Gozando de buena salud y estando alineado con el resto de árboles en la margen izquierda de la Avenida de Villena no acabo de encontrar razones que justifiquen la desaparición del olmo objeto de este artículo. El año empezó muy mal para él: en invierno se asfaltaron sus alrededores sin dejarle un alcorque para respirar. Más tarde, hace dos meses y medio, se cortó su tronco a un metro del suelo. Ahora... ¡ha desaparecido!
Tal vez porque se nos olvida, es por lo que quiero hablar de uno de los procesos sin el cual no sería posible la vida. Los estudiantes de primero de ESO conocen muy bien el proceso. Me refiero a la fotosíntesis, actividad que este árbol ….¡ha dejado de realizar para nosotros!
Tal vez porque se nos olvida, es por lo que quiero hablar de uno de los procesos sin el cual no sería posible la vida. Los estudiantes de primero de ESO conocen muy bien el proceso. Me refiero a la fotosíntesis, actividad que este árbol ….¡ha dejado de realizar para nosotros!
De forma resumida diré que se trata de un conjunto de reacciones a través de las cuales se sintetizan glúcidos o hidratos de carbono en presencia de la clorofila, pigmento que le da el color verde a la planta, y que es la encargada de absorber la luz necesaria para que la fotosíntesis pueda ser llevada a cabo tomando el agua del suelo y dióxido de carbono de la atmósfera para formar sustancias orgánicas energéticas, como la glucosa. Casi toda la energía consumida por la vida en la biosfera terrestre procede de la fotosíntesis.
Si fuéramos conscientes de lo que un árbol es capaz de realizar por nuestra salud les tendríamos más respeto. Hace alrededor de 27 años se cortó otro olmo frente a la Ermita. Aquél emblemático árbol tuvo suerte: nuestro querido poeta Evaristo Bañón, sensible ante la pérdida, le dedicó una excelente poesía. Me consta que tenía muchos años y que además entorpecía el tráfico rodado que por aquellos entonces ya empezaba a ser frecuente, por lo que podemos decir que fue víctima del progreso.
Con lo que queda del árbol de la foto no ocurría nada de eso: ni estaba fuera de ordenación ni estaba seco después de una primavera muy lluviosa. Los brotes verdes a ras del suelo dejan constancia de ello.
¡Vaya follón monta este tío por un árbol!, pensará más de uno. Lamento decir que los caudetanos somos insensibles con quienes tantos beneficios nos aportan. No sé como Evaristo lo hizo, escribirle un lamento en forma poesía a este árbol caído. Pero por lo menos me he tomado la molestia de redactar esta nota a modo de esquela para que quede constancia de su desaparición y de nuestra poca implicación con el medio ambiente.
He podido constatar que esta falta de sensibilidad y amor al árbol es frecuente a lo largo del tiempo. Se puso de manifiesto cuando hace aproximadamente 39 años se cortaron los árboles de la plaza del Carmen. Recientemente se ha rehabilitado la Plaza de la Iglesia y en vez de colocar árboles, que hubiera sido lo lógico y lo más barato, nos han colocado nada menos que 10 maceteros con naranjos, por cierto un árbol muy autóctono, de quita y pon. Todo un alarde de la técnica del transporte.
Mucho día mundial del medio ambiente, del árbol, del monte…del tomillo y de la aliaga. ¡No se ofendan! si les digo que todo es pura propaganda y actividad astutamente inventada para justificar subvenciones y acallar nuestras conciencias. En definitiva, “retórica barata” si después no reaccionamos ante este tipo de hechos.
Un árbol que daba sombra, belleza al entorno, sosiego y paz al alma, cobijo a los pájaros, inspiración al poeta, ¡que propiciaba la aparición de la lluvia y realizaba gratis la fotosíntesis! ha pasado, queridos amigos,…¡a mejor vida! Estamos pendientes de valores efímeros y sin sentido. Nos entretienen ¡y de qué manera! con la tele. Somos esclavos de la prisa y de la rutina. Nos hemos dejado colonizar por el consumismo, por las marcas, por las rebajas, la moda y …¡por lo políticamente correcto!
Pero no se lo pierdan: todo está bien atado y muy bien organizado para que no nos enteremos de lo que ocurre a nuestro alrededor. Entre todos la mataron y ella sola se murió: …¡la sensibilidad!
Acabo como empecé, con el título del artículo: cortar un árbol siempre debe hacernos reflexionar.
Mucho día mundial del medio ambiente, del árbol, del monte…del tomillo y de la aliaga. ¡No se ofendan! si les digo que todo es pura propaganda y actividad astutamente inventada para justificar subvenciones y acallar nuestras conciencias. En definitiva, “retórica barata” si después no reaccionamos ante este tipo de hechos.
Un árbol que daba sombra, belleza al entorno, sosiego y paz al alma, cobijo a los pájaros, inspiración al poeta, ¡que propiciaba la aparición de la lluvia y realizaba gratis la fotosíntesis! ha pasado, queridos amigos,…¡a mejor vida! Estamos pendientes de valores efímeros y sin sentido. Nos entretienen ¡y de qué manera! con la tele. Somos esclavos de la prisa y de la rutina. Nos hemos dejado colonizar por el consumismo, por las marcas, por las rebajas, la moda y …¡por lo políticamente correcto!
Pero no se lo pierdan: todo está bien atado y muy bien organizado para que no nos enteremos de lo que ocurre a nuestro alrededor. Entre todos la mataron y ella sola se murió: …¡la sensibilidad!
Acabo como empecé, con el título del artículo: cortar un árbol siempre debe hacernos reflexionar.
Joaquín Medina Íñiguez
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