El 27 de julio publicó el Mundo un
artículo en su sección “Otras voces” un interesante artículo de José Antonio
Marina, filósofo y escritor con el título
“La calidad del aprendizaje” como debate en torno a la Nueva Ley de
Educación que el ministro presentó a las
Cortes hace unas semanas. Marina asegura que haciendo bien las cosas, el
país puede dar un salto en educación entre 3 y 6 años. Afirma que no habrá
consenso político sobre la legislación si antes no se alcanza un pacto social.
Por su interés les traigo el artículo a esta página para que lo conozcan. Dice
así:
Se cierne sobre
nosotros otra Ley de Educación.
Ahora se llamará LOMCE. Como todas,
tiene como objetivo mejorar la educación, eliminar el fracaso escolar,
facilitar la empleabilidad, fomentar la igualdad de oportunidades y alcanzar un
gran consenso político. Por supuesto. Nadie en su sano juicio propondría lo
contrario. La experiencia nos dice que si no cambian las cosas, la Ley se hará
sin acuerdo y el siguiente Gobierno volverá a sustituirla por otra. ¿Y que es lo que debería cambiar para que
este círculo infernal se rompiera? Esa es la pregunta del millón, a la que
me atrevo a dar la respuesta: que el debate se platee en la sociedad. No habrá
un pacto político si no se consigue primero un pacto social. Y este pacto
tendrá que ser un pacto ilustrado, sabio, informado, argumentado. O sea, lo
contrario a ideológico, precipitado y pasional. Conseguir ese debate es
difícil, porque la educación es un tema arduo, donde no valen las corazonadas,
y en el que unas cosas las sabemos con certeza, otras no del todo, y otras
están en perpetuo cambio, como la sociedad.
Necesitamos
presentar al público las ideas y los datos para ese debate, y evitar así
planteamientos sectarios. Por eso si EL MUNDO me lo permite, después de
vacaciones me gustaría explicarles con calma, en una serie de artículos, lo que
mas allá de disputas partidistas, de filias y bobias, sabemos a cerca de como mejorar un sistema
educativo, es decir, de como pasar de una escuela de bajo desempeño a una de
alto rendimiento. Hoy me limitaré a comentar el anteproyecto de Ley, para
señalar algunos temas importantes y para recomendar sosiego y rigor en la
discusión. La educación es España ha estado secularmente ideologizada, y nadie
se fía de nadie. Por eso hace falta un trabajo previo de desintoxicación de la
sociedad. Mejorar la educación no es un misterio ni un milagro. Lo han hecho
otras naciones. No necesita una inversión prohibitiva. No exige un siglo para
hacerse. Puede conseguirse con una inversión de entre el 4,5% y el 5% del PIB,
en un plazo entre 3 y 6 años.
Para afrontar
bien el futuro, nuestra educación debe mejorar. Como a pesar de repetirlo
continuamente nadie parece tomárselo en serio, volveré a recordar que la formación
es la gran riqueza de las naciones. A pesar de la incertidumbre del tema,
sabemos algunas cosas ciertas sobre el futuro. Va a ser globalizado, ferozmente
competitivo, basados en industrias de alto valor añadido, sostenidas por la
investigación y la técnica, en el que va a haber grandes oportunidades para
quien sepa aprovecharlas, pero que va a ser inclemente con quien no lo haga. En
estas circunstancias, es un imperativo moral ayudar a que nuestros ciudadanos
estén en buenas condiciones para enfrentarse a ese mundo. Para ello necesitamos
cambiar las estructuras educativas. Los gobiernos no lo pueden todo pero tienen
un papel importante, como demuestra la situación actual. Al hablar de la
calidad de la escuela española se comete un error estadístico. El mismo que nos
dice que si tú tienes un millón de euros y yo nada, cada uno tenemos medio
millón de euros. Como ha vuelto a indicar el informe sobre la calidad de la
enseñanza en las distintas comunidades
autónomas españolas patrocinado por el BBVA,
hay una enorme distancia entre unas y otras. Hay comunidades que ocupan
primeros lugares en el Pisa. Es
decir, que con una misma ley educativa hay comunidades que lo han hecho mejor
que otras, luego una parte importante del éxito y el fracaso no puede achacarse
a las leyes, sino a la gestión. Hay que aprender de quienes lo han hecho bien.
Pero de educación se habla sin datos, o con pocos datos o interpretando
sesgadamente los datos. Cada vez que oigo cantos nostálgicos de lo bien que
educaba la escuela antigua tengo la convicción de estar frente a la ignorancia
o la impostura. ¿De que escuela me
hablan? ¿Qué índices de escolarización teníamos en este país añorado? Tal
vez les escandalice lo que voy a decirles: nunca hemos tenido mejor escuela que
la actual. Lo que ocurre es que no es suficientemente buena.
