Organizado por la Mayordomía de la Virgen de Gracia, el pasado viernes día 2 de mayo se celebraron dos conferencias con motivo del "600 Aniversario del Desenterramiento de las Imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas". La primera la impartió el Historiador Antonio Marco Albertos con el título "Inicio y Auge de la Devoción Mariana en Caudete". Hizo un breve estudio de "...la evolución de la devoción a la Virgen desde
los inicios del Cristianismo analizando más el caso concreto de Caudete desde
su reconquista en la Edad Media empezando por su primitiva organización
religiosa dentro de la Diócesis castellana de Cartagena. En 1414 se produce un acontecimiento crucial en el crecimiento de la
devoción a la Virgen con la aparición milagrosa de la Virgen de Gracia al pastor
Juan López y el descubrimiento de las Sagradas Imágenes de Nuestra Señora la
Virgen de Gracia y de San Blas. Con posterioridad se de la integración de Caudete en la diócesis de Orihuela en 1564, destacado papel en el crecimiento y desarrollo del fervor mariano en Caudete de
dos de sus obispos, Don Gregorio Gallo de Andrade y Fray Andrés Balaguer
Salvador". Marco, Licenciado en Historia Antigua, tiene muchas y muy buenas colaboraciones de investigación en el Programa de Fiestas como la publicada en el 2002 que llevaba por título "Esculturas de toros en el Caudete Ibero". La conferencia del otro día podrán ustedes leerla en su integridad en el Programa de Fiestas que se editará por la Asociación de Comparsas en agosto.
La segunda Conferencia la impartió Miguel Requena Marco con el título "Origen
y variantes de la piadosa tradición de las Imágenes de la Virgen de Gracia y de
San Blas". Miguel, hoy jubilado, ha sido profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona y es un meticuloso estudioso e investigador de los Episodios Caudetanos y de todo lo relacionado con la Mayordomía. Era íntimo de otro experto conocedor de estos temas. Me refiero a Francisco Doménech Mira al que le dedicó un sentido poema de despedida, poema que tuve el placer de darlo a conocer en las páginas de este blog. Miguel se metió en la narración de la historia de la Leyenda piadosa de la aparición de las Sagradas Imágenes con tal apasionamiento y con tal profusión de datos que Cantos, el Presidente, le tuvo que decir que se hiciera el ánimo de ir acabando ya que se había pasado y con creces del tiempo que le habían adjudicado. ¡Que buena pareja hacía con Doménech en la investigación de todo lo relacionado con su pueblo!. Esta es la nota que me ha facilitado Miguel para que la resumiera. Por su interés, me tomo la molestia de transcribirla en su totalidad para todo aquel que tenga interés en conocerla:
Título:
Origen y variantes de la piadosa tradición de las imágenes
Origen y variantes de la piadosa tradición de las imágenes
de la Virgen de Gracia y de
San Blas
".....Como editor de
los Episodios caudetanos, quise hacer
una indagación sobre nuestra Leyenda piadosa en relación con las Santas
imágenes de la Virgen y de San Blas. Y como la conclusión a que llegué era
algún tanto novedosa, pasé todos mis escritos sobre ello a la ilustre Mayordomía
de la Virgen de Gracia para su conocimiento, y también para su aprobación, y su
Presidente, don Manuel Cantos Clemente, fue quien me propuso que diera esta
charla.
Como esta
Leyenda se conoce por la Historia de la
Virgen de Gracia, cuya última edición es del año 1957, preparada por el P.
Elías Bañón Torres, al no estar ya al abasto de los nuevos deseosos de
conocerla, la ilustre Mayordomía la va a sacar próximamente a la luz, en
edición preparada por el P. Rafael María
López Melús, quien vendrá a presentárnosla. Por cierto que todos los
materiales que presenté a la Mayordomía para su aprobación, los puso su
Presidente a disposición del P. López Melús, para que los tuviera presentes en
su edición.
* * * * *
Supongo que
muchos de ustedes estarán tan confusos como lo estaba yo antes de bucear en
este tema para tener una idea lo más clara posible de él. Huelga decir que los Episodios caudetanos (y sus antecedentes los Autos del doctor Juan Bautista Almazán y El Lucero de Caudete) giran en torno a las circunstancias del
origen de las Sagradas Imágenes de los Patronos de Caudete, Ntra. Sra. de
Gracia y San Blas. Y, como editor de los Episodios,
me creía obligado a conocer su origen y desarrollo.
Como ustedes,
conocía lo que había dicho el carmelita P. Simón M.a Serrano
Montoliu en su trabajo “Origen de las Fiestas de Moros
y Cristianos de Caudete” (Congreso
Nacional de Fiestas de Moros y Cristianos. Villena, 1974. 2 tomos.
Alicante, 1976. Tomo II, pp. 533-557).
Creo que este
escrito es bastante conocido: en 1984 (en la VIII Semana Cultural Festera), en
homenaje al Rdo. Padre Simón Serrano Montoliu se comentó su libreto
sobre el «Origen de las Fiestas de Moros y Cristianos de Caudete», que
debía ser conocido por separatas de las actas. El elogio estuvo a cargo de
Andrés Bañón Martínez, Cronista Oficial de la Villa.
Y en 1991 se editó en Caudete: (Revista de Abenzoares. Revista de Estudios caudetanos,
núm. 0, septiembre 1991, pp. 16-33).
El carmelita P.
Simón M.a Serrano Montoliu, en este estudio acusa repetidamente al
presbítero archivero de la parroquia de Santa
Catalina mosén Antonio Conejero y Ruiz de ser el inventor de la
Tradición piadosa en torno a la Virgen de Gracia. Así, escribe en la pág. 549
de su estudio: «Se ignora quién sea el autor del Lucero
de Caudete, pero por su “fruto” puede verse que estaba flojo en poesía y
más pobre en historia, pues se aprovechó de las “noticias” imaginadas por mosén
Antonio Conejero, intercaladas en el Libro II de la Mayordomía, en especial en
los folios 87-95». Si muy peyorativas son las calificaciones del autor de El Lucero, muy injusta es también la
atribución que hace a don Antonio Conejero. Por lo demás, el calificar de “más
pobre en historia” al autor del Lucero
está en contradicción con lo que él mismo dice, hablando del doctor Almazán:
“como poeta, no dio importancia a la parte histórica, cosa tan distinta de la
poesía”.
En
la p. 554 de ese mismo estudio, reitera el P. Serrano la misma acusación contra
don Antonio Conejero: «Se ignora quién compuso
los Gozos actuales de la Virgen de Gracia. Don Miguel Díaz, cura de Caudete,
los publicó por primera vez en su Historia de la Virgen de Gracia, en 1845".
Pero fue él quien añadió algunas de sus coplas, por lo menos la 1.a,
la 2.a y la 5.a, que tratan de San Benito y de Monte
Casino (Italia); del monasterio de benedictinos en Caudete, y de los siete
siglos del “enterramiento” de la imagen». Y a continuación vuelve a acusar de
innovador a Mosén Antonio Conejero: «Está bien comprobado, como hemos repetido
varias veces, que dichas “noticias” las inventó don Antonio Conejero en el año
de 1730 y que están en oposición con los hechos de la historia». Sin ningún
fundamento atribuye el P. Serrano a don Miguel Díaz Albertos, cura vicario
foráneo de Caudete (a quien adjudica la autoría de la Historia de la Virgen
de Gracia), el haber añadido algunas estrofas (las no históricas) a unos
supuestos Gozos primitivos más breves, el cual se habría fundado en esas
supuestas “noticias” de don Antonio Conejero.
