¿Acaso ha visto usted alguna vez a las patronales protestar contra la inmigración o contra el exceso de esta? Más aún, ¿las ha visto usted protestar contra la inmigración ilegal? Pues, obviamente, no. En ningún caso. Y eso se debe a que la inmigración favorece, en primerísimo lugar y sin ninguna duda, al capital, pues hace que bajen los salarios de los autóctonos. Y, por favor, que no se diga que los inmigrantes vienen a desempeñar aquellos trabajos que los autóctonos ya no quieren aceptar.
Es verdad, pero con un matiz: los inmigrantes vienen a sustituir a los autóctonos en aquellos trabajos que estos ya no aceptan, pero básicamente por los salarios de mierda que se pagan por ello. Lo demás son paridas.
¡Qué bien le vienen los inmigrantes a las patronales! No solo hace que los salarios vayan a la baja, sino que los muchos costes derivados de la inmigración son básicamente financiados por las capas más modestas de la sociedad.
Porque está claro que los inmigrantes representan, también, un sobre coste en materias de sanidad, seguridad ciudadana y administración de justicia. Más aún, en materias de educación no solo hay que tener en cuenta el sobrecoste sino, además, el previsible derrumbamiento de la calidad de la enseñanza.
Esto no impide a las dos izquierdas poner el grito en el cielo cuando se decide segregar a los alumnos inmigrantes para reforzar su formación: no tardan en surgir las acusaciones de discriminación… que sería, en todo caso, "positiva”.
En cuanto al argumento de que los inmigrantes contribuyen a la Seguridad Social, es otra media verdad, dado que, al ocupar unos puestos de trabajo situados sobre todo en niveles más bajos del sector servicios, sus aportaciones son de poca cuantía. Además, luego las contrarrestan los seguros de desempleo, los envíos de remesas a familias que habitan más allá de nuestras fronteras, las pensiones de jubilación, etc.
Igual de falsa es la afirmación de que los inmigrantes contribuyen al rejuvenecimiento de nuestra población. Sorprende la rapidez con que los inmigrantes reducen su prole al mismo nivel que lo hacen los españoles. La diferencia estriba en que, en lugar de recurrir a la contracepción abortan una y otra vez. Y este es un método bastante oneroso para la sanidad pública.
¿Contribuyen al consumo los inmigrantes? Poco, habida cuenta de las remesas familiares. Por el contrario, su contribución a la burbuja inmobiliaria, es decir, a la subida de los precios de los pisos, es apreciable, con la complicidad de nuestros tan protegidos bancos.
Habida cuenta de la situación económica actual y de que muchos de nuestros hijos se disponen a emigrar al resto de Europa, en España sobran al menos millón y medio de inmigrantes extracomunitarios. Pero no oirá usted a patronal alguna defender su retorno, ni tampoco a los sindicatos ni a la “izquierda”, ni, por desgracia, tampoco a la izquierda sin comillas.
¿Está claro que el inmigrante lo pasa peor que el autóctono? ¡Pues sí! Pero, también lo está que si defiendes al primero, y eso hace que el segundo perciba que lo estas postergando, vas a serrar la rama en que se asienta tu base electoral.
Aquí reside una de las causas (tal vez la más importante) de la decadencia de los partidos comunistas y del ascenso correlativo de los partidos populistas de derechas. Da la impresión de que la izquierda, de una manera harto suicida, se hubiera buscado un “proletariado de sustitución”, de “recambio”, intentando reclutar el hipotético voto emigrante (tarea harto difícil e incluso el de los “sin papeles” imposible).
Conviene recordar que la sociología identificó hace tiempo la proporción de extranjeros que hace que se dispare la xenofobia: el 12%, si la culturas son parecidas, pero el 6% si no lo son. Todo esto explica el reciente endurecimiento de la política inmigratoria de los Países Bajos, que ni son unas dictaduras ni tienen una población particularmente xenófoba.
Las medidas que se han adoptado son las siguientes: devolución del inmigrante a su país de origen si es condenado en los tres primeros años después de su llegada; devolución a la frontera de cualquier inmigrante que haya sido condenado tres veces en un período de tres años; expulsión definitiva en caso de delito grave; estudio de la posibilidad de vetar la entrada de personas condenadas, aunque sean oriundos de un país de la Unión Europea...
Multa de 3.800 euros o cuatro meses de cárcel en caso de entrada ilegal; si el inmigrante está casado, deberá esperar un año antes de poder beneficiarse de la reagrupación familiar, y si no lo está y se casa después con alguien que resida en el extranjero, esta deberá esperar cinco años antes de obtener el permiso de residencia.
¡Claro que hay que ayudar a esta gente!, y algunos incluso tienen que venir si son necesarios y se les puede atender “como dios manda”. A los demás hay que ayudarlos a quedarse en sus países, y hacer prosperar estos.
Cuantos más programas de ayuda se lleven a cabo, mejor, con ello se evitará un doble efecto pernicioso que estriba, por una parte, en vaciar los países que tanto han invertido en la formación de personas esenciales para aquellos y que debemos poder devolver a ese país lo invertido (¿alguien cree que quienes vienen aquí son los pastores de ovejas?) y, por otra parte, en el efecto claramente negativo sobre el salario de nuestros trabajadores que produce esta situación.
Medítese ahora sobre la responsabilidad en que incurrieron la Unión Europea (grave) y nuestros gobiernos títeres (gravísima) a partir del momento en que se rebasó la cifra de dos millones y medio de parados. Habría que llevar a los dirigentes ante un Tribunal.
POSDATA.- Este escrito se ha sintetizado basándose en las ideas y opiniones del señor Jorge Verstrynge.
Os traigo una canción en catalán referente al escrito de hoy; es del año 1989 y pertenece al disco “Material sensible” se titula “Salam Rashid”
Te lo advirtieron, allá abajo en la tierra de tus padres.
Te lo advirtieron, que Europa era muy grande.
Por eso fuiste desde el gran sur
donde la sombra de las palmeras es dulce
y el agua de los ríos camina de puntillas, cautelosa.
Te lo advirtieron, que el desierto crece a medida que los ricos del norte rompen allí sus relojes de arena de mala gana,
y tú sólo tenías ganas de correr.
¿Qué haces Rashid, perdido en la bisagra?
de un norte miedoso y un sur que se desespera.
Te han desgarrado el honor y la camisa,
y una vez aquí no has de volver atrás.
Piel de dátil o de hollín,
que siempre has estado haciendo cola en comisaría,
no eres inocente sea quien sea el juez.
Eres el pecado, el camello, la fulana,
décimo de lotería roto, propina de urinario.
Eres todo lo que los fariseos rechazan,
agarra la cruz y sube tu calvario Salam Rashid.
Ya no sabes ni cuanto hace que caminas por ciudades alquiladas
arrastrando la sensación de que en todas partes sobras.
Te conocemos,
eres carne de subterráneo y de conquista,
la cuña justa para que …
no se tambalee la mesa de la fiesta.
Hierves en el perol sueños del sur
contra la incierta rabia de morir a solas.
Querías volar y Europa es una jaula,
y vas perdiendo poco a poco recuerdos por las aceras, torpemente.
El mundo se conmueve por los que como tu caminan
más de lo que quisieran.
Mano de obra barata, sobreviviente de cárceles y palizas,
que ha decidido que le guíen los zapatos.
Mañana por ti sonreirá la Mona Lisa,
usarás el Louvre como nevera,
las catedrales alternaran las misas
con el Corán y las danzas bereberes.
Entretanto Europa sigue con su rutina.
Han envuelto las porras con bandera
Y a ti te reservan un jardín en el Maresme, Salam Rashid
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