En el escenario donde se realiza el análisis de como han
transcurrido las Fiestas siempre han salido a la palestra los cortes o interrupciones en los desfiles, sobre todo en el de La Entrada. Parece que nos habíamos
resignado a que duraran la intemerata,
algunos cerca de cuatro horas. No había ningún galeno que se atreviera a curar
este mal festero. Por fin, en La Entrada de ayer los cortes no deslucieron
el acto.
La banda de Santa Cecilia pasó delante de la tribuna a las ocho menos
cuarto y, a las diez y media, el paso de la bandera de La Antigua daba por concluido
un desfile que resultó ameno, distraído, entretenido e interesante. Ya era hora
de organizar un desfile sin unos cortes que han venido atentando contra la
paciencia del espectador. Y no es por haber salido menos escuadras. Que salgan
más o menos gente a desfilar, no tiene nada que ver con que se produzcan interrupciones. Hace dos años se
produjo un fenomenal corte de veinte minutos nada menos que en La Ofrenda.
Cabe preguntarse si se debe al azar o a la buena gestión del
nuevo Alcalde de Fiestas que les leyó la cartilla a los organizadores de las Comparsas
o si fueron estos los que le propusieron a Paco Medina realizar un desfile pensando en el sufrido espectador.
Dentro de unas semanas tendremos ocasión de saberlo, cuando a la Asamblea se lleve el Análisis
de lo que ahora esta ocurriendo.
La crisis económica se notó, sobre todo, en la Comparsa de Tarik, con la presencia de menos escuadras. Por el contrario,
asistimos a un renacimiento de La Antigua, galeotes incluidos. El resto de comparsas, con muchos
sacrificios y recortes presupuestarios, mantienen el tipo. Es curioso que una
banda de patos –o de ocas- pudiera causar tanto revuelo entre el público. Y es
que lo original .....siempre llama la atención.
¡Como vería el patio el dueño de estos bichos! que
no se atrevió a pasarlos por la calle Mayor y les acotó el viaje por debajo de
la tribuna. Y es que en el sitio más estrecho del itinerario del desfile se produce la mayor
concentración de jóvenes que, bien pertrechados de alcohol, se vuelcan en aplausos con los actores de forma similar a un final de etapa de montaña del "Tour de France".
Pero lo grave es que aquí se trata de un botellón encubierto que deja la calle impracticable después del desfile. El concejal de Fiestas
estuvo estudiando algún remedio para ver si los vecinos recuperamos la calle. ¿Se puede presenciar un desfile sin ingerir grandes dosis de alcohol y sin mear la vía
pública? ¡Ahi es donde le duele al enfermo! Es una cuestión de educación y de respeto... Deberían reflexionar sobre este comportamiento estos chicos y chicas. Esta claro que si tuviera veinte años llevaría a mis amigos a ver La Entrada a la calle Mayor para que disfrutaran de sensaciones fuertes. Aquello ....es inenarrable. Felices Fiestas.
Los dos Policías que gozan de buena salud.... ¡al pie del cañón!
Milagros Sánchez y su marido, de Valverde del Jucar
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