R
Después de llegar de vacaciones y haber estado viendo y escuchando todos los días en los medios de comunicacion el grave problema de la emigración desde África a Europa, me he puesto a escribir algo al respecto. Al acercarme a La Bomba a tomar un café, ayer 13 de agosto, me he encontrado en la barra con un extraordinario artículo de Luis María Anson, publicado en el diario El Mundo en su sección "Canela fina" que lleva por título "A favor de los negros". He aparcado el mío y les dejo con esta acertada visión de uno de los mejores periodistas y escritores españoles nacido en Madrid en 1935, como es el que fuera director de ABC y que, entre otras, tiene la cualidad de, con un estilo claro y directo, contar muchas cosas acertadas en poco espacio y de poner el dedo justo encima de la llaga".
Anson, como siempre, pone encima de la mesa sensatas soluciones para el drama que viven muchos africanos, ya sea aquí, en Grecia o en Italia que esta convirtiendo el Mediterráneo en un ataúd y que, a diario, nos cuentan todos los medios de comunicación. Es una tragedia de magnitudes bíblicas ante la que no podemos seguir mirando hacia otra parte como si no fuera con nosotros. Luis María Anson Oliart ha sido corresponsal de guerra en el Congo, Vietnam, Israel y Camboya. Ha conseguido los seis grandes premios del periodismo Español: el Príncipe de Asturias de Humanidades, el Mariano de Cavia, el Luca de Tena, el Víctor de la Serna, el González Ruano y el Nacional de Periodismo. En 1996 fue elegido académico de la Real Academia Española. Con el título "A favor de los negros" nos cuenta lo siguiente:
Después de llegar de vacaciones y haber estado viendo y escuchando todos los días en los medios de comunicacion el grave problema de la emigración desde África a Europa, me he puesto a escribir algo al respecto. Al acercarme a La Bomba a tomar un café, ayer 13 de agosto, me he encontrado en la barra con un extraordinario artículo de Luis María Anson, publicado en el diario El Mundo en su sección "Canela fina" que lleva por título "A favor de los negros". He aparcado el mío y les dejo con esta acertada visión de uno de los mejores periodistas y escritores españoles nacido en Madrid en 1935, como es el que fuera director de ABC y que, entre otras, tiene la cualidad de, con un estilo claro y directo, contar muchas cosas acertadas en poco espacio y de poner el dedo justo encima de la llaga".
Anson, como siempre, pone encima de la mesa sensatas soluciones para el drama que viven muchos africanos, ya sea aquí, en Grecia o en Italia que esta convirtiendo el Mediterráneo en un ataúd y que, a diario, nos cuentan todos los medios de comunicación. Es una tragedia de magnitudes bíblicas ante la que no podemos seguir mirando hacia otra parte como si no fuera con nosotros. Luis María Anson Oliart ha sido corresponsal de guerra en el Congo, Vietnam, Israel y Camboya. Ha conseguido los seis grandes premios del periodismo Español: el Príncipe de Asturias de Humanidades, el Mariano de Cavia, el Luca de Tena, el Víctor de la Serna, el González Ruano y el Nacional de Periodismo. En 1996 fue elegido académico de la Real Academia Española. Con el título "A favor de los negros" nos cuenta lo siguiente:
"...Lo he dicho y lo he escrito muchas veces. Estoy a favor de los negros que saltan las erizadas fronteras de Ceuta y Melilla, de los que se trasladan a Europa en pateras tantas veces ensangrentadas. Invaden, casi siempre sigilosamente, a las naciones que durante cuatro siglos esquilmaron al África endrina. En "Twelve Million Black", Richard Wrigh relata el espanto de la gran caceria de hombres y mujeres a la que se dedicaron España, Portugal, Holanda, Francia, Inglaterra... Los blancos cultísimos de la Ilustración, los blancos de la Cristiandad, cazaban como a fieras a los negros africanos, los uncían con argollas de esclavitud, comerciaban con ellos como si fueran cabras, los desarraigaban de la tierra materna, los trasladaban a América en las ergástulas de los barcos negreros y los vendian al otro lado del mar océano.
En la radiante democracia de los Estados Unidos, a la que solemos calificar de ejemplar, hubo legalmente tráfico de esclavos durante ochenta años hasta 1865. En el Puerto Rico y la Cuba de Isabel II y Alfonso XII se toleraba la existencia de esclavos. En Brasil, el emperador Pedro II fue derrocado en 1889 porque combatió la esclavitud de los negros que beneficiaba a los terratenientes blancos. En el siglo XVIII, Su Majestad Católica el Rey de España escribía al Rey de Portugal porque necesitaba 10.000 esclavos para plantaciones cubanas. El Rey cristiano de Portugal le contestaba diciendo que podía "cazar" (sic) sin problemas a esos esclavos en Guinea pero que carecía de medios para tasladarlos. Su Graciosa Majestad el Rey de Inglaterra y los reyes cristianos de Francia y Holanda ofrecian los servicios de sus barcos negreros a tanto la tonelada de carne humana.
