Ayer me enteré que hace unas dos semanas moría en la Residencia San Juan Evangelista la viuda del atleta Antonio Amorós, Isabel Rubio Alcaína a la edad de ochenta y tantos años. Era de un pueblo de Granada, profesora de corte y confección que trabajaba de modista. Conoció a Antonio (1927-2004) en julio de 1954 en Barcelona y se casaron al año siguiente.
Yo conocí a Isabel en 1994 cuando tuve el honor de presentar el libro que había escrito su hija Mª Ángeles con el título "Antonio Amoros: El galdo de Caudete. Una vida dedicada al deporte". Voy a transcribirles el episodio de la boda contado por su hija: "...Isabel ocupaba ya un lugar importante en la vida de Antonio y deseaba formalizar relaciones. La carencia de dinero anunciaba que tardarían mucho tiempo en casarse....
...... Tenían miedo de separarse. Por eso decidieron celebrar una boda humilde y secreta. De Caudete vino su padre Andrés que intentó en vano que desistieran. El día 23 de marzo, en la Iglesia de San Isidoro, con la presencia de muy pocas personas y sin más celebración que un almuerzo familiar contrajeron matrimonio"...
Yo conocí a Isabel en 1994 cuando tuve el honor de presentar el libro que había escrito su hija Mª Ángeles con el título "Antonio Amoros: El galdo de Caudete. Una vida dedicada al deporte". Voy a transcribirles el episodio de la boda contado por su hija: "...Isabel ocupaba ya un lugar importante en la vida de Antonio y deseaba formalizar relaciones. La carencia de dinero anunciaba que tardarían mucho tiempo en casarse....
...... Tenían miedo de separarse. Por eso decidieron celebrar una boda humilde y secreta. De Caudete vino su padre Andrés que intentó en vano que desistieran. El día 23 de marzo, en la Iglesia de San Isidoro, con la presencia de muy pocas personas y sin más celebración que un almuerzo familiar contrajeron matrimonio"...
En las fotos vemos a Isabel ,en julio de 2014, dando el pistoletazo de salida a los corredores que participaron en el XXXIV Cross de Atletismo que Caudete celebra en honor de su marido. Trece años después, Antonio e Isabel vuelven a juntarse. Descanse en paz.
Soy testigo de esa boda en la cual estuve presente por ser invitado. Posteriormente fijaron su domilio en el nº 28 de la calle Mascaró de Barcelona,donde les visitaba con bastante frecuencia.
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