“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo, lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa, que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
Horacio Verbitsky, periodista y escritor argentino
Comunicado Importante

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sábado, 10 de mayo de 2014

Conferencias impartidas por Antonio Marco y Miguel Requena con motivo del 600 aniversario del Desenterramiento de las Imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas.

Organizado por la Mayordomía de la Virgen de Gracia, el pasado viernes día 2 de mayo  se celebraron dos conferencias con motivo del "600 Aniversario del Desenterramiento de las Imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas". La primera la impartió  el Historiador Antonio Marco  Albertos con el título  "Inicio y Auge de la Devoción Mariana en Caudete". Hizo un breve estudio de "...la evolución de la devoción a la Virgen desde los inicios del Cristianismo  analizando más el caso concreto de Caudete desde su reconquista en la Edad Media empezando por su primitiva organización religiosa dentro de la Diócesis castellana de Cartagena. En 1414 se produce un acontecimiento crucial en el crecimiento de la devoción a la Virgen con la aparición milagrosa de la Virgen de Gracia al pastor Juan López y el descubrimiento de las Sagradas Imágenes de Nuestra Señora la Virgen de Gracia y de San Blas. Con posterioridad se de la integración de Caudete en la diócesis de Orihuela en 1564, destacado papel en el crecimiento y desarrollo del fervor mariano en Caudete de dos de sus obispos, Don Gregorio Gallo de Andrade y Fray Andrés Balaguer Salvador". Marco, Licenciado en Historia Antigua, tiene muchas y muy buenas colaboraciones de investigación en el Programa de Fiestas como la publicada en el 2002 que llevaba por título "Esculturas de toros en el Caudete Ibero".  La conferencia del otro día podrán ustedes leerla en su integridad en el Programa de Fiestas que se editará por la Asociación de Comparsas en agosto.
 La segunda Conferencia la impartió Miguel Requena Marco con el título "Origen y variantes de la piadosa tradición de las Imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas". Miguel, hoy jubilado, ha sido profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona y es un meticuloso estudioso e investigador  de los Episodios Caudetanos y de todo lo relacionado con la Mayordomía. Era íntimo de otro experto conocedor de estos temas. Me refiero a Francisco Doménech Mira al que le dedicó un sentido poema de despedida, poema  que tuve el placer de darlo a conocer en las páginas de este blog.  Miguel se metió en la narración de la historia de la  Leyenda piadosa de la aparición de las Sagradas Imágenes con tal apasionamiento y con tal profusión de datos que Cantos, el Presidente, le tuvo que decir que se hiciera el ánimo de ir acabando ya que se había pasado y con creces del tiempo que le habían adjudicado. ¡Que buena pareja hacía con Doménech en la investigación de todo lo relacionado con su pueblo!.  Esta es la nota  que me ha facilitado Miguel para que la resumiera. Por su interés, me tomo la molestia de  transcribirla en su totalidad para todo aquel que tenga interés en conocerla:

 Título:  
Origen y variantes de la piadosa tradición de las imágenes 
de la Virgen de Gracia y de San Blas

".....Como editor de los Episodios caudetanos, quise hacer una indagación sobre nuestra Leyenda piadosa en relación con las Santas imágenes de la Virgen y de San Blas. Y como la conclusión a que llegué era algún tanto novedosa, pasé todos mis escritos sobre ello a la ilustre Mayordomía de la Virgen de Gracia para su conocimiento, y también para su aprobación, y su Presidente, don Manuel Cantos Clemente, fue quien me propuso que diera esta charla.

Como esta Leyenda se conoce por la Historia de la Virgen de Gracia, cuya última edición es del año 1957, preparada por el P. Elías Bañón Torres, al no estar ya al abasto de los nuevos deseosos de conocerla, la ilustre Mayordomía la va a sacar próximamente a la luz, en edición preparada por el P. Rafael María López Melús, quien vendrá a presentárnosla. Por cierto que todos los materiales que presenté a la Mayordomía para su aprobación, los puso su Presidente a disposición del P. López Melús, para que los tuviera presentes en su edición.
  
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Supongo que muchos de ustedes estarán tan confusos como lo estaba yo antes de bucear en este tema para tener una idea lo más clara posible de él. Huelga decir que los Episodios caudetanos (y sus antecedentes los Autos del doctor Juan Bautista Almazán y El Lucero de Caudete) giran en torno a las circunstancias del origen de las Sagradas Imágenes de los Patronos de Caudete, Ntra. Sra. de Gracia y San Blas. Y, como editor de los Episodios, me creía obligado a conocer su origen y desarrollo.
Como ustedes, conocía lo que había dicho el carmelita P. Simón M.a Serrano Montoliu en su trabajo “Origen de las Fiestas de Moros y Cristianos de Caudete” (Congreso Nacional de Fiestas de Moros y Cristianos. Villena, 1974. 2 tomos. Alicante, 1976. Tomo II, pp. 533-557).
Creo que este escrito es bastante conocido: en 1984 (en la VIII Semana Cultural Festera), en homenaje al Rdo. Padre Simón Serrano Montoliu se comentó su libreto sobre el «Origen de las Fiestas de Moros y Cristianos de Caudete», que debía ser conocido por separatas de las actas. El elogio estuvo a cargo de Andrés Bañón Martínez, Cronista Oficial de la Villa.
 Y en 1991 se editó en Caudete: (Revista de Abenzoares. Revista de Estudios caudetanos, núm. 0, septiembre 1991, pp. 16-33).