Pero el caso es
que don Antonio no añade nada a lo conocido anteriormente. Esas supuestas
“noticias” son anteriores a don Antonio Conejero, y consustanciales con la Leyenda,
de modo que esas estrofas no son añadidas, sino que los Gozos se compusieron
(fuera quien fuera su autor), básicamente, como los conocemos (aunque hayan
sufrido, como podemos comprobar, algunos pequeños cambios en su letra). Además,
no es probable que se publicaran por primera vez en 1845, en la Historia de
la Virgen de Gracia. En hoja suelta, parece que se publicaron antes, dentro
del mismo siglo XIX, e incluso hay una impresión que podría haber sido hecha en
el siglo XVIII, con el mismo número de estrofas que los Gozos actuales.
DESPUÉS DE LEER
las numerosas notas que dejó escritas mosén Antonio Conejero en el manuscrito,
incompleto, que Joaquín Roa y Erostarbe publica en la nota n.º 1, a lo largo de
las páginas 164-193 del tomo II de su Crónica
de la Provincia de Albacete (Albacete, Imprenta y Encuadernación de la
Viuda de J. Collado, 1894), en las versiones y notas sobre la Tradición
en los libros de la Mayordomía de la Virgen de Gracia, y en el libro
recientemente aparecido, que yo llamo Libro
misceláneo, la clara impresión que saqué es que don Antonio era un devoto
apasionado de la Virgen, pero también una persona muy escrupulosa, incapaz de alterar
la sagrada Tradición, aunque fuera para dar brillo y esplendor al origen de la
preciosa imagen de que era tan devoto.
Cree en la
Tradición a pies juntillas, sin examen crítico, pero es sumamente respetuoso
con ella. No parece que don Antonio tuviera ni siquiera la tentación de
lanzarse a una aventura en un asunto tan serio; a lo más que puede atreverse es
a exornar o ilustrar con alguna cita de confirmación algún aspecto de la
piadosa Tradición, aprovechando el más leve asidero, y repetir de buena fe, sin
contrastarlas, noticias que estaban incorporadas ya en la Tradición. Al
comienzo de su relato de la “Tradición de la Sagrada Imagen de María Santíssima Madre de Dios de Gracia, que se
venera en la Real Villa de Caudete del Reino de Murcia (antes del de Valencia y
Reyno de Aragón) y de otra del Glorioso San Blas Obispo y Mártir de Sebaste”, en
el fol. 87r del Libro 2.º viejo, hace una invocación a la Virgen: “Ne scribam
vanum, duc, Pia Virgo, manum. Amen” (‘Para no escribir nada vano, guía, Virgen
pía, mi mano’). Pero no vamos a apoyarnos solamente en la expresión de tales
sentimientos.Así, cuando escribe
la versión para ser publicada por el P. Villafañe, la presenta para su
aprobación al Cura de Caudete.
Remessa de traslado para dar a la impresión
la Tradición de
estas Stas. Imágenes
Di traslado de estas nueve ojas (compreendiendo esta) a Mosén
Faustino Silvestre y Amorós, Presbítero, y organista de la Iglesia Parroquial de la Villa de Elche, firmado de
mi nombre en cinco de las calendas de Junio de 1730 años, el que me rogó en su
carta de 27 Marzo de dicho Año le imbiase Narración del hallazgo de la Sta.
Imagen de Ntra. Sra. de Gracia de esta Villa de Caudete, y la pondría en manos
de un Padre Jesuita que se encuentra Retor del Colegio de Salamanca y ofrece
sacar a luz segundo tomo de Imágenes de la Madre de Dios que se veneran en
nuestra España, por ser assí que el primero tomo ya corre; y con esto dicho
Mosén Faustino Silvestre quiere servir a la Virgen de Gracia por la devoción
que le ha cobrado quando estava en esta dicha Villa y oyó los sermones de la
Fiesta Aniversaria en 8 y 9 de Setiembre del Año pasado 1729. Y antes de
remitirle dicho translado, lo llevé al Rvdo. D. Francisco Ortuño, Doctor en
Sagrada Theología y Retor de la Iglesia Parroquial de esta Villa de Caudete, su
Patria. Informé a su merced del deseo de dicho Mosén Faustino Silvestre,
dándole que leyere dicha su carta; y pasados algunos días, aviendo leído dicha
Narración, que está escrita en onze ojas en quarto, me la volvió dicho Sr.
Retor en presencia de Mosén Estevan García, Presbítero Mayordomo de la Santa
Casa de dicha Sta. Imagen, día miércoles en la tarde que contábamos quatro del
Mes de Mayo de 1730, dándome licencia para que la remitiese. Y para
memoria, hize la presente relación el infrafirmado, día 29 de dichos mes y Año.
Esta versión de
la Leyenda la publicó el jesuita Juan de Villafañe, en las págs. 281-285 de su Compendio histórico, en que se da noticia de
las milagrosas y devotas imágenes de la Reyna de Cielos y Tierra, María
Santíssima, que se veneran en los más célebres santuarios de España
(Madrid, 1740, segunda impresión, aumentada; la primera, de 1726, en Salamanca,
no la trae), que es la primera edición impresa de nuestra Leyenda, pues la Historia
verdadera... fue publicada por primera vez en 1845, o sea, 105
años después.
Y es que,
además, leyendo las tres versiones de la Leyenda anteriores a don Antonio
Conejero, se confirma que él no inventa nada.
A. La que llamamos “de los milagros” porque, a continuación del breve relato de la
Tradición, es la única que trae varios milagros obrados por la Virgen (alguno
de ellos aprobado por el Obispo de Orihuela Fray Andrés Balaguer). Esta era
conocida de los estudiosos, aunque no ha sido publicada completa. Está en el Libro segundo viejo (en APSC, CAU-49,
96-97).
Hemos de decir
que si se conserva es por don Antonio, consciente de su valor por su
antigüedad, cose las dos cuartillas en que está escrita a folios procedentes
del Libro II viejo de la Mayordomía. Y, además, hace una transcripción en el Libro misceláneo, del que ahora hablaremos,
donde nos dice que la ha transcrito también en un libro hoy perdido sobre la Comedia poética del doctor Juan Bautista
Almazán. Veamos ahora dos versiones de la Leyenda que nos eran desconocidas.
B.) Leyenda municipal. Así la llamo porque es la que se conservaba en el
Archivo Municipal de la Villa, como nos dice don Antonio Conejero Ruiz, en un
libro suyo descubierto recientemente (el año pasado 2013), por casualidad, por
el Presidente de la asociación Amigos de la Historia Caudetana, que, además de
llamarse igualmente Antonio Conejero, también está de alguna manera relacionado
su segundo apellido, pues si el uno tiene Ruiz,
el otro lo tiene Rodríguez,
patronímicos ambos que proceden de Rodrigo.
Una forma antigua de Rodrigo era Ruy, de donde Ruiz. A todos nos viene a
la memoria un personaje famoso que se llamó así: el Cid Campeador, unas veces
llamado por la forma antigua, Ruy Díaz
el Campeador, y otras por la forma más culta, Rodrigo Díaz de Vivar.
Este libro, en fotocopias e incompleto,
contiene, copiada por don Antonio, también esta Leyenda del s. XVII (folios 137r y 143r), anterior a todos los escritos de D. Antonio Conejero Ruiz
(nacido en 1685). Confiesa paladinamente don Antonio que está “sacada de los Autos Poéticos que a este asumpto
compuso el Sr. Juan Bautista Almazán, médico, año de 1586, axustados a los
instrumentos públicos que tiene dicha Villa”.
