Esta foto se la hice a José Pérez Navarro, más conocido por "Pepe Claveles", a la salida del entierro de José Gimenez Sánchez "Milan". Estaba saludando a Pedro "Patillas". Ahora no se usa pero, antaño, el mote era muy frecuente. Lo de Patillas le viene a Pedro de su abuelo que era "Guarda de Campo" y llevaba unas patillas muy acusadas, y "Claveles" se lo puso a Pepe un curioso personaje, "Perico Molina", que tenía una tienda de "Ultramarinos" en la calle Mayor. Pepe Claveles y Pedro Patillas coincidieron en la Corporación Municipal, uno como Alcalde y el otro como Concejal en distintas áreas.
Claveles también había formando parte de la Corporación con José Puche Soriano, José Brotons y Manuel Amorós como Alcaldes. De profesión panadero, amante de la poesía y buen rapsoda -su amigo Perico Molina era un excelente actor en las Embajadas- colaboró a hacer grande el pueblo promoviendo viviendas como socio y Gerente de la "Cerámica de San Antonio", junto con Miguel Camarasa y Ramón Blanes como maestro de obras. Promovieron la construcción de una piscina, al lado de la cerámica, que en su día constituyó una revolución social por su diseño y por lo avanzado de sus instalaciones.
Entre las calles Corona de Aragón, Antonio Amorós, Alcalde Luis Pascual y La Zafra, la Cerámica promovió y construyó más de 100 viviendas utilizando el famoso ladrillo del 9 para confeccionar los muros de carga siendo el Arquitecto Arturo Menguell y el Aparejador Francisco López Escribano, a quien llegué a conocer en un homenaje que le tributó el Colegio de Aparejadores de Albacete.
Pedro, que fue Alcalde desde 1972 hasta el 79, año en el que le pasó el testigo a Vicente Lillo, recuerda con cariño a Claveles como mediador y pacificador entre los dos grupos políticos que entonces estaban enfrentados en el Ayuntamiento. Más o menos, como ahora el Pp y el Psoe. En una entrevista que le hice, calificaba a Pepe de "hombre trabajador, liberal, dialogante y sensato, respondiendo siempre con ecuanimidad y mesura a los problemas que surgían en el Ayuntamiento en el día a día".
Con veinte años menos que Pepe, Pedro había empezado en el mundo de la construcción como yesaire y curiosamente estuvo enluciendo la primera promoción de viviendas gestionadas por la Cerámica....Conocí a Claveles el año 1980 cuando la cerámica estaba en pleno apogeo. Para realizar los pedidos de ladrillos me lo encontraba en la oficina con su amigo Miguel Camarasa...Eran dos personajes entrañables con distintos puntos de vista político pero que se llevaban como hermanos. Miguel también fue concejal en la primera Legislatura democrática por el partido socialista.
Lo más atractivo de Claveles era el profundo sentido del humor que siempre derrochaba y, como dice Pedro, una persona con los pies en el suelo que sabía estar y alternar con todo el mundo. Un tipo inteligente, con una vision crítica de lo que le rodeaba, de caracter alegre y optimista. La botella, siempre la veía medio llena. Hablar con él era todo un placer. Tenía gustos dispares. Podía empezar con la política y acabar recitando poesía. Era...un filósofo.
Llamé a mi amigo Gaspar "el Moro" el pasado domingo por la noche para pedirle unos datos y me dijo que por la tarde había asistido al sepelio de Claveles. Tenía previsto visitarlo para hacerle una entrevista. Una semana antes, su hijo Paco me decía de su padre que se encontraba muy bien. Que no podía subir escaleras y que por eso ahora vivia en la planta baja de la esquina entre la calle El Horno y el Callejón de las Campanas. Como no pude acompañar a Pepe en su último viaje, le dedico esta crónica en la que aparece al lado de dos amigos y compañeros de la política local, que los dos fueron Alcaldes y él concejal con ellos: el "Patillas" y "el Gestor". Descansa en paz, querido amigo.
