Siempre me han llamado la atención las “obras de arte” que pueden contemplarse paseando por la calle. Digo obras de arte porque algunas lo son como las que pueden admirarse en la fachada lateral de la casa situada frente a la Plaza de Toros, en las vallas que quedan del campo de futbol San Matías, las de la calle Virgen de Gracia a la altura del Centro de Día o las de la Vereda de la Libertad, por poner algunos ejemplos.
No hay que olvidar que las primeras manifestaciones artísticas que se conocen comienzan en las paredes de las cavernas. El graffiti es un arte que nace en las calles de Nueva York y Filadelfia en los años 60 para extenderse rápidamente por todo el mundo como medio de expresar sentimientos, emociones e ideologias sobre todo de gente joven, inconformista y con intenciones de cambiar el mundo.
Estos artistas buscan en la calle muros para plasmar lo que llevan dentro. No exagero si les digo que muchos de estos murales callejeros no tienen nada que envidiar a rimbombantes exposiciones de arte moderno en importantes museos.
Hace algo más de un mes me detuve ante uno de estos murales que hay pintados en la vereda de la Libertad. Me dijeron que el que estaba contemplando era de un tal Valentín García. El mural llama la atención por la composición, el colorido y por la seguridad en el trazo de sus líneas. Decidí ponerme en contacto con su autor para conocerlo y de paso escribir este artículo. Quedé con él esa misma tarde a tomar café en el bar El Molino para que me hablara de su vida y obra.
Se trata de un joven estudiante que este año acaba Bellas Artes en el Politécnico de Valencia, hijo de un profesor de Lengua y Literatura del Instituto “Rafael Requena” de Caudete, Valentín García Vallador, nacido en Ceuta, que en sus ratos libres se dedica a la noble tarea de escribir poesía con notable éxito y que recientemente ha sido galardonado en la vecina localidad de Yecla con el segundo premio del I Certamen Literario UNED “El Vino testigo de una Cultura” en la modalidad de narrativa, por un cuento titulado “Enodecálogo”.
Esta claro que el hijo, con estos antecedentes, tenía que tener vena de artista. Si su padre lo es con la poesía, el hijo, sin haber acabado todavía la carrera, ya destaca por lo que pinta y diseña. Llegó a la hora acordada y descubrí a un “personaje” con mucha experiencia de tan solo 22 años, que a toda costa intenta abrirse camino en el complicado mundo del arte. Es inquieto, atrevido, bohemio, muy despierto, con las ideas claras, brillante en sus exposiciones y sobre todo “que sabe lo que quiere y a dónde y cómo quiere llegar”.
De entrada me dijo que le gusta dibujar desde que tiene memoria y que los primeros pasos los dio con el spray pintando graffitis en la calle a los 13 años, afición que le dio muy fuerte. Todavía recuerda las broncas que al principio le daba su padre por pintar paredes ajenas.
De ser yo un mecenas del arte al estilo Lorenzo el Magnífico en la Florencia de los Médicis del siglo XV no hubiera dudado traerlo a mi “taller” al detectar en Valentín “ese chispa de aúrea” que le llevará donde se lo proponga porque, además de aptitudes para pintar y componer, derrocha imaginación y posee una cualidad muy importante para desarrollar cualquier actividad: el hábito del trabajo.
Tiene previsto, a partir de septiembre, vivir una temporada en Bélgica (Gante) para hacer un Erasmus de “diseño gráfico y publicidad” con la idea de especializarse y perfeccionarse en estas disciplinas. Se mueve como pez en el agua con la pintura narrativa, el diseño, el óleo, comic…Sus obras son ilustraciones con mucho ingenio, técnica y trasfondo como el mural de su casa que parece la entrada a un templo.
Partiendo de un tema real le gusta desfigurarlo. Ha participado en concursos importantes de pintura en la calle en Bélgica, Alemania, Murcia, Albacete. En Torrevieja (La Mata) en el año 2005 junto con sus compañeros de equipo quedaron campeones de España en estilo libre (Freestyle) por equipos de seis componentes, donde cada uno se encarga de realizar una parte del mural.
Fueron seleccionados para participar en Alemania (Cheemnitz) en un campeonato de pintura a nivel europeo donde participaron 10 países, resultando vencedores los franceses. Valentín tenía entonces 18 años.
Vive compaginando el trabajo con los estudios. En Valencia trabajó haciendo diseños para camisetas marca Kilombo. Dice que se sentía orgulloso de ver a la gente lucir sus propios diseños y que aunque el sueldo era escaso esa actividad creativa le permitió darse a conocer. Uno de sus proyectos es diseñar su propia ropa aprovechando la experiencia de Valencia. También trabajó en Villena en Punto Gráfico.
Ha realizado ilustraciones de identidad corporativa (slogan para empresas), en Ibi realizó un mural en una fachada para una empresa de canalizaciones, ha estado varias veces en la Feria de Muestras de Valencia, en Alicante en una fábrica de juguetes…. No se lo pregunté, pero sospecho que Valentín duerme poco.
Ya les he anunciado anteriormente que se trata de un personaje muy trabajador, curioso e investigador de muchas facetas del arte. Es esta forma de ser la que le lleva ahora a Bélgica donde, además del Erasmus, ya esta buscándose trabajo en el taller de algún artista importante para aprender y perfeccionar la técnica y, a la vez, “aportar –dice-mi grano de arena” .
Me contaba que pertenece a un grupo que se llama HTC que lo componen 6 artistas que se juntan para hacer murales y que cuando ganaron el campeonato Nacional se les conocía como KAP. Estos ¡se lo deben pasar como los indios cuando entre los seis cojan una pared cara adelante y para ellos solos!.
Hace tres días estaba en Barcelona pintando una pared con sus compañeros franceses. “Lo bueno –dice- de tener tu obra en la calle es la autopromoción y darte a conocer, siendo muy gratificante que la gente disfrute contemplando tu trabajo”
Le gusta el óleo, el acrílico, la ilustración digital y el diseño gráfico donde intenta moverse en una técnica mixta: dibujo con líneas contundentes, aunque al principio su obsesión fue el graffitis, siempre intentando marcar un estilo propio, actividad en la que se sentía libre y contento al ver que su obra quedaba expuesta permanentemente en la calle.
No le gusta encasillarse pero nunca se plantea abandonar el dibujo expresivo y el graffitis.
Define el graffitis como “letras, color en la calle, comunicación: en definitiva ¡vida!”. Considera que es importante tener un estilo potente y que sea reconocible a simple vista”.
El mural es la disciplina en la que trabaja en estos momentos, aunque manifiesta que se siente atraído con el resto de prácticas relacionadas con el graffiti. Le encanta diseñar letras, especialidad que maneja con mucha soltura, a juzgar por los bocetos que me mostró.
Dice “que se pueden hacer buenas obras con spray y no ser graffiti y que lo importante de un artista es el espíritu de superación y renovación, la creatividad, la inquietud, la versatibilidad y el buscar un estilo propio” Se nota que Valentín ha evolucionado y ha demostrado, en los 10 años que lleva en el mundo de la pintura, “tener una categoría artística seria ganada por méritos propios”. No me cabe la menor duda de que antes o después, Gante se rendirá ante el ingenio, colorido y composición de este paisano, hijo de un profesor de Literatura amante de la poesía. ¡Tiempo al tiempo!
De casta le viene al galgo. ¿Ha leído usted los últimos sonetos de su padre sobre las próximas elecciones? Lea la RE.A. (Revista de actualidad) o mire http://marxcianos.blogspot.com.es/2016/06/reelecciones.html
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