"Concierto de
Los Yanquis en La Bomba". Así se anunciaba en el pasquín de la puerta del local. Pasquín, "...escrito
anónimo que se fija en sitio público, con expresiones satíricas contra el
gobierno o contra una persona particular o corporación" ...
Últimamente
me he familiarizado con esta expresión gracias al concierto de Los Yankis, de
su boca lo oí por primera vez hace un mes. ¿Está puesto ya el pasquín? Suena
dulce, rancio, a tupé, gomina y a política de propaganda.
Esto nos
transporta a una época de guateques con licores espirituosos, con bailes a
escondidas en los que se intentaba sin conseguirlo, arrimar la cebolleta. Estas
expresiones se me quedan un poco fuera de mi alcance, soy más de los ochenta,
pero no es difícil que alguien nos cuente como eran los guateques sesenteros.
Siempre en una casa o porche y con la madre o hermana con el ojo acusador.
La idea era
hacer un guateque bailongo en La Bomba, para ello Los Yankis en escena. Pedro
el guitarrista se quedó hace cuatro décadas con el San Benito del apodo, Juan
el “Barbas” a la batería, otro de los inéditos rockeros yeye´s de la formación
original del grupo. Muchos me contaban que actuaban en la piscina de la
cerámica San Antonio y en las noches de Fiestas en el Paseo.
Tuvieron un momento álgido en
actuaciones no solo en Caudete sino en toda la comarca. De unas cortinas se
hicieron unos trajes con chaleco y pantalón con campanas que daba un toque
Beatleriano al conjunto. Los Yankis, se completaron para esta ocasión con el
“Cuqui” a la batería en algunos temas, el “Chato” a la guitarra rítmica,
también Ángel Villodre y Andrés el “Dono” a la voz. Un concierto
que estaba pensado desde Navidad pero que siempre decían que no estaban
preparados para actuar. Al final les puse una fecha, imprimí el pasquín y ya no
hubo vuelta atrás.
Hicieron su
concierto de grupis yeyés como adolescentes hormonados esperando la confusión
de la noche. Ritmos Beat para todos los que quisieron música en directo. Bailes
para un rincón de acaramelados ligues de segunda edad. Incondicionales de los
conciertos de La Bomba esta vez más pastelones que nunca.
Intentamos
dejar espacio suficiente para que pareciera una pista de baile, costó que
alguien se animara a girar sobre su eje, al final “la Cari” soltó las canas al
aire y se pegó cuatro brincos con los codos flexionados. Más mesas y un local
más grande pedía la gente, no conseguimos más bailarines y los asientos se nos
quedaron cortos.
Cuatro horas
de guateque, luces de colores y volumen circense para una noche en que La Bomba
estuvo llena de una generación que vuelve a su juventud. Los Yankis
en La Bomba, por lo menos este pasquín nos libra de política en sus letras.
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