Hay noticias que a uno no le gustaría dar, ¡créanme! Pero de no hacerlo te convertirías en cómplice de unos hechos que califico de muy graves. En la madrugada del día 8, unos “angelitos” tiraban al suelo la talla de la Virgen de Gracia, escultura de piedra caliza de tamaño natural situada en La Cruz junto al Polideportivo, realizada por un escultor caudetano que tenía el taller entre la calle San Juan y San Miguel: Francisco Bañón Díaz.
Lo dramático es que no es la primera vez que esto ocurre. No deja de ser una provocación elegir el 8 de septiembre, día de la Patrona de Caudete y en honor de quien hacemos la Fiesta, el día de las Gracias... ¡para tirar la talla de la Virgen al suelo!
Una persona que aquella mañana vió el desaguisado llamó al Ayuntamiento y los Municipales o miembros de la brigada de obras recogían los trozos de piedra y los guardaban en el almacén municipal para intentar restaurarlos.
Es de esperar que se abra una investigación y el culpable pague por un hecho que no tiene justificación. Lamentablemente, esto no es nuevo. La obra del artista Renacentista Miguel Ángel, La Piedad, estuvo a punto de ser destruida un 21 de mayo de 1972 por Lazlo Toth. Este perturbado, no se puede utilizar otro calificativo, le dió 15 martillazos a la escultura.
Fanáticos, gamberros, terrorismo cultural, vándalos…..Hablo en plural ya que por el peso de la talla, todo indica que una sola persona no podría llevar a cabo este lamentable acto. Cualquier calificativo de los que he empleado se queda corto para nombrar al autor/res del atentado contra la escultura de nuestra Patrona, precisamente el día que celebrábamos su onomástica.
Unos días antes de Fiestas otros gamberros se llevaban las cortinas de las puertas del Castillo. Se comentó que a una kábila y que se sabía dónde estaban. No me extrañaría. Entre risas y veras le contaba a un festero que de seguir así las cosas ya veremos qué hacemos el día que se lleven el castillo y nos dejen solo las cortinas. ¿Que exagero? Una buena práctica para evitar estos hechos sería darle un premio a quien se lo merezca y su merecido a quien haga méritos para ello.
La realidad es que los premios cada día están más adulterados y lo segundo cada vez es menos frecuente en defensa de lo “políticamente correcto”. De ahí que investigar un hecho delictivo se parezca cada vez más a un mirlo blanco. ¿Un ejemplo? A casi tres años de la muerte de Dioni... ¿qué se sabe? De ahí que no albergue muchas esperanzas para que se esclarezca el atentado contra la talla de la Virgen. Un comentario generalizado y también muy ¡descorazonador! es …..“no es la primera vez que esto ocurre”, como si tuviéramos que acostumbrarnos a que tampoco será ésta la última. Así... ¡no vamos bien!
Joaquín Medina Íñiguez
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