La copia no es
muy pulcra, pues tiene tachaduras, enmiendas y añadidos, lo que reconoce don
Antonio en una nota en el margen derecho del primer folio, muy importante por
otro motivo: “Se hallará más limpia esta tradición en mi libro de la obra poética de la Virgen”. Es muy de
deplorar que no se conserve este libro, todo un libro dedicado, como es de
suponer, a los Autos del doctor
Almazán, en el que posiblemente incluiría el texto de esa obra poética.
C. La Leyenda de
1689. Esta relación de la leyenda, hasta ahora completamente desconocida, está
comprendida en las páginas 292-295 de un libro manuscrito conservado en la Real
Biblioteca del Palacio Real de Madrid (con signatura II/2012), escrito por el
noble y erudito valenciano José de Castellví y Alagón, marqués de Villatorcas
(1653-1722) con el título Catálogo de
todas las Santas Imágenes de N.ª Señora que dichosamente se veneran en la
Ciudad, Villas y Lugares, en el Reyno de Valencia, con una breve descripción
del modo, sitio y Lugares en donde se hallaron y tubieron el origen las Stas.
Imágenes, con sus Invocaciones (páginas 292-295).
Que el autor de
los Autos de la Historia de Ntra. Sra. de Gracia colocó el enterramiento
de la imagen en tiempos de la invasión musulmana, lo tenemos declarado
expresamente en el artículo 19 del Reglamento de
la Mayordomía de la Virgen de Gracia, que fue aprobado el 23 de agosto de 1617, en Caudete, por el obispo de Orihuela
D. Andrés Balaguer: “Ítem, que el día de Nuestra Señora de las Nieves, que es a
5 del dicho mes de agosto, ha de haver solemne Oficio y Sermón, y a la tarde de
dicho día, segundas vísperas como las primeras, y acabadas, se haga en dicha
Iglesia la primera parte de la comedia de la Historia, de cómo fueron
enterradas las imágines de Ntra. Sra. de Gracia y de Sant Blas quando la
perdición de España” (Libro 1.º de la Administración de Ntra. Sra. de
Gracia, fol. 2v). Y en el Romance
historial (véase el Apéndice 2), en el breve resumen de la primera parte de
dicha obra se lee: “Discreto, un auto en la tarde / en la iglesia representan,
/ donde refieren de España / la lastimosa tragedia / de la pérdida de España /
por los amores sin rienda / de D. Rodrigo y Florinda” (vv.
423-429), y, tras la revelación de un ángel, los religiosos entierran las
sagradas imágenes.
NOTA. Este librito lo descubrió en su
biblioteca familiar Luis Torres Martínez, quien dio noticia de él en su
artículo «Algo más sobre nuestras fiestas», publicado
en la Revista de Moros y Cristianos
(2007, pp. 168-170). Es el único ejemplar que
se conoce, por desgracia incompleto.
El Romance historial fue publicado en
Albacete en 1905 (Imprenta de Eduardo Miranda), y como en él se indica que
“Queda hecho el depósito que marca la Ley”, se han hecho gestiones infructuosas
en Madrid para tener el librito completo y publicarlo la Mayordomía en este año
tan señalado, juntamente con este otro: Corona de flores poéticas a Nuestra Señora de Gracia de
Caudete, que el caudetano Francisco Cobes publicó en 1907 con motivo del 13.º centenario de la llegada a
España de su sagrada imagen. Ahora, a través de la archivera municipal, se está
haciendo otra gestión en Albacete.
Veamos cómo pudo
originarse la Leyenda, y testimonios que apoyan este origen, anteriores a don
Antonio Conejero. Al descubrirse en 1414 las sagradas imágenes de la Virgen de
Gracia y de San Blas, se dio por supuesto, naturalmente, que estas habían sido
enterradas en el tiempo de la invasión de España por los moros, como ocurría
con tantas otras imágenes descubiertas en los pueblos reconquistados. Un
ejemplo entonces muy conocido era el descubrimiento de Nuestra Sra. del Puig en
Valencia, aunque ocurrido bastantes años antes, cuando el rey Don Jaime I
intentaba conquistar Valencia, que realizó en 1240. Bernardino Gómez
Miedes, “Arcediano de Murviedro y Canónigo de Valencia”, publicaba en Valencia
en 1584 (antes de que el doctor Almazán escribiera sus Autos) La
historia del muy alto e invencible Rey Don Jayme de Aragón, que dos años
antes había publicado en latín. El capítulo 20 del libro X reza así: “Cómo el
Rey mandó edificar un templo en el lugar do fue la batalla, y del antiguo que
se descubrió debaxo tierra con la imagen de nuestra Señora”, en el que narra
así el descubrimiento de la venerada imagen (fol. 214):
y como fuessen cavando profundamente para hechar los
fundamentos, se oyó un sonido grande como retumbo de cosa hueca. Cavando más,
se descubrieron unas grandes paredes como de templo que estava metido en lo
profundo de la tierra. Dentro del qual cavando mucho más, se sintió con golpe
del açadón un sonido de metal, y luego abriendo y limpiando el lugar, se
descubrió una campana grande de metal. La qual alçada en alto, se halló debaxo
della una tabla de mármol de dos codos en alto, y codo y medio de ancho. En la
qual estava labrada y como esculpida una imagen de nuestra señora que tenía a
su hijo en los braços differentemente que las otras, porque le tiene sobre el
braço derecho. Con la qual tabla y campana, y otras señales, tuvieron por
muy cierto que en tiempo de los Godos fue aquel templo edificado en honor y
gloria de la sagrada virgen nuestra Señora, y que los religiosos de san Benito,
que en aquel tiempo florecían mucho, fueron los que allí tuvieron su convento y
monasterio muy sumptuoso. Y después con la entrada
y universal ruyna y saco de conventos y templos que los Moros hizieron por toda
España, fue este destruydo, y los religiosos perseguidos, y assí al tiempo de
la persecución cavaron y pusieron la campana con la imagen debaxo en aquel
lugar, donde estuvo escondida 510 años, hasta el tiempo de nuestro Rey don
Jaiyme, el qual tomó la imagen con grande veneración, y la puso en el nuevo
templo hecho sobre el viejo, en la capilla y altar mayor donde hoy está, y que
mueve a tanta devoción, que no solo de la ciudad de Valencia, pero de todos los
tres reynos de la corona de Aragón es muy freqüentemente visitada y venerada.
Como vemos,
también el templo enterrado se cree era un antiguo convento benedictino del
tiempo de los godos, al igual que en Caudete. Esta debía de ser la creencia
general, y así la recogería el doctor don Juan Bautista Almazán en su comedia
poética Autos de la historia de la Virgen de Gracia.
Pero este hecho
había que escenificarlo, y sólo había dos piedras angulares para empezar a
construir el edificio de una historia: el enterramiento
de la imagen ante la inminente invasión musulmana (según se creía) y las ruinas del convento donde fue
encontrada la imagen.
Hoy por hoy, no conocemos el texto de los Autos de la
historia de Ntra. Sra. de Gracia del doctor Almazán, pero bien
podemos suponer que este, al querer trazar una historia dramática lo más
gloriosa posible sobre el origen de la imagen de Ntra. Sra. de Gracia, que,
misericordiosamente, se había aparecido a Juan López para dársenos por Patrona
y prestarnos su poderoso auxilio, hiciera surgir de su imaginación, a partir de
las ruinas del monasterio en el escenario de la aparición, un antiguo
monasterio de monjes que habrían enterrado la Imagen ante el peligro de la
invasión sarracena; y, tratándose de una edad tan lejana como era la de los
godos, lo primero que pensaría era que se trataba de monjes benitos (de cuya
Orden se creía había monasterios en España por aquel tiempo). Y, para enaltecer
el origen de la sagrada imagen de la Morenica, lo remontaría hasta el mismo San
Benito y Montecasino, ideando para su comedia una bonita historia hasta su
llegada a Caudete a lomos de una caballería conducida por un monje nacido en
Hispania.
