Releyendo un
libro del señor Estefanía, don Joaquín, me encuentro con una carta que le mandó
el colectivo “Marea Granate” (que toma el nombre por el color del pasaporte) a
los ministros de Empleo, Fátima Báñez; y de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis
en legítima respuesta a las desgraciadas declaraciones que hicieron los mismos
sobre la lamentable emigración de los jóvenes españoles.
Paso a
resumírselas. La reactivación de las fronteras, como en otros momentos tristes
de la historia, permite concebir la libertad de movimientos de las personas
como un bien mayor de nuestro tiempo, que se va restringiendo poco a poco,
debido al terrorismo y a las migraciones masivas que generan aptitudes
defensivas.
La libertad de movimientos de las personas se concibe como un bien mayor siempre que estas corrientes sean voluntarias por el deseo de conocer o desenvolverse en otros lugares distintos de aquel en el que uno nació.
La libertad de movimientos de las personas se concibe como un bien mayor siempre que estas corrientes sean voluntarias por el deseo de conocer o desenvolverse en otros lugares distintos de aquel en el que uno nació.
El acto
forzoso de inmigración de nuestros jóvenes (para buscar trabajo o futuro) la
Ministra lo calificó como “movilidad exterior”. Sin embargo, solo fueron un aperitivo
si las comparamos con las palabras pronunciadas en sede parlamentaria por el
Ministro Dastis cuando este, restó importancia a esta inmigración juvenil,
disparada en España durante los años de esta maldita crisis: “Irse fuera a
vivir, a trabajar, enriquece, abre la mente y fortalece habilidades […] . Actualmente,
quienes salen fuera muestran una iniciativa, una inquietud, una amplitud de
miras, adaptabilidad y apertura a nuevos horizontes”.
Solo le faltó añadir a este ministro que aquellos jóvenes que se emanciparon de sus padres y no tienen más remedio que volver al redil porque se quedan sin trabajo y no pueden pagar la vivienda y sus gastos, regresan al seno familiar por amor a sus progenitores, lo que sin duda es bueno.
Solo le faltó añadir a este ministro que aquellos jóvenes que se emanciparon de sus padres y no tienen más remedio que volver al redil porque se quedan sin trabajo y no pueden pagar la vivienda y sus gastos, regresan al seno familiar por amor a sus progenitores, lo que sin duda es bueno.
A estas
improcedentes, inoportunas y torpes palabras de los Ministros del PP, el colectivo
“Marea Morada”, que se define como colectivo transnacional y apartidista y que
está formado por emigrantes españoles escribió una carta pública en la que
venían a decirles a sus señorías: que los emigrantes no llaman al acto de irse “iniciativa”, sino
“necesidad”; no lo llaman “inquietud”, sino “desesperación”...
....no lo llaman, señores Ministros, “amplitud de miras” porque la decisión de partir no la tomamos para abrir nuestra mente a “nuevos horizontes”, sino que nos vemos forzados a hacerlo para dejar de suponer una carga para nuestras familias, para contribuir a mantenernos y, para poder aspirar a una vida digna […].
....no lo llaman, señores Ministros, “amplitud de miras” porque la decisión de partir no la tomamos para abrir nuestra mente a “nuevos horizontes”, sino que nos vemos forzados a hacerlo para dejar de suponer una carga para nuestras familias, para contribuir a mantenernos y, para poder aspirar a una vida digna […].
....Entendemos que su
deformación profesional, como persona que ha formado su carrera en política, y
en un medio social elevado, le impide comprender cómo emigra el común de los
mortales, así que se lo explicamos: cuando finalmente encontramos un empleo,
después de mucho sudor y lágrimas, no somos pocos los que, con o sin título
universitario, acabamos en la construcción, en la hostelería o en la
restauración, con salarios y horarios ridículos....
....Hay quienes llegan a conseguir el trabajo de sus sueños, cierto, pero a costa de estar lejos de la familia y de los amigos no temporal, sino permanente […]. Muchos vivimos con la certeza de saber que no podremos volver”.
....Hay quienes llegan a conseguir el trabajo de sus sueños, cierto, pero a costa de estar lejos de la familia y de los amigos no temporal, sino permanente […]. Muchos vivimos con la certeza de saber que no podremos volver”.
La Marea
Granate concluye: “Después de ver su intervención, hemos sentido rabia e
impotencia. Desde todas partes, lejos de nuestros seres queridos y justo en la
época de Navidad, sus palabras nos parecen un despropósito. Decía usted que
“irse a vivir y a trabajar fuera enriquece, abre la mente y fortalece
habilidades sociales”. Por supuesto, el matiz está en que esa no es la causa de
nuestro viaje, sino la consecuencia”.
A todas estas
ciertas afirmaciones, benditos lectores, a un servidor solo le queda añadir dos
palabras que vi escritas en una pintada en La Puerta del Sol de Madrid:
“¿RECORTES?: ¡LUCHA!”
Allá por el
año 1974, un Serrat con 21 años componía la canción “Soneto a mamá”.
Incluyéndola en el disco “Canción infantil”. En ella plantea la salida del
hogar, de la búsqueda de horizontes nuevos, de hacer camino por uno mismo, de
acumular las experiencias de la vida, sin mirar atrás.
No es que no vuelva, porque me he olvidado
de tu olor a tomillo y a cocina.
De lejos, dicen que se ve más claro,
que no es igual quién anda y quién camina.
Y supe que el amor tiene ojos verdes,
que cuatro palos tiene la baraja,
que nunca vuelve aquello que se pierde
y la marea sube y luego baja.
Supe que lo sencillo no es lo necio,
que no hay que confundir valor y precio,
y un manjar puede ser cualquier bocado
si el horizonte es luz y el rumbo un beso,
No es que no vuelva porque me he olvidado:
es que perdí el camino de regreso,
Mamá...
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