(Me llamó Leticia Requena para comunicarme que La Tribuna iba a publicar un artículo sobre "El Paso". Junto con su compañero Jaime Giner y el Arquitecto Técnico José Francés, vienen llevando a cabo, con la colaboración del Colegio de Arquitectos de Albacete, una labor de divulgación del conjunto arquitectónico que hace más de un siglo levantó este insigne caudetano entre los que se encuentra la finca de recreo El Paso, hoy prácticamente en ruina. Más abajo pueden leer ustedes lo que nos cuenta la periodista Maite Martínez sobre esta singular edificación que hace 40 años sus propietarios lo alquilaron para Casino durante un verano con notable éxito y la Comparsa de Mirenos en 1982 celebró en sus jardines la Cena de gala. Desde entonces, su deterioro ha sido progresivo por el abandono de sus dueños que no disponían de medios para acometer obras de conservación. Hace 26 años colocaron el cartel de "Se vende". Nadie se interesó o tal vez pedían mucho. Hoy, El Paso agoniza lentamente. Los actos vandálicos y los numerosos robos le han acabado dando la puntilla. Han tenido que tabicar puertas y ventanas para impedir el acceso.)
"No hay caudetano que no conozca a Don Paco. El Coronel carlista y aristócrata Francisco Albalat Navajas, dejó su azarosa vida y el exilio francés para regresar a su pueblo natal y construir toda una barriada, con sus casas, su iglesia e incluso su plaza de toros. Pero Albalat también ideó una villa de recreo, un capricho con una riqueza decorativa y de calidad tan exquisita, que aún hoy conserva un particular atractivo pese a que amenaza ruina si nadie lo remedia.
El abandono, los actos vandálicos, robos y las inclemencias climáticas, han sumergido a la joya de la corona del patrimonio arquitectónico de Albalat en un estado lamentable. Las bodegas ya se hundieron, también las caballerizas están en un estado irrecuperable y las casas de los guardeses arruinadas. Nada queda de aquellos dos ricos jardines que rodearon la villa. La casa principal, construida en 1912, sí sobrevive. Pero el tiempo juega en contra de la que fuera la segunda residencia del conde de San Carlos, donde exhibió todo su poderío económico aunque no llegara nunca a pernoctar en ella.
"No hay caudetano que no conozca a Don Paco. El Coronel carlista y aristócrata Francisco Albalat Navajas, dejó su azarosa vida y el exilio francés para regresar a su pueblo natal y construir toda una barriada, con sus casas, su iglesia e incluso su plaza de toros. Pero Albalat también ideó una villa de recreo, un capricho con una riqueza decorativa y de calidad tan exquisita, que aún hoy conserva un particular atractivo pese a que amenaza ruina si nadie lo remedia.
El abandono, los actos vandálicos, robos y las inclemencias climáticas, han sumergido a la joya de la corona del patrimonio arquitectónico de Albalat en un estado lamentable. Las bodegas ya se hundieron, también las caballerizas están en un estado irrecuperable y las casas de los guardeses arruinadas. Nada queda de aquellos dos ricos jardines que rodearon la villa. La casa principal, construida en 1912, sí sobrevive. Pero el tiempo juega en contra de la que fuera la segunda residencia del conde de San Carlos, donde exhibió todo su poderío económico aunque no llegara nunca a pernoctar en ella.
Francisco
Albalat mandó construir esta casa cuando tenía 66 años. Un muro rodea toda la
finca, ocultando a la vista de los extraños todo, excepto los jardines y la
fachada de la casa principal, toda una «insinuación», dice el arquitecto
técnico José Francés, estudioso de este patrimonio. En su edificación
participaron el maestro albañil Juan Arellano y el artista Agustín Espí, aunque
no queda proyecto ni documentación alguna. El resultado es un edificio de tres
plantas que resulta ser un «magnífico ejemplo» del eclecticismo neomudéjar, con
detalles modernistas, donde ante todo se busca la «apariencia del lujo y
ostentación».
Riquísima decoracion.- Mármol
macael en los suelos y ricos zócalos de azulejos traídos de La Cartuja, invitan
a entrar en el exótico patio central de 12 columnas, decorado con abundantes
mocárabes. El patio está cubierto por una vidriera que reproduce un cuadro que
cuelga del Senado, la Rendición de Granada, y que es una de las piezas más
valiosas de todas las que se conservan en esta casa, pues fue realizada por la
Casa Maumejean. No es la única vidriera con valor, sino que esta es una pieza
más de una auténtica colección de vidrios diseñados a gusto de Albalat, de
acuerdo a sus creencias e ideología.
Alrededor
de este patio se distribuyen las estancias de los dueños y para recibir
invitados, dormitorios con vestidor y salón, comedor, baño, fumador, salón de
te y un despacho decorado con el Toison que Albalat soñó con tener algún día,
además de la cocina, despensa y bodega en la zona de servicio. Hasta su propio
oratorio tenía esta casa. Antaño
tuvo ricos muebles, sillones Luis XVI se combinaban con una colección de
animales disecados, -búhos, flamencos y hasta las cabezas de los toros que se
lidiaron en la inauguración de la plaza de Caudete-, entre quinqués modernistas
y relojes clásicos.
