El pasado miércoles, a pesar de la espectacular sesión de fútbol que habían programado en todo el territorio Nacional y parte de Europa en la que tres equipos de mucho postín y solvencia profesional en la posesión del balón entre los pies libraban una feroz batalla en el terreno de juego para ver de alzarse con el triunfo de lo que se conoce como "Liga", conseguimos reunirnos una docena de incondicionales aficionados a la poesía en la "Librería Roma".Todo un éxito para la poca prédica que hoy en día tiene la poesía en favor de la prosa.
En este caso, ya es la tercera concentración que se realiza en la Librería Roma con el fin de leer, cada uno de los asistentes, a su poeta preferido. Miguel Díaz, -el organizador- que el día anterior presentaba su libro "Entre cartas", leyó varios poemas del poeta local José Serrano Amurrio que descubrió a través del libro de poemas "Entre dos luces" que el día anterior le había regalado el Ayuntamiento de manos del concejal de Urbanismo, Moisés López.
En este caso, ya es la tercera concentración que se realiza en la Librería Roma con el fin de leer, cada uno de los asistentes, a su poeta preferido. Miguel Díaz, -el organizador- que el día anterior presentaba su libro "Entre cartas", leyó varios poemas del poeta local José Serrano Amurrio que descubrió a través del libro de poemas "Entre dos luces" que el día anterior le había regalado el Ayuntamiento de manos del concejal de Urbanismo, Moisés López.
Gabriel Celaya, Pablo Neruda, León Felipe, Antonio Machado, Joan Manuel Serrat, Jose Agustín Goytisolo, Juan Gelmar, María Luis de la Peña Fernandez....Una asidua a estas sesiones, que no pudo asistir, Teresa Requena, recurrió a la tecnología actual y mandó, a través del móvil -¡qué maravilloso invento!- varias poesías que todos pudimos escuchar a través de las ondas. Uno de los alicientes, que ya es fijo en cada concentración poética, lo pone la madre de quien regenta la Librería Roma con sus sabrosas tartas caseras y mistela de la Cooperativa del Campo "San Isidro"... Les voy a dejar con dos poemas.
Uno es de la viuda de José Luis Sanpedro -humanista y economista, autor de "La sonrisa Etrusca"-, Olga Lucas, titulado "Los listos" y, el otro, de José Agustín Goytisolo que en 1977 publicaba "Taller de Arquitectura" donde ensalza y pontifica el trabajo de un yesaire enluciendo paredes y techos a destajo encima de un andamio en uno de sus mejores poemas titulado "Meditación sobre el yesero".
Como ustedes saben, y de sobra, Caudete tuvo a miles de jóvenes que un día se hicieron destajistas del yeso, actividad que marcó un antes y un después en el desarrollo urbanístico, social y económico de nuestro querido pueblo. Es el único poema que conozco que describa, de forma magistral, tan dura y ardua actividad dentro de la construcción escrito por quien también nos dejó ese desgarrador poema "Palabras para Julia" al que le pusieron música cantautores como Paco Ibáñez, Rosa León, Liliana Herrero, Kiko Veneno, Los Suaves, Serrat.......
LOS LISTOS
Los listos todo lo saben,
para eso son listos.
Saben lo que hacen,
dicen, piensan y oyen.
Saben lo que hago,
digo, pienso y oigo.
Más aún, saben
lo que les conviene
y lo que me conviene,
lo que deben hacer
y lo que yo debo hacer.
Los listos, ¡qué listos son!
Lástima que no sean mudos.
MEDITACIÓN SOBRE EL YESERO
(Homilía al modo preconciliar pronunciada
con motivo de iniciarse las obras para la
construcción de un edificio)
Considerad hermanos
las pacientes virtudes
del yesero su libre
esclavitud el suave
trajinar de sus manos
en el cañizo
firmes los pies
sobre el tablón aquel
las canciones alegres
del almuerzo el calor
la honesta mala leche
que le desborda el alma
cuando la regla indica
la tenaz resistencia
de la arista y en fin
su vida repetida
lunes a lunes bajo
la implacable mirada
del capataz las horas
y los metros cuadrados
confundiendo la sangre
y el destajo. Pensad
con el ánimo contrito
cómo inicia el trabajo
saliendo de las últimas
paredes de la noche
y de qué modo cuida
la botella de vino
cómo cambia de ropa
con qué atención repasa
los viejos utensilios
del oficio las reglas
los cordeles el balde
qué bien mueve en el agua
el blanco polvo fino
y después cómo sube
hasta alcanzar los límites
del techo revocado
mientras sus ojos miden
la comba del cañizo
el enlucido tierno
las cornisas los ángulos.
Así podréis ahora
meditar la importancia
de su oscuro trabajo
y observaréis que siempre
de recuadro en recuadro
la gaveta persigue
los pasos del yesero
y escucharéis los gritos
las canciones el viento
que sopla en los dinteles
y también por los patios
cómo suenan los golpes
de los picos y palas
mientras el yeso cubre
los techos y tabiques
con su máscara ciega
tal un traje de olvido.
Así es amigos míos
la vida del yesero
éstas son las pequeñas
virtudes que le asisten
y que hemos meditado
para entender tan sólo
la dimensión de un hombre
que vive de su oficio
algo prosaico es cierto
carente de grandeza
que no saldrá en los libros
de historia por supuesto
mas que sumada a otra
vida y a otra y a otra
nos da la simple suma
de miles y millones
de hombres como éste que
viven odian trabajan
estudian y pasean
llenan los cines aman
mueren oscuramente
pero que son la fuerza
la única fuerza oídlo
que llegará algún día
a edificar un mundo
en libertad. Amén.
