Levantada en la década de los años 20 con capital francés por los señores Buc y Sevestre, en la fábrica “del yute”, como popularmente se le conocía, se elaboraban trenzas para alpargatas y telas de saco empleando como primeras materias yute de Paquistán, cáñamo de la Vega Baja del Segura y esparto procedente de los montes de Hellín y resto de nuestra provincia.
El músico y compositor Juan Ángel Amorós fue uno de sus empleados, como jefe de Administrativos, después de haber trabajado en el Banco Vizcaya. Tras cuatro décadas funcionando, el uso del plástico obligó a cerrar las puertas de esta fábrica en 1966 donde llegaron a trabajar 500 caudetanos, sobre todo mujeres en los telares. Los hombres manejaban las balas en la zona que se conocía como “el diablo”, que era donde se preparaba la materia prima.
Unos años más tarde, sus instalaciones se reconvertirían en una fábrica de conservas que estuvo funcionando hasta principios de los años 90 con el nombre de “Iberia Parking”, empresa de origen murciano. La mandarina, el producto estrella, se limpiaba y sus gajos se metían en botes que se mandaban al Reino Unido donde este producto era muy valorado. En poco más de dos semanas estas naves han dando paso a un solar de 26.000 m2 situado entre el Cuartel de la Guardia Civil, la Cooperativa San Isidro y el local social de Los Mirenos, solar donde podrán edificarse alrededor de 400 viviendas tras ceder la parte correspondiente a los viales recogidos en las Normas Urbanísticas.
Una de la problemática que planteaba la demolición de esta fábrica era la recogida de las chapas onduladas “de fibrocemento” y amianto o asbesto, comúnmente llamadas “Uralita” por ser la marca que las fabricaba. Gran parte de la cubierta estaba formada por estas placas, material que como ustedes saben, requiere una manipulación especial al ser sus fibras y el polvo que pueda quedar en suspensión altamente cancerígeno si es inhalado. La recogida de estas placas debe ser realizada por una empresa inscrita en el RERA, Registro de Empresas con Riesgos de Amianto.
Estas placas son inocuas cuando están enteras pero son muy peligrosas si en su manipulación pueden generar polvo. Están prohibidas en Europa desde el 2001 y hay reclamaciones de prohibirla en todo el mundo. La empresa Uralita ganó mucho dinero con su fabricación hasta que los Tribunales empezaron a dar la razón a las familias de los trabajadores muertos por inhalar polvo de amianto. Los principales efectos sobre la salud derivados de la exposición al amianto son: asbestosis, cáncer de pulmón y mesotelioma.
Como se aprecia en la fotografía, estas placas de “uralita” son retiradas con cuidado del techo por gente especializada utilizando equipos de protección personal, apilándolas en montones que son envueltos y sellados con plástico negro para que, en su posterior manipulación, transporte y almacenado, no haya peligro para la salud de la población ante un posible desprendimiento de polvo de amianto.
En una de las puertas puede verse un pequeño cartel que dice “peligro por el uso de amianto”. Queda la duda de si se han cumplido con rigor todas las medidas preventivas para trabajadores y para que la población no haya inhalado este peligroso producto cuya manipulación requiere de cuidados especiales.
En una de las fotografías se observa como se genera polvo al paso de un camión que pudo haber evitado regando la zona donde se actuaba. Se habrá cumplido toda una farragosa normativa, planes, licencias y autorizaciones administrativas. ¡No lo dudo! Pero tratándose de la salud de ciudadanos, tal vez debió haber habido, como garantía, mayor control externo por parte de la Administración máxime teniendo en cuenta la céntrica situación.
Desaparece una fábrica que en su día dió un importante impulso al desarrollo de Caudete. Su cierre en 1966 significó un retroceso económico: al “yute” le había salido un fuerte competidor con el plástico y esta fábrica “no pudo” acoplarse a los tiempos modernos.
Otras poblaciones sí lo hicieron. Ahí esta el ejemplo de Sax que empezó el siglo haciendo “cortinas con canutos de sarmientos” y, ante la llegada del plástico, supo adaptarse a este nuevo e innovador material y hoy esta población vecina es una potencia en la fabricación de los derivados del plástico empleado en la construcción de viviendas.