No sabemos
cuántos elementos de la piadosa Tradición, tal como la conocemos, estaban
presentes en dicha comedia poética. Pero debemos suponer que lo fundamental.
Así parece
reconocerlo el mismo mosén Antonio en el número 137 en el códice incompleto que
publica Roa y Erostarbe en su Crónica de la Provincia de Albacete (T.
II, págs. 173-174.): “Después en el año 1759 y parte
del 1760, haviéndose perfeccionado el Camarín referido con faxas de oro
batido, cristales en sus Puertas, varios, y conformes, preciosos Relicarios con
un Almario de Escultura, y rexas, dentro del qual quedaron custodiados los dos
Tabernáculos de Nuestra Señora uno, y otro de Señor San Blas, obispo y Mártir;
la Caxa de Reliquias; el Retablito de Señor San Martín, obispo, y demás del
milagroso hallazgo; con otro Libro y testimonio de la Sagrada Tradición
verdadera de tan insignes Santas Imágenes, compuesto en dos partes poéticas por
el Dr. Don Juan Bautista Almazán, vezino de esta dicha Villa”. Pronto, esta
invención poética, que se custodia como verdadera, habría pasado a
formar parte de la Leyenda del origen de estas veneradas imágenes. Y en la
lámina de plomo que acompañaba a las imágenes, que parece ser no se dejó leer
antes de que desapareciera, se creyó después que estaba escrito el origen de la
imagen que se había ideado en la obra poética.
Nada se nos
dice, expresamente, de que esta Historia contuviera el origen casinense
de la imagen mariana. Pero es lógico pensar que sí, aunque no se representara.
Si bien hace fuerza el Lucero en contrario, ya que en esta obra no
viene, pero en los Episodios se da por supuesto ese origen italiano de
la imagen de la Virgen incluida también la imagen de San Blas) en estas
palabras del Abad fray Ruperto: “Así, cual no han perecido / de Italia en la
inicua guerra, / que las libre en esta tierra / al Cielo yo le he pedido” (I,
vv. 503-506). Si los monjes eran benitos, es poco dudoso que fuera el poeta de
los Autos el que remontara su origen hasta San Benito, sobre todo
habiendo autores contemporáneos, como ya hemos indicado, que sostenían que en
tiempo de San Benito ya se fundaron monasterios de su Orden en Hispania.
Indirectamente, parece que don Antonio, hablando sobre el mandato de San
Benito, sí que nos diga que este origen italiano no estaba ausente en la Comedia
del doctor Almazán por estas palabras: “La segunda
parte de la cláusula puesta al principio de esta nota 3.ª fue el mandato
del Sto. Patriarcha; y lo refiere el Blondo de Forlí en el octavo libro Historia
de mil años, declarando quién, quándo y cómo se le dio cumplimiento a dicho
mandato, con lo demás que lleva la indubitada y antiquísima Tradición
escrita por dicho Forlí, que de Padres a
hijos se conserva en esta Villa de Caudete, y se halla manuscrita en los
Archivos de este Reverendo Clero en los dos tomos de Historia poética que
compuso el Dotor Juan Bautista Almazán” (APSC, CAU-49, fol. 92r,
n.º 16).
La imagen de la
Virgen de Gracia es enviada a Hispania, como mandó San Benito que se hiciera
tras su muerte, para ser librada de la destrucción por los longobardos. Es
histórico que San Benito predijo la destrucción del Monasterio de Montecasino.
El doctor Almazán, aprovechando esta profecía del Santo Patriarca, le hace
mandar a Hispania una imagen muy devota de la Virgen que tenía en su oratorio.
Blondo Forliviense recoge esta profecía de los Diálogos de San Gregorio Magno, como hacen todos los biógrafos del
fundador de los benedictinos. Pero, naturalmente, sobre la imagen de la Virgen
y su mandato de envío a España, como no podía ser de otra manera, nada de nada.
Don Antonio recoge la noticia del mandato, pero sin comprobar la fuente, que la
tiene por verdadera.
¿Qué monasterio
benedictino había sido el más famoso de España? El de Sahagún. Pues ahí hace el
doctor Almazán en su Comedia que
envíe San Benito a la Virgen (como ya hemos dicho, entonces se creía que ya
existía en el tiempo de los godos). Un indicio de que nos manifiesta que
estamos ante una comedia poética es que al abad sucesor de San Benito se lo
llama Gerundo, cuando, en realidad,
se llamaba Constantino. El doctor
Almazán no pretende hacer una obra histórica. El doctor Almazán era una persona
culta y demasiado sabía los nombre de los abades sucesores de San Benito. Le da
el nombre de Gerundo a conciencia,
para que se vea claramente que no es historia lo que escribe.
Llega el diácono
Cipriano (o Ciprián, o Cebrián, que todo es uno), y el doctor Almazán hace que
ocurra un milagro: el mulo no quiere seguir adelante hacia Caudete, para
continuar el camino hasta el monasterio leonés de Sahagún, y sí lo hace de
grado hacia un monasterio que había en la Partida de los Santos, y, oh
casualidad, también se llamaba de Sahagún. ¿Como se explica esto?
Que el convento
caudetano se llamara de San Martín, se justifica por la tabla con la pintura de
San Martín que apareció junto a la imagen de la Virgen de Gracia. La Leyenda de
los milagros ya lo indica así: “Fueron
halladas las dos Stas. Imágenes baxo de unos tabernáculos que oy se guardan y
juntamente una Imagen de S. Martín obispo pintada en una tabla de cinco o seis
palmos, que devía de ser el Sto. Titular del convento, que según las ruinas era grande Casa”. ¿Por qué no se supone
que el titular era San Blas, del que apareció una talla, que es más importante
que una pintura? Un acierto del doctor Almazán es llamarlo así, para
identificar con el de Caudete el célebre monasterio de San Martín, en el que
ocurrió un milagro con las tropas del Rey Leovigildo, en la guerra que sostuvo
este Rey con su hijo San Hermenegildo, del que dice que estaba situado entre
Sagunto y Cartagena. El milagro es el siguiente, como viene traducido en la
Historia de la Virgen de Gracia:
San
Gregorio Turonense en su obra impresa: De Gloria Confessorum, Cap. XII y
XIII, dice: "Conocí un hecho reciente en el año 580. Caminando el rey Leovigildo
contra su hijo, y entrometiéndose el ejército (como acostumbra) en los Lugares
Santos, había un Monasterio de San Martín entre Sagunto
y Cartago Spartaria; mas oyendo los monjes, que este ejército debía llegar a
aquel lugar, se dieron a la fuga, y se embarcaron para una isla, quedándose
solo el Abad ya anciano. Llegando pues los Godos, y robando lo que había en el
Monasterio, encuentran al Abad inclinado ya por su vejez, pero muy recto por su
santidad; y habiendo desenvainado uno la espada, como para cortarle la cabeza,
cayó el atrevido en tierra y espiró. Viendo esto los demás, dejaron el
Monasterio. Pero llegando el caso a noticia del Rey, mandó éste del modo más
imperioso, se volviese al Monasterio cuanto se había extraído de él; y que se le
hiciese saber el cumplimiento de su orden". Estas mismas palabras trae
también el Cap. XIV, folio 226 de la obra, que dio a luz con el título Corona
Gótica y Austriaca Castellana el Dr. D. Diego Saavedra y Faxardo, Caballero
de Santiago y del Consejo de S. M. en el Supremo de Indias.
