Invertir en educación es el dinero mejor empleado por un Estado. Ponerse de acuerdo para, entre todos, adoptar el mejor sistema de Enseñanza, sería lo lógico y los más ventajoso para todos. Dice un proverbio chino que "...si quieres solucionar el problema por un periodo corto de tiempo, planta un arbol. Si lo quieres solucionar durante décadas, planta miles de árboles. Y si lo que pretendes es solucionarlo para siempre...¡educa al pueblo!"
Llevamos siete leyes de Educación desde que inicio a andar esta democracia El Psoe ya ha anunciado que derogara la LOMCE cuando llegue al gobierno. No. Entre unos y otros, no tenemos solución. ¡Vaya papel el de José Ignacio Wert! Lo ha hecho tan bien en el Ministerio de Educación que Mariano Rajoy lo ha recompensado con un bonito retiro en la ciudad de la luz. De verguenza. Lean el artículo que, hace un par de semanas y coincidiendo con el inicio del curso escolar, publicaba David Jimenez, Director del Diario "El Mundo".
"...Viéndose inferior a las potencias occidentales, sin recursos naturales y estancado en su desarrollo, Japón tomó en 1872 la decisión que cambiaria su destino y con el tiempo convertiría su sociedad en la más avanzada del mundo. El Código Fundamental de Educación, aprobado ese año, fue el principio de una transformación basada en la idea de que la ciudadanía era el principal recurso de la nación y que su futuro dependería de su capacidad para prepararla mejor.
El modelo ha sido seguido por otros paises asiaticos, modernizados en tiempo record gracias a apuestas similares. Singapur, que en los años 60 compartía indices de desarrollo con Kenia, tiene la tercera mayor renta per cápita del mundo. Taiwan, Corea del Sur y China sa han sumado al club de naciones punteras que invirtieron en educación y han visto cómo sus sociedades eran transformadas en apenas una generación.
Por supuesto, también se puede hacer lo contrario: dar la espalda a la educación, limitar las posibilidades de quienes deberán sacar su país adelante y emprender un viaje seguro hacia la decadencia. Es la opción elegida por España. Los escolares españoles comezaran en pocos días un nuevo curso con una ley educativa recién aprobada -la séptima en tres décadas- que los gobiernos autonómicos han decidido aplicar a su antojo y que de todas formas tiene fecha de caducidad, porque todo el mundo sabe que la oposición la derogará el dia que llegue al poder.
Arranca así otro año con los profesores de Colegios, Institutos y Universidades desmoralizados. Escuelas, donde la autoridad ha sido invertida en favor de los alumnos. Modelos de enseñanza anticuados. Y una cultura educativa que arrincona la excelencia y promueve la mediocridad, que inevitablemente se extiende después a la empresa o la política. Un estudiante japones de secundaria tiene hoy los mismos conocimientos que un graduado de universidad español, según la OCDE. No tenemos una Universidad entre las 100 mejores del mundo. En matemáticas, ciencias o comprensión lectora, nuestros alumnos estan lejos de los países con los que deberán competir en un mundo globalizado. España es lider en la Unión Europea en fracaso escolar, con una tasa del 21,9 % que dobla la media europea.
Todos los defectos de ese bipartidismo que tantos dan prematuramente por muerto, su falta de sentido de estado y la nula visión ante cualquier asunto que no proporcione beneficos electorales, han quedado plasmados en tres décadas de negligencia educativa, agravada por los daños adicionales ocasionados por las comunidades autónomas. Los socialistas tienen mucho más ante lo que responder porque, como recuerda Vicente Lozano en una reciente columna en este diario, los estudiantes españoles han vivido bajo sus leyes educativas 28 de los últimos 30 años. Pero los populares han tenido la oportunidad de corregir la situación y han optado por lo contrario.
En un momento de crisis que nunca fue solo económica, cuando más falta hacía tomar el modelo japones y poner en marcha nuestro Código Fundamental de la Educación, ese gran plan sin intereses partidistas ni sectarismos, nuestros líderes han vuelto a fallar a las nuevas generaciones.
El gobierno recortó las partidas de educacion al poco de llegar al poder, impuso a las escuelas una mayor concentración de alumnos por clase -ahora dice que permitirá este año volver a los ratios de 2012-, forzó el despido de miles de profesores y dejó a niños sin libros de textos, porque sus familiares no podían pagarlos. Las becas se redujeron. Y, finalmente, se optó por aprobar sin consenso una Ley que ya esta siendo desmontada y que siempre tuvo entre sus objetivos contentar a la propia parroquia.
El ministro que con tanta determinacion ha fracasado en poner las bases de un nuevo modelo educativo, José Ignacio Wert, ha sido premiado con un destino dorado en París, junto a su pareja. Es su mensaje final a los estudiantes: para qué hacer méritos, si al final tu futuro va a depender del favorcillo del padrino de turno. ¿Puede haber prueba más contundente que la necesidad de un plan de rescate de la educación que la incompetencia de dirigentes que no pueden siquiera llegar a un consenso sobre las normas de conviviencia, ciudadanía y moral que deben enseñar en las escuelas?
Kido Takayoshi, el ministro de educacion del emperador japones Mutsuhito y uno de los impulsores de la reforma educativa japonesa del siglo XIX, explicó la necesidad de su plan asegurando que los ciudadanos no eran inferiores a los americanos o europeos, salvo en que no disponían de la misma determinación para educar a su población. Tampoco un estudiante español es más torpe que un japones: simplemente tiene la inmensa desventaja de que su educación académica está en manos de políticos incapaces de entender que es en las escuelas donde empieza a transformarse un país. Parafraseando a Bill Cinton y su lema sobre la economía, "es la educación, estúpidos".
David Jimenez, Director del Diario "El Mundo"
“progresa adecuadamente” de las notas escolares por un “evoluciona progresivamente”. Que además de no significar nada, se contrapone a “evoluciona defectuosamente”. Mi amigo está indignado, aunque le digo que busque la parte positiva. Sólo es un paso más, apunto, para evitar traumas a las criaturas y a sus papis. Supongo que los espectros de Solana , Maragall y Marchesi, los que decidieron con toda su peña de psicólogos, psicopedagogos, psicoterapeutas y psicópatas que todos somos iguales y que los jóvenes deben ser educados en ese principio, sonreirán felices en su tumba. A eso se le llama reinar después de morir.
ResponderEliminar(sigue en el siguiente comentario)
(viene del comentario anterior)
ResponderEliminarPero la culpa no es de los críos. Ni siquiera de los delincuentes que desmantelaron la cultura. Esa “filosofía educativa”, como dijo aquél ministro imbécil, no es más que un reflejo hipócrita de la demagogia en que vivimos, proclive a convertir el medio en materia de culto y olvidar el objetivo. La mayor parte de los padres no quieren que les digan que sus hijos no están preparados para ser ingenieros aeronáuticos, biólogos o catedráticos de Filosofía. Así que oyen lo que quieren oir, y punto. Es el maldito virus llamado “universitis”. Si fuera así, la gente estudiaría cosas que le van más, o no estudiaría sino lo que quiere y puede. A cambio tendríamos magníficos fontaneros, e impresores y carpinteros, y electricistas, y afinadores de piano, y qué sé yo. Es la perra obsesión de la universidad la que, paradójicamente, fabrica legiones de frustrados y analfabetos. La que nos envilece el país, la juventud y la vida.
ARTURO PÉREZ-REVERTE
Con ánimo de ofender 2.001