El músico y compositor Juan Ángel Amorós fue uno de sus empleados, como jefe de Administrativos, después de haber trabajado en el Banco Vizcaya. Tras cuatro décadas funcionando, el uso del plástico obligó a cerrar las puertas de esta fábrica en 1966 donde llegaron a trabajar 500 caudetanos, sobre todo mujeres en los telares. Los hombres manejaban las balas en la zona que se conocía como “el diablo”, que era donde se preparaba la materia prima.
Unos años más tarde, sus instalaciones se reconvertirían en una fábrica de conservas que estuvo funcionando hasta principios de los años 90 con el nombre de “Iberia Parking”, empresa de origen murciano. La mandarina, el producto estrella, se limpiaba y sus gajos se metían en botes que se mandaban al Reino Unido donde este producto era muy valorado. En poco más de dos semanas estas naves han dando paso a un solar de 26.000 m2 situado entre el Cuartel de la Guardia Civil, la Cooperativa San Isidro y el local social de Los Mirenos, solar donde podrán edificarse alrededor de 400 viviendas tras ceder la parte correspondiente a los viales recogidos en las Normas Urbanísticas.
Una de la problemática que planteaba la demolición de esta fábrica era la recogida de las chapas onduladas “de fibrocemento” y amianto o asbesto, comúnmente llamadas “Uralita” por ser la marca que las fabricaba. Gran parte de la cubierta estaba formada por estas placas, material que como ustedes saben, requiere una manipulación especial al ser sus fibras y el polvo que pueda quedar en suspensión altamente cancerígeno si es inhalado. La recogida de estas placas debe ser realizada por una empresa inscrita en el RERA, Registro de Empresas con Riesgos de Amianto.
Estas placas son inocuas cuando están enteras pero son muy peligrosas si en su manipulación pueden generar polvo. Están prohibidas en Europa desde el 2001 y hay reclamaciones de prohibirla en todo el mundo. La empresa Uralita ganó mucho dinero con su fabricación hasta que los Tribunales empezaron a dar la razón a las familias de los trabajadores muertos por inhalar polvo de amianto. Los principales efectos sobre la salud derivados de la exposición al amianto son: asbestosis, cáncer de pulmón y mesotelioma.
Como se aprecia en la fotografía, estas placas de “uralita” son retiradas con cuidado del techo por gente especializada utilizando equipos de protección personal, apilándolas en montones que son envueltos y sellados con plástico negro para que, en su posterior manipulación, transporte y almacenado, no haya peligro para la salud de la población ante un posible desprendimiento de polvo de amianto.
En una de las puertas puede verse un pequeño cartel que dice “peligro por el uso de amianto”. Queda la duda de si se han cumplido con rigor todas las medidas preventivas para trabajadores y para que la población no haya inhalado este peligroso producto cuya manipulación requiere de cuidados especiales.
En una de las fotografías se observa como se genera polvo al paso de un camión que pudo haber evitado regando la zona donde se actuaba. Se habrá cumplido toda una farragosa normativa, planes, licencias y autorizaciones administrativas. ¡No lo dudo! Pero tratándose de la salud de ciudadanos, tal vez debió haber habido, como garantía, mayor control externo por parte de la Administración máxime teniendo en cuenta la céntrica situación.
Desaparece una fábrica que en su día dió un importante impulso al desarrollo de Caudete. Su cierre en 1966 significó un retroceso económico: al “yute” le había salido un fuerte competidor con el plástico y esta fábrica “no pudo” acoplarse a los tiempos modernos.
Otras poblaciones sí lo hicieron. Ahí esta el ejemplo de Sax que empezó el siglo haciendo “cortinas con canutos de sarmientos” y, ante la llegada del plástico, supo adaptarse a este nuevo e innovador material y hoy esta población vecina es una potencia en la fabricación de los derivados del plástico empleado en la construcción de viviendas.
Joaquín Medina Íñiguez
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