Recordemos la
imprescindible historia del término liberal: en la política española,
liberalismo tiene su origen en las Cortes de Cádiz que, en su momento, fueron
los que se opusieron a la invasión francesa. Años más tarde, entre los adictos
al régimen de Franco, tras su muerte se usaba la denominación “liberal” para
aquellos que eran tibios en sus manifestaciones públicas y no se definían como
afines al dictador. Solo “maricón” tenía el mismo efecto descalificador.
La cosa se
puede resumir en que todo el poder de la relación económica se vuelca al
lado del empresario, al que se le dan todas las facilidades posibles para que
desarrolle sus iniciativas, que incluyen incentivos fiscales, abaratamiento de
los contratos con los trabajadores, liberalización de los despidos, flexibilización
de la jornada laboral....
Es decir, si puedo tratar a los ciudadanos como objetos productivos de usar y tirar como si fueran cosas y no personas, lo mismo me animo un poco y contrato. La
idea, no es mala, ya la conocían los egipcios y les sirvió para construir esas
pirámides tan lindas.
Estos señores
del Castillo sostienen que los asuntos comerciales son más afortunados cuanto
menos regulados están por los gobiernos, y que las cosas tienden a manejar por
sí mismas el equilibrio que mejor les conviene; el egoísmo sin trabas de cada
individuo intervendrá en la sociedad de manera tan recíproca que esta se
ajustará por sí misma y redundará en beneficio de la comunidad.
En cambio, una intervención del Estado tendería a trastocar la delicada armonía de la sociedad… (pragmática definición de la solidaridad).
En cambio, una intervención del Estado tendería a trastocar la delicada armonía de la sociedad… (pragmática definición de la solidaridad).
El
neoliberalismo está directamente vinculado a lo que se ha llamado globalización
y, hasta el momento, es un exitoso combate frente al empoderamiento de las clases trabajadoras. Hay que
considerar que esto se ha debido a que los partidos políticos de izquierda son
los grandes responsables de esa gran rendición a la hegemonía neoliberal.
Otra causa probable
que alimenta el sentido común neoliberal imperante reside en el incremento de
la gente que se entiende como “apolítica” (consiguiente desprecio para ellos).
Como todo
ser humano, estos señoritos neoliberales tienen su utopía y sueñan que unos
pocos llegan a dominar a muchos con un guión excelente donde al final, como en
las grandes tragedias, necesariamente muere mucha gente.
En España, no
sé bien cómo, el neoliberalismo ha llegado a convencer a la socialdemocracia y
a una parte de la ciudadanía de que tienen que pensar como ellos.
El primer
rasgo liberal se manifiesta en aquellos análisis que suponen que los
principales problemas del país son de eficiencia poniendo poca atención al
reparto de ingresos, de propiedad, de oportunidades y de influencias.
Al dejar
a un lado el problema distributivo en una democracia las reformas solo se pueden
culminar con éxito si cuentan con un grado amplio de apoyo social; incurriendo
los economistas liberales en una ceguera frecuente que consiste en proponer
reformas destinadas a introducir eficiencia en el sistema económico que, sin
embargo, no son social o políticamente sostenibles.
En ejemplo
más extremo se ha producido en Grecia, país que ha sufrido las reformas de
laboratorio ideadas por la troika (Comisión Europea, Banco Central
Europeo, y Fondo Monetario Internacional)
obteniendo unos resultados desastrosos.
Los
economistas y comentaristas liberales suelen ver el triunfo de Syriza y
partidos similares en otros países como un molesto accidente que se interpone
en sus planes, enjuiciando como culpables a una sociedad inmadura que se deja
arrastrar por la demagogia y el populismo.
Digámoslo de
otra manera, las reformas que los liberales plantean para ganar en eficiencia
no suelen tener en cuenta las situaciones políticas que permitirían que se
aplicaran sin grandes resistencias sociales. La política de estos países como
Grecia les supone una piedra en el zapato, molestias y complicaciones; para
evitarse éstas, pasan por encima de los procedimientos democráticos sin
contemplaciones, si fuera preciso.
Para los
liberales el hombre de Estado ideal es aquél al que no le tiemblan las manos
ante las protestas que sus decisiones provocan y que está obligado a hacer
tragar la medicina amarga del ajuste y la austeridad a una población incapaz de
entender las urgencias del momento.
El político valiente, según ellos, es aquel
que se atreve a ser impopular, a oponerse a la opinión mayoritaria, a pasar por
encima de cualquier protesta de todos aquellos que no han entendido como se ha
de vivir en los nuevos tiempos…
Se trata de
cambiar las estructuras del país para que crezca con más empuje en el futuro,
sin indicar a costa de quién se harán los cambios, sin especificar si habrá
compensaciones para aquellos que más tienen que perder ....¿Les suena de
algo todo esto, benditos lectore?
En esta
ocasión, terminaré el escrito con un poeta “secreto”; escribo “secreto” porque
sus trabajos permanecieron casi ocultos
para los lectores hasta 1989, dos años antes de fallecer, cuando Pere Ginferre
en un encuentro casual con el poeta animó para que publicaran sus obras. Se
trata de José María Fonollosa (1922-1991), nacido en Can Tunis,
Barcelona.
En el año
1994, Joan Manuel Serrat puso música a un poema suyo titulado “Por dignidad” dentro
del disco “Nadie es perfecto”. Ha sido una canción muy poco difundida; en ella
narra la conformidad sexual de un amante “fijo de plantilla” frente a la
promiscuidad de su amada.
-La familia, los amigos,
aguardan con impaciencia
que por dignidad, la saque
de la casa con violencia.
-Apenados me contemplan
o sonríen con desprecio.
Se les nota que sospechan
que sé cuanto saben ellos.
-Y lo sé, lo supe siempre
que se acuerdo con cualquiera
y ellos piensan que, eso, un hombre
como tal, no lo tolera.
-Pero es simple, toda hembra
quiere a hombres diferentes
y a diferentes mujeres
quiere el hombre, es lo corriente.
-Qué me importa que en un cuarto
otros encuentren amparo
siempre y cuando lo precise
lo halle desocupado.
-No renuncio a la delicia
de tenerla sugerente
en mi cama cada noche
por prejuicios de otra gente.
-La familia, los amigos,
me presionan a diario.
No me queda otro remedio
que mudarme de este barrio.
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