“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Comunicado Importante

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Lo que nos hace pensar que los artículos que se publicaron en facebook fueron marcados como inapropiados por lectores que no están de acuerdo con la línea editorial de este blog.

Por eso nos hemos visto obligado a crear un nuevo blog para poder seguir exprensándonos de forma libre. Aquí está la nueva dirección.

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viernes, 26 de julio de 2019

"Antología del Capitalismo", por Óscar de Caso. "Donde no hay suficientes beneficios, la empresa reduce costes salariales, rebaja emolumentos y despide a la gente"

          Los dos modelos principales de capitalismo reciben diversos nombres. Por un parte, el capitalismo americano, anglosajón o neoliberal; y, por otra parte, existe el capitalismo europeo, renano o de bienestar.

          El capitalismo neoliberal llega sobre todo de Estados Unidos y está basado en el éxito individual, el beneficio a corto plazo y la exaltación. En él, la empresa es una mercancía más de la que el propietario dispone libremente y cuya función única consiste en generar beneficios; esta necesidad de repartir dividendos de modo permanente hace que los accionistas sean capaces de “traicionar” a su empresa y vender las acciones. 

La empresa se queda sólo como una máquina de generar beneficios. Una vaca lechera... Sus directivos más importantes, que tienen intereses propios muchas veces distintos de los propietarios; para obtener la máxima competitividad (maldita palabra) de una empresa están precisados a forzar la competitividad individual de cada uno de sus componentes, y ella es la función de sus directivos. El salario es esencialmente individual y aleatorio, como el empleo mismo.

          El modelo anglosajón exalta la economía de los consumidores, al empresario brillante, la responsabilidad individual por las capacidades personales, las grandes diferencias salariales, las facilidades para el despido, las fusiones y las adquisiciones hostiles. Se practica el ajuste permanente como fórmula de flexibilidad: como hay que maximizar las ganancias trimestre a trimestre, donde no hay un crecimiento suficiente de los beneficios hay que reducir los costes salariales o rebajando emolumentos o despidiendo gente.
 En sentido contrario, los empleados han de cambiar de empresa en cuanto se les presente la oportunidad de ganar más dinero. Ya no existe el concepto de lealtad en el seno de las sociedades mercantiles.

          La teoría asumía que en el capitalismo neoliberal el Estado tenía funciones subsidiarias en educación, sanidad, pensiones, desempleo, etcétera; los gobiernos debían proteger sobre todo los derechos de la propiedad privada y luego apartarse, dejar libre el camino y permitir que los individuos, partiesen del nivel que partieran, desempeñasen su papel.

 El capitalismo descontrolado originaría niveles inaceptables de desigualdad, que pondrían en riesgo el futuro del propio sistema: las sociedades desarrolladas aceptan enfadas los fenómenos de extrema riqueza y extrema pobreza. Sus defensores resaltan que se trataba de una forma de capitalismo con rostro humano.

           El otro tipo de capitalismo denominado: europeo, renano o de bienestar se extendió por una parte muy amplia de Europa e incluso en Japón. Valoraba el éxito colectivo, el consenso y la preocupación por el largo plazo. 

En él, la empresa era una comunidad compleja en la que los poderes de la propiedad, dividida en acciones, estaban equilibrados con los de la dirección y con los del personal de base; las prioridades de la empresa no sólo se centraban en obtener la máxima plusvalía, sino también en adquirir cuotas de mercado para el futuro y crear empleo.
 Se tenía al capitalismo europeo por más justo y equilibrado; en él los Bancos y las industrias estaban profundamente imbricados y su modelo era el largo plazo y no los trimestrales. La estabilidad de los principales accionistas era un factor de seguridad y de tranquilidad para los administradores, que no vivían con la espada de Damocles permanente de una venta de la empresa a sus espaldas.

          En aquel capitalismo europeo de la posguerra existía una cierta cogestión entre los trabajadores y los empresarios: por ejemplo; no subir excesivamente los sueldos y a cambio crear empleo para crecer y ganar cuota de mercado a la competencia. 

