“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Comunicado Importante

Ante la imposibilidad de compartir los posts que se publican en este blog en facebook se han realizado varios ajustes técnicos para lograr solucionarlo y no ha conseguido.

Lo que nos hace pensar que los artículos que se publicaron en facebook fueron marcados como inapropiados por lectores que no están de acuerdo con la línea editorial de este blog.

Por eso nos hemos visto obligado a crear un nuevo blog para poder seguir exprensándonos de forma libre. Aquí está la nueva dirección.

https://blogjoaquinmedina.blogspot.com/

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Una profesión desaparecida: 'Tratante'. Uno de los más populares y conocidos: 'Paco El Cano'

              El protagonista de la siguiente historia no sabe qué quieren decir términos como “sostenibilidad” o “cambio climático”. Desconoce en qué lugar del mundo está enclavada la ciudad de Kioto y le suena a chino la “economía sostenible” o la “globalización”. En su época las preocupaciones eran diferentes: comer y sacar adelante a su familia.

                Vino al mundo en la dictadura de Primo de Ribera y le tocó vivir un periodo de nuestra historia donde el medio de transporte más utilizado era el carro y la mula y comer tres veces al día era una “aventura”. Los “excesos” han traído tal “desbarajuste" que ahora se tienen que ir reuniendo los expertos periódicamente para ver de salvar, por lo menos, los muebles de este planeta. 

                  Por su nombre de pila, Francisco Martínez Hernández, a este jubilado de 81 años serán pocos los que le conozcan. Pero si decimos que estamos hablando de “Paco el Cano” ya la cosa cambia. Relegado a misiones de “avituallamiento”, Paco ya no está para muchos trotes. Sin embargo, el otro día quedé con él en los Mirenos para saldar una vieja deuda que tenía pendiente: una gachamiga de ésas que Carmen hace con tanto arte. 

                  Le funciona muy bien la memoria, por lo que estuve sonsacándole historias y anécdotas de su profesión, “tratante de animales”, y de cómo se “malvivía” entonces. Su historia la cuenta con mucho humor y sobre todo sin prisas. 
                  Los pueblos no serían lo mismo sin estos curiosos y atractivos “personajes” del perfil de Paco que forman parte de nuestro patrimonio cultural y etnográfico. Son como “reliquias” de un pasado cercano que nada tienen que ver con nuestra actual forma de vivir y sentir. Para diferenciarlos del resto de los mortales, a casi todos se les conoce por un mote o anteponiendo al nombre de pila ”el tío…..”, para darles mas empaque y agrandar la leyenda.
                 ¿Quién no conoce o no ha oído hablar del “Rojico” el de los Trabucos, del tío Paco Medina, del tío Santintón, de los hermanos Campaneros, de Pepe el de los Coches, los hermanos Cacas, el Sillero, Jorge Negrete, Juan el Gitano, los Retales, el Leo, Perico Molina, el tío Botón, Tarzán, Globitos, Juanico el Marqués, Agustín Vila, Alfonso el Sabio, la Siliu…. personajes que nutren el anecdotario de nuestro pueblo por sus originalidades, sus peculiares formas de afrontar la vida, sus dichos y genialidades y, sobre todo, por una cualidad común a todos ellos: un desarrollado sentido del humor que derrocharon en el ambiente profesional en el que a cada uno le tocó bregar.
              “Paco el Cano” es una muestra de ese elenco de curiosos y queridos personajes que no aparecerán en las páginas de los libros de Historia pero que sin ellos nuestro pasado no sería el mismo. Lo de “el Cano” es herencia de su abuelo Pepe. Junto con su hermano, siempre se dedicó a la compra y venta de animales: cerdos, gallinas, vacas, novillos, mulas….Paco era el experto en comprar y su hermano Pepe en vender.
             Desde pequeño dice que ya le atraían los “tratos”. El primero lo hizo a la edad de 14 años con el tío Mota que iba por la calle con siete cabras y Paco le preguntó si se las vendía.¡Ahí empezó todo! Su hermano se enfadó pero así inició nuestro protagonista una profesión que vamos a dejarla en “tratante”, aunque en su carnet de identidad reza que es agricultor.

