“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Comunicado Importante

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miércoles, 17 de agosto de 2016

"Semblanza del artífice de la actual imagen de la Virgen de Gracia" es el título del artículo de Miguel Requena publicado en el Programa de Fiestas sobre la vida y obra del escultor Miguel Díaz Bañón.


         "Semblanza del artífice de la actual imagen de la Virgen de Gracia" es el título de un extenso y muy bien documentado artículo escrito por Miguel Requena Marco sobre la vida y obra del escultor caudetano Miguel Bañón Díaz, publicado en el Programa de Fiestas 2016. 

        Quiero agradecerle a este insigne estudioso de la cultura y la historia a través de textos escritos y asiduo colaborador del Programa de Fiestas, que me permita darles a conocer una parte de la historia de nuestro pueblo que ha recogido con rigor y gran profusión de datos, fechas y anécdotas. Nació en Caudete, en 1944. Después de cursar los estudios Filosóficos y Teológicos con los Franciscanos, se Licenció en Filología Hispánica en la UAB en 1974, donde, en 1979, se doctoró.  

Tras un largo lectorado en una Universidad italiana (Padua)uno corto en otra alemana (Bochum), ejerció su labor docente en la Escuela Universitaria de Traductores e Intérpretes de la Universidad Autónoma de Barcelona, donde continuó tras convertirse dicha Escuela en la Facultad de Traducción e  Interpretación, con algunas asignaturas en el Departamento de  Filología Española.

      Sus trabajos para conseguir la Licenciatura y Doctorado giraron  en torno a las traducciones bíblicas medievales castellanas, que, junto con la literatura castellana medieval y del Siglo de Oro, y, en menor medida, la medieval latina, centraron sus intereses, sobre lo que publicó algún artículo. Como aficionado a la poesía, publicó dos libritos de poemas: Aguas vivas (Panda Edizioni, Padua,1987), y Antonianas (Master Editore, Padua,1990).

Preparó las ediciones de estos dos textos: El Lazarillo de Tormes
(Círculo de Lectores, Barcelona, 1988), y los Episodios Caudetanos, drama histórico en tres actos y en verso (Caudete, 1988). Tradujo dos libros del latín, uno de prosa y otro de poemas: La "Assidua". Vida primera de San Antonio (Edizioni Messaggero, Padua, 1984), y Poesía goliárdica (El Acantilado, Barcelona, 2003), con traducción métrica. Este libro fue el resultado de la Ayuda a la Creación Literaria en la modalidad de Traducción del Ministerio de Cultura en el año 1990. 

   Este es el texto y parte de las fotografías  publicadas por Miguel Requena en el Programa de Fiestas 2016 que hace unos días fue presentado en "La Sala" por Magdalena Huesca Muñoz, socia de la Comparsa Guerreros

   "....El caudetano D. Miguel Bañón Díaz es el escultor a quien le cupo el honor de realizar la talla de la actual imagen de la Virgen de Gracia en 1941. En la edición de 1957 de la Historia verdadera de la Santa y Milagrosa Imagen de María Santísima de Gracia y de la del Glorioso Obispo y Mártir San Blas (Madrid, Artes Gráficas Minerva), al cuidado del Rvdo. P. Fr. Elías M.ª Bañón, este añade un “Apéndice sobre los principales hechos acaecidos desde la primera impresión de esta Historia, en 1845, hasta nuestros días”, donde aparece la noticia de la autoría de la imagen: 

“El escultor caudetano don Miguel Bañón Díaz fue comisionado para la hechura de una nueva imagen, lo más parecida posible a la anterior, por contrato firmado entre él y la M. I. Mayordomía en 26 de marzo de 1941. A mediados de agosto de este mismo año el artista presentó una hermosa talla policromada en todo semejante a la imagen anterior, y el 6 de septiembre fue solemnemente bendecida por el Excmo. Sr. D. José M.a Alcaraz, Obispo de Badajoz (pp. 100-101).

Miguel Requena Marco y Paco Grande, 
en la presentación del Programa de Fiestas, 
por Magdalena Hueca Muñoz, socia de la Comparsa Guerreros.

Pero hay que esperar a 1975, cuando se celebra el 25 aniversario de la Coronación de la actual imagen, para que se nombre en una Revista de Fiestas al autor de la actual talla de la Virgen. En el “Editorial” de la Comisión de Fiestas se dice: “A 1975 la toca celebrar las BODAS DE PLATA de la coronación de nuestra actual imagen, que nos vino de las manos del escultor caudetano don Miguel Bañón Díaz, y, también para la historia, añadiremos que el orfebre murciano J.Torres Gascón, labró la joya. Ambas, las tenemos ahora con nosotros y deseamos que sea por muchos años”.

   Este aniversario hace que el entonces cronista de Caudete D. Andrés Bañón Martínez relea la Revista de Fiestas del año 1950, año de la Coronación, y nota una brillante ausencia, que le hace escribir el artículo “Otro artista caudetano” en la Revista de Fiestas de ese año 1975, que firma con el seudónimo Bamar, y es una presentación al público de nuestro artífice. 

   Lo comienza rememorando los gozosos fastos de la Coronación en 1950 de la nueva imagen de la Virgen de Gracia, expuesta al culto en 1941, en sustitución de la antigua imagen quemada en su Santuario el 22 de julio de 1936 (tras el breve espacio 1939-1941 que ocupó su lugar la tosca copia de la milagrosa imagen que en 1935 había hecho el artista local Manuel Ibáñez Díaz, autor de los cuatro arcángeles pintados en la base de la cúpula de Santa Catalina).
   Y se lamentaba así D. Andrés del olvido, que en cierta manera ve disculpable, del artífice de la nueva imagen coronada en la Revista de Fiestas del año de la Coronación: “Pero echo de menos algo: no aparece por ningún sitio el nombre del escultor de esta nueva imagen de la Virgen de Gracia que nuevamente coronamos. Quiero creer que fue un olvido involuntario; que, como en tantas ocasiones, se olvida invitar a la boda a quien más compromiso entrañaba. Y puede ser así, porque..¡cuántos problemas!, ¡cuántos asuntos!...¡cuántos detalles llevan aparejados unas fiestas caudetanas!...Son incontables; principales o menudos, pero casi siempre verdaderamente abrumadores”. 

   Esa disculpa se vuelve muy leve, añadimos aquí, por cuanto en las Fiestas de ese año singular, de mayor duración que las ordinarias, pues se extendieron del 2 al 10 de septiembre, hubo lugar, el día 5, para sendas exposiciones de dos artistas caudetanos, uno de ellos aún estudiante. 

