Hay aspectos cotidianos que se desarrollan alrededor nuestro y pasan totalmente desapercibidos debido fundamentalmente a las prisas y a la falta de tiempo “para todo”. Ocurren a diario en nuestro entorno y no nos damos cuenta. Son hechos que realizan personas que al carecer de notoriedad escapan a nuestra atención. En este caso no es relevante lo que hacen: barrer calles. Pero si prestan atención, verán que vale la pena detenerse unos instantes en analizar no “el que” sino “cómo lo hacen” y delante de nuestras viviendas.
La profesión de barrendero es tan digna como la de cirujano o arquitecto. Pero lo que da dignidad a la profesión es el esmero, el cariño y el mimo al realizarla. Si observan detenidamente a estos dos, de nombres Antonio Agulló y Antonio Herrero (quien además es “cantautor” estilo Joaquin Sabina o Javier Krae, faceta ésta a la que habrá que dedicarle capítulo aparte), comprobarán en seguida que realizan su trabajo como “Dios manda”, es decir, a conciencia y con profesionalidad.
Se desprende de la foto que para ellos barrer no es un castigo sino todo lo contrario. Da la sensación de que están llevando a cabo un minucioso acto que me atrevo a decir raya la perfección. Observen que no es un acto mecánico lo que están haciendo, ni intentan “cumplir” con el expediente ni están mareando a la escoba en espera de que acabe la jornada y mañana más. No…¡Ni mucho menos!
A estos funcionarios, fíjense otra vez, se les ve tan atentos y concentrados en su trabajo que parece que están realizando algo sublime….¡lo más parecido a una obra de arte! Porque Arte podemos descubrir en una acuarela, una escultura o en un discurso.
También puede haber arte en barrer una calle, como diría el poeta José Agustín Goytisolo, “oficio poco prosaico, carente de grandeza que no saldrá nunca en los libros de Historia”. A cambio, a nuestros protagonistas les asiste la rara virtud del trabajo bien hecho.
De crearse la medalla al Mérito del Trabajo, no tengo la menor duda de que estos paisanos serían firmes candidatos a lucirla. ¿Qué sería de la Administración Pública si todos los funcionarios llevaran a cabo su tarea con el mismo empeño y cariño que los dos Antonios? No cabe duda de que otro gallo nos cantaría y que la crisis seguramente no sería tan acusada.
Muy preocupado últimamente el equipo de gobierno en mejorar la imagen de la Corporación y aquí tienen en estos dos empleados el mejor ejemplo de eficacia, interés y dedicación. No hace falta invertir tanto dinero, como pretenden, ni realizar tareas de seguimiento y control de “sus” empleados para mejorar la imagen “perdida”.
La mejor imagen y a la vez el mayor rendimiento laboral, señores concejales, la dan estos dos barrenderos y el resto de sus compañeros que a diario barren las calles de nuestro querido pueblo haga frío o calor y “mande quien mande”.
(Vaya este artículo a modo de reconocimiento de todos aquellos que, con mucha dignidad, barren nuestras calles)
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