Pero...¿cómo conoce tan bien este poeta el oficio de yesaire?, se preguntara quien sepa de que va la cosa. Goytisolo trabajó, en la década de los 70 en un Estudio de Arquitectura y Urbanismo en Barcelona. Solo un alma sensible, como la suya, podía apreciar cómo y bajo qué condiciones se desarrollaba -digo se desarrollaba porque ahora no hay faena- este duro oficio a destajo que a tantas personas atrapó en Caudete. Les dedico, con mucho cariño, este singular e irrepetible poema a los que en su día fueron excelentes yesaires, que no aparecen un los libros de historia, como dice Goytisolo en sus versos, pero que han dejado su impronta entre nosotros como El "Patillas", El "Rín", Los "Tomates", Pepe Caerols, El "Molinero", El "Maza", El "Cebollero", "El Rambla", El "Yanki", Los "Gachas"..... y tantos otros.
Uno es de la viuda de José Luis Sanpedro -humanista y economista, autor de "La sonrisa Etrusca"-, Olga Lucas, titulado "Los listos" y, el otro, de José Agustín Goytisolo que en 1977 publicaba "Taller de Arquitectura" donde ensalza y pontifica el trabajo de un yesaire enluciendo paredes y techos a destajo encima de un andamio en uno de sus mejores poemas titulado "Meditación sobre el yesero".
Como ustedes saben, y de sobra, Caudete tuvo a miles de jóvenes que un día se hicieron destajistas del yeso, actividad que marcó un antes y un después en el desarrollo urbanístico, social y económico de nuestro querido pueblo. Es el único poema que conozco que describa, de forma magistral, tan dura y ardua actividad dentro de la construcción escrito por quien también nos dejó ese desgarrador poema "Palabras para Julia" al que le pusieron música cantautores como Paco Ibáñez, Rosa León, Liliana Herrero, Kiko Veneno, Los Suaves, Serrat.......
LOS LISTOS
Los listos todo lo saben,
para eso son listos.
Saben lo que hacen,
dicen, piensan y oyen.
Saben lo que hago,
digo, pienso y oigo.
Más aún, saben
lo que les conviene
y lo que me conviene,
lo que deben hacer
y lo que yo debo hacer.
Los listos, ¡qué listos son!
Lástima que no sean mudos.
MEDITACIÓN SOBRE EL YESERO
(Homilía al modo preconciliar pronunciada
con motivo de iniciarse las obras para la
construcción de un edificio)
Considerad hermanos
las pacientes virtudes
del yesero su libre
esclavitud el suave
trajinar de sus manos
en el cañizo
firmes los pies
sobre el tablón aquel
las canciones alegres
del almuerzo el calor
la honesta mala leche
que le desborda el alma
cuando la regla indica
la tenaz resistencia
de la arista y en fin
su vida repetida
lunes a lunes bajo
la implacable mirada
del capataz las horas
y los metros cuadrados
confundiendo la sangre
y el destajo. Pensad
con el ánimo contrito
cómo inicia el trabajo
saliendo de las últimas
paredes de la noche
y de qué modo cuida
la botella de vino
cómo cambia de ropa
con qué atención repasa
los viejos utensilios
del oficio las reglas
los cordeles el balde
qué bien mueve en el agua
el blanco polvo fino
y después cómo sube
hasta alcanzar los límites
del techo revocado
mientras sus ojos miden
la comba del cañizo
el enlucido tierno
las cornisas los ángulos.
Así podréis ahora
meditar la importancia
de su oscuro trabajo
y observaréis que siempre
de recuadro en recuadro
la gaveta persigue
los pasos del yesero
y escucharéis los gritos
las canciones el viento
que sopla en los dinteles
y también por los patios
cómo suenan los golpes
de los picos y palas
mientras el yeso cubre
los techos y tabiques
con su máscara ciega
tal un traje de olvido.
Así es amigos míos
la vida del yesero
éstas son las pequeñas
virtudes que le asisten
y que hemos meditado
para entender tan sólo
la dimensión de un hombre
que vive de su oficio
algo prosaico es cierto
carente de grandeza
que no saldrá en los libros
de historia por supuesto
mas que sumada a otra
vida y a otra y a otra
nos da la simple suma
de miles y millones
de hombres como éste que
viven odian trabajan
estudian y pasean
llenan los cines aman
mueren oscuramente
pero que son la fuerza
la única fuerza oídlo
que llegará algún día
a edificar un mundo
en libertad. Amén.
Pero...¿cómo conoce tan bien este poeta el oficio de yesaire?, se preguntara quien sepa de que va la cosa. Goytisolo trabajó, en la década de los 70 en un Estudio de Arquitectura y Urbanismo en Barcelona. Solo un alma sensible, como la suya, podía apreciar cómo y bajo qué condiciones se desarrollaba -digo se desarrollaba porque ahora no hay faena- este duro oficio a destajo que a tantas personas atrapó en Caudete. Les dedico, con mucho cariño, este singular e irrepetible poema a los que en su día fueron excelentes yesaires, que no aparecen un los libros de historia, como dice Goytisolo en sus versos, pero que han dejado su impronta entre nosotros como El "Patillas", El "Rín", Los "Tomates", Pepe Caerols, El "Molinero", El "Maza", El "Cebollero", "El Rambla", El "Yanki", Los "Gachas"..... y tantos otros.
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