Se tiene la impresión de que los economistas siempre han tenido la intención de convertirse en científicos; no es reciente, sino que se encuentra en la propia historia de la disciplina, una disciplina que, tal y como la conocemos, no existió hasta el siglo XVIII. La palabra “economía” viene del griego oikonomia que viene a significar “administración del hogar”. En un principio, los primeros economistas querían trasladar al campo de las relaciones sociales y económicas lo descubierto en el campo de la física.
Cómo no se
van a considerar ellos mismos científicos si donde se enseñan los principios de
esta carrera se llaman Facultades de
Ciencias Económicas, lugar en el que preparan a los alumnos para tomar
decisiones sobre la producción, la distribución y el consumo en nuestra
sociedad. En estas Facultades se les proporciona el salvoconducto de entrada al ámbito de la tecnocracia, es decir, al
mundo donde los expertos son los que mandan por encima de cualquier otra
consideración, muy especialmente de la consideración democrática.
Expongo
seguidamente un par de ejemplos de lo que considero serias dudas sobre el
carácter científico de esta materia.
Ejemplo
palmario 1: una institución tan importante como el Banco Central Europeo
(BCE), que ostenta el control sobre la política monetaria, está constituido
para ser independiente del poder político. Este status se ha justificado por el
supuesto carácter estrictamente técnico de sus funciones.
A pesar de que sus decisiones tienen efectos asimétricos en la sociedad y afectan a rasgos tan políticos como la distribución de la renta (por ejemplo, una subida del tipo de interés beneficia a los prestamistas y perjudica a los prestatarios), los gobernadores del BCE se ven a sí mismos como por encima del bien y del mal, de las izquierdas y de las derechas y, sobre todo, de la gente corriente.
A pesar de que sus decisiones tienen efectos asimétricos en la sociedad y afectan a rasgos tan políticos como la distribución de la renta (por ejemplo, una subida del tipo de interés beneficia a los prestamistas y perjudica a los prestatarios), los gobernadores del BCE se ven a sí mismos como por encima del bien y del mal, de las izquierdas y de las derechas y, sobre todo, de la gente corriente.
La última
crisis económica, sin ir más lejos, no
solo ha puesto de relieve que los Bancos Centrales fueron inútiles para
prevenir la crisis, o bien cómplices necesarios en su gestación y agravamiento,
sino que para combatirla tuvieron que verse obligados a hacer todo aquello que
hasta entonces decían que era malo para la economía.
Ejemplo
palmario 2: julio del 2008, en plena crisis Internacional. El BCE decidió
subir el tipo de interés del 4 al 4,25 por ciento. Sin embargo, apenas unas
semanas más tarde decidió bajarlo de nuevo y en el curso de unos pocos meses se
encontraba en el 1 por ciento. ¿Puede un comportamiento tan errático
considerarse científico? ¿No habría sido más fácil tomar decisiones tirando los
dados?
Esto último puede parecer una pregunta absurda pero a finales de los
años ochenta un investigador llamado Philip Tetlock publicó un estudio muy
particular. Estudió un total de 28.000 predicciones realizadas por un grupo de
284 economistas y analistas políticos y luego las contrastó con la realidad. El
resultado fue bastante ilustrativo: el promedio de aciertos había sido similar
a las probabilidades que tenía un chimpancé de ganar a los dados.
POSDATA.- Este escrito es un resumen de parte de las ideas y
las opiniones de Alberto Garzón
(coordinador de Izquierda Unida).
En el año
1974 en su disco “Canción infantil” Joan Manuel Serrat compuso una canción
titulada “Hermano que te vas a California”. Este tema se lo dedicó a su íntimo
amigo Constantino Romero que marchaba hacia EE.UU. con el fin de fijar su
residencia en aquel país y contraer matrimonio con su novia californiana.
Una gran
parte de vosotros, benditos lectores, recordareis a Constantino por ser el
presentador de varios concursos televisivos e impresionarnos con la voz doblada
al español de “Terminator” y del señor con capa y casco negro de “La guerra de
las Galaxias”. La canción tiene un delicioso acompañamiento de saxo a cargo de
Pedro Iturralde, si tenéis ocasión escuchadla.
Hermano
que te vas a California
121 de PAN-AM.
Llévale a esa muchacha que te espera
olor de arpillera,
aceitunas y azahar,
algarrobos y chumberas,
y mi navaja tripera,
que de vez en cuando,
sólo de vez en cuando,
dio un guiño al sol.
Y ahora vuela...
Y ahora vuela
a diez mil metros sobre el mar.
Pensando en ella...
Queriendo llegar.
Y ahora vuela, vuela...
Hermano que te vas a California
121 de PAN-AM.
Cuéntale a esa muchacha que te espera
también la quimera,
la esperanza y el ayer,
que colgaste en la ventana,
que será suya mañana.
Y de vez en cuando,
sólo de vez en cuando,
121 de PAN-AM.
Llévale a esa muchacha que te espera
olor de arpillera,
aceitunas y azahar,
algarrobos y chumberas,
y mi navaja tripera,
que de vez en cuando,
sólo de vez en cuando,
dio un guiño al sol.
Y ahora vuela...
Y ahora vuela
a diez mil metros sobre el mar.
Pensando en ella...
Queriendo llegar.
Y ahora vuela, vuela...
Hermano que te vas a California
121 de PAN-AM.
Cuéntale a esa muchacha que te espera
también la quimera,
la esperanza y el ayer,
que colgaste en la ventana,
que será suya mañana.
Y de vez en cuando,
sólo de vez en cuando,
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