    Dice así el Programa Oficial de Actos: “A la misma hora [una de la tarde] y en los salones de la Casa Ayuntamiento, inauguración de la GRAN EXPOSICIÓN DE PINTURAS del extraordinario artista caudetano JOSÉ PÉREZ GIL, 1.ª Medalla de la Exposición Provincial de Bellas Artes en 1942, primer premio Ministerio de Educación Nacional en el XX Salón de Otoño, 3.ª Medalla XXII Salón de Otoño, seis primeros premios Nacionales de Carteles y premios menores, Director de la Escuela Profesional de Bellas Artes de Alicante”. Y sigue: “A continuación, nuestro paisano Torres Cotarelo, alumno oficial de la Escuela Central de Bellas Artes de San Fernando, y pensionado por la Excelentísima Diputación Provincial de Albacete, presentará una EXPOSICIÓN DE PINTURAS en otros Salones del Ayuntamiento”.

Pero mucho más incomprensible es que tampoco haya ninguna alusión a su autor en la Revista de Fiestas del año 1941, en que por el motivo extraordinario de la bendición de la nueva imagen, las Fiestas revistieron también extraordinario relieve y extensión (del 5 al 14 de septiembre).

   Como en el año 1907 (año de la conmemoración del 13.° Centenario de la venida de Nuestra Señora la Virgen de Gracia), se tuvo el bonito detalle de escenificar, el día 6, la entrada de la nueva imagen como lo hizo la antigua, según la tradición: “A las cuatro de la tarde, el M.I. Ayuntamiento, Jerarquías, Reverendo Clero Parroquial, Ilustre Mayordomía y Comparsas con sus Bandas de Música, se dirigirán al sitio denominado Camino de Villena, donde tendrá lugar la Entrada de la Imagen de la Virgen de Gracia conducida por el Monje Ciprián, marchando desde este punto al Santuario, donde se verificará el acto de presentar la Virgen al pueblo. Seguidamente se procederá a la Solemne Bendición de la Imagen por el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor OBISPO DE BADAJOZ”. Pero ninguna mención, como hemos dicho, al origen de la nueva imagen.

Los 25 años de la talla de la nueva imagen de la Virgen de Gracia se cumplieron en el 1966, pero no tuvieron ni el más mínimo reflejo en la Revista de Fiestas de ese año.

    Y fue en 1991 cuando se alcanzó el medio siglo. Hace memoria el párroco P. Miguel Vera (“¡Enhorabuena, Caudete!”) del Primer Centenario de la Fundación, en Caudete, de la Congregación de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo en las páginas de la Revista de este año; la Comisión de Cultura de la Asociación de Comparsas recuerda el vigésimo quinto aniversario desde que Gráficas Bañón confecciona la Revista-Programa de Fiestas; y se destaca, como merece, la restauración de la fachada de la Ermita de la Virgen.

 Pero tampoco en este quincuagésimo aniversario hay recordación de la nueva imagen ni de su artista. Quizás para suplir esta falta (no sabemos de quién parte la iniciativa) se reproduce sin variantes el ya citado artículo que D. Andrés publicó en 1975 (y a continuación se restampa otro del que fue párroco D. Vicente Dimas, tomado de la Revista de 1968, “El sepulcro de la Virgen de Gracia”, ajeno a cualquier conmemoración).

Ante la ausencia de noticias sobre nuestro escultor, decía D. Andrés en el artículo de 1975 (reimpreso en 1991): “he creído obligado que los caudetanos de hoy y los de mañana conozcan al autor, al escultor de la talla de nuestra Patrona la Virgen de Gracia”. 

   Y para ello recogía información del mismo artista. Pero entre ambas fechas, 1975 y 1991, ha cogido otra vez la pluma D. Andrés Bañón Martínez para hablar de nuestro artista, y es cuando en 1983 le llega la noticia de su muerte, y escribe un emotivo “Recuerdo” en la Revista de Fiestas de ese mismo año, donde reafirma su deseo de darlo a conocer al público caudetano: “Aunque en la Revista de 1975, con motivo de las BODAS DE PLATA DE LA SEGUNDA CORONACIÓN DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN, esta vez la esculpida por Miguel, que tuvo lugar en 1950, ya hicimos un breve bosquejo biográfico y circunstancial del hecho de encargarle a este escultor caudetano la talla de la imagen, queremos recordarlo nuevamente, aunque sólo sea a título de testimonio para las generaciones que, ni siquiera en 1975, tenían edad para haber leído aquella reseña”.

En este año de 2016, en que se cumple el 75 aniversario de la talla de la Virgen de Gracia que D. Miguel Bañón Díaz realizó en 1941, tendremos un especial recuerdo para él. Daremos una semblanza con algunas noticias recogidas de los dos artículos de D. Andrés Bañón Martínez (varios entrecomillados proceden de ellos) más otras recabadas directamente de familiares del artista y de otras fuentes, y daremos a conocer algunas de las magníficas producciones que salieron de sus manos (y algunas también de su hermano Paco “el Marmolista”, más conocido por no haberse ausentado hasta 1965 de Caudete, y que fue en sus principios su ayudante y aprendiz en el arte de la escultura en Pedreguer, precisamente cuando su hermano hacía la talla de la Virgen).
                                                       
Según su partida de bautismo, el 10 de diciembre de 1894 (no el 10 de noviembre, como escribe D. Andrés Bañón) vino al mundo en Caudete D. Miguel Bañón Díaz, cuarto de ocho hermanos, “en el seno de una cristianísima familia” que ha dado “esposas de Cristo y sacerdotes de su Iglesia”. Los dos hermanos suyos más conocidos fueron Manuel “el Périto” y Paco “el Marmolista”; su hermana María Rosa fue monja de clausura en La Ollería (Valencia), y sobrino suyo es don Pedro Serrano Bañón, canónigo de la S. I. Catedral de Albacete (anotamos de paso que José Bañón Díaz, que figuraba en la lista de los caídos por Dios y por España en la lápida de mármol blanco que había colocada en la pared de la torre de la iglesia parroquial no era pariente del escultor).

 Digamos también, de modo anecdótico, que revisando las actas de bautismo de 1883 encontré que Miguel Bañón Díaz había nacido el 21 de septiembre de ese año, y como nuestro escultor murió en Pedreguer el 8 de junio de 1983, creí que había muerto centenario. Pero este Miguel, primer fruto del matrimonio de Manuel Bañón y Rosario Díaz, que tenían su domicilio en la calle Nueva, debió de morir en edad infantil, y por eso se puso el mismo nombre a nuestro escultor. 

     Lo mismo ocurrió con otra hija del matrimonio, María Rosa, monja de clausura en La Ollería, que heredó el nombre de otra hermana muerta tempranamente (María Rosa Catalina). En el número de los ocho hermanos Bañón Díaz, no hemos incluido estas prematuras pérdidas. Para reflejar este triste hecho de la mortalidad infantil, digamos que también don Miguel perdió un niño, primer fruto de su matrimonio, en Pedreguer, antes de su traslado a Caudete.

