“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
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domingo, 25 de diciembre de 2016

"Primer bienio de la Segunda República, gran avance en materia de educación", de Óscar de Caso.

     A grandes rasgos, durante la República es obligatorio mencionar las medidas de legislación social impulsadas por Largo Caballero; las reformas militares de Azaña y las avanzadas medidas en materia de educación, mejorando el magisterio y creando numerosas nuevas escuelas.

          Es de destacar, sin embargo, la lentitud y la timidez con que fue abordado el acuciante problema de la reforma agraria, aprobándose entre varios proyectos el más moderado. Su eficacia práctica fue muy escasa.

          El triunfo de la República sorprendió a una derecha desorganizada y acostumbrada a los manejos desde el poder para fabricar a sus representantes. No obstante, la reorganización de la derecha comenzó pronto, partiendo de los grupos católicos y buscando la base de masas del sindicalismo agrario católico.

          Nació así, pocos días después de la proclamación de la República, el partido Acción Nacional que, en abril de 1932 debió cambiar su nombre por Acción Popular. Acción Popular irá creciendo con rapidez con sus juventudes, organizaciones femeninas, etcétera…, siempre bajo la influencia eclesiástica y sirviendo de punta de lanza en los enfrentamientos clericalismo-laicismo que proliferaron en estos primeros años.

          La rama de monárquicos-católicos de Acción Popular, liderada  por Gil Robles se fusionó con otros pequeños grupos de marzo de 1933 para formar la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), primer gran partido de masas de derecha española. Siendo esta derecha católica mucho más organizada y poderosa.

          La pastoral del 25 de mayo de los obispos españoles fue el primer paso de una ruptura abierta contra Azaña, confirmada más tarde por el papa Pío XI con una Encíclica.

          En la izquierda tampoco escasearon los problemas en este primer bienio republicano, los seguidores de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y otros grupos de acción se hicieron con la dirección sindical lanzándose a diversos levantamientos revolucionarios, en los que en enero de 1933 dio lugar a los asesinatos cometidos por las fuerzas del orden en Casas Viejas, este trágico suceso colocó a la central anarcosindicalista en abierto conflicto con el Gobierno republicano-socialista.

          No faltó siquiera un intento de pronunciamiento militar al viejo estilo, encabezado por el general Sanjurjo y apoyado por militares monárquicos, aristócratas y sectores de la extrema derecha en agosto de 1932.
          Las elecciones del 19 de noviembre de 1933 supusieron un vuelco en la composición del Parlamento. Las izquierdas se dividieron salvo raras excepciones.

 Las derechas se unieron aún más con los radicales. La CNT que había pedido la abstención en esas Elecciones respondió a la victoria de las derechas con una nueva intentona revolucionaria que se saldó con 89 muertos, más de 150 heridos, multitud de detenciones y torturas, cierres de periódicos y locales sindicales. Así comenzaron los sucesivos gobiernos radicales desde el 18 de diciembre de 1933 hasta octubre del año siguiente.

          En esos meses, el Partido Radical apoyado por la CEDA concedió la amnistía a los sublevados con Sanjurjo, derogó la Ley de Términos Municipales y vació de contenido los Jurados Mixtos, atacó la autonomía catalana recurriendo la Ley de cultivos que favorecía a los arrendatarios y la vasca anulando parte de los conciertos económicos, y, por supuesto, impidió la aplicación de la Ley de Confesiones y Congragaciones Religiosas.

          Uno de los grandes objetivos de la CEDA era la reforma constitucional: una reforma que, en la práctica, suponía la liquidación de la Constitución de 1931. El problema es que la propia Constitución establecía que cualquier reforma durante los primeros cuatro años de vigencia requería el acuerdo de los dos tercios de la cámara,  mientras que después de esa fecha (9 de diciembre de 1935) sería bastante una mayoría absoluta. Se trataba, de ir adquiriendo el poder poco a poco mediante la entrada de algunos Ministros cedistas en el Gobierno. 




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