Publiqué mi libro La Negritud, en 1968 y, desde entonces, contemplo la venganza de la Historia, cómo la raza negra triunfa en Estados Unidos de América, cómo invade a la Europa que la esclavizó. El remedio al espectáculo que ahora presenciamos, y que anunció Arnold J. Toynbee, pasa por la justa distribución de la riqueza mundial conforme a lo que expuso Juan XXIII en la "Mater et Magistra" y la "Pacem in terris"; Pablo VI en la "Populorum progressio"; Juan Pablo II en la "Sollicitudo rei socialis".
No se trata de caridades ni de ayudas asistenciales. Se trata de que en la sociedad mundial las naciones ricas paguen impuestos a favor de las pobres, tal y como se hace a escala nacional en los paises occidentales. Impuestos, claro es, con los debidos controles democráticos para que no vayan a los bolsillos de reyezuelos, directores y tiranos. Sarte, en su "Orphée noire", se estremece ante las atrocidades cometidas por el salvajismo blanco en la África subsahariana. Los blancos desvastamos aquellos paises de forma inmisericorde y los dejamos arruinados económicamente para varias generaciones.
Y todavía nos quejamos porque algunos negros, jugándose la vida, decidan buscar una vida mejor en las naciones que esclavizaron a sus antepasados. Ante la barbarie blanca prolongada durante cuatro siglos en África, se me vienen a la memoria los versos de Pablo Neruda: "...déjame hundir las manos que regresan a tu maternidad, a tu transcurso, río de razas, patria de raíces, tu ancho rumor, tu lámina salvaje viene de donde vengo, de las pobres y altivas soledades, de un secreto como una sangre, de una silenciosa madre de arcilla".
Y todavía nos quejamos porque algunos negros, jugándose la vida, decidan buscar una vida mejor en las naciones que esclavizaron a sus antepasados. Ante la barbarie blanca prolongada durante cuatro siglos en África, se me vienen a la memoria los versos de Pablo Neruda: "...déjame hundir las manos que regresan a tu maternidad, a tu transcurso, río de razas, patria de raíces, tu ancho rumor, tu lámina salvaje viene de donde vengo, de las pobres y altivas soledades, de un secreto como una sangre, de una silenciosa madre de arcilla".
Luis Maria Anson, de la Real Academia Española.
No voy hacer ningùn comentario propio, con los versos del querido maestro Serrat casi sobran màs palabras:
ResponderEliminarMi nombre es África...
la que en un tiempo al Edén
hizo enloquecer de celos
y hoy me consumen los cuatro jinetes lúgubres:
el hambre, la guerra,
la peste y las bestias
que vomitan fuego
Mi nombre es África...
África en carne viva
África chador rasgado
África pervertida
África reloj parado
Mi nombre es África
me miras y no me ves.
o acaso verme no quieres,
ó tal vez donde estés no se escuchen las súplicas
de mis pobres hijos
que, igual que los tuyos,
parieron mujeres.
Mi nombre es África...
África manos vacías
África ojos grandes
África barriga hinchada
África piernas de alambre.
Mi nombre es África
vagando en un mundo que
ni me suelta ni me toma,
descargando en los muelles sur del Támesis,
vendimiando el Duero,
barriendo París,
construyendo Roma.
Mi nombre es África,
África pena que canta,
África prisionera,
África que se desangra
y peregrina en patera.
Mi nombre es África,
África muñeca rota,
África clandestina,
África a la que le brotan,
flores de las espinas.
Mi nombre es África
Joan Manuel Serrat
Serrat 2.002
Permítame disentir, D. Joaquín.
ResponderEliminarAl lado de los negros titula Luis María Anson un artículo en El Mundo para darse autobombo, presumir de dilatada carrera y recordar sus años de corresponsal de guerra que dudo mucho fueran en primera línea de combate; más bien veo en él al cobarde que nunca da la cara -para eso tiene los colmillos afilados de su cancerbero Joaquín Vila- y estoy seguro de ello también por su actitud esclavista, sin el menor atisbo de inquietud humanitaria. Ningún villano puede ser reconocido por su valentía.
Este Luis María Anson se prefabricó un curriculum a medida de sus manipulaciones personales. Se fue a contar batallitas de corresponsal pensando en el estrellato, en tanto ya pergeñaba su camino hacia el éxito con el consejo de algún rufián que le pagaría los favores, ora manipulando ora conspirando con estrategias oscuras, para encaramarse a la influencia que le dispensó una ligera conciencia. Cuanto más se desgasta en dignidad con la perspectiva de la extinción, resulta más gracioso, grotesco, esperpéntico, con ese disimulo de malandrín que ejercita para ir de prestador de consejos. En el crepúsculo de su existencia la vida no le da para mucho más, lástima de rico Epulón. Pero eso sí, el eterno presumido sigue dándose coba, con esa autocomplacencia de lo burlesco que el vanidoso exhibe sin ser consciente de sus vergüenzas...
sigue: http://ramblalibre.com/2018/06/25/al-lado-de-los-negros-luis-maria-anson-el-esclavista/