Marcos
de madera tallada dorados o plateados con pan de oro o de plata, una colección
de abanicos antiguos y un gramófono, son algunas de las múltiples piezas que un
día decoraron las distintas estancias. En la decoración del comedor, gastó
Albalat grandes sumas: maderas preciosas, una mesa para 18 comensales ricamente
decorada, sillería de estilo victoriano y rica vajilla, con bajoplatos de plata
y juegos de te de cristal de Murano.
La
villa estaba rodeada de dos jardines de recreo y esparcimiento. Uno de
tradición francesa, donde entre rosales y aromáticas, plantó toda clase de
frutales, sobre todo naranjos y limoneros, muy estimados por la difunta primera
esposa del aristócrata. Hizo construir en el jardín una réplica de la cueva
donde se apareció la Virgen de Lourdes. Para que fuese lo más fiel posible
aprovechó su viaje a esta ciudad francesa para asistir al entierro de un
militar carlista (Rafael Tristany), para hacerse acompañar por el maestro de
obras y que éste pudiera ver y tomar medidas de la cueva original.
Setos de boj y cipreses podados artísticamente, se mezclaban con fuentes y jaulas de animales. Esta singular construcción se ubica en la Finca El Paso, La Corbeyana, como la llamó Albalat en homenaje a su primera mujer, la francesa Hélène de Saint Aymour, Baronesa de Caix, una viuda adinerada que contribuyó a la aventura arquitectónica de este mecenas caudetano.
Setos de boj y cipreses podados artísticamente, se mezclaban con fuentes y jaulas de animales. Esta singular construcción se ubica en la Finca El Paso, La Corbeyana, como la llamó Albalat en homenaje a su primera mujer, la francesa Hélène de Saint Aymour, Baronesa de Caix, una viuda adinerada que contribuyó a la aventura arquitectónica de este mecenas caudetano.
Aristócrata filántropo. Albalat
nació en 1844, de familia con posibles hizo carrera militar. Defensor de la
bandera tradicionalista, tuvo un papel significado en la tercera guerra
carlista en favor del pretendiente Carlos María Isidro de Borbón y
Austria-Este, nombrado como Carlos VII por los carlistas, a cuyas órdenes
directas sirvió. Llegó a ser su secretario hasta su muerte, por lo que fue
honrado con el título de Conde de San Carlos. El coronel caudetano pasó gran
parte de su vida en el exilio francés, hasta que en 1900 regresa a Caudete para
invertir su enorme fortuna en obras de caridad.
Tenía
por aquel entonces Caudete menos de 6.000 vecinos. Sólo 2.000 tenían tierras en
propiedad y de éstos un reducido grupo de apenas nueve personas concentraba en
sus manos un tercio del término municipal. La mayoría sobrevivían como braceros
y asalariados. Una plaga de filoxera que arrasó el viñedo trajo consigo mucho
paro y malestar social.
El exceso taurino.- En este contexto irrumpió Albalat y su vocación filantrópica. Compró unos terrenos y pensó en construir casas para gente obrera y así dar trabajo a los braceros, también ideó un asilo para niños huérfanos con capilla, una plaza de toros y un mercado. Su idea era confiar en los Salesianos la gestión y financiar la labor asistencial y educativa del asilo con las rentas de las casas, de los puestos del mercado y los beneficios de las corridas de toros.
Quizás con el ánimo de obtener importantes ingresos construyó una plaza cuyo aforo duplicaba la población del Caudete de entonces. La plaza se estrenó en mayo de 1910 con cuatro plantas, pero un año después de su inauguración tuvo que demoler el cuarto piso porque el público desde aquí no alcanzaba a ver bien el coso.
El exceso taurino.- En este contexto irrumpió Albalat y su vocación filantrópica. Compró unos terrenos y pensó en construir casas para gente obrera y así dar trabajo a los braceros, también ideó un asilo para niños huérfanos con capilla, una plaza de toros y un mercado. Su idea era confiar en los Salesianos la gestión y financiar la labor asistencial y educativa del asilo con las rentas de las casas, de los puestos del mercado y los beneficios de las corridas de toros.
Quizás con el ánimo de obtener importantes ingresos construyó una plaza cuyo aforo duplicaba la población del Caudete de entonces. La plaza se estrenó en mayo de 1910 con cuatro plantas, pero un año después de su inauguración tuvo que demoler el cuarto piso porque el público desde aquí no alcanzaba a ver bien el coso.
El
estallido de la primera Guerra Mundial le impidió sacar su fortuna francesa y
tuvo que reconsiderar sus planes. El mercado no se hizo y el asilo aunque
empezó a edificarse no se terminó. La arquitecta caudetana Leticia Requena, que
ha dedicado su tesina a la edificación de este singular barrio, explica que al
fallecer su esposa Hélène en 1907 centró sus esfuerzos en terminar la capilla
del asilo, la actual Parroquia de San Francisco, y así poder darle sepultura
aquí, pues no quería enterrarla en el cementerio del pueblo. Un año más tarde,
el templo está terminado y los restos de Hélène son trasladados allí y allí
descansan, junto a los del propio Albalat que moriría una década después, en
1916.
