A
continuación paso a preguntarme qué son y para qué sirven los mítines políticos
en campaña electoral. ¿Quiénes
acuden a estas concentraciones? A mi entender, algunos por curiosidad, otros -
como decía el Sr. Miguel Gila – para hacer bulto, y el resto por un fanatismo de baja
intensidad.
¿Por qué
asisten a estos actos? Según observo, algunos por debidas obligaciones contractuales
y contemporáneas hacia el grupo político que les ha satisfecho y proporcionado
bienestar. Otra parte de ellos participan de una perversión “light” consistente
en ponerse a cien cuando sus líderes políticos les cuentan cuentos, les dan
porrazos, y luego -como versa el Sr. Serrat- les venden ungüentos. A mi juicio,
hay otro grupo de personas, cada día más fácil de cuantificar, que son aquel grupo que entran al recinto con el ansia de que les
regalen una banderita, un pito o una pelota. Estoy casi seguro de esta
afirmación hasta que me lo confirme la próxima encuesta del CIS.
¿Por qué se
aplauden constantemente unos a otros? Fervor, idolatría, fogosidad, por el
gracejo con el que cuentan los chistes
sus líderes descalificando a los otros adversarios. La verdad, es que no
tengo un criterio fundado de estas ovaciones, haber si el CIS se anima, y nos
lo aclara también.
¿Quién paga
el evento? En este apartado no se necesita reflexión: es de gratis (como se
dice donde vivía yo antes), completamente gratis, ¡se lo pagamos todos los que
pagamos ¡en lugar de sufragarlo, con la debida transparencia, a escote entre sus
afiliados, correligionarios, simpatizantes o mecenas altruistas. No, ellos se
hacen una ley a su gusto y a su medida para que se incluya en los Presupuestos
del Estado, con el propósito de que paguen estos “chous” la misma infantería de
siempre.
¿Por qué se
comprometen “al por mayor” de cambiar todo? En el desarrollo de estos
festivales saineteros, estos mayorales políticos no les duelen prendas alguna en
prometer y comprometerse en ofrecer, como el genio de la lámpara maravillosa, cualquier ilusión
que alguno de los integrantes de su rebaño se lo sugiera.
¿Por qué,
aprovechando la audiencia presencial y televisada no les explican, con máxima
sencillez, sinceridad y claridad, a todos aquellos que les jalean y vitorean en
ese momento las causas que les han obligado a incumplir todos aquellos
compromisos contraídos meses e incluso años atrás?
¿Por qué las imágenes grabadas durante
el sarao mediático tan sólo son filmadas y distribuidas (en algunos casos) por
el propio partido?
¿Es que acaso han contratado un corrector de textos y
eliminan las secuencias en las que se han producido errores de sintaxis?. Pudiera ser también que desconfían de la verborrea de sus voceros o
simplemente las “filtran”.
¿Por qué
esbozan esas grandes sonrisas en los mítines con los años de desgracias que nos
llevan cayendo? Parece como si con ellos no fuera la crisis que padecemos todos
menos los 7 millones de votantes del PP. Cómo decía Emilio Aragón en algunos de
sus sketch televisados: "Menos samba y más trabajar".
¿Por qué no
acuden, con idéntica energía esas mismas comparsas de asistentes a mítines a las manifestaciones
que se convocan cuando el grupo político de turno en el poder comete las
grandes fechorías que todos los ciudadanos decentes deploran?
¿Por qué no
se reparten a la entrada de estas concentraciones, entendibles y sencillos
programas electorales junto con las banderitas, gorras, cartulinas, etc,,.?
¿Para qué
sirven estas verbenas electorales? He dejado al final de este texto, quizás, la
pregunta más significativa. Probablemente la utilidad de estos mítines para los
ciudadanos sea muy escasa en relación al beneficio que producen. Entre los
cambios y pequeñas revoluciones que se están produciendo y que se van a cumplir
en España si queremos progresar en nuestra democracia una de estas
modificaciones bien podría ser hacer una catarsis y reflexionar sobre cada uno
de los “por qués” anteriormente citados.
En una palabra: obligar a los
políticos a que administren con más juicio nuestro dinero y que las palabras y
los hechos posean mucha más coherencia de la que hasta ahora tienen. Han de
enterarse, a los que les falte por entender, que: ¡es nuestro dinero
malgastado¡
Con esta canción, Javier Krahe denunciaba el incumplimiento
de Felipe González de no meternos en la OTAN.
Un claro ejemplo de que lo que se dice o promete en una
Campaña Electoral siempre hay que ponerlo en cuarentena.
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