Hace un montón, pero un montón de años, paseando, iba a buscar a la que entonces era mi novia cuando al pasar junto a los bajos del Mercado de la Puerta de Toledo en Madrid me sorprendió un cartel anunciando “ARCO” una exposición de arte contemporáneo.
Me sorprendió el lugar elegido porque en aquel entonces ni el barrio ni el sitio seleccionado para ello era un lugar recomendable. Más curioso que interesado decidí inspeccionarla. No pude entender nada de lo que había allí dentro expuesto.
En el transcurso de los años he llegado a comprender que aquello que visite era, y sigue siendo, un monumental esperpento.
Como por suerte tengo personas cercanas y muy queridas, capacitadas para asesorarme en esta disciplina artística, paso a relatarles lo que para mí modo de ver las cosas, con cierta dosis de mordacidad y bastante cantidad de burla, viene a ser este adefesio:
Hace tan solo unos días algunos trabajadores descargaban los extraños objetos y el Comisario contralaba minuciosamente la operación de transporte de los bultos desde los camiones hasta el local. Con su presencia allí trataba de garantizar que aquellos peculiares objetos se desplazaran con extremo cuidado y no se cargaran el embalaje sin antes estar seguros de que la obra no era el propio embalaje.
Como ya se saben, alguna relevante creación contemporánea ha ido a parar a la basura. Aquellos empleados que procedían a destapar los chismes no podían ni imaginarse remotamente que unos días después entraría en las salas un enjambre de ciudadanos, los cuales deambularían errantes y perplejos ante aquella estrambótica colección de trastos.
En caso de que algún sádico se hubiera dedicado a informar a los empleados, diciéndoles que la mayoría de los artefactos descargados se cotizarían mil veces más que su nómina mensual, lo habrían tomado por un cachondeo.
Les cuento esta escena porque estoy convencido de que sucede de forma muy parecida cada año en estas mismas fechas. Concretamente hoy, la gran exhibición de fraudes ha dado comienzo en Madrid con asistencia de un plantel de autoridades. A esta acumulación de secreciones especulativas y residuos de vertedero se le viene llamando ARCO, y goza de gran predicamento entre los medios.
Infinidad de reportajes y cientos de artículos aparecerán en los días venideros para relatar, mediante un alud de panegíricos y disquisiciones, la más sórdida descripción de la nada.
Especular sobre la nada es lo que atrae con mayor fuerza a los profesionales de la escritura, y el éxito de toda esta falacia que llaman ”vanguardia”, “modernidad” o “arte contemporáneo” se debe precisamente a la inclinación que muestran los profesionales del folio. De no ser así, jamás hubiera existido semejante acumulación de engendros.
Es evidente que, si una obra tiene un alto componente artístico, compromete de gran manera a aquel que la describe o analiza. Contrariamente, si no hay nada, permite el libre albedrío literario sin riesgo alguno.
Con esta forma de proceder, queda claro que los del gremio de la escritura, al mismo tiempo que promocionan el fraude, se convierten en los mayores homicidas de las artes. Desde hace un siglo, ellos vienen encumbrando la nimiedad para sacar tajada.
El experto es hoy la figura imprescindible para distinguir entre la manualidad terapéutica de un paciente del frenopatico y un Barceló. Sin esta figura crucial, el timo del tocomocho no funciona.
Esta es la realidad que hace posible ARCO e innumerables Museos y Galerías de la nada que cuentan además con gran apoyo institucional. Las buenas estafas siempre son sencillas, porque juegan con lo más primario; si la estrategia de un timo es demasiado compleja sirve solo para un único golpe y toca desaparecer volando.
En el caso que nos ocupa, la trama es muy duradera porque es elemental. Solo necesita un vivales que prepare el artificio, un aprovechado que lo ensalce y un acomplejado que lo compre. El primero en descubrirlo fue el pícaro Miró, que creó escuela y, desde entonces, el éxito ha sido de tal magnitud que ya casi nadie pinta ni esculpe con oficio. Total ¿para qué?
Os coloco a continuación una canción traducida del catalán de mi Serrat. Data del 2002, pertenece al disco “Mô” (Mahón) y se titula “Cremant nuvols” (Quemando nubes). Una canción luminosa y vibrante, carnal y sugestiva con imágenes muy poéticas acurrucadas en las fiebres del sol de julio.
Quemando nubes pasa el sol.
Vertical y el mundo de detiene,
rogando piedad al fuego,
se esconden las criaturas a la sombra de cualquier
sombra que Dios les procura.
Quemando nubes pasa el sol.
El día se hinca de rodillas
mendigando la siesta.
De los párpados con sueño
resbala un hilo de baba,
todo duele y nada quiere,
y todo pesa y nada pasa.
Quemando nubes pasa el sol.
Quemando nubes el sol pasa.
El alma abandona el cuerpo
turbia y embriagada,
fantasías de una muerte
de eternidad limitada.
No saca cuernos el caracol
ni se encarama por la montaña.
Quemando nubes pasa el sol.
Cuidado al cruzar el bosque
que los matorrales, huérfanos de lluvia
podrían arder
si los rozaras con los muslos.
A la sombra de tus sábanas.
Quemando nubes pasa el sol.
Quemando nubes el sol pasa.
Patrona de los Inactivos,
Santa Pereza de la Tarde,
proteged el amor furtivo.
Si así lo quiere Dios,
que así sea. Especialmente en julio,
cuando reclamando compañía
quemando nubes pasa el sol.
Quemando nubes el sol pasa.
Y tú y yo echando un polvo mientras
en otros rincones llueve.
Unos de fiesta, otros de luto.
Unos luchan, otros se abrazan.
Quemando nubes pasa el sol.
Quemando nubes el sol pasa.
Melendi os ayudará a ver una pequeña muestra de ARCO.
Melendi os ayudará a ver una pequeña muestra de ARCO.
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