El pasado 25 de noviembre llegaba a la Iglesia de Santa Catalina, procedente de la localidad de Gajano (Cantabria), la nueva campana que sustituirá a la “Catalina” o la “gorda”, nombre con el que también se la conoce por ser la de mayor tamaño de las cinco existentes en el campanario. Su llegada se ha hecho coincidir con la festividad de “Santa Catalina de Alejandría, Virgen y Mártir” y que da nombre a la Iglesia.
Para su interés, los nombres de las cinco campanas y su edad es la siguiente: la Micaela de 1924, Mª de los Dolores y Mª del Rosario, las dos de 1760, la del “Sagrado Corazón de Jesus” de 1739 y la Catalina de 1950.
Tras descargarla del camión, la campana se depositó en el crucero del Templo donde permanecerá hasta el día 8 de diciembre, fecha en la que será bendecida quedando lista para ser colocada en su lugar definitivo: la fachada noroeste de la Torre, fachada que da al callejón de las Campanas y que fue reabierto al público hace ahora cuatro años.
Para su interés, los nombres de las cinco campanas y su edad es la siguiente: la Micaela de 1924, Mª de los Dolores y Mª del Rosario, las dos de 1760, la del “Sagrado Corazón de Jesus” de 1739 y la Catalina de 1950.
Tras descargarla del camión, la campana se depositó en el crucero del Templo donde permanecerá hasta el día 8 de diciembre, fecha en la que será bendecida quedando lista para ser colocada en su lugar definitivo: la fachada noroeste de la Torre, fachada que da al callejón de las Campanas y que fue reabierto al público hace ahora cuatro años.
Se notaba alegría y regocijo en todos los que se acercaron a la Iglesia a recibirla. Era todo un acontecimiento. Alcalde, concejales, Salvador Batalla, Párroco y miembros de la “Asociación de Campaneros” que preside Francisco Javier Ponce, no olvidarán este 25 de noviembre. Han pasado más de tres años desde que se acordó realizar esta nueva campana. El presupuesto inicial era de 45.000 € más iva y se está pagando por fases, con la colaboración del pueblo e instituciones públicas.
La primera fase se pagó entre la Diputación (5.000 €), los Campaneros (2.500 €) y el Ayuntamiento (4.532 €). En la segunda fase han colaborado la Diputación(8.000 €), los Campaneros (5.000 €), la Parroquia (5.000 €) y el Ayuntamiento (8.527 €). El Presidente de los Campaneros nos decía que “falta por pagar la tercera fase y aprovechaba para invitar a quien quiera aportar un donativo a pasarse por la oficina de Correos”. Los Campaneros vienen dejando desde hace 16 años los donativos que reciben de las Cofradías, siendo la Del Niño la que más ha aportado (3.000 €) y otros 3.000 € de un donante que responde a las iniciales de J.M.C.G.
La actual campana, que lleva tiempo resquebrajada, se colocó en 1950 tras fundir el bronce de la campana original que también se había deteriorado. En esta ocasión se ha optado por una nueva, en vez de reutilizar el material por segunda vez. Según Ponce, hubiera encarecido el proceso por los análisis previos que había que realizar. El peso del metal asciende a 1.162 kg y el diámetro es de 1,24 m. La nota musical de esta campana es “RE”.
En el taller de los “Hnos Portilla” donde se ha fundido la campana, Abel y sus familiares han desarrollado un profundo interés por este patrimonio histórico, aportando importantes mejoras en la fundición de campanas tras el minucioso estudio de las difíciles técnicas de sus antepasados. No cabe duda de que en Gajano saben hacer campanas. Tan sólo quedan media docena de fundidores en toda España.
Cantabria ha sido y es, cuna de excelentes fundidores. Es ésta una tradición que pasa de unas manos a otras sucediéndose desde generaciones remotas. La aleación de una campana perfecta sería de 78 % de cobre puro y 22 % de estaño puro, considerando además que en toda fundición se produce una pérdida o merma del 10 %.