Me gustaría
contar la historia de un profesor americano de Pedagogía que el primer día de
curso dice a sus alumnos, futuros docentes: “He dedicado este verano a enseñar
a hablar a mi perro. Esta ahí fuera. ¿Quieren
que pase a darles una demostración?”. Los alumnos asienten entusiasmados. El
profesor introduce al perro que se tumba delante de la mesa. Pasan cinco
minutos y el perro no dice nada. Pasan 10 minutos y el silencio continúa. Al
fin, un alumno exclama: “Señor profesor, su perro no habla”. El profesor
contesta: ”Espero que esto les sirva en el futuro. Yo he dicho que había
enseñado a hablar a mi perro, no que mi perro hubiese aprendido”. Su profesión
no es enseñar, es conseguir que aprendan. Lo que necesitamos es una Ley para la
Mejora del Aprendizaje. ¿Lo consigue este nuevo anteproyecto?
Propone varias
cosas. Reducir las asignaciones, promover la autonomía de los centros,
establecer itinerarios hacia el bachillerato o la Formación Profesional en los
últimos cursos de la ESO, imponer
controles externos de evaluación. Estos dos últimos aspectos son los que han
despertado más polémica. ¿Son buenas o malas iniciativas? La flexibilidad de
los programas es necesaria para atender a la diversidad del alumnado, por lo
que permitir que en los dos últimos cursos de la ESO los alumnos puedan dedicar mas tiempo a actividades educativas
mas académicas o mas prácticas, no los discrimina sino que favorece su
permanencia útil en el sistema educativo, con tal de que no les cerremos
ninguna posibilidad de ampliar su educación.
El segundo tema, que al parecer es el que mas oposición ha desencadenado en la reunión de consejeros de Educación es el de las reválidas. La pregunta importante es ¿las pruebas de evaluación mejoran el aprendizaje? No y sí. Depende. Hay pruebas de evaluación con eficacia pedagógica y hay pruebas de evaluación meramente aduaneras. Si estas toman excesiva importancia, la enseñanza deja de tener como objetivo aprender para tener como objetivo aprobar. El segundo curso de bachillerato se ha convertido en una preparación para la selectividad, por desgracia, y eso puede ocurrir en el curso anterior a cada reválida. El sistema educativo -como todos- necesita una seria cultura de la evaluación. Tienen que ser evaluados los alumnos, los profesores, los centros, los directores, los inspectores, los currículos, los métodos pedagógicos y los ministros. Las reválidas funcionan en países donde hay una eficaz cultura de evaluación pedagógica continúa. Los profesores debemos evaluar a nuestros alumnos continuamente para detectar cualquier retraso. La solución al fracaso escolar esta en detectarlo y afrontarlo precozmente, no al final del curso o de la etapa. Pensar que mano dura en los controles es lo que necesitamos, es elegir el camino más fácil y menos claro. Mas trabajo duro en las aulas es lo que necesitamos.
Creo que la Ley
debe estudiarse con gran parsimonia. Pero dirá el Gobierno, ¡es que no podemos esperar! ¡Claro que podemos! La reforma educativa
puede hacerse sin necesidad de una Ley orgánica. La información que tenemos
sobre las reformas que han tenido éxito -la
que proporcionan los dos informes McKinsey, las obras del canadiense Michael
Fullan, del estadounidense Tony Wagner y de otros expertos- nos dice que la
clave esta en la formación del
profesorado y en las gestión de los centros educativos, que exige un cuerpo de
directores/as altamente cualificado, seleccionado, pagado y respetado. Para
poner esto en marcha no hace falta
una nueva Ley de Educación. De todo
esto, de las experiencias que se han hecho en todo el mundo, me gustaría
hablarles después del verano, para convencerles de que si no conseguimos en un
plazo breve un sistema educativo de excelencia es porque no queremos o porque no sabemos. Y ninguna de ambas cosas es
buena.
Jose Antonio Marina
Jose Antonio Marina
Hola Chimo, soy José Luis, la verdad es he esté tío es muy interesante. Es o era con tertulio en las mañanas de los sábados y domingos en la Ser. He tenido oportunidad de escucharlo en un congreso sobre educación y tiene unos planteamientos muy válidos. En breve leo este artículo y te comento...
ResponderEliminarRespecto al otro artículo que hemos hablado este es el lino, poséalo en tu blog, es muy interesante:
http://eternityspain.wordpress.com/2012/09/17/el-ignorado-articulo-publicado-en-alemania-sobre-la-situacion-real-de-espana/
Un saludo, seguimos en contacto.