“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Comunicado Importante

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Lo que nos hace pensar que los artículos que se publicaron en facebook fueron marcados como inapropiados por lectores que no están de acuerdo con la línea editorial de este blog.

Por eso nos hemos visto obligado a crear un nuevo blog para poder seguir exprensándonos de forma libre. Aquí está la nueva dirección.

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sábado, 6 de julio de 2019

"Ni duermen ni reposan: el deber de la memoria", por Óscar de Caso. "Injusticia constante contra las víctimas y su memoria desde hace más de cuarenta años. La nueva España constitucional no ha hecho sino desconocer esos derechos".



  ¿Cuánto tiempo tenemos que esperar para que España sea capaz de asumir que ochenta años después no hemos cumplido el mínimo ético con quienes murieron injustamente en una guerra que acabó, por medio de un golpe de Estado, con el sistema democrático de la República y que fueron perseguidos con saña durante la posguerra, o torturados por un régimen fascista como el franquismo? 

¿Cuánto más debe acontecer para que asumamos que se sigue cometiendo una injusticia constante y permanente contra las víctimas y su memoria desde hace más de cuarenta años, en los que la nueva España constitucional no ha hecho sino desconocer esos derechos? ¿Qué fenómeno debe producirse para que dejemos la dualidad de buenos y malos y pongamos toda nuestra fuerza en reparar a las víctimas, empezando por reconocerles la condición de tales?

         Simplemente teníamos que hacer ese esfuerzo de ponernos en el lugar del otro, abandonar las reservas mentales y confiar, al menos en las cuestiones esenciales, en quién no piensa como tú, y a partir de ahí escribir con renglones rectos la historia en común. 
    Estoy seguro que llegará el día en el que cada cual asuma su responsabilidad histórica y acepte que la historia es lo que es, y que no adelantamos nada o muy poco con su ocultación sistemática o con la deformación de una verdad que está bajo la tierra, que está en los archivos, que permanece en la tradición oral de cada cual, con sus matices, sus deformaciones y su inevitable parcialidad.

          Rechazar oficialmente que se remueva esa tierra física que ha formado, durante décadas, túmulos de olvido y sinrazón, a través de mecanismos oficiales y artículos legales, resulta excesivamente complaciente con los perpetradores. 

Quienes se oponen a que la tierra se remueva y deje salir la verdad que contiene olvidan que, por mucho que se trate de ocultar aquella, acaba por salir, y deja de tener sentido la mentira y la ocultación ante los huesos destrozados, los cráneos con los orificios de balas asesinas o los restos destruidos por el paso del tiempo, que, es en sí mismo, el mejor juez para dejar al descubierto la sinrazón de quienes niegan la verdad y la memoria.

        En España, las instituciones han decretado el olvido oficial respecto a los crímenes franquistas y se ha “prohibido” la memoria, lo que es especialmente peligroso. ¡Sí!, el Tribunal Supremo ha tenido la oportunidad y sigue teniendo las claves para que las víctimas y la sociedad española, en general, recibamos la reparación que se nos debe y podamos pasar la página definitivamente.

          Desde luego, quedan pendientes muchos puntos oscuros de la dictadura, por lo que no estoy de acuerdo con quienes hacen alarde de un falso progresismo cuando afirman que todos sabemos lo que pasó y por eso es mejor apostar por la reconciliación.
 Olvidar que la reconciliación, aparte de ser, como el perdón, algo estrictamente personal, necesita de un apoyo, un reconocimiento de responsabilidad, unos términos de referencia sobre la responsabilidad de cada uno y unos acuerdos en los que participen las víctimas, para que tengan sentido y pueda ser asumida por la sociedad.

          Cuando se oye razonar a figuras políticas de todo signo sobre la necesidad de olvidar, cerrar heridas y superar los crímenes franquistas impunes desde hace décadas vienen a la memoria los miles de familias españolas víctimas de aquella barbarie que llevan años esperando verdad, justicia y reparación ante un muro de incomprensión: “dejad en paz a los muertos”, les dicen, “olvidad lo que sucedió, cerrad ese capítulo, cerrad las heridas por el bien de todos”. Pero los muertos se niegan a yacer en paz en las cunetas mientras sus familias les recuerden.
          Deberíamos estar preparados para conocer la verdad y recuperarla, pero, es evidente, benditos lectores, que se nos ha privado de ella sin ni siquiera consultarnos. Nos han conducido al punto en el que ninguna persona debería estar, el de aceptar la mentira y el silencio como respuesta en una democracia que nunca será completa sin garantizar ese derecho. 

Para ello, tendremos que definir qué parte de autocrítica estamos dispuestos a asumir y qué porcentaje de olvido hemos aceptado, para poder afirmar a qué tanto por ciento de coherencia y autorrespeto hemos descendido.

          Hemos renunciado, a través de aquella Ley de Amnistía y de una supuesta Transición sanadora, a explicar a las generaciones venideras que fuimos nosotros quienes no les contamos la verdad y que además nos negamos  a hacerlo, sin ningún riesgo para la seguridad de nadie y tan solo por pura cobardía; que no fuimos capaces de abordar la losa del franquismo y preferimos sentarnos en ella para que nos amarrara aún más al “todo está atado y bien atado”; que fuimos tan indiferentes durante los cuarenta años siguientes como lo habíamos sido durante los precedentes, con la diferencia de que en aquellos no hubo ningún obstáculo para actuar y en estos existía la represión del terrible régimen fascista imperante.
POSDATA. - Este escrito es una síntesis de los razonamientos del señor Garzón, don Baltasar, y de un servidor, sobre la Ley De Memoria Histórica.
          Concluiré con los versos que siempre me evoca la memoria y me obligan a sollozar desconsoladamente.
          El poema se titula “Mientras me quede voz”; lo ha escrito María Luisa de la Peña Fernández   y pertenece al libro “El hilo de la memoria”

Mientras me quede voz
hablaré de los muertos,
tan callados, tan molestos…
Mientras me quede voz
hablaré de sus sueños,
de todas las traiciones,
de todos sus silencios.
De los huesos sin nombre
esperando el regreso.
De su entrega absoluta,
de su dolor de invierno.
Mientras a mí me quede voz
no han de callar mis muertos.


2 comentarios:

  1. La memoria histórica es para todos y de todos, no solo de los republicanos. Y mal hicieron todos, sólo hay que ver lo que sucedió en Caudete, y para mi fue una lástima que Caudetanos eliminarán a Caudetanos. Y incendiaron su propio patrimonio. Lo que tenemos que evitar es que vuelva a suceder.

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  2. Nuestra incivil guerra fue un choque de totalitarismos de derechas e izquierdas y lo sufrieron la buena gente de derechas e izquierdas, la memoria es buena para no volver a repetir esa historia, usada mas para buscar la confrontación que para curar heridas

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