El barrio de Don Paco.- El
barrio de don Paco, como aún hoy hay quien lo llama, quedó formado por 45 casas
terminadas, otras nueve a medio construir y otras tantas que nunca llegaron a
empezarse. Las calles fueron nombradas como San Jaime, Santa Inés y San Emigdio
en recuerdo de sus hermanos y Santa Elena como homenaje a su primera esposa. El
ladrillo y los colores amarillo y rojo son los protagonistas de esta barriada,
hoy ya integrada en Caudete, pero que conserva su propia identidad.
A
la muerte del aristócrata, Dolores Golf Amorós, su segunda esposa, 30 años más
joven y que murió sin haberle dado descendencia, alquiló las casas y siguió
viviendo en la residencia palaciega que Albalat se construyó en la calle
Abadía. Con la guerra civil, las propiedades de Albalat heredadas por su
esposa, fueron incautadas y subastadas en los 40. Entre otras la villa de
recreo la Corbeyana, conocida hoy por el nombre de la finca en la que está, El
Paso.
Fue
entonces cuando la familia De Teresa recuperó la propiedad de unas fincas que
década atrás les compró Francisco Albalat. Aunque allí donde había una casa de
campo hoy renacía un auténtico palacete capricho del aristócrata filantrópico y
que hoy está en manos de un nutrido grupo de herederos de la familia De Teresa,
hermanos, tíos y sobrinos ya de varias generaciones, con intereses y recursos
desiguales, y que corre el riesgo de desaparecer. Hay
quienes no se resignan a ello y trabajan para sacar a la luz este patrimonio.
Hace un par de años, una exposición de fotografías firmadas por Jaime Giner y
José Francés, que se mostró primero en Caudete y después en el Colegio de
Arquitectos de Albacete, trató de llamar la atención sobre este patrimonio
«construido, desconocido, olvidado y abandonado». «Es un grito desesperado en
el vacío. Vacío de las administraciones, de las instituciones y de los
particulares», decían entonces. Parte de lo fotografiado ya no existe, otra
parte se ha deteriorado y lo que queda aún es recuperable.
Sí bien es cierto que serían necesarias importantes cantidades de dinero hoy difíciles de asumir. Al menos, trata de consolarse Leticia Requena, su existencia ha quedado documentada gracias al trabajo firmado por José Francés, Jaime Giner, Joaquín Mollá y José Luis Simón, editado por la Universidad de Alicante, en el que se ofrecen todo tipo de detalles de la joya de la corona del patrimonio arquitectónico de Albalat.
Sí bien es cierto que serían necesarias importantes cantidades de dinero hoy difíciles de asumir. Al menos, trata de consolarse Leticia Requena, su existencia ha quedado documentada gracias al trabajo firmado por José Francés, Jaime Giner, Joaquín Mollá y José Luis Simón, editado por la Universidad de Alicante, en el que se ofrecen todo tipo de detalles de la joya de la corona del patrimonio arquitectónico de Albalat.
Fuente: "La Tribuna" de Albacete.
Siempre que se deteriora gravemente algo bien sea obra del hombre, como lo es El Paso y otras muchas construcciones que son testimonios del pasado, o de la Naturaleza como lo fue la Cueva Santa o ciertas zonas antaño llenas de vida y hoy degradadas, todos perdemos información valiosa, vital, preciosa... que en muchas ocasiones nos puede ayudar a entender por qué a día de hoy las cosas son como son.
ResponderEliminarNo es bueno que un pueblo sea indiferente a la pérdida de su patrimonio histórico o Natural, de la manera que lo es Caudete,. Es una manifestación más, entre otras muchas, de la crisis de valores que estamos atravesando.
Una chispa de esperanza es la creciente preocupación de algunos grupos por estas cuestiones sin embargo no debemos de caer en el tópico de preocuparnos por las cosas cuando las hemos perdido, actitud bastante común, por cierto.
Pero esta finca está declarada de interés cultural o arquitectónico?? Las administraciones deberían cuidar del patrimonio, por supuesto. Pero si los propietarios no pueden hacerse cargo del mantenimiento básico, deberían cederlos al municipio.
ResponderEliminarHay en Caudete otras fincas deteriorándose , como Villa Isabel y en la calle Mayor varios edificios.
Pero parece q los herederos prefieren q todo desaparezca a q lo pueda disfrutar el pueblo, dedicando los mismos a uso público, como en muchas ciudades se ha hecho.
A los herederos ya les debe dar pena no poder invertir en esta maravilla arquitectónica, pero regalar patrimonio a nadie le gusta, menos cuando, como suele suceder, la Administración la utilizaría para uso privado. ¿No es la Administración quien debiera haber ayudado a evitar el vandalismo y el robo?
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