A diferencia
del antiguo sistema feudal, donde los señores del castillo hacían suya una
parte de lo que habían producido los campesinos, en el capitalismo solo tenemos
acuerdos jurídicos aparentemente voluntarios que se efectúan entre partes
aparentemente iguales. Es decir, en el modo de producción capitalista la
explotación se esconde detrás de unas relaciones de intercambio.
Siendo la
supervivencia la necesidad de los trabajadores, el contrato jurídico no parece
ser igualitario entre estos y los
capitalistas. Los capitalistas sobreviven mucho más tiempo sin los
trabajadores, pues tienen la ventaja de poder contratar a otros.
El único
motivo por el que un capitalista quiere seguir siendo capitalista es que le resulta rentable, esto
es, que gana dinero con ello. Esa rentabilidad ha de provenir del trabajo, del
valor y esfuerzo que han dedicado a crear los trabajadores por el que no van a
recibir casi nada ¡La esencia de la explotación!
La
competencia es la razón por la que un capitalista decide reinvertir una parte
de su ganancia y no emplearla en ocio o caprichos y vanidades. Estos señores
vienen a entender que si otros capitalistas reinvierten una parte de sus beneficios
en mejorar su calidad productiva, en un segundo ciclo de producción, puedan
ofrecer mejores productos y calidades.
El sistema obliga a todos ellos a
maximizar sus ganancias, sino quieren desaparecer del mercado y dejar de ser
capitalistas. Esta presión les obliga a querer reducir el salario de sus
trabajadores para conseguir precios más competitivos (maldita palabra).
Una de las
leyes del capitalismo es la acumulación del capital, trayendo como consecuencia
que estas empresas se harán cada vez más grandes y, por lógica, habrá menos
empresas. Pasado el tiempo, estas pocas compañías, unificarán criterios y
precios de venta convirtiéndose el mercado en un oligopolio.
Una segunda
ley del capitalismo pudiera ser crear un ejército industrial de reserva,
verbigracia: una parte de la población siempre desempleada.
El tercer
mandamiento viene a decir que deben mecanizar el proceso productivo para restar
fuerza a los trabajadores impidiendo que
puedan elevar sus salarios. Gracias a la mecanización y a la bajada de salarios pueden competir
mejor con otros capitalistas. Esto último aboca irremediablemente a
desincentivar la reinversión y provocará crisis.
Para Karl
Marx, (no confundir con Carlos March, el banquero rico): “El saldo es positivo,
en tanto que se incrementan la capacidades productivas de la sociedad, haciendo
posible producir más cosas en menos tiempo”. Siguiendo con el autor de “El
Capital”: “No se encuentra una crisis definitiva del capitalismo, es más, la
capacidad de recuperación del capitalismo es asombrosa”.
Entre los más
fervorosos del neoliberalismo actual existe la opinión generalizada de que el capitalismo es un sistema que puede
reproducirse a sí mismo de forma automática. El terrible problema sobreviene en
el momento en que se reducen tanto los niveles salariales que se restringe la
capacidad de venta de los capitalistas.
Como los asalariados no tienen dinero
para comprar, los capitalistas no pueden vender y, por lo tanto, tampoco pueden producir más, lo que conlleva a la
crisis. El capitalismo se estanca.
Recapitulando
un poco, las crisis al parecer son cíclicas, y aunque el capitalismo sea un
sistema histórico, espero no se quede para siempre y podamos asistir a su
defunción, bien mediante los movimientos de las clases sociales, o mal, porque
pueda ser que el planeta y la vida en él sean enterrados antes de que podamos
clamar victoria sobre el capitalismo.
El cantautor
andaluz Pepe Suero (1947-2013) nos ha dejado uno de sus brillantes poemas
musicalizado por él mismo. Versos en los que apoya la solidaridad sin excluir
colores, la paz sin uniformes, la amistad sin pasaportes y la dignidad de los
jornaleros. La canción se titula: “Pienso que muero al pensar”
-Pienso que muero al pensar,
mi mal no tiene remedio.
-Muero queriendo la paz,
pienso que pensando muero.
-Pienso que muero al amar,
muero amando lo sincero.
-Pienso que vivo al cantar,
quiero cantar y no puedo.
-Muero queriendo escribir,
muero queriendo expresar.
-Muero queriendo vivir,
muero tras de la verdad.
-Pienso que muero al amar,
muero amando lo sincero.
-Pienso que vivo al cantar,
quiero cantar y no puedo.
-Pienso que pensando muero,
pienso que muero al pensar
El capitalismo nunca morirá porque es necesario aunque le pese a la progresía
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