Ya desde muy temprana edad sintió una innata inclinación por la pintura. Sobresaliente prueba de ello es el magnífico dibujo al carboncillo sobre papel de la Virgen de Gracia, realizado a la sorprendente edad de 13 años, lo que prueba también su temprana devoción a la Patrona de Caudete [il. n. 3]. 

Como su familia no podía pagarle los estudios de su artística inclinación, después de hacer el servicio militar en Valencia, se quedó trabajando en esta ciudad, de lapidario, para poder pagarse sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de esa misma ciudad, que sacó con notables calificaciones y estima de profesores y compañeros. 

   Comenzó estos estudios a los 22 años de edad, en 1917, y los terminó en 1921. En este tiempo conoció a la que sería su mujer, Antonia Puigcerver, hija de un natural de Pedreguer con el que mantuvo relaciones profesionales de trabajo. Se casó en Pedreguer el día 2 de diciembre de 1923, donde estableció su domicilio por breve tiempo, y regresó a Caudete, donde nacieron su hija Josefina en 1925 y Rosario en 1928. 

Durante algún tiempo tuvo su taller de escultura y artes decorativas en mármol, piedra, bronce, lápidas y panteones en lo que hoy es el Colegio del Amor de Dios (en el Camino de la Virgen), edificio que entonces estaba abandonado, donde todas sus herramientas quedaban al ventestate, como se decía en Caudete, sin peligro de robo. 

    Después volvió definitivamente a Pedreguer, donde nació su hija menor, Alicia, en 1934. Sobre este último traslado, escribe D. Andrés: “La crisis económica de los años treinta, le obliga a marcharse a Pedreguer, pero como el caudetanismo de Miguel permanece invariable y profundo, vuelve en numerosas ocasiones a su pueblo y siempre que puede, coincidiendo con las Fiestas de Moros y Cristianos en honor de la Virgen de Gracia, de la que era amantísimo hijo”.
                                    
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   También colaboró D. Miguel Bañón en las tareas de gobierno del Ayuntamiento de Caudete. Para cubrir una vacante, en la sesión extraordinaria de 10 de noviembre de 1926 se le confirió la posesión en su cargo como concejal designado por el Gobernador de la Provincia de Albacete, durante la Dictadura de Primo de Rivera

  Fue elegido vocal de la Comisión de Hacienda y Arbitrios, e intervino asiduamente en las sesiones, y don Miguel fue uno de los siete concejales que votaron a favor de continuar en el Partido Judicial de Almansa frente a los cuatro que se pronunciaron por el cambio al de Villena en la sesión extraordinaria del 24 de mayo de 1927.

   La última sesión de este mandato municipal tuvo lugar el 13 de febrero de 1930. Quiso ocuparse de nuevo de los intereses locales, y el 5 de junio de 1931 tomó posesión de su cargo de concejal por haber salido elegido en las elecciones municipales del día 31 de mayo, formando parte de la “minoría radical republicana”, de cuatro concejales, que, en los intermitentes periodos en que intervinieron en las sesiones, hicieron una juiciosa y valiente fiscalización de la mayoría  gobernante, atendiendo a la legalidad y al provechoso destino de los recursos, ya que, celosos de su independencia, ya al poco del primer mes se abstuvieron de intervenir “hasta que las circunstancias sean más faborables para poder cumplir con plena libertad con las obligaciones que el cargo nos impone” (escrito presentado en la sesión ordinaria del día 18 de julio de 1931), largo plante que les acarreará la imposición de multa por parte de la autoridad gubernativa. 

   Para nuestro escultor, este mandato se acortará por renuncia presentada y aprobada el 20 de junio de 1936, como consta en el acta correspondiente: "De orden de la Presidencia por Secretaría se dio lectura al escrito presentado por el Concejal D. Miguel Bañón Díaz. La Corporación en vista de las causas que motivan la dimisión de dicho cargo, por haber trasladado su residencia a Pedreguer, acuerda admitirla, y en su consecuencia comuníquese al Excmo. Sr. Gobernador Civil de la Provincia a los efectos oportunos". Su residencia la había cambiado bastante antes, pues su hija Alicia había nacido en Pedreguer en 1934.
                                                  
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Después de la sacrílega quema de la antigua talla de la Virgen de Gracia, junto con la de San Blas, en la aciaga tarde del 22 de julio de 1936, después de la guerra estuvo expuesta al culto la tosca imagen que el artista caudetano Manuel Ibáñez Díaz había esculpido en 1935 para, en caso de peligro en aquellos turbulentos años, ocupar el puesto de la original para salvarla de un inminente peligro de destrucción, cosa que, según alguno, llegó a llevarse a cabo, pero que hubo vuelta atrás para evitar consecuencias indeseadas.

  No gustando esa imagen [il. n.º 16], se quiso hacer otra, y en nadie más apto que en D. Miguel Bañón se pensó, pues era, dice D. Andrés, «el único que “de memoria” podría, quizá, reproducirla». Se dice que se le proporcionaron fotografías de la talla antigua; según dice “X.” en el artículo “Caudete en Fiestas” de la Revista de Fiestas de 1980, solo se le facilitó una pequeña fotografía, sacada en 1906 por don Joaquín Pascual Fernández (que era el padre del ahora casi centenario cura D. Antonio (cuenta 98 años); pero, en realidad, no hizo la foto don Joaquín, sino su cuñado Jorge de Arnedo, y don Joaquín salía en la foto con la Virgen, de la que se lo quitó para que quedara solamente la Virgen, foto que conserva D. Antonio; se dice que otra foto fue tomada en 1907 por el fotógrafo de Caudete don Francisco Villaescusa). 

    En la primera base del contrato figura que la imagen será de madera de ciprés “imitación a la desaparecida en tamaño, decorado y parecido”. La madera la proporcionó la familia Graciá Izquierdo, de un ciprés que tenía en la Casa los Frailes. Bastantes años más tarde, en 1954, de la madera de este mismo ciprés hizo nuestro escultor la talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Aún conserva una persona un trozo de madera de ese ciprés, del que muchas familias han querido tener un pedacito como estímulo de su devoción a la Virgen.
Don Miguel Bañón había tenido ocasión de contemplar detenidamente la antigua talla, como él mismo cuenta en esta carta de respuesta al carmelita P. Ramón M.ª Serrano Montoliu, con fecha de 18 de marzo de 1979, hablándole sobre otra antigua imagen de la Virgen, también quemada en 1936, según una copia mecanografiada conservada por el mismo remitente:

Muy Sr. Mío:

"La presente es para decirle que le he escrito a MUEBLES AZORÍN, sobre la carcoma en la peana de NUESTRO P. JESÚS; le he dado la receta para combatir el corcón dentro de la peana; la imagen no se puede separar de la peana. Es conveniente lo pongan en conocimiento de la COFRADÍA, por los gastos que esta operación origina.

