Hay una serie de preguntas inquietantes: ¿por qué cada una o dos generaciones las víctimas vuelven
a votar a sus verdugos?... ¿Por qué los ingleses que tenían padres o abuelos
proletarios votaron, desde su recién adquirida posesión de clases medias, a
Margaret Thatcher, que les devolvió a los márgenes? ....¿Por qué los que entraron
por primera vez en la universidad en España votaron al Partido Popular, que no
permitía que sus hijos fueran a la Universidad?.... ¿Por qué esos millones de
latinoamericanos que salieron de la pobreza durante la década le dieron la
espalda a quienes los sacaron del agujero? .....
.....¿Por qué en EE UU regresan a la
jefatura de la política personas de incompetencia probada, con ideas peligrosas,
con serios desórdenes psiquiátricos, el Ku Klux Klan, los nacionalistas
blancos, los supremacistas, los machistas?.... ¿Por qué disfrutan de nuestro
derecho a votar todos aquellos que oprimieron a la ciudadanía en España durante
lustros y hoy reniegan de la democracia que afortunadamente les ha concedido
ese derecho? La respuesta a esta pregunta nos orienta sobre los errores y las
reflexiones pendientes de la izquierda existente.
Todos
aquellos que les han permitido ocupar un espacio político no sólo son antagónicos
a la izquierda y sus diferentes formas, sino que lo son también a la democracia
y los derechos humanos. Otorgándoles su voto, estos les han prometido una
protección material frente a la globalización y también ante las crisis
venideras; es, sin duda, una expresión de la necesidad del pueblo de protegerse
ante cambios y circunstancias económicas frente a los que se siente
vulnerable.
En los años
sesenta, el grado de relación de una persona con otras de la clase trabajadora
predecía electoralmente el voto para la izquierda y especialmente para los
comunistas. Hoy, sin embargo, predice mejor la probabilidad de votar a la
extrema derecha. Si hay un ascenso social de los que recién salieron de la
pobreza y este ascenso es frágil y temen perderlo, aumenta probabilidad de que
los recién ascendidos pateen la escalera para evitar que otros suban.
No se dan
cuenta que las sociedades que han prosperado han sido las que han mitigado las
desigualdades en el conjunto de la sociedad; y que esa condición que iguala
bienestar y genera prosperidad se logra limitando el número de gorrones y
expresando la mayoría un compromiso fraternal con la democracia que genera
confianza y seguridad.
Que el odio a
las minorías o a los inmigrantes es el miedo que nos tenemos a nosotros mismos
y a nuestra suerte. Tener el coraje de saber que no hay verdades, sino
consensos construidos por la gente que sabe, puede y quiere dialogar. Y, sobre
todo, dejar de aullar con los lobos pensando que así, quizá, tengamos la suerte
individual de que una noche no nos coman.
Piénsenlo,
benditos lectores, mientras la izquierda no tenga un proyecto de país
alternativo con una justa y equilibrada justicia social, surgirán más “salva
patrias, novios de la muerte y demás especímenes”.
POSDATA.- Este escrito
está inspirado en los criterios y pensamientos de los señores Alberto Garzón,
Juan Carlos Monedero y de un servidor.
Se vivía el
año 1973, cuando el señor Serrat había cumplido los treinta cuando grabó el
disco “Canción Infantil … para despertar a una paloma de tres primaveras”
canción dedicada a la hija de su amigo Mariá Alberó. En este tema nos prepara
el nuevo día de forma colectiva y nos encanta con la vitalidad y el entusiasmo
de la aurora que no se acaba nunca.
Y bueno, pues,
un día más
que se va colando
de contrabando.
Y bueno, pues,
adiós a ayer
y cada uno
a lo que hay que hacer.
Tú, enciende el sol.
Tú, tiñe el mar,
y tú, descorre el velo
que oscurece el cielo,
y tú, ve a blanquear
la espuma y la nube,
la nieve y la lana,
y tú, conmigo a cantar la mañana.
Tú, a dibujar
el trigo y la flor.
Tú, haces de viento,
dales movimiento
y tú les das color.
Tú, amasa los montes.
Tú, al pozo a baldear
y tú, conmigo y el gallo a cantar...
Que hay que empezar
un día más.
Tire pa'lante
que empujan atrás.
Y póngase el calcetín,
paloma mía,
y véngase a cocinar el nuevo día.
Todo esta listo, el agua, el sol y el barro,
pero si falta usted no habrá milagro.
Si le falta usted
a un mundo enfermo y con canas,
quién va a hacerle la cama
y quién le peinará la frente
y quién le lavará la cara.
Si falta su risa
para echarlo a andar.
Venga conmigo y el gallo a cantar.