Para identificar
el monasterio caudetano con el antiguo famoso de San Martín, se toma al pie de
la letra el que Caudete esté a mitad de camino entre Sagunto y Cartagena
(escribe don Antonio: “de Caudete a Xátiva ocho Leguas, de Xátiva a Valencia
nueve Leguas, y de Valencia a Murviedro quatro Leguas, que todas son veinte y
una. Y mirando de Caudete a Carthagena son otras veinte y una Leguas de esta
manera: de Caudete a Orihuela doze Leguas, y de Orihuela a Carthagena nueve Leguas,
que son por esta parte otras veinte y una”). No obsta para ello que Caudete
esté lejos del mar, como tampoco fue óbice para que el dominico setabense fray
Tomás Maluenda lo situara también en Játiva o en su campo (en el que estaría
incluido Caudete), y, de paso, también a mitad de estas dos ciudades, dice la
Leyenda (es decir, nuestro médico) que tuvo lugar una célebre batalla, por lo
que el lugar donde se encontraba el convento se llamó Campo saguntino, y,
además, quiere ennoblecer el lugar con otro hecho digno de veneración y lo
llama Partida de los Santos por los muchos cristianos que en él padecieron
martirio en tiempos de Domiciano.
Esta batalla,
como ideada para ennoblecer el solar, debió de estar indicada de una manera
imprecisa, sin indicar los contendientes, por lo que hay gran confusión al
nombrarlos.
Pero el nombre
de Campo saguntino, aunque muy
extraño, está escogido muy a propósito. ¿Por qué se llama monasterio de Sahagún
al monasterio Caudetano, si no estaba dedicado a San Facundo? La razón de tal
denominación la da la Historia de la
Virgen de Gracia, que dice así: Veamos lo que parece el origen de esta
denominación en la misma Historia de la Virgen de Gracia, pp. 16-17: “A
este Campo glorioso llamado también de Sahagún o Saguntino
por las batallas que en él tuvieron los saguntinos y cartagineses, esto es, los
cartagineses de África y los cartagineses de España, que se convinieron en
señalar para la lid el punto medio entre Sagunto, ahora Murviedro,
y Cartago de España, ahora Cartagena, que es puntualmente la villa de Caudete:
a este sitio dirigió la Divina Providencia al monje Ciprián, donde diese fin
honroso a su gloriosísima comisión”. O sea, que saguntino y “de Sahagún” es lo mismo. Pero de Sagunto no puede
derivarse Sahagún (en todo caso,
Sagunt o Sagún). Hay muchos testimonios, tanto antiguos (contemporáneos del
doctor Almazán) como actuales, en que, junto a sahaguntino, se usa saguntino
para referirse al monasterio leonés y a los naturales de Sahagún y su comarca.
O sea, que lo que se quería decir con que se llamaba el monasterio caudetano
igual que el leonés, era que sonaban igual. (Debería usarse siempre, para
referirse al monasterio de Caudete, saguntino y de Sagún; pero se
respetará la tradición, y sólo se usará saguntino para denominar el Campo saguntino).
En los Episodios, la Carta firmada “en Caudete”
por Fray Ruperto “indigno Abad de Sahagún” no
presenta ninguna dificultad, todo es consecuente. Pero en la Historia de la Virgen de Gracia, donde
también viene, casi idéntica, esta carta, sí que presenta una incongruencia que
el abad del monasterio caudetano la firme en Castilla, y el Lucero aún
ofrece una dificultad mayor, ya que el Abad, además de firmarla en Castilla, lo hace con el nombre de Fray Ruperto, cuando en la obra el abad
es Fray Leopoldo. En los Episodios,
como hemos dicho, no hay dificultad, pero sí en el Lucero, para lo que no sabemos qué explicación habrá dado el
llorado Paco Doménech Mira, que se supone acabó la edición del Lucero.
Esta Carta
ofrece un detalle importante en la historia poética en sí, aunque apenas
esbozado, y, si, como parece, estuviera ya en la Comedia poética, sería también importante para su datación. Según
la versión de los Episodios, dice en
ella el Abad a don Gonzalo: “Importa mucho que
vos pongáis por obra los deseos que estando en este
convento le conocí, para que conozcan también los religiosos el amparo que su
devoción promete, con lo cual, juntos con los de San Bartolomé de Valencia,
podrán llegar a las Asturias, donde estarán libres de los moros”.
En
el Lucero no hay en la carta, más
corta, mención a los monjes de San Bartolomé; pero más adelante (jornada III de
la Parte I) dice el abad Fray Leopoldo a los monjes, después de haberles
mandado que recojan todo lo de valor, para llevárselo a Asturias:
Y en estando todo a punto,
Y en estando todo a punto,
a
las Asturias se partan;
que
yo y los demás después,
si
viéremos que se tardan
los
de San Bartolomé,
nos
iremos.
Parece verse en
el Lucero lo siguiente: el Abad manda a algunos monjes que partan ya a
las Asturias con las acémilas cargadas de las alhajas de la iglesia conventual,
y que él y los demás, si los monjes de San Bartolomé
de Valencia se tardan mucho (en llegar), también ellos emprenderán solos el
viaje a las Asturias. En los Episodios, “juntos con los de San Bartolomé de Valencia” tanto
podemos suponer que los monjes caudetanos van a Valencia, como que los de
Valencia vienen a Caudete, para emprender juntos el camino, aunque siempre se
ha interpretado la segunda opción. El viaje por tierra a las Asturias también
parecería estar refrendado por las palabras del Lego al Abad, rehusando hacer
ese viaje: “Ni aun a la villa de Ampurias / irá el lego caudetano” (I,
449-450), aunque, en realidad, no sirven de apoyo, pues tienen toda la
apariencia de ser un ripio para conseguir una no fácil rima con Asturias,
ya que no está tan cerca de Caudete. Tampoco se dice que los monjes de San Bartolomé sean benedictinos, aunque se
supone que fueran de la misma Orden que los Caudete.
Pues bien, son
los monjes caudetanos los que pretenden marchar a Valencia, para emprender,
junto con los monjes benedictinos de San Bartolomé
de Valencia, un viaje por mar hacia las Asturias. [Si nos da tiempo, pues las
citas son largas, lo veremos después]
¿Estaba en los Autos del doctor Almazán esta conexión
de los monjes del monasterio caudetano con el de San Bartolomé de Valencia? En
el Lucero solo se nombran estos
monjes como “los de San Bartolomé”, y en los Episodios, “los de San Bartolomé de Valencia”, y en ninguna de las
dos obras que fueran benedictinos. Este complementarse, parece que nos está
diciendo que esta conexión ya se hallaba en los Autos (donde se puede suponer que tendría más relevancia).
Pero entonces
surge un problema: la obra de Gaspar Escolano Década primera de la historia
de la Insigne y Coronada Ciudad y Reyno de Valencia fue publicada en
Valencia por Pedro Patricio Mey en 1610, y el año de composición que se le
asigna a los Autos del doctor Almazán
es el de 1588.
¿Cómo se puede
resolver esta dificultad? Lo primero que se nos ocurre es que esta referencia a
los benitos de Valencia no estuviera en los Autos
del doctor Almazán. Pero también podemos suponer que esta inclusión en su obra
de los benedictinos de Valencia fuera introducida en su obra entre 1610 y 1618,
que es el año de su primera representación en la iglesia parroquial.