Como he dicho anteriormente, Claveles, como Perico Molina, era un buen rapsoda. Me enseño una poesía -redondillas- que él me recitaba de memoria, escrita por una religiosa poeta, nacida en Mexico en 1651: Sor Juana Inés de la Cruz. En este poema, la monja está justificando el por qué existen mujeres que engañan y, al mismo tiempo, explica quien es realmente el que tiene la culpa de que hayan ciertas damas con tal comportamiento. Pepe me la recitaba de memoria. Dice así:
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Sor Juana Inés de la Cruz
Claveles también había formando parte de la Corporación con José Puche Soriano, José Brotons y Manuel Amorós como Alcaldes. De profesión panadero, amante de la poesía y buen rapsoda -su amigo Perico Molina era un excelente actor en las Embajadas- colaboró a hacer grande el pueblo promoviendo viviendas como socio y Gerente de la "Cerámica de San Antonio", junto con Miguel Camarasa y Ramón Blanes como maestro de obras. Promovieron la construcción de una piscina, al lado de la cerámica, que en su día constituyó una revolución social por su diseño y por lo avanzado de sus instalaciones.
Entre las calles Corona de Aragón, Antonio Amorós, Alcalde Luis Pascual y La Zafra, la Cerámica promovió y construyó más de 100 viviendas utilizando el famoso ladrillo del 9 para confeccionar los muros de carga siendo el Arquitecto Arturo Menguell y el Aparejador Francisco López Escribano, a quien llegué a conocer en un homenaje que le tributó el Colegio de Aparejadores de Albacete.
Pedro, que fue Alcalde desde 1972 hasta el 79, año en el que le pasó el testigo a Vicente Lillo, recuerda con cariño a Claveles como mediador y pacificador entre los dos grupos políticos que entonces estaban enfrentados en el Ayuntamiento. Más o menos, como ahora el Pp y el Psoe. En una entrevista que le hice, calificaba a Pepe de "hombre trabajador, liberal, dialogante y sensato, respondiendo siempre con ecuanimidad y mesura a los problemas que surgían en el Ayuntamiento en el día a día".
Con veinte años menos que Pepe, Pedro había empezado en el mundo de la construcción como yesaire y curiosamente estuvo enluciendo la primera promoción de viviendas gestionadas por la Cerámica....Conocí a Claveles el año 1980 cuando la cerámica estaba en pleno apogeo. Para realizar los pedidos de ladrillos me lo encontraba en la oficina con su amigo Miguel Camarasa...Eran dos personajes entrañables con distintos puntos de vista político pero que se llevaban como hermanos. Miguel también fue concejal en la primera Legislatura democrática por el partido socialista.
Lo más atractivo de Claveles era el profundo sentido del humor que siempre derrochaba y, como dice Pedro, una persona con los pies en el suelo que sabía estar y alternar con todo el mundo. Un tipo inteligente, con una vision crítica de lo que le rodeaba, de caracter alegre y optimista. La botella, siempre la veía medio llena. Hablar con él era todo un placer. Tenía gustos dispares. Podía empezar con la política y acabar recitando poesía. Era...un filósofo.
Llamé a mi amigo Gaspar "el Moro" el pasado domingo por la noche para pedirle unos datos y me dijo que por la tarde había asistido al sepelio de Claveles. Tenía previsto visitarlo para hacerle una entrevista. Una semana antes, su hijo Paco me decía de su padre que se encontraba muy bien. Que no podía subir escaleras y que por eso ahora vivia en la planta baja de la esquina entre la calle El Horno y el Callejón de las Campanas. Como no pude acompañar a Pepe en su último viaje, le dedico esta crónica en la que aparece al lado de dos amigos y compañeros de la política local, que los dos fueron Alcaldes y él concejal con ellos: el "Patillas" y "el Gestor". Descansa en paz, querido amigo.
Como he dicho anteriormente, Claveles, como Perico Molina, era un buen rapsoda. Me enseño una poesía -redondillas- que él me recitaba de memoria, escrita por una religiosa poeta, nacida en Mexico en 1651: Sor Juana Inés de la Cruz. En este poema, la monja está justificando el por qué existen mujeres que engañan y, al mismo tiempo, explica quien es realmente el que tiene la culpa de que hayan ciertas damas con tal comportamiento. Pepe me la recitaba de memoria. Dice así:
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Sor Juana Inés de la Cruz
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