Sobre lo que usted me pregunta en su carta del 11 de septiembre, no será la auténtica Virgen de Gracia sino una idéntica de Gracia. Recuerdo de chiquillo de haberla visto en la cambra de la vivienda del sacristán; es la que yo arreglé para llevarla a la Zafra (según la historia en la sierra de la Zafra se le apareció al Manco Pastor); dicha imagen de Gracia le faltaba la mano con la bola, este fue el caso que yo viese a la auténtica sin ropaje.

Para hacer yo la mano que le faltaba a la que había que llevar a Zafra, los hechos fueron los siguientes: en aquella época yo hacía poco que me había casado, en la actualidad tengo 83 años, y por aquel entonces uno de los sacerdotes que pertenecía al clero, D. Miguel Esteve, el Solchantre, este Señor tenia automóvil y se puso de acuerdo con el Cura de la Virgen, y estando yo presente le quitó todo el ropaje quedando al natural como apareció en su enterramiento; esta fue la ocasión de conocer la auténtica Imagen como la encontraron. 

  Me llevé barro y modelé mirando la mano de la Virgen para después tallarla en madera y ponérsela a la que habían de llevar a la Zafra; antes le retoqué la pintura, pues estaba muy sucia de cagadas de mosca. El tamaño hera algo mayor que la auténtica, el parecido muy aproximado y esta imagen fue la que quemaron cuando la guerra. Esta es mi historia, el por qué tuve la ocasión de ver la Virgen sin el manto y demás ropas que le ponen ocultando la talla".
M. Bañón
                                                  
      Así trae la descripción de la antigua imagen la primera versión publicada de la leyenda de la Virgen de Gracia, aparecida en el Compendio histórico, en que se da noticia de las milagrosas y devotas imágenes de la Reyna de Cielos y Tierra, María Santíssima, que se veneran en los más célebres santuarios de España, publicado por el jesuita Juan de Villafañe (Madrid, 1740, segunda impresión, aumentada), p. 284: “Esta prodigiosa Imagen de la Madre de Dios de Gracia es de madera, sin que en ella haya introducido la carcoma corrupción alguna, y solamente tiene señales de ella en el globo, expressión del Mundo, que mantiene en su mano derecha. En la izquierda tiene a su Santíssimo Hijo el Divino Jesús, con su manecita derecha embuelta en sus ropas de escultura, y la siniestra, descubierta y abierta, sobresale y la endereza azia el rostro de la Santísima Madre.

    El rostro de la Santa Imagen es muy agradable; su color tira a moreno y arrebolado; su estatura es de tres palmos, algo más, toda de talla, sentada en una silla de respaldo de la misma materia, y toda ella sobredorada, con el calzado puntiagudo; la espalda tiene plana y lisa, sin sobredorar, con matiz blanco, y ajustada una tabla con clavos, la qual oculta un vacío o seno de la Imagen, donde se cree tiene reservado algún secreto para tiempos venideros” [en otra descripción muy cercana, decía mosén Antonio Conejero del Niño Jesús: “el brazo derecho tiene algo elevado y le falta su manecita de tiempo inmemorial”]

     Sabemos por otro conducto que esta leyenda la redactó el archivero de Santa Catalina mosén Antonio Conejero Ruiz en 1730 para ser incluida en esa obra, y de modo muy parecido viene (sin mención de las manecitas del Niño) en la primera edición de la anónima Historia verdadera de la Santa y Milagrosa Imagen de María Santísima de Gracia y de la del Glorioso Obispo y Mártir San Blas (Alcoy, Imprenta de Francisco Cabrera, 1845, pp. 77-78). 

    En otro lugar (APSC, CAU-49, fol. 89v, n.º 9), también en 1730, dice mosén Antonio Conejero, describiendo al Niño, que “con su mano diestra da su bendición, y con la hizquierda tiene sobre su muslo un libro cerrado”. Notemos que, en la talla de Manuel Ibáñez, el Niño sí endereza su mano izquierda “azia el rostro de la Santísima Madre”.

     Respecto a la estatura de la talla, concreta algo más la altura de la talla en otro lugar: “su altura, tres palmos y tres quartas” (APSC, CAU-49, fol. 89v, n.º 9), y lo mismo en el Libro primero de Administración de Ntra. Sra. de Gracia (AHMVG-1, fol. 109v). Si el palmo valenciano equivale a 0,2265 m., la talla antigua medía unos 85 cm., algo más que la talla actual, que mide unos 70 cm. de altura. Y, en comparación con la antigua, es policromada (en el Libro de Oro de Alicante que se citará más abajo, se dice: “el ropaje sobredorado, patinado imitando antiguo”). No a todos agradan los cambios, por pequeños que estos sean. 

    Así, en la Revista de Fiestas de 1980, quien se firma “X.” (que yo creo que es el P. Simón Serrano Montoliu) dice que la imagen fue policromada “con colores bastante chillones” (tampoco a algunos ha agradado el cambio de tonalidad en el colorido en la reciente restauración de la talla, en su septuagésimo año, en 2011). 

    Y en la Revista de Fiestas de 1985, señala JUDIBA (Juan Díaz Bañón) lo que puede desagradar a algunos la talla sin manto: “desproporción en alguna de sus partes, inacabada en la parte posterior, pues es totalmente lisa”, precisamente cosas que ya estaban presentes en la talla antigua. En cuanto al parecido, resulta más agraciada. Dice “X.” en el artículo citado: «Fue una lástima el que no quisieron prestarle [al escultor] la mascarilla, que ya tenían de dicha Imagen [la antigua]. Por eso las caras de la Virgen y del Niño salieron más “jóvenes” que el original»; y, como podemos apreciar, las manecitas del Niño están expresadas más plásticamente.
    Pero el caso es que esta nueva imagen ha tenido desde el principio mucha aceptación, y ha mantenido viva la devoción de los caudetanos por su Virgen protectora. La diferencia entre esta nueva imagen y la de Manuel Ibáñez pueden apreciarse en el Museo de la Ermita, ya que en él están, una junto a otra, la talla de Manuel Ibáñez y la imagen de escayola que sirvió de modelo a Miguel Bañón para su talla [il. n.º 16].

Dejando de lado la complicada maraña de las imágenes caudetanas de la Virgen de Gracia, anotemos solo lo que “X.” dice en el citado artículo de 1980 sobre la que él cree la verdadera imagen antigua de la Virgen de Gracia: “Se ignora si de esta Imagen de la Virgen de Gracia se llegó a sacar alguna fotografía, pero por fortuna el escultor don Francisco Martínez Marco, modeló e hizo su Imagen reducida, que aún la conserva su nieto don Cristóbal Graciá Martínez, residente en Madrid”.

Lo mismo que la antigua imagen tenía “un vacío o seno” donde se creía que se guardaba algún secreto para tiempos venideros, quiso el artista, según he sabido, hacer otro “seno”, donde guardó un pergamino donde consta su autoría, los nombres de las autoridades civiles y eclesiásticas de Caudete y otras circunstancias, fechado y rubricado con su firma.

