Las huelgas laborales
surten mucho efecto. La fácil identificación de los huelguistas se utiliza con
frecuencia para que el capital “desengrase” las plantillas obreras de sus
empresas, con frecuencia a costa de los trabajadores más débiles.
Por otra
parte, es difícil pedirle a la masa de trabajadores precarios, al “precariado”,
que se signifique en dichas huelgas, dada la considerable facilidad que los
contratos basuras permiten a los despidos. ¿Qué se puede esperar de los Sindicatos cuando te enteras de que una parte considerable de sus empleados
proceden de las listas de empresas de trabajo temporal?
Poco, excepto pataletas
que son pura fachada y “microhuelgas teatrales”. Cuando las masas perciben todo
esto, los efectivos que pueden movilizar los Sindicatos se derriten como la
nieve al sol.
Ante esta
situación solo hay un tipo de huelga que sea, simultáneamente, radical en
cuanto a la eficacia y el anonimato: la de consumo. Ello se debe a que llevar a
cabo una huelga de consumo es sencillo y demoledor pues el único motor del
sistema capitalista es la ganancia, el beneficio.
Fabricar un bien o llevar a
cabo un servicio no produce, en sí, beneficio alguno: solo hay beneficio cuando
se vende ese bien o ese servicio y, sobre todo, cuando te lo pagan. Sin embargo, y por poner un ejemplo entre
otros muchos, cuando una empresa deslocaliza la producción fuera de la Unión
Europea (o amenaza con hacerlo) pero no deslocaliza el consumo, ese tipo de
huelgas tienen toda su razón de ser.
En otras palabras, si quieren ganar aún
más yéndose a países donde la mano de obra es más barata (esta es la causa más
frecuente), pues vale, pero sus productos los va a comprar “su puta madre”. Eso
sí, pueden subir los salarios de sus nuevos trabajadores allá donde se hayan
deslocalizado para que estos puedan consumir lo que produce la fábrica
deslocalizada; pero esto suele ser poco menos que un cuento de hadas.
¿Cuáles son
las ventajas de las huelgas de consumo? La enorme eficacia y el anonimato
radical: no se puede identificar a nadie como no comprador, ni tampoco se le
puede obligar a comprar… Además, se puede aplicar también a compañías que
simultaneen fuertes subidas salariales de sus directivos o los beneficios de
los accionistas y, al mismo tiempo, realicen despidos masivos. Los casos no
escasean, ¿verdad, benditos lectores?
Parece
mentira que los Sindicatos no hayan utilizado casi nunca este tipo de huelga,
tal vez porque ellos también están comprados y capados.
Con un paseo
de extremada delicadeza por las luces y sombras de la existencia, plagada de
imágenes de gran altura poética y musical, Joan Manuel Serrat nos las ofrece en
esta canción “De vez en cuando la vida” del disco del año 1983 “Cada loco con
su tema”.
De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores se despliega como un atlas,
nos pasea por las calles en volandas
y nos sentimos en buenas manos.
Se hace de nuestra
medida,
toma nuestro paso
y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela.
De vez en cuando la
vida
toma conmigo café
y está tan bonita que da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.
De vez en cuando la
vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.
De vez en cuando la
vida
afina con el pincel,
se nos eriza la piel y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.
De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos sin saber
qué pasa, chupando un palo sentados
sobre una calabaza.
Muy interesante Oscar, no tengo dudas que es el único poder que nos queda, tampoco del interés para que no seamos conscientes de él y mucho menos lo pongamos en práctica.
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