería invertir en el sistema de dependencia; he aquí los cálculos: por cada millar de euros que se invierte, se generan 35 puestos de trabajo directos, estables y no deslocalizables, con ello se genera un retorno económico del 38,7% que vuelven otra vez a las arcar del Estado en virtud del IRPF, la Seguridad Social, el Impuesto de Sociedades, etcétera.
POSDATA.- Este escrito es un resumen de las declaraciones del señor José Manuel Ramírez, a la sazón, Presidente del Observatorio Estatal a la Dependencia; dichas declaraciones se produjeron en el programa “El Intermedio”, correspondientes al día 14 de diciembre.
¡Como no iba a faltar, en esta ocasión, una canción del admirado Serrat alusiva al tema!. La canción pertenece al disco de julio de 1987 “Bienaventurados”, llevando por título ”Llegar a viejo”. Es la canción debida por Serrat a otros marginados sociales, a aquellos a los que algunos mandan a residencias, a los que la sociedad convierte “en fantasmas con memoria”.
La canción queda como un sincero e intenso testimonio en el que se denuncia la injusticia que la sociedad comete con sus mayores, con aquellos a los que debemos el mundo que hemos heredado.
La canción queda como un sincero e intenso testimonio en el que se denuncia la injusticia que la sociedad comete con sus mayores, con aquellos a los que debemos el mundo que hemos heredado.
Si se llevasen el miedo,
y nos dejasen lo bailado
para enfrentar el presente...
Si se llegase entrenado
y con ánimo suficiente...
Y después de darlo todo
- en justa correspondencia -
todo estuviese pagado
y el carné de jubilado
abriese todas las puertas...
Quizá llegar a viejo
Sería más llevadero,
Más confortable,
Más duradero.
Si el ayer no se olvidase tan aprisa...
Si tuviesen más cuidado en donde pisan...
Si se viviese entre amigos
que al menos de vez en cuando
pasasen una pelota...
Si el cansancio y la derrota
no supiesen tan amargo...
Si fuesen poniendo luces
en el camino, a medida
que el corazón se acobarda...
y los ángeles de la guarda
diesen señales de vida...
Quizá llegar a viejo
Sería más razonable,
más apacible,
más transitable.
¡Ay, si la veteranía fuese un grado...!
Si no se llegase huérfano a ese trago...
Si tuviese más ventajas
y menos inconvenientes...
Si el alma se apasionase,
el cuerpo se alborotase,
y las piernas respondiesen...
Y del pedazo de cielo
reservado para cuando
toca entregar el equipo,
repartiesen anticipos
a los más necesitados...
Quizá llegar a viejo
sería todo un progreso,
un buen remate,
un final con beso.
En lugar de arrinconarlos en la historia,
convertidos en fantasmas con memoria...
Si no estuviese tan oscuro
a la vuelta de la esquina...
O simplemente si todos
entendiésemos que todos
llevamos un viejo encima.
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