La empresa tipo no trataba a los trabajadores como un simple factor de la producción más, que se compra y se vende en el mercado como cualquier otra materia prima, sino que aplicaba un cierto nivel de seguridad, de lealtad, de formación profesional, ya que los trabajadores permanecían en aquélla largos trechos de su vida laboral, si no toda. 

Hoy parece una utopía. Más que pagar a cada uno por su valor instantáneo en el mercado se aplicaba el derecho laboral y la negociación colectiva con el objeto de socializar los salarios y las condiciones de trabajo, ocuparse de su formación permanente, limitar las diferencias lacerantes en los emolumentos, evitar las rivalidades más destructivas.

          Los trabajadores también asumían una fidelidad respecto a su empresa; el cambio de una a otra era un fenómeno mucho menos difundido y la rotación del empleo se consideraba un factor negativo. Para todo ello era básico la presencia de Sindicatos vertebrados, representativos, fuertes en afiliación y comprometidos.
          El capitalismo de bienestar concedió una relevancia superior al Estado en el crecimiento económico: una muleta estratégica para su desarrollo. ¿Por qué se iba a prescindir de él? Sus representantes consideraban que el bienestar social formaba parte troncal de la economía de mercado y, por tanto, había que apuntalarlo. Había que tener contentos y protegidos a los productores. En esencia, el capitalismo del bienestar aparecía como una especie de versión económica de la socialdemocracia.

          Los defensores del primero resaltaban que se trataba de una forma de capitalismo con rostro humano, mientras que los del último incidían en que su mayor eficacia traería más beneficios para todos en última instancia. 

Comprobada durante varias décadas (el cuarto de siglo largo que va desde el final de Segunda Guerra Mundial hasta la crisis del petróleo, a principios de la década de los setenta) la superioridad económica y social del modelo europeo y japonés, lo normal hubiera sido verlo triunfar políticamente. 

No fue así. Por desgracia para los obreros, benditos lectores, el capitalismo anglosajón es hoy absolutamente hegemónico y ha contagiado al resto del mundo con sus rasgos más agresivos y apabullantes.

POSDATA.-  Un servidor ha recopilado y sintetizado los razonamientos del señor Estefanía, don Joaquín, en este escrito.

          En la canción “Los recuerdos” grabada en 2002 dentro del disco “Versos en la boca”, Serrat nos lleva a la médula de los recuerdos, profundizando en el inevitable sentido manipulador que éstos poseen al evocarlos en el transcurso de los años.

Los recuerdos suelen

contarte mentiras.
Se amoldan al viento,
amañan la historia.


Por aquí se encogen,

por allá se estiran.
Se tiñen de gloria,
se bañan en lodo,
se endulzan, se amargan
a nuestro acomodo,
según nos convenga.


Porque antes que nada

y a pesar de todo,
hay que sobrevivir.

Recuerdos que volaron lejos

o que los armarios encierran
cuando está por cambiar el tiempo,
Como las heridas de guerra,
Vuelven a dolernos de nuevo.


Los recuerdos tienen

un perfume frágil
que les acompaña
por toda la vida.


Y tatuado a fuego,

llevan en la frente,
un día cualquiera,
un nombre corriente
con el que caminan
con paso doliente,
arriba y abajo,
húmedas aceras,
canturreando siempre
la misma canción.


Y por más que tiempos felices

saquen a pasear de la mano,
los recuerdos suelen ser tristes,
Hijos, como son, del pasado,
de aquello que fue y ya no existe.


Pero los recuerdos

desnudos de adornos,
limpios de nostalgias.


Cuando solo queda

la memoria pura,
el olor sin rostro,
el color sin nombre,
sin encarnadura.


Son el esqueleto

sobre el que construimos,
todo lo que somos,
aquello que fuimos,
y lo que quisimos
y no pudo ser.


Después inflexible, el olvido

irá carcomiendo la historia;
y aquellos que nos han querido
restaurarán nuestra memoria,
A su gusto y a su medida,
Con recuerdos
De sus vidas...


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