Director de "El Periódico"
"No
nos dividáis entre buenos y malos, demócratas y antidemócratas, patriotas y
traidores... Vuestras líneas rojas las pisamos a
diario"
Jueves, 30 de julio
del 2015 - 21.28 h
"Cuando
vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar." Martin
Niemöller
Solo porque
no comulguemos ciegamente con vuestro credo, no nos señaléis.
Tolerad que alberguemos dudas así como nosotros respetamos vuestras férreas
convicciones. Ejerced vuestro derecho a expresar a voz en grito lo que sois sin
despreciar el nuestro a preguntarnos en silencio qué somos. En lugar de
imponernos vuestra fe, o de empujarnos a los brazos de la opuesta, compadeceos
de quienes jamás tuvimos fe alguna. O la perdimos de tanto
cuestionárnosla.
No
nos etiquetéis solo porque nos
traiga sin cuidado qué nacionalidad nos adjudica el documento de identidad. Ni
porque cuando suena un himno nacional, cualquiera que este sea, la mano no se
nos dispare automáticamente hacia el pecho en alarde de amor patrio. Ni porque
el flamear de las enseñas, que a vosotros tanto os conmueve, a nosotros nos deje
indiferentes.
No
marquéis con la cruz del sufijo '-istas'
(independentistas,
soberanistas,
unionistas,
unitaristas,
autonomistas,
federalistas,
confederalistas…) a
quienes nos negaríamos a pertenecer a cualquier club que nos aceptase como
socios. Preferimos que nos prohibáis el acceso a que luego nos tengáis que
expulsar por desafectos.
No
nos dividáis entre buenos y
malos, entre demócratas y antidemócratas, entre patriotas y traidores, porque
las líneas rojas que vosotros os empeñáis en trazar nosotros las pisamos a
diario. Y seguiremos haciéndolo. Si organizarais un partido de solteros contra
casados, elegiríamos quedarnos en el banquillo.
No
nos odiéis. Ahorradnos el
rencor de vuestra mirada cuando intentamos comprobar si es oro todo el material
que hacéis relucir. Cuando, antes de decidir si embarcamos o no en vuestra nave,
nos interesamos por los verdaderos propósitos y habilidades de la tripulación, y
también por los riesgos y desventuras que pudiera acarrear tan ambiciosa odisea.
Cuando atisbamos negras nubes de tormenta en ese horizonte que vosotros pintáis
tan despejado. Cuando, heréticos, osamos poner en tela de juicio que vuestra
Tierra Prometida sea realmente el vergel de abundancia y prosperidad con el que
soñáis.
No
nos asimiléis. Vosotros,
cartógrafos de naufragios venideros, tampoco pretendáis enrolarnos a la fuerza
en vuestra inconsciente cruzada. No nos convenceréis de que el mejor mundo
posible es el que ya nos habéis procurado, pues vuestra es también la culpa de
que hoy proliferen trincheras y banderías. Quienes por intereses espurios
dinamitasteis los frágiles puentes de la concordia habéis perdido cualquier
autoridad moral para enarbolar la bandera de la convivencia. Y mucho os costará
recuperarla.
Ni cínicos, ni
sediciosos
No
nos cataloguéis como cínicos solo
porque no acabemos de creernos que los mismos que derrocharon nuestra confianza
gobernando un territorio autónomo la restaurarían de regentar un estado
independiente. Ni nos tachéis de
sediciosos por defender que los problemas políticos solo se
resuelven mediante la política, que las disputas democráticas solo pueden
zanjarse a través de votaciones inequívocamente democráticas, legalmente
acordadas, con reglas del juego claras y vinculantes para ambas partes en
litigio.
En tanto
tal cosa no suceda, todos, unos y otros, podéis contaros y recontaros, si así os
place, pero con
nosotros no contéis; que vuestras cuentas no corran por nuestra
cuenta. No queremos ser un número más en vuestra estadística binaria y
disolvente.
No
nos apuntéis mientras vagamos en
tierra de nadie, perdidos en este campo de batalla que tan laboriosamente habéis
minado. Eso sí, cuando el fragor de añagazas y amenazas haya cesado, cuando la
munición electoralista se agote y llegue la hora de reconstruir cuanto habéis
destruido, entonces sí podréis contar con nosotros. Ahí estaremos, sin señalar a nadie.
Enric
Hernàndez
Director de "El Periódico"
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