Miguel López, gerente del Bar Los Mirenos, es un personaje ingenioso e inquieto. No para de maquinar ideas y propuestas para ver de sacar adelante el negocio de una puñetera crisis que a unos les costó admitir y otros acaban de lanzar las campanas al vuelo para celebrar que ha empezado a remitir -será para ellos- después de dejar a mucha gente en la cuneta. La penúltima idea es una promoción por la que, acumulando puntos por consumición, consigues el regalo de una jarra personalizada con la imagen de una Comparsa, de la Mayordomía, cartel de Fiestas, de la Cierva o cualquier otro símbolo o emblema de Caudete.
Esta historia empezó a gestarse hace dos semanas. Fui a los Mirenos a tomar café y me encontré a José Cantos Olivares -hermano de Pascualín el de La Torrecica- quien, hasta su jubilación, estuvo trabajando en el Ayuntamiento en el área de Contabilidad e Intervención. Me llamaron la atención las jarras que había colocado Miguel encima del mostrador. Cantos, al ver que cogía la que llevaba dibujada La Cierva, me dijo si conocía la historia de su descubrimiento.
"La verdad... no la conozco", le respondí. Nos sentamos y empezó a contarme los pormenores. ..."Nos la encontramos el año 1960, cuando tenía 19 años. La Cierva apareció en una finca agrícola, entre el Palacio y el nacimiento de Bogarra. Estábamos labrando un bancal de la familia Ramón Espí con un tractor que arrastraba una vertedera que hacía surcos de unos 50 cm de profundidad para plantar viña. Al lado iba Ramón Albertos Díaz, de mote "El Panchurrano", controlando la labra y, si afloraba una piedra, la sacaba fuera del surco para retirarla más tarde del bancal y utilizarla, bien para hacer pedrices o para levantar muros de mampostería. Al aparecer La Cierva, Ramón pensó que era una de tantas que salía a la luz.
Si observan detenidamente verán una pequeña muesca o señal en la parte trasera de La Cierva debido a la presión del arado. Como costaba moverla, debido a su gran peso y volumen, Ramón avisó a Pepe que hiciera marcha atrás para engancharla de nuevo, desenterrarla y, entre los dos, voltearla fuera del surco. Estaba oscureciendo y la Cierva apareció envuelta en tierra -"parece un gorrín, dijo Ramon"- por lo que en un principio "no nos dimos cuenta de lo que habíamos hallado". Siguieron labrando y por la noche le comunican lo ocurrido a Pepe Ribera, encargado de la finca quien se lo hace saber al dueño, Ramón Espí, y este avisa al Museo de Albacete del descubrimiento.
Cuando llegan los técnicos del Museo Provincial a Caudete, con una furgoneta para llevársela, se dan cuenta que le faltaba la cabeza. Vuelven al bancal a buscarla y la encuentran en el mismo sitio que había aparecido el resto del cuerpo. En el vehículo cargan las dos piezas y se las llevan al Museo de Albacete donde tiene su residencia desde entonces: 54 años. La teoría de Florencio López, Presidente del Club de Atletismo Antonio Amorós y amante de la Arqueología local, es que La Cierva es de una sola pieza. Pepe cree que no. Pero tiene dudas ya que cuando llegaron a la finca los técnicos de Albacete, él no estaba presente. Lo que sí recuerda es que los arqueólogos se interesaron por saber si la posición de La Cierva, antes de desenterrarla, estaba mirando a Levante.
Pasado el tiempo, Pepe subió un día a Albacete con su mujer y unos amigos y aprovechó para acercarse al Museo. Nada más ver La Cierva les dice a sus acompañantes que entre él y Ramón la habían sacado de las entrañas de la tierra. Al oír este comentario sale el Director del Museo y, tras las presentaciones de rigor, le pide a Pepe el favor de si podría acompañarlos al lugar donde había aparecido La Cierva con el fin de investigar el lugar donde apareció. "Nunca vinieron a estudiar el terreno ni hubo interés por conocer el entorno físico en el que apareció", me comentaba Pepe. Resulta curioso este comportamiento por parte de los expertos ante un hallazgo de esta categoría.
Lo cierto es que el Ayuntamiento lleva muchos años encargándole a Asprona la fabricación de ciervas, utilizando arcilla. Me decía su expresidente Antonio Sánchez, que son más de 500 las que han metido al horno para después ser entregadas a las personas que la Corporación ha premiado o distinguido por su actividad, esfuerzo o trabajo de forma individual o en grupo.
Lo cierto es que ni a Pepe ni a Ramón se les hizo ningún reconocimiento por tan importante hallazgo. En la foto que aparece junto a un aspersor, es el lugar exacto donde apareció La Cierva. Un año después, Pepe perdió una pierna en un grave accidente con el tractor. Cuando se recuperó entró a trabajar al Ayuntamiento. Recuerda que fue el carmelita Fray Cirilo Font el que lo preparó en el área de los números.
A los de mi generación, también nos dio clases este fraile serio, recto y austero pero muy buen profesor de matemáticas. Por si alguno de ustedes recibe el día de mañana una Cierva, ya conocen algo más de su historia cuyo nacimiento se remonta alrededor del siglo VI antes de Cristo. ¡Las vueltas que da la vida!
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