Veamos lo que
nos dice don Antonio Conejero sobre la fecha de composición de los Autos en el número 16 de la “Tradición
de la Sagrada Imagen de María Santíssima Madre de Dios de Gracia”: “... la
indubitada y antiquísima Tradición .... que de Padres a hijos se conserva en
esta Villa de Caudete, y se halla manuscrita en los Archivos de este Reverendo
Clero en los dos tomos de Historia poética que compuso el Dotor Juan
Bautista Almazán, médico de dicha Villa por los años 1588 y de los
conventos de ella, que son uno de la Antigua Observancia de Nuestra Señora del
Carmen; otro de Padres Capuchinos de N. P. S. Francisco, sitos en el
término de dicha Villa” (APSC, CAU-49, fol. 92r).
La frase es un
poco enrevesada, pero, sin forzamiento, nos deja margen para suponer que los Autos
los pudo componer el doctor Almazán después de 1610.
Una interpretación de la frase hace depender el complemento “por los
años 1588” del verbo compuso, así: “que
compuso el Dotor Juan Bautista Almazán, médico de dicha Villa,
por los años 1588, y de los conventos de ella”; pero entonces vemos que “y de
los conventos de ella” va separado de médico, del que es complemento,
resultando una frase no natural y muy artificiosa. La interpretación lógica es
la siguiente: “que compuso el Dotor Juan Bautista Almazán, médico
de dicha Villa por los años 1588, y de los conventos de ella”, donde se dice
sólo que el doctor Almazán compuso la Historia poética, pero no cuándo.
La concreción temporal indica sólo por qué años fue médico en Caudete, con el añadido de que también lo fue de los dos conventos de Caudete. Esta es la interpretación lógica. Si don Antonio Conejero, como archivero parroquial, sabía que el Dr. Almazán aparece en los libros parroquiales y de la Mayordomía de la Virgen de Gracia entre los años 1617 y 1620, la expresión “por los años 1588” sólo puede significar la datación aproximada de su llegada como médico a Caudete. Con esta interpretación, que es la más lógica, se puede conjeturar que el doctor Almazán pudo escribir los Autos después de 1610, probablemente poco antes de 1617 o incluso hasta ese mismo año, y precisamente para ser representados en la iglesia, único lugar donde podía representarse decorosamente con la parafernalia requerida (como el araceli y la granada o globo). Mucho más adelante sí que se representarían en la Plaza de la Iglesia.
La concreción temporal indica sólo por qué años fue médico en Caudete, con el añadido de que también lo fue de los dos conventos de Caudete. Esta es la interpretación lógica. Si don Antonio Conejero, como archivero parroquial, sabía que el Dr. Almazán aparece en los libros parroquiales y de la Mayordomía de la Virgen de Gracia entre los años 1617 y 1620, la expresión “por los años 1588” sólo puede significar la datación aproximada de su llegada como médico a Caudete. Con esta interpretación, que es la más lógica, se puede conjeturar que el doctor Almazán pudo escribir los Autos después de 1610, probablemente poco antes de 1617 o incluso hasta ese mismo año, y precisamente para ser representados en la iglesia, único lugar donde podía representarse decorosamente con la parafernalia requerida (como el araceli y la granada o globo). Mucho más adelante sí que se representarían en la Plaza de la Iglesia.
Con esta
interpretación, el año 1588 indicaría el tiempo aproximado de su llegada a
Caudete como médico de la villa y de los dos conventos de ella, y no el de la
composición de los Autos. Esta interpretación la refuerza la objeción
que a la fecha de 1588 como la de composición de los Autos hace Francisco José Doménech Mira: “Por último, lo único que permanece en pie, en el actual estado de la cuestión, es
la imposibilidad de conciliar la fecha de 1588 con los datos históricos que se
poseen sobre la persona del doctor Almazán.” (en “Aportación documental
a la biografía del doctor don J. B. Almazán”, Revista
de Moros y Cristianos, 1988, s.p.). Podríamos
pensar que esta frase ha debido de ser el origen de la fecha de 1588 que traen
algunos manuscritos de El Lucero de Caudete, continuador, en el siglo
XVIII, de los primitivos Autos (la fecha de 1555 que trae el manuscrito
Paracuellos es error de lectura, en que aparece también, erradamente, Bazán
por Almazán en el nombre del autor).
Pero Don Antonio
Conejero, al frente de la ya nombrada versión que llamamos Leyenda municipal,
que copia en su Libro misceláneo, parece desmontar esta interpretación.
Dice allí don Antonio: “Tradición ... sacada de los Autos Poéticos que a
este asumpto compuso el Sr. Juan Bautista Almazán, médico, año de 1586,
axustados a los instrumentos públicos que tiene dicha Villa”. Si, como parece,
aquí el año 1586 se refiere al de la composición de los Autos (con la
dificultad que esa fecha encierra), quedan dos alternativas: o que la alusión a
los benedictinos de San Bartolomé de Valencia no estuviera en sus Autos
(lo que no parece probable, dada la complementariedad de Lucero y Episodios
en su alusión), o bien, lo más verosímil, que si los compuso en fecha tan
temprana, los retocó después de 1610, sobre todo con vistas a su representación
en la iglesia parroquial, que tuvo lugar en 1618; pues, como D. Andrés Balaguer
concede la autorización para su escenificación dentro de la iglesia el 23 de agosto de 1617, y aprueba también ese mismo día la
conmutación de fechas para celebrar la fiesta de la Virgen desde el 25 de marzo
al 5 de agosto, en coincidencia con la fiesta de la Virgen de las Nieves, la
primera representación de los Autos en la iglesia debió tener lugar los
días 5 y 6 de agosto del año 1618, y no, como comúnmente se dice, en
1617, pues en este año ya se habían celebrado las solemnidades votivas en
marzo. Como la puntuación no es muy cuidada, también podríamos interpretar “médico,
año de 1586”.
Notemos una
inexactitud. Cuando escribe don Antonio, sí que existían los dos conventos de
carmelitas y de capuchinos. Pero en 1586 o
“por los años 1588”, sólo existía el
convento de los carmelitas, que habían llegado a Caudete algunos años antes, en
1578; los capuchinos se establecerán en Caudete bastantes años más
tarde, en 1635 (fecha que parece muy tardía para que ejerciera aún la
medicina, en el caso de que hubiera retornado a Caudete, pues sabemos que en
abril de 1620 renuncia al cargo de mayordomo de la Ermita de Ntra. Sra. de
Gracia por tenerse que ausentar, en principio temporalmente). Lo mismo que en
esto hay imprecisión, puede haberla, y es presumible que la haya, en los años
que, según parece, atribuye a la composición de los Autos del doctor
Almazán. La misma indicación aproximada de fechas que da para la datación de
los Autos, puede que nos esté indicando otra mayor confusión: la de la
fecha de la llegada del doctor a Caudete y la de composición de los Autos
(quizás interpretando una fuente ambigua). Ha de
tenerse en cuenta que, por lo que hasta ahora se conoce, la primera aparición
documentada del doctor Almazán en Caudete es con motivo del bautismo de su hija
“Juana Anna María Josepha” el 7 de febrero de 1617, el mismo año en que
el obispo de Orihuela Fr. Andrés Balaguer autoriza la representación de los Autos
en la iglesia parroquial.
