No cabe duda de que esta vida es muy ingrata. Te vas para el otro barrio y ya no se acuerda de ti ni dios. Este es el caso -¡hay muchos más!- de Manuel Martinez Vinader "El Rojico" que nos dejó en el 2006.
Fue un artista al que hace tiempo debimos haberle dedicado una calle para honrar su memoria. Porque, muy pocos caudetanos tienen en la Oficina de Patentes de Madrid registrados tres inventos tan útiles para la sociedad: el paellero, la válvula de retención y un aparato fonador.
"Fue un 12 de diciembre de 1910, el mismo año que Francisco Albalat inauguraba la Plaza de Toros "Arenas de Caudete", cuando vino al mundo uno de los caudetanos más singulares del pasado siglo.
Autodidacta, con un humor a prueba de bomba y con una imaginación poco común, muchos ingenieros se han quedado admirados al ver como resolvía o afrontaba Manuel Martínez Vinader, alias "el Rojico" cualquier asunto de mecánica que cayera en sus manos.
Con 22 años inventa un aparato fonador con el fin de que hablaran los que eran operados de garganta. Esta primera patente, de 1932, esta relacionada con la medicina y su afición a la música. Buscó un socio capitalista para comercializarlo, pero este se le volvió atrás.
La segunda patente esta directamente conectada con la gastronomía y con realizar las tareas en la cocina más llevaderas como es el popular paellero. Este invento lo desarrolla en 1954. Dos años más tarde, y relacionado con la hidráulica, el Rojico patenta una válvula de retención.
Y eso que no fue, como muchos en su tiempo, a la escuela. A la edad de 15 años deja de ir al campo a recoger leña para el horno de su padre y de realizar tareas agrícolas y entra a trabajar como aprendiz de mecánico con Francisco Sivó "el Monecillo" que tenía el taller frente al Mercado en lo que hoy es el "Bar Miami".
Al poco tiempo era quien abría y cerraba el taller demostrando interés y unas cualidades extraordinarias en el manejo de las herramientas y el metal.
En 1941 y tras realizar el servicio militar se establece por su cuenta montando el taller en la misma casa donde vivía, calle José Olivares, curiosamente la misma en la que años antes moría el maestro de música Benjamín Serrano.
Apunto este detalle porque nuestro protagonista, desde muy joven, fue un buen músico alternando el saxofón con la fragua durante todo su vida. Salvando las distancias, y sin ocultar verdadera pasión por él, al Rojico lo comparo con el artista malagueño Pablo Picasso por su capacidad de trabajo e inspiración.
La mecánica... no tenía secretos. Lo mismo arreglaba una pistola que realizaba un trabuco, una espindarga o cualquier atuendo festero, construía una máquina segadora, reparaba la maquinaria de una almazara o fabricaba un original artilugio para cortar tortas de gazpachos. También arreglaba los instrumentos de música de la Banda.
El estudio del movimiento continuo le llevo muchas horas, al igual que a otros genios. Obras suyas se pueden admirar como el escudo de metal que hay en el altar de la Iglesia del Carmen realizado en 1957 o el del Paseo Luis Golf realizado en el verano de 1981. En el 1948 le construía un coche a Juan Revenga.
Me dijo en una ocasión que en aquella época eran tan escasos los coches en Caudete que todos los chiquillos iban detrás de él. Han sido más de 70 años dedicados a transformar un trozo de metal en un utensilio o una herramienta.
Recuerdo que con 84 años lo vi en el taller realizando armas de avancarga en miniatura de gran valor artístico. "Es una forma de entretenerme", me dijo el maestro que era de los que trabajó para vivir y no lo contrario.
Algo bohemio, de mente lúcida, sentimental y extrovertido, amigo de todos, nuestro paisano fue una institución en su pueblo. Armero, inventor, artesano, músico, fontanero, mecánico, herrero, artista... su carnet de identidad podría llevar cualquiera de estas profesiones.
Yo prefiero llamarle maestro... porque lo es. Ya van quedando pocos. Hace 500 años hubiera sido un destacado representante de ese Renacimento que surgió en Florencia y Siena.
De joven practicaba el frontón y el fútbol aunque su verdadera pasión fue la música. Desde los 13 años recorrió todos los pueblos de alrededor tocando en la Banda. En 1942 rehusará una oferta que le hace su primo Manuel Vinader Díaz (44 años solista en la Banda municipal de la capital de España) para irse a Madrid como músico profesional en una Orquesta.
En una entrevista que le hice recordaba el premio que recibieron en un certamen en Almansa, en 1934, bajo la batuta de Juan Ángel Amoros en la interpretación del pasodoble "Ese es el mío" donde interpretaba un solo de saxo.