La primera fase se pagó entre la Diputación (5.000 €), los Campaneros (2.500 €) y el Ayuntamiento (4.532 €). En la segunda fase han colaborado la Diputación(8.000 €), los Campaneros (5.000 €), la Parroquia (5.000 €) y el Ayuntamiento (8.527 €). El Presidente de los Campaneros nos decía que “falta por pagar la tercera fase y aprovechaba para invitar a quien quiera aportar un donativo a pasarse por la oficina de Correos”. Los Campaneros vienen dejando desde hace 16 años los donativos que reciben de las Cofradías, siendo la Del Niño la que más ha aportado (3.000 €) y otros 3.000 € de un donante que responde a las iniciales de J.M.C.G.
La actual campana, que lleva tiempo resquebrajada, se colocó en 1950 tras fundir el bronce de la campana original que también se había deteriorado. En esta ocasión se ha optado por una nueva, en vez de reutilizar el material por segunda vez. Según Ponce, hubiera encarecido el proceso por los análisis previos que había que realizar. El peso del metal asciende a 1.162 kg y el diámetro es de 1,24 m. La nota musical de esta campana es “RE”.
En el taller de los “Hnos Portilla” donde se ha fundido la campana, Abel y sus familiares han desarrollado un profundo interés por este patrimonio histórico, aportando importantes mejoras en la fundición de campanas tras el minucioso estudio de las difíciles técnicas de sus antepasados. No cabe duda de que en Gajano saben hacer campanas. Tan sólo quedan media docena de fundidores en toda España.
Cantabria ha sido y es, cuna de excelentes fundidores. Es ésta una tradición que pasa de unas manos a otras sucediéndose desde generaciones remotas. La aleación de una campana perfecta sería de 78 % de cobre puro y 22 % de estaño puro, considerando además que en toda fundición se produce una pérdida o merma del 10 %.
En la parte superior de la campana aparece la epigrafía: "AD LAUDEM ET GLORIAM OMNIPOTENTIS DEI ET IN HONOREM SANCTAE CATHERINAE V. ET M." (Para alabanza y gloria de Dios omnipotente y en honor de Santa Catalina Virgen y Mártir) Es una invocación antigua, utilizada en documentos de la Corona de Aragón del siglo XIII, y en la de Castilla en el siglo XV.
Francisco Javier Ponce nos cuenta que “es la primera vez que nuestro gran colaborador y amigo D. Francesc Llop y Bayo (Director de la sección de museos de Valencia, Licenciado en Etnología y encargado por el Ministerio de Cultura para realizar el Inventario de todas las campanas de España), encuentra esta inscripción en una campana, por eso hemos mantenido toda la epigrafía de la antigua campana que sólo tiene 60 años ya que fue refundida en 1.950”
Los datos facilitados por Ponce de la nueva campana son los siguientes: la epigrafía de la parte superior aparece con el texto anterior seguida de Guirnalda de hojas de parra con letra tipo de palo. La epigrafía en el medio de la campana: 00 Santísimo Cristo de la Agonía, 03 Custodia Parroquia de Santa Catalina, 04-05 Imagen Niño Jesús, 06 Escudo de Caudete, 07-08 Imagen de Santa Catalina, 09 Escudo del fundidor. Epigrafía a medio pié: "CAUDETE 2010" (entre cordones) Guirnalda.
Tras bendecirla, el día de la Purísima, se procederá a colocarla en su lugar definitivo después de retirar la actual que se situará detrás de la Iglesia para que pueda ser admirada. Con las actuales grúas ésta no tiene por qué ser una operación complicada. Siglos atrás, cuando no se disponían de los actuales medios de transporte, los maestros fundidores realizaban las campanas “a pie de torre” tras elegir la zona donde se iban a realizar los moldes y el horno. De entre todos los adornos y símbolos que lleva la campana, destaca el Escudo original de Caudete cuyo molde realizó un escayolista local, propuesto por el Alcalde.