Digamos, de pasada, que el P. Elías M.ª Bañón sufre una confusión sobre en qué mano llevaba la bola, o “pequeño globo del mundo” (para alguno quizás la manzana de Eva), la antigua imagen, cuando en el “Apéndice sobre los principales hechos acaecidos desde la primera impresión de esta Historia, en 1845, hasta nuestros días” que hemos citado al principio, dice lo siguiente, a propósito de la quema en 1936 de las imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas: “A las benditas imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas se les reservó especial incendio. Se las sacó a la carretera frente al Santuario y allí se les prendió fuego. ¡La antiquísima talla policromada, cuyo gracioso rostro arrebataba en dulce éxtasis al santo Obispo de Orihuela don Félix Herrero de Valverde, luego quedó convertida en montón de cenizas!

      Estas quedaron tan tenazmente adheridas al polvo del camino, a manera de lacra, que por una tira de varios años no hubo borrascosa ventisca, ni aluvión, ni nieves, ni hielos que las borraran del suelo. Entre las cenizas solo se pudo hallar el pequeño globo del mundo, que llevaba la Imagen en la mano izquierda, el mismo que hoy lleva la nueva Imagen”

    Digamos que el P. Luquicas sufre un lapsus, pues la imagen antigua, lo mismo que la nueva, sostenía la bola (o “globo, expressión del Mundo”) en la mano derecha, quizás influido por las ediciones anteriores de la Historia verdadera… (para cuya nueva edición escribe el “Apéndice”), las cuales traían unas estampas de la Virgen de Gracia con los monjes antes de enterrar en su iglesia la sagrada imagen de la Virgen, en las que esta sostiene al Niño en su brazo derecho y la bola en su mano izquierda, imágenes que se repiten en la actual espadaña de la Ermita de la Virgen, y una de estas imágenes también en una hoja con los Gozos impresa en Alcoy en la imprenta de José Martí (y hasta en una pintura procesional del retablo de la Ermita).

    Sobre eso que dice de “antiquísima talla policromada”, notemos lo que se nos decía en la descripción de la imagen que ya hemos visto antes en el Compendio del P. Villafañe: del rostro, que “su color tira a moreno y arrebolado”, que la imagen está “toda ella sobredorada” y que “la espalda tiene plana y lisa, sin sobredorar, con matiz blanco”. Este párrafo pasa, tal cual, a la reciente edición de esa obra, en 2014, con el nuevo título de Tradición e historia de las Santísimas Imágenes de la Virgen de Gracia y San Blas Caudete (Albacete). 
 
 Una anécdota curiosa es que la bola de la Virgen fue encontrada en la explanada o placeta de la Ermita algún día después de la quema sacrílega por sor Rosa, que era religiosa de María Reparadora en Valencia, refugiada entonces en casa de sus padres, los santeros de la Ermita, José María Carrión y Atala Bañón, otra de cuyos doce hijos, Francisca, casó con Manuel el Périto, hermano de nuestro escultor, que la noche del incendio, con peligro de la vida, acompañado de su mujer, transportó en su carro numerosos ornamentos, cálices, báculo de San Blas… desde la Ermita a su casa, en la calle de las Eras. 

  Como ya los rojos, en estos primeros días, estaban junto con los santeros en la casa que estos ocupaban, sor Rosa fue empujando la bola con el pie hacia el centro de la explanada hasta que no pudieran verla recoger
algo del suelo desde la casa de los santeros (a los pocos días ya tuvieron que cambiar de domicilio a una casa que tenían en la Cruz), según lo contaba la misma Francisca Carrión Bañón a su hija Rosario Bañón Carrión, hoy perteneciente al Instituto Catequista Dolores Sopeña.

   En la parte posterior de la casa que hay frente a la Ermita vivían los añagueros, el matrimonio Francisco Cantos Sánchez y Rosa Vicente Figuérez, que guardaron, escondida, la campana del Camarín de la Virgen, algunos libros y pequeños ornamentos, que sus hijos (Joaquín, Salvador, Rosa, José), niños entonces, sacaron de la Ermita, y muchas campanillas que estos arrancaron de la carroza de la Virgen cuando estaba abandonada junto al pozo. 

(No dejamos de consignar, por la convicción con que se expresan, que hay otras fuentes, que se remontan a dichos santeros y a los añagueros ya nombrados, según las cuales la imagen de la Virgen de Gracia, blanco al menos de un disparo desde abajo, que rompió el cristal del Camarín, fue arrojada desde este y se le disparó de nuevo antes de ser quemada junto con la de San Blas ante el altar, y después fueron arrojadas sus cenizas en la carretera, lo que haría aún más admirable la persistencia de las señales de la ceniza que resaltaba el P. Elías).

No era posible que la nueva imagen fuera una viva réplica de la anterior. Pero es que, además, el artista, en cartas previas al contrato, defiende su libertad creativa para plasmar la nueva imagen, siempre dentro de la imitación exigida, premisa que aceptaron los mayordomos delegados para llegar a un acuerdo con él, don Juan Martí Herrero y don Pedro Sánchez Serrano (el contrato se firmó el 26 de marzo de 1941, pero las iniciativas para encargar una nueva imagen ya venían del año anterior). 

   También se ve un rasgo de estima de su producción artística, de seriedad y de dignidad en la negativa a entregar la obra inacabada, ya que la Mayordomía, en ese tiempo difícil de posguerra, los gastos que tuvo que afrontar para adecentar el Santuario fueron considerables, y, no disponiendo de las 12.000 pesetas que el artista exigía por su trabajo, pretendió que este la entregase inacabada para reducir el importe, a lo que se negó, aconsejando esperar. Acordó entonces la Mayordomía empeñarse en un préstamo con el Banco de Vizcaya, impuso una derrama extraordinaria para todos sus miembros y abrió una suscripción pública.
                                                   
* * * * *

Los años prebélicos eran turbulentos. Prueba de ello es que, según se refleja en el acta de la Mayordomía de 4 de mayo de 1936, dice el Presidente que “en vista de las circunstancias” se ve “la necesidad de nombrar dos guardias jurados para la custodia del Santuario de Ntra. Sra. de Gracia”. Para suplir a la antigua talla de la Virgen en caso de peligro, el artista caudetano D. Manuel Ibáñez Díaz había preparado una imagen, que, acabada la guerra, se puso al culto. Pero claramente se ve que el pueblo no estaba a gusto con ella, comparándola con la antigua.

Y es precisamente Gaspar, un hermano de nuestro escultor Miguel Bañón, dos años mayor que este, el que primero hace llegar a la Mayordomía el deseo general de una nueva imagen (véase el acta de la sesión de 27 de febrero de 1940 de la Mayordomía). 

