De todos es conocido que la afición de Pedro Sánchez Algarra es la música. La acordeón y el saxo forman parte de su vida. Cuando lo ha llamado su sobrina Leo a realizar alguna actuación en La Bomba, le ha faltado tiempo. Vive en San Juan de Alicante y aunque cada vez viene menos, de su Caudete natal no se olvida.
Hace unos días tuvo una de las actuaciones que más le han impactado. Su nuera, Sandra Sánchez, es profesora de la Escuela Infantil "Hormiguitas". Es costumbre de esta Escuela celebrar los cumpleaños de los niños y niñas contando con la compañía e implicación de los padres y abuelos para amenizar las actividades.
Dibujantes, cómicos y músicos son los invitados que más juego dan con los niños. Sandra es la esposa del hijo de Pedro y tienen tres críos: Ricardo, Alejandro y Karen. En esta ocasión, Sandra invitó a Pedro a actuar con sus instrumentos musicales. No se lo pensó dos veces. Cogió el saxo y la acordeón y se presentó en la Escuela.
Allí lo esperaban Sandra y 25 niños que lo saludaron con un simpático "hola Pedro". Empezo a desembalar los instrumentos bajo esa atenta mirada que tienen los niños ante algo desconocido. Llegaron más alumnos de otras aulas con sus profesoras juntándose más de sesenta, todos atentos, felices y sonrientes, entre 1 y 3 años.
Pedro me contó que pasó un buen rato ante un auditorio que seguía muy atento todos sus movimientos y su música. Se emocionó. Lo que siempre recordará fue la cálida y amable despedida que le tributaron los niños con un "adiós Pedro". Me decía hace unos días desde la terraza de su casa que "en todos sus años de músico no se había sentido tan feliz y reconfortado con su música".
Y es que cada edad tiene sus vivencias y emociones. Hace sesenta años, Pedro hacía música para poder comer. Ahora lo hace para colmar la afición que lleva dentro y, sobre todo, para sentirse vivo. Porque, no hay nada como tener tiempo y una afición. Fue Alcalde de su pueblo durante ocho años en la última etapa Franquista. Pero músico lo es desde que hizo la primera comunión y además de dos instrumentos mágicos de los que salen notas que te hace reír o llorar, como son la acordeón y el saxo.
Pedro me contó que pasó un buen rato ante un auditorio que seguía muy atento todos sus movimientos y su música. Se emocionó. Lo que siempre recordará fue la cálida y amable despedida que le tributaron los niños con un "adiós Pedro". Me decía hace unos días desde la terraza de su casa que "en todos sus años de músico no se había sentido tan feliz y reconfortado con su música".
Y es que cada edad tiene sus vivencias y emociones. Hace sesenta años, Pedro hacía música para poder comer. Ahora lo hace para colmar la afición que lleva dentro y, sobre todo, para sentirse vivo. Porque, no hay nada como tener tiempo y una afición. Fue Alcalde de su pueblo durante ocho años en la última etapa Franquista. Pero músico lo es desde que hizo la primera comunión y además de dos instrumentos mágicos de los que salen notas que te hace reír o llorar, como son la acordeón y el saxo.
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