Creo que el
párrafo preliminar a la Leyenda propiamente dicha, es del P. Villafañe, y no de
mosén Antonio Conejero, el cual, aun notando la inverosimilitud histórica de la
Leyenda, la publica, en atención a la devoción que el pueblo de Caudete le
profesa:
Para tratar de la devota y milagrosa Imagen de Nuestra
Señora de Gracia, que se venera con gran concurso de gentes y especial
confianza en su patrocinio, en la noble Villa de Caudete, que oy pertenece al
Reyno de Murcia, entro a referir una tradición assentádase entre los
habitadores de aquel País, pero que en ella tendrán los preciados de críticos,
que oponer algunas dificultades casi inseparables de aquellos sucessos, que por
su antigüedad caminan no sin obscuridad entre la verdad que se desea y la
falsedad que se teme. Toca esta tradición con los primeros años de la antiquíssima,
y esclarecida Religión del Gran Patriarca San Benito, el qual, haviendo tenido
su noble nacimiento, según la más averiguada opinión, por los años de 480, son
ya muchos los siglos que han corrido hasta nuestros tiempos; y en tan dilatada
serie de días, no es mucho que la verdad vacile y no reparta sus luces con la
claridad que se pretende. No obstante, propongo la tradición, para que los
Fieles, prescindiendo de algunas circunstancias, acaloren su devoción a esta
Santa Imagen, con entender el modo con que la Divina Providencia dispuso que el
noble territorio de Caudete militasse baxo el patrocinio de la Reyna de los
Ángeles, representada en el Simulacro de esta Sagrada Imagen de Gracia. Y si
alguno, no obstante, quisiere dudar de lo que se propone, le suplico que por
algún tiempo suspenda sutilezas especulativas y se haga del vando de los
enamorados de María Santíssima, los quales con devoción práctica y provechosa
quieren ser acreedores a sus piedades y beneficios.
* * *
Si yo preguntara
ahora al público si cree que la imagen de San Blas proviene de Montecasino,
como el de la Virgen de Gracia (según la Leyenda), estoy seguro de que todos me
dirían que no, porque en la Historia de
la Virgen de Gracia sólo se relaciona la imagen de la Virgen de Gracia con
San Benito.
Así que, en los Episodios caudetanos, cuando don
Gonzalo, gobernador del Castillo, pregunta al Abad:
Las
imágenes benditas
de
la Virgen y San Blas,
Padre,
¿os las lleváis quizás?
y este le responde:
Así,
cual no han perecido
de
Italia en la inicua guerra,
que
las libre en esta tierra
al
cielo yo le he pedido.
nos parece que el poeta tiene un
descuido por asociación indebida, o bien lo hace por economía poética.
Pero quizás no
sea descuido. Una versión corta de la Leyenda, la comienza así don Antonio
Conejero: “En la Villa de Caudete, Reyno de Valencia
del Cid, Obispado de Orihuela, y Governación de Xátiva se veneran las Santas
Imágines de María Santíssima de Gracia, y del Glorioso Obispo y Mártir de
Sebaste San Blas, las quales Imágines fueron traídas del Monte Cassino de
Italia, del oratorio y retiro de S. Benedicto Abad por manos de un Diácono
por nombre Cebrián, de nación castellano” (fol. 43v de AHMVG-1).
Si bien no tan
explícitamente, también parece asociar don Antonio la imagen de San Blas con la
de la Virgen de Gracia en el mismo origen montecasinense. Así, en el número 119
del códice publicado por Roa y Erostarbe: “Con que
registrados los expresados Autores puede ser que alguno de ellos nos consuele
con la relación individual de la tradición, del origen, venida, entierro y milagroso hallazgo y milagros de las
Sacratísimas Imágenes de María Santísima de Gracia y de San Blas”. Y en otro
lugar: “El mismo Dios parece que tiene por cierta y verdadera la referida
tradición del origen, e invención de
tan Sagradas Imágenes veneradas en dicha Villa de Caudete” (APSC, CAU-49, fol.
92v), y un poco más adelante: “Assí corresponde la Magestad Divina de Dios
Ntro. Señor con los devotos de su Madre Santíssima y del invicto Mártir y
Obispo San Blas, mediante la Fe y crédito que professan del origen, entierro, e invención
milagrosas de estas Imágenes consagradas” (fol. 93v).
Aunque solapado,
porque lo que predomina es la imagen de la Virgen, también este origen italiano de la imagen de San
Blas ha calado en la tradición, como nos lo prueba esta cita al principio del Programa de Fiestas de 1907: “arribaron en el año 607 a las
playas de Alicante unos pobres monjes de San Benito, procedentes de Monte
Casino y portadores de una Imagen de
Nuestra Señora de Gracia y otra de San Blas, que libraban con su huida de
la invasión longobarda de Italia. Estas
Imágenes que veneró San Benito en su oratorio de Monte Casino, eran
conducidas, por el monje Cipriano, a España al Monasterio de Sahagún en
Asturias; mas, por decreto providencial, en el camino de Caudete y al llegar al
partido de los Santos, el mulo que conducía las Imágenes, se resistió a continuar el camino emprendido, y,
puesto en libertad, dirigiose a un monasterio cercano, llamado también de
Sahagún, de la misma orden de San Benito”.
* * *
Anotemos de paso, pues esto nos llevaría mucho
tiempo, algunas variantes de la Leyenda.
En ninguna de
las versiones de la Leyenda de mosén Antonio Conejero, incluida la que redactó
para el P. Villafañe, se indica la
aparición de la Virgen a Juan López en la sierra de la Zafra, sino sólo en
Paracuellos, ni tampoco en las anteriores conocidas: la brevísima de los
milagros, la antiguamente custodiada en
el Archivo de la Villa, que trae don Antonio en su Libro misceláneo, y la del Marqués de Villatorcas.
Hay que esperar
a 1845, cuando se publica la Historia
verdadera de la Virgen de Gracia, en la que sí se narra la aparición de la
Virgen al pastorcillo Juan López cuando este estaba “apacentando
sus ovejas en la sierra de la Zafra, dos horas distante de la villa de Caudete” (entonces
territorio caudetano). Como el pastorcillo, ya fuera por haber tenido la
visión por un sueño o por su poquedad de ánimo, no había obedecido el mandato
de la Virgen, esta se le aparece de nuevo en la partida de la Hoz, en
Paracuellos, junto a una fuente, “con tanta o más
gloria y magnificencia que en la sierra de la Zafra”, para repetirle el
mandato de ir a anunciar a Caudete el lugar donde se hallaba escondida una
imagen suya; y como señal de veracidad le sana la mano que tenía manca.
Es de sobra
conocido que en los Episodios caudetanos
también están descritas ambas apariciones, por boca de Juan López (en el
manuscrito de 1875, comienza así: “En Zafra, vecina sierra / que está dos horas
de aquí /...”). También es recogida en el anónimo Boceto histórico que se
publicó en uno de los dos Programas de Fiestas de 1914. En contraste con los Episodios, la aparición en la Zafra no
figura en el Lucero, ni tampoco en el
Romance historial, en el que no aparece por partida doble: ni cuando se
describe la Leyenda, ni en el breve bosquejo que se hace del segundo Auto del doctor Juan Bautista Almazán.
Hoy está incorporada a la esencia de la tradición caudetana la aparición de la
Virgen a Juan López en la sierra de la Zafra.