   Como Presidente de la Sección Adoradora Nocturna de Caudete, en una extensa carta pide “en resumen: que se haga una nueva Imagen de Nuestra Señora de Gracia lo más parecida posible a la que desgraciadamente perdimos en día tan triste para todo buen caudetano amante de su Virgen y de su historia”. Como dice esta misma acta, acto seguido se acordó “por unanimidad formar una Comisión de esta Mayordomía y nombrar a Don Manuel Ibáñez Díaz para que se integre en dicha Comisión y tratar de la adquisición de la nueva Imagen que se desea”.

    Es curioso que se acuerde integrar en esa Comisión al autor de la imagen que se pretende sustituir. Más adelante, una vez decidida ya la adjudicación de la nueva imagen al escultor D. Miguel Bañón (lo que se hizo en fecha de 26 de marzo de 1941) y pocos días antes de las Fiestas, D. Manuel Ibáñez pedirá se le devuelva la imagen que él hizo, como consta en el acta de la Mayordomía con fecha de 31 de Agosto de 1941. Se dice en ella que “el Secretario leyó un escrito presentado por D. Manuel Ibáñez Díaz pidiendo que se le entregue la imagen que se ha venerado desde la Liberación y que él dice ser de su propiedad”.

   Pero el Presidente, el cura D. Francisco Díaz Alcover, responde con dos razones del Derecho Canónico: “Seguidamente el Sr. Presidente expone que como quiera que el derecho Canónico prohíbe enagenar y traladar imágenes que han sido objeto de gran veneración, y además una donación hecha a la Iglesia no puede ser revocada, por cuyos motivos no puede conceder la entrega de la Imagen sin la autorización del Señor Obispo diocesano, a quien se puede recurrir para obrar en consecuencia”

   D. Manuel Ibáñez, ante estas razones, no recurriría al Obispo, ni tampoco habría querido se le diese culto en la iglesia parroquial, como deseaba la Mayordomía, ya que es de suponer no querría que fuese comparada con la nueva. Hoy se halla en el Museo del Santuario [il. n.º 16].

Y el día 3 de septiembre de 1941, días antes de su bendición, es traída en automóvil de alquiler la talla desde Pedreguer por los mayordomos D. Juan Martí Herrero y D. Pedro Sánchez Serrano, a los que acompañan a Caudete el mismo escultor con su hija Rosario. Así lo afirma D. Andrés, que recabó información del mismo artista.
      Consta en la Revista de Fiestas de 1941 que la nueva imagen fue bendecida el 6 de septiembre de ese año por el Obispo de Badajoz. Choca, por eso un poco, lo que dice “X.”, del que se supone que debía de estar bien informado, que diga en el artículo antecitado que “fue bendecida el 8 de septiembre del 1942”. Traigo esta cita a colación solo por lo siguiente, que también resulta un poco extraño: en dos estampas encargadas por el propio artista, aparece el año 1942 (no el 1941) como el año de creación de esta nueva talla [il. n.º 17a]. Estas estampas, por otro lado, nos están indicando lo orgulloso que se sentía el artista por haber sido el autor de la sagrada imagen, que le servían para repartir, con dedicatorias, como una especie de recordatorio, más que como una tarjeta de visita.

    Hay constancia de la inmensa alegría que le causó el que se hubiera pensado en él para llevar a cabo el deseo de la población de tener una nueva imagen de la Patrona de la Patrona más digna que la anterior. Era, para él, un encargo importante, y, por diversos motivos, artísticos, personales y de devoción, todo un reto el poder llevar a cabo esta misión a satisfacción suya y de los que se la habían encargado.

    Testimonios de familiares refieren que había días que se quejaba de que no podía trabajar pues no le venía la inspiración que creía necesaria para hacer una obra digna. Caso especial fue el de la cara, lo más difícil. Dicen que llevaba quince días detenido, malhumorado incluso, sin decidirse a hacer nada, y que una noche, estando en el balcón, su mujer lo llamó para cenar.

   Fue al volver la cabeza cuando recibió una súbita inspiración, dijo que cenaran, que él se iba al taller, y allí se pasó toda la noche hasta las ocho de la mañana, en que pudo acabar de plasmar la inspiración recibida. Vaya como curiosidad que para el molde de las manos de la Virgen le sirvieron las de su hija menor Alicia, entonces niña de siete años.
                                               
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Lo mismo que D. Miguel Bañón fue el autor de la nueva imagen de la Virgen de Gracia, a imitación de la antigua, hubiera podido tallar también la de San Blas, a imitación también de la antigua. Al menos por él no quedó, y fue una lástima que esto no fuera posible. En el acta de la junta de la Mayordomía con fecha del 5 de mayo de 1945 escribe el Secretario:

    "Acerca de la Imajen de San Blas dice el Señor Presidente que tiene una carta del artista caudetano D. Miguel Bañón Díaz en la que dice como artista: “Creo que se debe hacer una imajen de San Blas imitando a la desaparecida”, y para ello nos da el presupuesto de 4.000 pesetas.
A esto expone el Presidente que aunque San Blas va unido en el culto de nuestro pueblo al de la Virgen de Gracia, es en orden muy secundario porque la imajen no aparece en la historia hasta que los monjes ocultan la de la Virgen, lo que prueba que sería imajen venerada por los mencionados monjes en su capilla. No obliga a un sacrificio como lo merece todo patrón.

Además, esta corporación prometió a Doña Dolores Bañón en sesión celebrada el 26 de Agosto de 1944 que no podía despreciar el ofrecimiento que había de otra imagen y que se haría otra relativamente decorosa, dentro de la posibilidad económica de la Mayordomía.

Aceptado el buen parecer del Señor Bañón como lo mejor, en nuestro caso nos encontramos en que lo mejor es enemigo de lo bueno, porque la obra que propone el artista se realizaría después de muchos años, privándonos quizá a todos los que hoy vivimos de tener otra buena y digna del culto.
Se propone que el artista que ha ofrecido su trabajo por unas 1.500 pesetas, roza lo existente y en concreto nos dé su presupuesto".

     Como vemos, el principal obstáculo era de orden económico. Además de otros gastos importantes, la Mayordomía aún debía una suma importante al Banco de Vizcaya por el préstamo que tuvo que sacar para pagar la talla de la Virgen. La alternativa era esperar años hasta poder disponer de ese dinero.

   Ante el dilema de gran sacrificio económico o esperar, se optó por el ofrecimiento de otro artista, aunque, como se reconoce, no fuera lo mejor, y en la sesión de 7 de agosto de 1945 se aprobó el presupuesto para la imagen de San Blas presentado por el artista alicantino D. José Martínez Mateu, pero para una talla en que parece suponerse que no se pretendía la imitación de la antigua, como proponía D. Miguel Bañón, aunque el P. Luquicas, en su citado “Apéndice” a la Historia verdadera… de 1957 dice que es “semejante a la anterior”. Parece ser que no hay fotografías de la talla antigua.
                                                       
* * * * *
Su caudetanismo lo mantuvo siempre vivo, sin dejarlo languidecer. Hacía visitas al pueblo, sobre todo un día de las Fiestas, en el que compartía mesa con familiares. Y no parece se desentendiera de asuntos pequeños o grandes relacionados con su actividad. Nos dice Jaime de Albert en su artículo «A manera de anecdotario», en la Revista de Fiestas de 1989: “Tradicionalmente ardían tres castillos de fuegos durante la procesión del día 8 de septiembre, en las dos plazas y en la calle del castillo, pero el principal se quemaba el día 9 por la noche. 