Francisco Javier Ponce nos cuenta que “es la primera vez que nuestro gran colaborador y amigo D. Francesc Llop y Bayo (Director de la sección de museos de Valencia, Licenciado en Etnología y encargado por el Ministerio de Cultura para realizar el Inventario de todas las campanas de España), encuentra esta inscripción en una campana, por eso hemos mantenido toda la epigrafía de la antigua campana que sólo tiene 60 años ya que fue refundida en 1.950”
Los datos facilitados por Ponce de la nueva campana son los siguientes: la epigrafía de la parte superior aparece con el texto anterior seguida de Guirnalda de hojas de parra con letra tipo de palo. La epigrafía en el medio de la campana: 00 Santísimo Cristo de la Agonía, 03 Custodia Parroquia de Santa Catalina, 04-05 Imagen Niño Jesús, 06 Escudo de Caudete, 07-08 Imagen de Santa Catalina, 09 Escudo del fundidor. Epigrafía a medio pié: "CAUDETE 2010" (entre cordones) Guirnalda.
Tras bendecirla, el día de la Purísima, se procederá a colocarla en su lugar definitivo después de retirar la actual que se situará detrás de la Iglesia para que pueda ser admirada. Con las actuales grúas ésta no tiene por qué ser una operación complicada. Siglos atrás, cuando no se disponían de los actuales medios de transporte, los maestros fundidores realizaban las campanas “a pie de torre” tras elegir la zona donde se iban a realizar los moldes y el horno. De entre todos los adornos y símbolos que lleva la campana, destaca el Escudo original de Caudete cuyo molde realizó un escayolista local, propuesto por el Alcalde.
La historia, que la protagonizan los hombres y mujeres de un pueblo, desde los tiempos del emperador Constantino, ha pasado por muchos puntos de inflexión. Unas veces hemos quemado templos. Otras, los hemos rehabilitado e iluminado para admirarlos. El hombre ha demostrado ser capaz de todo: de lo bueno y de lo malo. Siempre será mejor actuar con respeto a nuestra historia y tradiciones rehabilitando lo poco que nos queda en vez de dejarlo perder. Enhorabuena a todos los que se han implicado en esta “singular historia” que, de alguna manera, es la de un pueblo y su gente.
Un poco de historia sobre las campanas
Antxon Aguirre Sorondo es el autor de la descripción del proceso de fabricación de campanas que emplea Abel Portilla y de lo que a lo largo de los siglos para nosotros han significado. Como complemento de la historia de la “Catalina” y los datos que nos ha facilitado Ponce, la trascribo en su totalidad por su interés. Dice así:
……“A las campanas se las tiene como elementos explícitamente religiosos: no sólo se las bautiza con nombres de santos/as, sino que además presentan lemas sagrados inscritos en su superficie, y, por supuesto, han de ser bendecidas o bautizadas antes de ascender a sus campanarios. Con estas cualidades, no ha de extrañarnos que a su sonido se le atribuyesen virtudes benéficas tales como alejar las tormentas o atraer la protección divina”
El tañido solemnizaba los momentos señalados en las comunidades cristianas: la consagración en la misa, la llegada del obispo, el inicio de las procesiones, las exequias… Pero es que, además, antes de que se generalizasen los modernos medios electrónicos de interfonía, el repique de campanas cumplía en las comunidades religiosas con una importante misión transmisora.
……“A las campanas se las tiene como elementos explícitamente religiosos: no sólo se las bautiza con nombres de santos/as, sino que además presentan lemas sagrados inscritos en su superficie, y, por supuesto, han de ser bendecidas o bautizadas antes de ascender a sus campanarios. Con estas cualidades, no ha de extrañarnos que a su sonido se le atribuyesen virtudes benéficas tales como alejar las tormentas o atraer la protección divina”
El tañido solemnizaba los momentos señalados en las comunidades cristianas: la consagración en la misa, la llegada del obispo, el inicio de las procesiones, las exequias… Pero es que, además, antes de que se generalizasen los modernos medios electrónicos de interfonía, el repique de campanas cumplía en las comunidades religiosas con una importante misión transmisora.