Tocó en la Banda con siete directores: Benjamín Serrano, Luis Gil, Manuel Ángel Amorós, Antonio Gilabert, Antonio Peña y Vicente Puchades con el que solo participó en una procesión. Durante todo este tiempo fue el mantenedor de los instrumentos de la Banda. El día que le hice una entrevista acababa de arreglar una flauta.
"Me considero -me dijo- de la escuela del maestro Luis Gíl". Para él, uno de los mejores músicos que ha pasado por la banda es el trompeta José Camus, que actualmente se encuentra en el Japón. Otra de sus aficiones era el cine. Durante muchos años llevó la máquina del cine Calderón.
"El Rojico", que se definía "festero de los de ayudar" fue de los primeros socios de la Comparsa de Guerreros. También perteneció a la de los Mirenos. Fue coetáneo de otros muchos artistas locales de otros gremios, algunos ya desaparecidos que, a su modo, han creado escuela.
Se trata de una singular generación de hombres ilustres que les tocó salir adelante con pocos medios y mucha miseria -entonces se pasaba hambre- pero con un elemento común a todos: su "caudetanismo".
Por esa escuela de posguerra -todos nacidos a principio de siglo-donde la asignatura sobrevivir era la más difícil de aprobar, han pasado alumnos como Agustín Vila, los Campaneros, Pérez Gil, Jesús Sánchez Díaz, Pedro Sánchez, Evaristo Bañón, Pedro Torres Cotarelo, Ángel Lillo, Elías Bañón, Rafael Requena, D. Julian, Manuel Ibáñez, José Pérez Gíl, Juan José Esteve, Rafael Martinez, Juan el Marqués, Juan Ángel Amorós, Francisco Molina..... Algunos de ellos hacían rancho aparte en la famosa "Academía" que presidía el pintor Pérez Gil.
Ya sé que al dar nombres he corrido un gran riesgo como es dejarme en el tintero el de algún alumno destacado de la época de "el Rojico". Pero, es un riesgo que ha valido la pena. A Manuel Vinader, y a todos los compañeros de su escuela, un fuerte abrazo.
Le mandaré un escrito a la Asociación de Comparsas para que sea su Presidenta quien le exponga al Concejal de Cultura sus logros profesionales que, a mi modo de ver, le hacen merecedor de una calle.
Yo conocí al Rojo y me hice mi propio trabuco en su taller contando con su ayuda y asesoramiento una gran persona y gran maestro en su oficio y en muchas materias incluso fue relojero ya que el reloj de la iglesia lo reparaba el (ese trabajo lo desconocía Chimo) y muchos más trabajos que se desconocen y que yo los viví muy de cerca
ResponderEliminarDesconocía el oficio de relojero. Al Bar París le hizo un Cafetera muy original. Un genio.
EliminarUn auténtico genio y artista. Paciente, meticuloso y observador. De crio iba al taller a que me afilara las tijeras de mi madre... de adolescente iba al taller por otros motivos y me quedabas a veces bobo con sus historias.
ResponderEliminarMuchas veces, tenía dos cigarros encendidos en su banco de trabajo... En una ocasión le dije: "Rojo... por qué tienes dos cigarros encendidos... se te olvida que ya tenías uno en marcha ó qué...?
Muy tranquilo, me dijo: "No se me olvida nada. Uno es para mi y el otro para mi amigo".
¿Y quien sería su amigo???
Tras recibir esa respuesta en varias ocasiones y viéndole siempre a el solo en su puesto de trabajo, le pregunté que quíen era su amigo.
"El banco... no lo ves? Este es mi amigo"
El banco de trabajo en el que tantísimas horas pasaba, estaba lleno de marcas quemadas de los cigarrillos que poco a poco se consumían encima de el.
Me adhiero a la gran idea de dedicarle una buena calle a éste gran maestro caudetano.
Antonio P.
Evidentemente que para mí una persona como "El Rojo" se merece una calle. No voy a descubrir yo nada nuevo que no se sepa de este peculiar y genial como pocos personaje al que adoraba en vida y respeto ahora.
ResponderEliminarO es que ha hecho más por el pueblo, y prometo ser prudente..., San Eduardo, el mismo Isaac Peral, Cánovas del Castillo, el mismísimo doctor Marañón, San Cayetano!!!, el alcalde Luis Pascual que nadie conoce pero que da nombre a una de las principales calles del pueblo.. Si los antepasados de Colón descubrieran que tiene una calle en mi pueblo! Qué desparrame! (cada vez me cuesta más no citar las últimas adquisiciones...) Con lo bonitas que suenan las calles Pintá, la calle la Nieve, la calle el molino, la vereda las vacas, la calle el moto... En fin, a un lado un 50% de santos, deanes, mártires que no conoce (iba a decir ni Dios, pero no procede...), nadie, a otro una cuadrilla de "forasteros" que en un alarde de modernidad hemos hechos caudetanos de primera por su aportación al pueblo, y El Rojo, sin calle...