  Previamente eran dibujadas las piezas para seguir su fabricación y bien señalado el final donde luego, entre una lluvia de oro espolvoreada en el ambiente repleto de colores, aparecía pintada en un lienzo la imagen de la Virgen. Por cierto que el último lienzo conocido era una pintura original del escultor caudetano Miguel Bañón, en la que figuraba la sagrada imagen con la corona nueva”

  Y en el acta de la Mayordomía de fecha de 23 enero de 1944 se recoge que D. Miguel presentó un pintor como candidato para hacer la reconstrucción del retablo del Santuario con la mayor fidelidad posible al barroco del siglo XVIII destruido en 1936, que finalmente realizará en 1944 el artista ilicitano Francisco Rodríguez San Clemente.

     Y, asimismo, no desmayaba su devoción a su Virgen de Gracia. En el reverso de una estampa dedicada a su sobrino Pedro Serrano Bañón [il. n.º 17a-b] hace esta anotación: “Lo que debe saber todo caudetano. / La bola que le he puesto a la nueva Virgen de Gracia es de la auténtica que quemaron los rojos impíos, como pude comprobar por tener puntas de los dedos apegados. Al tirarla del camarín, se comprende que rodó fuera del fuego. / Al limpiar, o barrer, apareció la bola. Esta santa reliquia es la continuidad de su Sagrada Historia”. 
   
  Y en una hoja de un cuaderno tiene anotada dos veces, exactamente igual, lo cual indica que se la sabía de memoria, una antigua octavilla mariana, muy conocida tanto en España como en Hispanoamérica, fijada a la puerta de muchos conventos y casas de particulares, que aquí reproducimos en una de sus variantes muy cercana a la escrita por D. Miguel Bañón, que acusa alguna irregularidad introducida por un inveterado uso y transmisión oral [il. n.º 18]:

Poco cristiano sería
el que a esta casa llegara
y por vergüenza dejara
de decir "Ave María";
y menos aquel que oyendo
esta palabra de vida
no respondiera diciendo
"Sin pecado concebida".

      Nótese que D. Miguel tenía a la puerta de su casa la imagen de la Virgen de Gracia en escayola, que moldeó para que le sirviera de modelo para esculpir la talla. Esta imagen de escayola fue entregada por sus familiares en agosto de 2006 a la M. I. Mayordomía y Cofradía de Ntra. Sra. de Gracia, y se encuentra en el Museo adjunto al Santuario, como asimismo la antigua talla de D. Manuel Ibáñez Díaz [il. n.º 16]. Pero donde se echa de ver de manera clarísima su amor a Caudete y a su Virgen de Gracia es en el delicado y emotivo artículo que escribió en la Revista de Fiestas de 1952, que, por su importancia, brevedad (son solo tres párrafos), lirismo y belleza no nos podemos permitir su omisión en esta semblanza:


Necesidad del Camino de la Virgen.
¿Qué hay en esa bendita tierra que nos vio nacer que la belleza de sus campos y sus flores graban en nuestro espíritu impresiones tan dulces y tan violentas que ni el tiempo ni la distancia pueden olvidar? Solamente cuando los vaivenes del destino nos separan de ese dorado rincón, comprendemos la ventura de los afortunados que viven de cerca esos encantos inauditos que fueron los primeros en llegar a nuestro corazón infantil. 

  Y entonces, si en algún espacio de la envidia se puede admitir nobleza, diremos que la mayor emoción que nos domina es la noble envidia que sentimos contra esos paisanos que pisan la tierra que pisaron nuestros antepasados, y sienten en su retina el mismo fulgor matinal que despertó del sueño a nuestros queridos abuelos.

¡¡Qué hermosa es tu luz y qué interesante tu aurora!!... Noches tranquilas de Caudete, patria mía y madre mía, sois para mi vida el blanco de mis anhelos, el conjunto inseparable que nos hace temblar de emoción y de ternura... Y como perla codiciada, como supremo florón de España, te admito [admiro?], te amo y te deseo... 

Pero te deseo como a esa novia inmaculada que solo una imaginación ardiente puede cincelar blanca como un lirio de nieve y pura como un rayo de sol. Mas no en vano domina mi ser tal deseo de perfección, pues si villas y pueblos como Caudete y aún más hermosos se pueden hallar, ninguno, fuera de ti, cobija a esa Virgen de Gracia que recogió nuestras primeras y balbucientes plegarias y secó el llanto de nuestra madre que, de rodillas y enloqueciendo de fervor y cariño, nos puso bajo la protección y amparo de tan excelsa Señora. Por eso, en romería o solos, corrimos tantas veces hacia tu Santuario para adorarte y recibir tu bendición. Y ese CAMINO, que es la senda de lo mejor de mi vida...
Escucha este ruego que sale del alma: Virgen de Gracia, toca el corazón de todos los caudetanos, como heriste el mío, y haz que se impongan el glorioso sacrificio de remendar ese jirón que nos deshonra y avergüenza; esa ruta que nos lleva hacia ti, ese camino que es el exponente del fervor de un pueblo hacia su Patrona y donde ocurrieron las escenas más emotivas de su historia, no te corresponde: necesitas una pista luciente como tu manto que nos acerque y nos comunique con más facilidad, para decirte muchas veces: «Tú eres la Reina del Cielo y la dueña de mi corazón».
Miguel Bañón. Escultor
Pedreguer (Alicante). Julio 1952.

Pero del escultor Miguel Bañón no tenemos solo en Caudete la talla de la Virgen de Gracia, que de por sí ya es suficiente para, en palabras de D. Andrés Bañón Martínez, entrar “en la Gloria de la Inmortalidad Caudetana”. También tenemos la talla en madera y vestida de la Virgen del Rosario, realizada en 1948 [il. n.º 4], para cuyo rostro se inspiró en el de su hija menor Alicia, entonces de 14 años, que fue conseguido con mucho parecido. Y también salió de las manos de nuestro escultor, en 1954, el doliente rostro de Nuestro Padre Jesús Nazareno, al que todos los Jueves Santos acompañamos en la Procesión del Silencio [il. n.º 5]. 

   Como hemos dicho, esta imagen de vestir se hizo del tronco del mismo ciprés con el que se hizo la talla de la Virgen de Gracia (la peana es de castaño de Indias, de ahí el problema de la carcoma del que hablaba D. Miguel en su carta al P. Serrrano Montoliu, que no ataca a la madera de ciprés), y antes de ser traído a Caudete desde Pedreguer parece que fue expuesto en Valencia. 

   En el Libro de Oro citado más adelante, se dice de esta talla: “Imagen de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, tallada en madera al desnudo. Mide 1'65, más la peana. Pertenece a la Cofradía del mismo nombre, de Caudete (Albacete)”. Además, en el Cementerio de Caudete tenemos muestras del buen hacer artístico de nuestro paisano [il. n.os 9-15]. Cuando en 1924 se nombró hijo predilecto de Caudete a D. Antonio Martínez Martínez, Deán de la Iglesia Catedral de Tortosa y se le dedicó la calle Deán Martínez (la calle Nueva de la Villa), fue a nuestro escultor a quien se le confió hacer la artística lápida con la efigie del Deán en la casa donde este nació (en la avda. Virgen de Gracia frente a la calle del Deán Martínez), que fue destruida en 1936 (la actual data de 1954).
Otras de sus obras descollantes, fuera de Caudete, son la Virgen de los Desamparados, en la iglesia parroquial de Pedreguer [il. n.º 6], tallada en madera y policromada, en la que solo las capas de la Virgen y del Niño Jesús son de tela, y Santa Ana, de Sanet, pueblos de Alicante [il. n.º 7]. También en el cementerio de Pedreguer tiene obras notables, así como fuera de él.

     En Valores Españoles. Libro de Oro. Alicante (M.ª Muley de Ferrando, Director. Grandezas de España. Valencia, 1951, s. p.) D. Miguel es el único escultor al que se dedica una página con cuatro obras suyas: “Las obras que reproducimos en la presente página, han sido ejecutadas por el escultor Miguel Bañón Díaz, ex-alumno de la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia.—Domicilio actual: PEDREGUER (Alicante)”. Las cuatro reproducidas son: la Virgen de Gracia, la Virgen de los Desamparados (de Pedreguer), la de la Virgen del Rosario y la de Nuestro Padre Jesús, también presentadas aquí.

* * * * *

    También es detallista y muy conseguido en su viveza el relieve, en arcilla [il. n.º 22], de su hermano Paco “el Marmolista” (hermano menor de Miguel, nacido en 1906, y fallecido en Mataró el 4 de diciembre de 1970), que en el cementerio de Mataró, donde está enterrado, está traducido a bronce. Paco estuvo de ayudante, aprendiendo el oficio de su hermano, ya en Caudete y cuando este esculpía la talla de la Virgen de Gracia en Pedreguer. 

    Después, desde que se casó en 1947 residió en Caudete, donde realizó obras de importancia, entre las que está el escudo de Caudete que se ostenta en la fachada del Ayuntamiento [il. n.º 23], una fuente que estaba en la esquina de la calle Deán Martínez con Gerardo Mates, y muy conseguidos monumentos fúnebres que están en nuestro cementerio [il. n.os 24-29]. 

  También restauró en 1960 la Virgen de Gracia que había en la Cruz, en el Camino de la Virgen, y que, como confiesa en el reverso de una fotografía [il. n.º 30a-b], figuraba “en la antigua fachada de la Ermita hasta el año 1907”, año en que fue reformada y pintada suntuosamente por el pintor alcoyano Agustín Espí Carbonell.
   
     Esta antigua imagen, tallada en piedra caliza y de tamaño natural, perduró en la Cruz de Piedra hasta 2010, en que, precisamente el día 8 de septiembre, festividad de la Virgen de Gracia, se la encontró salvajemente mutilada, siendo desde entonces definitivamente retirada (noticia que recogió Chimo Medina en su conocido blog). 

 En la ilustración que nos muestra un fragmento de un dibujo del pintor caudetano Pedro Torres Cotarelo, podemos ver la fachada del Santuario tal como quedó a su terminación en 1758, basado en una desvaída fotografía de 1897 [il. n.º 30h]. En él se puede apreciar, colocada en una hornacina sobre la puerta del Santuario, la imagen de piedra de la Virgen de Gracia que estaba en la Cruz de Piedra. El dibujo puede verse entero en la Revista de Fiestas de 1982 (“Comentando un dibujo”, por E.B.M.).

* * * * *

No está de más en esta semblanza del escultor de la nueva imagen de la Virgen de Gracia dar aquí un sentido y hermoso poema de su hermano Gaspar dedicado a esta misma Virgen, conservado en un cuadernillo manuscrito con otros tres poemas marianos. Ya hemos visto que Gaspar, como Presidente de la Sección Adoradora Nocturna de Caudete, fue quien primero transmitió a la Mayordomía el anhelo que se tenía por tener una nueva imagen de la Virgen semejante a la antigua.

A LA VIRGEN DE GRACIA
Plegaria

Reina del Cielo, Virgen de Gracia,
Madre y Auxilio de los Cristianos,
en esta vida, valle de abrojos,
no me abandones, sé Tú mi amparo.

Si al alma mía falta tu gracia,
¿cómo, Señora, te podrá amar?
Cual flor sedienta en ardiente estío
sin dar su fruto se agostará.

Si muchas veces por mis pecados
de tus dolores la causa fui,
hoy ya contrito mis yerros lloro
y anhelo solo vivir por Ti.

En el desierto de este destierro
amarga herencia nos legó Adán;
pero tu auxilio, Virgen de Gracia,
de muerte eterna me librará.

Cuando el orgullo y el egoísmo
y la soberbia y la vanidad
y los placeres que dan la muerte
con su engañosa felicidad,

con sus halagos y vil astucia
perder mi dicha quieran lograr,
haz que te invoque, Virgen sin mancha,
y la victoria Tú me darás.

Haz, Virgen Santa, que persevere
en tu servicio con viva fe,
Tú que eres Reina de mis amores
y a quien mi vida ya consagré.

Y cuando llegue la hora postrera,
Madre y Refugio del pecador,
haz que yo muera como los santos
que siempre ansiaron volar a Dios.

Y sea tu nombre, Virgen de Gracia,
el que pronuncie yo al expirar,
y por tu gracia y por tu nombre
obtendré el triunfo sobre Satán.

Reina del Cielo, Virgen de Gracia,
Madre y Auxilio del pecador,
en esta vida, valle de abrojos,
a Ti confío mi corazón.

Gaspar Bañón Díaz

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      Con esta presentación de nuestro ilustre paisano, creemos haber pagado en parte la deuda de reconocimiento y gratitud que le debíamos, y, aunque sea póstumamente, ojalá a no mucho tardar una calle de nuestro municipio ostente el nombre de “Escultor Miguel Bañón” (como la tienen los pintores caudetanos Torres Cotarelo, Perezgil y Rafael Requena), deseo que él esperaba ver cumplido en vida.

Miguel Requena Marco


















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