Mediante un lenguaje sonoro articulado con campanas de diferentes diámetros y tonos, se sabía para quién era el mensaje y de qué dependencia procedía, actuando a la manera de una carta con remite. Asimismo, las campanas marcaban las horas tanto profanas como piadosas: el recreo, la comida, el reposo o las horas litúrgicas (misa, confesión, reflexión...). Por el mismo procedimiento se notificaba a los religiosos o religiosas que una jerarquía eclesiástica había fallecido o la proclamación de un nuevo Papa.
Similar aplicación ha conocido la campana en la vida social de nuestros pueblos. Por tradición centenaria las asambleas vecinales o los cuerpos de regidores se reunían en consejo convocados por el tañido de las campanas, como todavía se hace una vez al año en algunas localidades navarras para que los vecinos acudan a arreglar los caminos mediante el toque denominado “auzolan” o “a vereda”.
Hasta no hace muchos años en algunos de nuestros pueblos y barrios se anunciaba la buena nueva del nacimiento de un bebé por un sonido especial de la campana, atávica costumbre que llegó a tal depuración que la cualidad del tañido indicaba el sexo del recién nacido. Igual sucedía cuando un vecino agonizaba —toque de agonía— o cuando había fallecido —toque de difuntos—, señalándose en el segundo supuesto cuándo se celebrarían las honras.
En los tiempos ya lejanos en que las costas eran refugio estacional para las ballenas, los atalayeros hacían señales de humo para advertir del paso de un cetáceo por las aguas próximas, y a su vista se iniciaba el toque frenético de la campana de la cofradía local, que no cesaba hasta que todos los cazadores hubieran partido en persecución del codiciado mamífero. Los fareros y los barcos también volteaban sus campanas durante los días de niebla para evitar el riesgo de colisión.
En pequeñas aldeas y pueblos, sigue empleándose la llamada de fuego o rebato cuando se produce un incendio, a cuyo sonido todos los vecinos del pueblo y alrededores acuden solidariamente a sofocar el fuego. De aquí deriva que los antiguos coches de bomberos, policía, etc. portasen una campana que agitaban estrepitosamente en sus desplazamientos de emergencia.
En resumidas cuentas, hasta la aparición de los modernos medios de transmisión, las campanas hicieron posible la comunicación entre las personas. “Lenguas de metal que anunciaban dichas y desdichas”.
Similar aplicación ha conocido la campana en la vida social de nuestros pueblos. Por tradición centenaria las asambleas vecinales o los cuerpos de regidores se reunían en consejo convocados por el tañido de las campanas, como todavía se hace una vez al año en algunas localidades navarras para que los vecinos acudan a arreglar los caminos mediante el toque denominado “auzolan” o “a vereda”.
Hasta no hace muchos años en algunos de nuestros pueblos y barrios se anunciaba la buena nueva del nacimiento de un bebé por un sonido especial de la campana, atávica costumbre que llegó a tal depuración que la cualidad del tañido indicaba el sexo del recién nacido. Igual sucedía cuando un vecino agonizaba —toque de agonía— o cuando había fallecido —toque de difuntos—, señalándose en el segundo supuesto cuándo se celebrarían las honras.
En los tiempos ya lejanos en que las costas eran refugio estacional para las ballenas, los atalayeros hacían señales de humo para advertir del paso de un cetáceo por las aguas próximas, y a su vista se iniciaba el toque frenético de la campana de la cofradía local, que no cesaba hasta que todos los cazadores hubieran partido en persecución del codiciado mamífero. Los fareros y los barcos también volteaban sus campanas durante los días de niebla para evitar el riesgo de colisión.
En pequeñas aldeas y pueblos, sigue empleándose la llamada de fuego o rebato cuando se produce un incendio, a cuyo sonido todos los vecinos del pueblo y alrededores acuden solidariamente a sofocar el fuego. De aquí deriva que los antiguos coches de bomberos, policía, etc. portasen una campana que agitaban estrepitosamente en sus desplazamientos de emergencia.
En resumidas cuentas, hasta la aparición de los modernos medios de transmisión, las campanas hicieron posible la comunicación entre las personas. “Lenguas de metal que anunciaban dichas y desdichas”.
Joaquín Medina Íñiguez
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