               Me cuenta que al principio se desplazaba en carro y después con una moto marca Isso de ruedas pequeñas que llevaba seis jaulas lo que le permitía transportar “ocho o diez bichos”. Iba a las Ferias de ganado para ver qué pillaba. Recuerda el viaje que andando hizo desde Caravaca con siete burros empleando tres días para llegar a su casa. Los descansos se hacían en las Ventas como la de la Vega, el Puerto, la venta del Gitano, la Ventica o la venta el Lobo. Otro “trato” que recuerda es el que hizo en Puerto Lumbreras con “los Titolis” de Villena comprando 13 burros, trayéndoselos a Caudete en tren. 
            En Granada compró 330 ovejas transportándolas esta vez en camiones. Dice que el dinero lo llevaba en unos “bolsillos cosidos a los calzoncillos y que dormía con él. Entonces había pocos pagarés pero la gente era seria y la palabra valía mucho más que el dinero”
            Recuerdo, hace unos treinta y pico años, los puestos de venta que el Cano, el tío Botijero, Perejil o Salvador el de la Venta colocaban el domingo por la mañana en la calle del Mercado. Eran otros tiempos. Podías comprar por 300 pts un lechón de 6 ó 7 kgs o cualquier otro animal en las cuadras de estos tratantes que, según Paco, se llevaban bien entre ellos. La verdad es que conociendo a Paco había que tener muchas ganas de reñir para llevarse mal con él. 


             Entre “mojá de gachamiga” y trago de vino me contaba que una vez llegó uno diciéndole que se le había muerto el gorrín que le había vendido hacía unos días. Paco no dudó en darle otro. Más tarde se enteraría que se le había ahogado. En otra ocasión –dice- le vendí a uno una burra y al día siguiente vino a quejarse porque la burra “tiraba para atrás”. Fuí a su casa y al comprobar que no era cierto es cuando éste me confiesa la verdad: .."¡mi mujer no quiere que compre la burra!”. Paco, que era un hombre de negocios serio, lo sacó del apuro volviendo a quedarse con el animal.

             También tenían, como ahora pero menos, problemas de cobro. Recuerda que en la Feria de Guadix compró 100 ovejas. Cuando fue a la Sindical a pedir pastos el responsable de esta entidad le compró la partida de ganado. Le dio una letra del Vizcaya que tardó ..¡medio año en cobrar!. Entre los tratantes el lema era “pagar y pa'lante”. El pago siempre era al contado: nada de papel.

           Por consejo de un amigo gitano, Paco cambió un par de años el negocio de los animales por el sector textil. Lo recuerdo vendiendo ropa los viernes en el mercado. Dos años duró la experiencia abasteciéndose de prendas en Lanas Aragón y otras marcas. No le resultó muy bien económicamente ya que volvió a lo de siempre: al trato de animales. Tal vez no cayó en que los gitanos dominan la venta de ropa mientras que los payos son expertos en la compra-venta de animales.

               El centro de reunión de los tratos, por aquellos entonces, era el “Bar París”. Muchas veces, dice Paco, después de tomarse unos vinos, se llevaba a un posible cliente a su casa para que viera el ganado nuevo que tenía en la cuadra. Cuenten con que era la época en que en la mayoría de los hogares de Caudete había, por lo menos, un cerdo, media docena de gallinas, algunos conejos y un par de cabras como medio de subsistencia y los tratantes eran los que abastecían a la gente de estos animales.

            Como entonces no había televisión, la familia se reunía alrededor de la lumbre con el único aliciente de contar historias, anécdotas y vivencias. No me cabe duda de que los tratantes serían el centro de atención en esas largas veladas de invierno por la cantidad de gente que conocían y las experiencias acumuladas en los tratos y en constantes viajes a las Ferias de ganado. 

              Hay que tener en cuenta que esta profesión no se impartía en la escuela. No había, como ahora, centros específicos que dieran el título oficial de “tratante”. Se aprendía sobre la marcha, si se poseían cualidades como la intuición y el don de gentes. Era, y es, un arte comprar y vender y que el cliente quede satisfecho. Paco el Cano fue un profesional del “trato”. Y además ….querido y respetado. 

Joaquín Medina Iñiguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario