“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Comunicado Importante

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Lo que nos hace pensar que los artículos que se publicaron en facebook fueron marcados como inapropiados por lectores que no están de acuerdo con la línea editorial de este blog.

Por eso nos hemos visto obligado a crear un nuevo blog para poder seguir exprensándonos de forma libre. Aquí está la nueva dirección.

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viernes, 10 de agosto de 2012

“Discreto papel del deporte olímpico español”, de Luis María Anson


           Ayer aparecía en el diario El Mundo un artículo con el título “Discreto papel del deporte olímpico español”, firmado por Luis María Anson en la sección que el miembro de la Real Academia de España define como “canela fina”. Cuenta el discreto papel que nuestros atletas están teniendo en estas Olimpiadas, sobre todo en futbol y atletismo. Pone el dedo en la llaga cuando denuncia  como causa de este pobre resultado  no solo el poco dinero destinado a la preparación de los atletas españoles sino el descontrol que ha habido por parte de los políticos en la preparación de estos Juegos Olímpicos. Zapatero era el flamante Ministro de Deportes. Todos recordamos cuando, rodeado de empresarios, el ex Presidente afirmaba ……“le estábamos  adelantando a Francia a una velocidad pasmosa”. Dándole un vistazo el medallero francés, comparado con el nuestro, pronto llegamos  al grado de acierto del  ex Ministro de Deportes. La improvisación en el control de la economía, las finanzas y el empleo la vamos a pagar  cara. La improvisación en la preparación de los atletas esta dando la cara en Londres. En el partido España-Honduras alcanzamos el punto más alto de la gloria deportiva del último milenio. Les dejo con el artículo de Anson que dice:


          Bernard Shaw, que murió a los 94 años, solía decir, con la frescura de la coña marinera que siempre le caracterizó: “Me he pasado la vida asistiendo a los entierros de mis amigos que hacían deporte”. Los mandarines chinos, tras contemplar un partido de tenis entre los diplomáticos de la Embajada Británica en Pekín, dijeron al embajador: “Nos ha gustado mucho el partido. Pero ¿porqué no les dicen a sus criados que jueguen y que se cansen ellos?”. En “Las horas solitarias”, Pío Baroja escribió:   “Hay que tener  ese fondo de candidez, de seriedad y alegría que tienen los ingleses para tomar el sport como una cosa seria, importante y divertida”. El escepticismo de comienzos de siglo XX ante el deporte se ha diluido. Hoy, desde Emilio Botín y Mariano Rajoy al último financiero y a la penúltima empleada, todos hacen deporte. Del Rey abajo, ninguno renuncia al ejercicio deportivo.
                   Cuando, gracias a Samaranch, España se convirtió en sede de los Juegos Olímpicos, vino a mi despacho Carlos Ferrer Salat, un deportista auténtico, campeón de tenis en su juventud. “No nos comemos una rosca-me dijo- Para hacer un papel decoroso en los Juegos Olímpicos es necesario, antes que nada, dinero, dinero y dinero. Solo el atleta con condiciones que dedique doce horas al día a su deporte y que no tenga preocupaciones económicas, podrá competir. Vosotros, los responsables de los medios, tenéis la obligación de apoyar y defender un plan para que no hagamos el ridículo en los Juegos de Barcelona”.
            Carlos Ferrer murió prematuramente pero dejó en marcha, bien financiado y mejor controlado, el Plan ADO. El deporte español alcanzó, e incluso superó, el nivel que le correspondía en Barcelona 1992.  Quedamos los sextos, tras Alemania pero por delante de Francia, Italia y Gran Bretaña. Después la financiación se ha mantenido en gran parte; el control no. La clase política se ha dedicado a especular con los dineros del deporte español y así nos ha lucido el pelo en los Juegos Olímpicos de Londres, en los que hemos hecho un discreto papel que varios comentaristas especializados han calificado de ridículo, pensando sobre todo en el futbol y el atletismo. Algunas medallas han enjugado, en cualquier caso, las lágrimas deportivas que España ha llorado. Tras la apoteosis del tenis con Nadal y Ferrer, del futbol con Iniesta y Casillas, del baloncesto con Gasol y Navarro, del automovilismo con Alonso, del ciclismo con Contador y del motociclismo con Lorenzo y Pedrosa, los españoles ilusos se las prometían de perlas en Londres. La realidad, reflejada en la tozudez escueta de las cifras, nos ha golpeado de forma muy ruda.
            España es la tercera o cuarta potencia cultural del mundo. Es la undécima o duodécima potencia económica. En los Juegos Olímpicos de Londres, a punto de clausurarse, nos moveremos en  el entorno del puesto 30, lejano a lo que representamos como nación en el mundo y a larga distancia de nuestros competidores europeos, Francia, Italia, Alemania y Gran Bretaña. Un discreto papel, en fin, del que no hay que pasar página sino, a la vista del horizonte Madrid 2020, regresar a la sagaz política deportiva que trazó Carlos Ferrer Salat para que no solo se arbitre el dinero necesario para los españoles y españolas con cualidades atléticas sobresalientes, sino que además se controle adecuadamente el esfuerzo económico y no se convierta todo en una fugaz raya en el agua.

Luis María Anson.

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