¿Se puede ser de izquierdas y tener conciencia social y ganar dinero, o lo que es lo mismo: ser rojo y rico?, Óscar de Caso.
Debe de haber un equilibrio. Engels era un tipo pudiente y financió durante mucho tiempo a Marx. El problema del dinero es primero cómo lo ganas y en segundo lugar cómo lo gastas. Si tienes mucho dinero en un mundo profundamente desigual, tienes que ser consciente de que el dinero que tienes es un dinero que no tienen otros. Las desigualdades se alimentan porque a la gente no le pagan su trabajo de una manera decente; eso genera trasvases de las mayorías a las minorías. Si tienes mucho dinero es porque no se lo están pagando a los demás.
Por tanto, hay un elemento intrínseco de inmoralidad en tener mucho dinero en las sociedades capitalistas. Hay una parte que puede tener que ver con un golpe de suerte, con haber sido muy industrioso, con poder ahorrar más al tener menos gastos cuando no tienes familia ni hijos. Pero, al igual que en el caso de las cooperativas, la vida social es una suerte de enorme cooperativa donde las grandes desigualdades dinamitan la paz social y la vida en común. Esto ya está en la Biblia.
Es muy complicado tener compromiso con la igualdad cuando vas a comer o cenar a restaurantes de 100 euros el cubierto. Creo que se tiene dificultades para sentir con el pueblo cuando tus zonas de veraneo o tus zonas de ocio tiene por metro cuadrado altas zonas de negocio.
Cuando se habla de la gente que tiene dinero estamos pensando en Bárcenas, que ha robado ¿50 millones de euros? Que los ha robado, que no ha recibido una herencia de una manera legal, sino que los ha robado. Estamos pensando en sueldos medios de los directivos que han saqueado las Cajas de Ahorros y cuyas indemnizaciones multiplican varias veces las indemnizaciones que tiene la persona que más tiene.
Cuando miras la fortuna de Amancio Ortega, cuando miras la riqueza que tienen los empresarios del IBEX 35, cuando miras el dinero que ha acumulado José María Aznar o Felipe González. Esa gente sí es millonaria. No tenemos que confundir el compromiso político con ningún tipo de tarea de apostolado religioso.
La fórmula ideal de compromiso es trabajar para evitar las desigualdades, tener una posición que te permita confrontar a los poderosos, formarte para tener más cualificación y más herramientas para poder frenar la construcción de desigualdades en nuestro país. Creo que eso forma parte también de un compromiso político.
La fórmula ideal de compromiso es trabajar para evitar las desigualdades, tener una posición que te permita confrontar a los poderosos, formarte para tener más cualificación y más herramientas para poder frenar la construcción de desigualdades en nuestro país. Creo que eso forma parte también de un compromiso político.
No pasa por un voto de pobreza sino que pasa por un compromiso de no amedrentarse ante los poderosos, de no tener miedo y de no exceder los límites que te ponen del otro lado. Si mi nivel de vida se alejara del modelo de sociedades por el que lucho, mi pelea sería inútil.
En España estamos acostumbrados al capitalismo de amiguetes: uno se hace rico porque tiene a alguien que te da una concesión. En otros países se hacen millonarios los que tienen la habilidad de crear Apple o Microsoft en un garaje, los que tienen una idea brillante, como aquel tipo que se hizo millonario porque se le ocurrió patentar una tirita negra para los afroamericanos.
Si la riqueza se construye entre todos, se tiene que repartir también entre todos. Tú puedes ser muy rico, pero no vas a poder cenar un pescado maravilloso si no hay quienes lo pescan, lo llevan a la lonja, lo traen al mercado, lo limpian y lo cocinan. Esa concepción de que la riqueza es social, y de que por tanto hay un elemento de justicia en su reparto social, es lo que hay detrás de la construcción de los Estados sociales y democráticos de derecho.
Las desigualdades extremas están rompiendo el principio de homogeneidad, están cuestionando las bases de homogeneidad de nuestras sociedades y por tanto, se están generando, sobre las bases de esas diferencias, rencillas, frustraciones, pobreza que rompe la paz social. Es por eso por lo que era bastante sensato en nuestras sociedades de apenas veinte o treinta años que las grandes fortunas pagasen muchos impuestos y que los hijos, que nacen igual de desnudos, nazcamos donde nazcamos, no tengamos de partida grandes ventajas unos respecto de otros.
No puede ser que, porque tus padres hayan tenido más suerte o por las razones que sean, tú nazcas rico y tengas una vida regalada, y otro nazca pobre y por tanto tenga una vida condenada a todo tipo de incertidumbres. Los impuestos de sucesiones, los impuestos de patrimonio, los impuestos a los ricos lo que buscan es devolver ese equilibrio a la sociedad. Puede haber desequilibrios en nuestro desarrollo, pero hay momentos en que volvemos a reequilibrarnos.
Eso se hace mucho más urgente en nuestra sociedad, porque al financiarizarse la economía nos estamos encontrando con que los ricos ya no son ricos por ningún tipo de creación de riqueza, sino que son ricos por la propia acción de elementos financieros heredados o burbujas especulativas que reproducen esos bucles que terminan siempre pagando las mayorías. La lucha contra las desigualdades se convierte en el elemento central de la política en el siglo XXI. Así como el siglo XX fue el siglo por la lucha de la libertades. Juan Carlos Monedero.
Ya lo sabemos,
es difícil
decir que no.
Ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza,
sentir que otros,
los peores,
entran a saco por tu sueño.
Ya lo sabemos,
es difícil
decir que no,
decir no quiero.
No obstante,
cómo desalienta
verte bajar de tu esperanza,
saberte lejos de ti mismo,
oírte,
primero despacito,
decir que si,
decir si quiero,
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado.
Y ver que un día,
pobre diablo,
ya para siempre pordiosero,
poquito a poco
abres la mano,
y nunca más
puedes
cerrarla…
MARIO BENEDETTI
CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS. 1966
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