Sobre el sueño
del pastorcillo, veamos uno muy extraño en la antigua relación de los milagros. Se dice en ella, muy
curiosamente, lo siguiente: “Apareciose la Virgen a un pastor natural de
Paracuellos, del Obispado de Cuenca, llamado Juan López, hijo de Pedro López y
de María de la Paz, y le dixo la Virgen fuese a la
villa de Caudete y dixese al cura y a los del
govierno que cavasen en la retama donde él
se quedase dormido”. Esto del sueño en la
retama, que tan extraño nos resulta, debe de ser un confuso recuerdo de la
versión que narra la aparición de la Virgen en Paracuellos al pastor Juan López
mientras este dormía (así en el Romance
historial). Es explicable si, como parece, esta versión no se escribió en
Caudete (no nos detenemos en los indicios que avalan un origen no caudetano), y
probablemente por un eclesiástico que no era de Caudete.
Una
particularidad del Romance historial
es el portento de que cuando están cavando para desenterrar la imagen de la
Virgen, no suena la campana, pero encuentran iluminado el tabernáculo en el que estaba protegida la imagen: “y
descubriendo la tierra / con gran resplandor de luces / el tabernáculo encuentran”
(versos 258-260). Pero esta milagrosa iluminación no es privativa sólo del Romance; también aparece en el Lucero, como se demuestra en estas
palabras de Don Rodrigo: “Un tabernáculo hermoso / se descubre allí tan claro /
que a la lumbrera del sol / puede causarle desmayos”.
También en los Gozos suena la campana bajo tierra
(“lengua de campana llama / al sitio en que estáis, Señora”) cuando están
desenterrando todos (“Todo corazón se inflama / de amor, y empezó a cavar”) las
imágenes, pero nos presentan, en solitario, un nuevo prodigio: cuando suena la
campana, florece la retama. Así se
canta en la estrofa 9: “Al sonido floreció
/ aquella frondosa planta”.
En la versión
que llamamos Leyenda municipal, porque
estuvo custodiada en el Archivo de la Villa, la cual copia don Antonio en su Libro misceláneo (fols. 137r-143r),
además del toque de la campana que acompaña a la Virgen cuando el desentierro
(“oyeron que debaxo la retama que señaló dicho pastor, se tañía una campana”),
hay un toque especial de campanas de la
iglesia parroquial: “Al mismo tiempo desta referida imbención, se repicaron
por sí mismas milagrosamente las campanas de la Iglesia Parroquial, por lo que
todo el pueblo acudió a venerar su Patrona Celestial, y formando solemne
procesión traxeron a la Iglesia parroquial las Sacratísimas Imágenes, con toda
decencia y devoción”. Y también en El
Lucero de Caudete se nos ofrece, como en la Leyenda municipal, la particularidad de un toque milagroso de las campanas de Caudete. Milagro este que es
recordado en el toque final de campanas al final del tercer acto de los Episodios.
Aprovechándose el poeta
de esta circunstancia, su imaginación creativa nos presenta al santo Patriarca
mandando que, después de su muerte, su devota imagen de la Virgen de Gracia
fuera enviada a España, para librarla de la destrucción de los longobardos.
Pero ¿adónde? El monasterio benedictino de Sahagún, en León, llegó a ser un
tiempo el más importante y renombrado. Pues a ese monasterio (sin importarle al
comediógrafo, para su trama poética, la fecha de su fundación, que, por otra
parte, también se creía era del tiempo de los godos). ¿Cómo hacer llegar la
venerada imagen? Pues inventa el personaje del joven monje español, llamado
Ciprián, que aporta con la imagen al puerto de Alona (antigua ciudad que estuvo
cerca de Alicante, con el que también se solía identificar), y, al pasar por
Caudete, no quiere seguir adelante el mulo que la transportaba. Entonces la
entrega al Abad del convento caudetano, que, ¡oh maravilla!, también se llamaba
(sonaba) de Sahagún (ingeniándoselas
el poeta para jugar con la pareja de palabras Sahagún y sahaguntino,
con esta otra: Sagunt y saguntino, para lo cual ha tenido que
suponer una batalla memorable en la partida donde se hallaba el Monasterio).
Los personajes y sus nombres son creación del poeta: por eso pone un nombre ficticio al Abad sucesor de San Benito que la envía a España: Gerundo (no el histórico Constantino), y pone nombres de origen godo a los dos abades del monasterio de Caudete: Fray Rodulfo, el que la recibe del diácono Ciprián, y el que después la ocultó bajo tierra, Fray Ruperto (nombres usados en los Episodios). Ya ha construido el poeta una bonita trama legendaria para la devota comedia. Así debió de ser el primer Auto del doctor Juan Bautista Almazán. Una historia legendaria que enamora. Una hermosísima historia para ilustrar el origen de la sagrada imagen de la Virgen de Gracia, que, con el decurrir de no demasiados años, se convierte en una indubitable tradición, que cala hondamente en todos los estamentos de la población.
Los personajes y sus nombres son creación del poeta: por eso pone un nombre ficticio al Abad sucesor de San Benito que la envía a España: Gerundo (no el histórico Constantino), y pone nombres de origen godo a los dos abades del monasterio de Caudete: Fray Rodulfo, el que la recibe del diácono Ciprián, y el que después la ocultó bajo tierra, Fray Ruperto (nombres usados en los Episodios). Ya ha construido el poeta una bonita trama legendaria para la devota comedia. Así debió de ser el primer Auto del doctor Juan Bautista Almazán. Una historia legendaria que enamora. Una hermosísima historia para ilustrar el origen de la sagrada imagen de la Virgen de Gracia, que, con el decurrir de no demasiados años, se convierte en una indubitable tradición, que cala hondamente en todos los estamentos de la población.
Es probable que (amén de la conversión
de las ruinas de un antiguo convento en un antiquísimo monasterio benedictino,
identificado, además, a partir de la también aparecida tabla de San Martín, con
el famoso de San Martín que cita San Gregorio de Tours) el lugar del
desentierro se quiso dignificar con la denominación de Campo saguntino (causa de dubitaciones), y quizás también con la
otra denominación de Partida de los
Santos. Si Zaragoza brillaba con la sangre de sus numerosos mártires
vertida por Diocleciano, a los que tan encendidamente canta en sus himnos el
poeta hispanolatino Prudencio, y si con el admirable martirio de San Vicente
Levita, tan venerado en toda la Iglesia antigua, no sólo Zaragoza, sino especialmente
Valencia habían quedado ennoblecidas, ¿por qué no Caudete también con sangre de
mártires, y precisamente en el lugar del enterramiento de la venerada imagen?
La desaparición de la lámina de plomo que acompañaba a las imágenes antes de
ser descifrada, afianzó la creencia de que en ella se contenía todo lo que la
comedia de la Historia de la Virgen narraba.
En Caudete se aprecia y se ama esta hermosa Tradición. Y la M. I.
Mayordomía de Ntra. Sra. de Gracia la ha venido proponiendo a los caudetanos, junto
con los Gozos (que resumen en pocas
estrofas la Leyenda), para que, como exhorta el jesuita P. Juan de Villafañe en
su relación de la Leyenda, “prescindiendo de algunas circunstancias,
acaloren su devoción a esta Santa Imagen, con entender el modo con que la
Divina Providencia dispuso que el noble territorio de Caudete militase bajo el
patrocinio de la Reina de los Ángeles, representada en el Simulacro de esta
Sagrada Imagen de Gracia”, y “con devoción práctica y provechosa” se hagan
“acreedores a sus piedades y beneficios”. O, como decía Jaime de Albert al
final de su artículo “1907. Año centenar” (Revista de Fiestas, 1982), lo esencial y positivo y que está por
encima de cualquier otra consideración es “una devoción varias veces centenaria
que ha llenado la vida de Caudete de un bello contenido religioso. Y esto es lo
principal.”
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