“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Comunicado Importante

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jueves, 10 de marzo de 2016

Carta a la maleducada Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, de un civil muy orgulloso de nuestros militares.


Como introducción a esta carta -que suscribo en su integridad- quiero recordarles que en marzo del 2013, Ismael Sánchez, siendo concejal de Juventud, organizó en "La Sala" una cosa similar al "Salón de la Enseñanza" que ayer organizaron en la Ciudad Condal donde la señora Ada nos dejó otra de sus improntas.

       Se trataba de una Oferta Educativa de Empleo -llevaba por nombre "Feria Aula de Caudete"a la que acudieron muchos jóvenes del Instituto "Rafael Requena" para informarse, sobre todo los que no tenían decido qué estudiar, sobre los distintos planes de estudios en Formación Profesional, la Universidad, Carreras, Diplomaturas... ¿Qué stand diran ustedes que fue el más visitado y el que más acaparó la atención entre los estudiantes? ¡El Ejercitó! y con diferencia. Ahora les diré por qué.

Desde Albace se desplazaron cuatro militares, Tenientes y Capitanes, que ofrecieron a los estudiantes todo tipo de información que les solicitaron. Militares de carrera muy preparados, haciéndose de respertar y de querer. La muchacha llamó la atencion, además de por su belleza, por su amabilidad y simpatía. Puedo asegurarles que no pasaron desapercibidos. Unos profesionales de los pies a la cabeza de los que uno tiene motivos para sentirse orgulloso.

     Ayer, en Barcelona, la señora Ada Colau se pasó veinte pueblos. Ni tiene educación ni la conoce. Se acercó a los militares -me recordaron a los que vinieron a Caudete- con desdén, como si fueran bichos raros a decirles que allí estaban de más. Pero, ¡qué mala suerte! tienen los barceloneses con una Alcaldesa que no sabe comportarse en público, que desprecia gratuitamente a una institución que hoy cuenta con mayor prestigio y respeto que la clase política. ¡Si el Almirante vasco Blas de Lezo y Olavarrieta o mi paisano José Olivares levantaran la cabeza!... le iban a decir cuatro cosas al oído a esta buena señora. 

 "Carta a la maleducada Ada Colau de un civil muy orgulloso de nuestros militares"



"Hoy, Ada, has acudido al Salón de la Enseñanza de la Ciudad Condal precisamente a exhibir tu mala educación y tu chulería ante dos educados militares españoles.

Como si creyeses que el suelo de Barcelona es de tu propiedad y que en él sólo pueden estar aquellos que pasen por tu estrecho aro ideológico, les ha dicho a los militares que preferías que no estuviesen ahí. La falta de respeto la has lanzado con una cínica sonrisa, como si tu gesto de intolerancia fuese un acto de simpatía. Soy un civil que siente una gran admiración por nuestros militares, y ver esta escena me ha provocado indignación. 

Además, llueve sobre mojado. Y es que este nuevo desprecio hacia nuestros militares llega nada más conocerse tu persecución contra los veteranos de la Legión, a los que pretendes echar de la ciudad, simplemente porque no son de tu agrado. Tú has debido creer que el cargo de alcaldesa te da permiso para ejercer de déspota. Nada más lejos. Esto es una democracia y tú no tienes ningún derecho a vetar a quienes sirven a España en sus Fuerzas Armadas, incluso a riesgo de sus vidas y cobrando mucho menos que tú.

Puestos a hablar de educación, los militares españoles te dan mil vueltas. Tu idea de la educación consiste en insultar a tus oponentes políticos, ofender gratuitamente a los cristianos, ciscarte en España y contratar, como directora de comunicación, a una elementa que se jactaba de orinar en la calle. Si tomamos la enseñanza como el oficio de dar ejemplo y orientar por el buen camino a los más jóvenes, quien sobraba hoy en ese salón eras tú, y no nuestros militares.

Mientras tú ofendías a nuestros militares, ellos estaban cumpliendo como siempre con su deber, velando por nuestra seguridad en nuestro suelo, en nuestras aguas y en nuestro espacio aéreo. Pero no sólo eso. Fuera de nuestras fronteras, en estos momentos hay militares españoles trabajando por el mantenimiento de la paz, contra la piratería, contra el tráfico ilegal de personas y contra el terrorismo yihadista en lugares como el Líbano, Afganistán, Italia, Lituania, Turquía, Irak, Bosnia y Herzegovina, Mali, Senegal, Somalia, República Centroafricana, Gabón, Cabo Verde, Yibuti, el Mar Mediterráneo y el Océano Índico. 

   Gracias a ellos, muchas personas albergan la esperanza de conseguir un futuro mejor. Gracias a su trabajo, mucha gente ha recibido ayuda, apoyo, consuelo y socorro allí donde nadie más -salvo los misioneros- está dispuesto a llevarlo. En éstas y otras misiones han caído en acto de servicio muchos militares españoles. Hoy, con tu actitud, has ofendido sin necesidad la memoria de esos muertos, a sus familiares y seres queridos y a sus compañeros de armas, y todo simplemente porque sostienes una ideología en la que sólo caben los militares si son como los que sirven al régimen castrista en Cuba o al chavismo en Venezuela.

Entiendo, ciertamente, que nuestros militares no sean de tu agrado. Tú haces gala de enchufismo y sectarismo, pero ellos cultivan el compañerismo, el espíritu de sacrificio, el honor y la lealtad. Tú te dejas llevar por la intolerancia y el sectarismo, y ellos ofrecen abnegación, buen trato, cortesía y espíritu de servicio. Tú te guías por el ánimo de notoriedad, y ellos por la discreción, la humildad y la austeridad. Tú impones tu interés partidista y tus estrechas miras ideológicas, pero a ellos se les reconoce por anteponer el servicio a España y a sus compatriotas incluso por delante de su propia vida. 

    Las virtudes militares tienen que incordiarte por necesidad, porque eres la antítesis de todas ellas, a tu pesar. Siempre procuro no perder la ocasión de reconocer el trabajo y el oficio de nuestros militares, de quienes me siento profundamente orgulloso. Hoy, además de reivindicar su ejemplo, te reclamo una vez más algo que pareces desconocer por completo: el respeto a los demás. Si eres incapaz de algo tan básico como eso, lo que tienes que hacer es dimitir e irte a tu casa. Ninguna ciudad debería estar gobernada por una persona tan maleducada como tú."


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