El carmelita P. Simón M.a Serrano Montoliu, en este estudio acusa repetidamente al presbítero archivero de la parroquia de Santa Catalina mosén Antonio Conejero y Ruiz de ser el inventor de la Tradición piadosa en torno a la Virgen de Gracia. Así, escribe en la pág. 549 de su estudio: «Se ignora quién sea el autor del Lucero de Caudete, pero por su “fruto” puede verse que estaba flojo en poesía y más pobre en historia, pues se aprovechó de las “noticias” imaginadas por mosén Antonio Conejero, intercaladas en el Libro II de la Mayordomía, en especial en los folios 87-95». Si muy peyorativas son las calificaciones del autor de El Lucero, muy injusta es también la atribución que hace a don Antonio Conejero. Por lo demás, el calificar de “más pobre en historia” al autor del Lucero está en contradicción con lo que él mismo dice, hablando del doctor Almazán: “como poeta, no dio importancia a la parte histórica, cosa tan distinta de la poesía”.
En la p. 554 de ese mismo estudio, reitera el P. Serrano la misma acusación contra don Antonio Conejero: «Se ignora quién compuso los Gozos actuales de la Virgen de Gracia. Don Miguel Díaz, cura de Caudete, los publicó por primera vez en su Historia de la Virgen de Gracia, en 1845".
 Pero fue él quien añadió algunas de sus coplas, por lo menos la 1.a, la 2.a y la 5.a, que tratan de San Benito y de Monte Casino (Italia); del monasterio de benedictinos en Caudete, y de los siete siglos del “enterramiento” de la imagen». Y a continuación vuelve a acusar de innovador a Mosén Antonio Conejero: «Está bien comprobado, como hemos repetido varias veces, que dichas “noticias” las inventó don Antonio Conejero en el año de 1730 y que están en oposición con los hechos de la historia». Sin ningún fundamento atribuye el P. Serrano a don Miguel Díaz Albertos, cura vicario foráneo de Caudete (a quien adjudica la autoría de la Historia de la Virgen de Gracia), el haber añadido algunas estrofas (las no históricas) a unos supuestos Gozos primitivos más breves, el cual se habría fundado en esas supuestas “noticias” de don Antonio Conejero.

Pero el caso es que don Antonio no añade nada a lo conocido anteriormente. Esas supuestas “noticias” son anteriores a don Antonio Conejero, y consustanciales con la Leyenda, de modo que esas estrofas no son añadidas, sino que los Gozos se compusieron (fuera quien fuera su autor), básicamente, como los conocemos (aunque hayan sufrido, como podemos comprobar, algunos pequeños cambios en su letra). Además, no es probable que se publicaran por primera vez en 1845, en la Historia de la Virgen de Gracia. En hoja suelta, parece que se publicaron antes, dentro del mismo siglo XIX, e incluso hay una impresión que podría haber sido hecha en el siglo XVIII, con el mismo número de estrofas que los Gozos actuales.

DESPUÉS DE LEER las numerosas notas que dejó escritas mosén Antonio Conejero en el manuscrito, incompleto, que Joaquín Roa y Erostarbe publica en la nota n.º 1, a lo largo de las páginas 164-193 del tomo II de su Crónica de la Provincia de Albacete (Albacete, Imprenta y Encuadernación de la Viuda de J. Collado, 1894), en las versiones y notas sobre la Tradición en los libros de la Mayordomía de la Virgen de Gracia, y en el libro recientemente aparecido, que yo llamo Libro misceláneo, la clara impresión que saqué es que don Antonio era un devoto apasionado de la Virgen, pero también una persona muy escrupulosa, incapaz de alterar la sagrada Tradición, aunque fuera para dar brillo y esplendor al origen de la preciosa imagen de que era tan devoto.
Cree en la Tradición a pies juntillas, sin examen crítico, pero es sumamente respetuoso con ella. No parece que don Antonio tuviera ni siquiera la tentación de lanzarse a una aventura en un asunto tan serio; a lo más que puede atreverse es a exornar o ilustrar con alguna cita de confirmación algún aspecto de la piadosa Tradición, aprovechando el más leve asidero, y repetir de buena fe, sin contrastarlas, noticias que estaban incorporadas ya en la Tradición. Al comienzo de su relato de la “Tradición de la Sagrada Imagen de María Santíssima Madre de Dios de Gracia, que se venera en la Real Villa de Caudete del Reino de Murcia (antes del de Valencia y Reyno de Aragón) y de otra del Glorioso San Blas Obispo y Mártir de Sebaste”, en el fol. 87r del Libro 2.º viejo, hace una invocación a la Virgen: “Ne scribam vanum, duc, Pia Virgo, manum. Amen” (‘Para no escribir nada vano, guía, Virgen pía, mi mano’). Pero no vamos a apoyarnos solamente en la expresión de tales sentimientos.Así, cuando escribe la versión para ser publicada por el P. Villafañe, la presenta para su aprobación al Cura de Caudete.

Remessa de traslado para dar a la impresión 
la Tradición de estas Stas. Imágenes
Di traslado de estas nueve ojas (compreendiendo esta) a Mosén Faustino Silvestre y Amorós, Presbítero, y organista de la Iglesia Parroquial de la Villa de Elche, firmado de mi nombre en cinco de las calendas de Junio de 1730 años, el que me rogó en su carta de 27 Marzo de dicho Año le imbiase Narración del hallazgo de la Sta. Imagen de Ntra. Sra. de Gracia de esta Villa de Caudete, y la pondría en manos de un Padre Jesuita que se encuentra Retor del Colegio de Salamanca y ofrece sacar a luz segundo tomo de Imágenes de la Madre de Dios que se veneran en nuestra España, por ser assí que el primero tomo ya corre; y con esto dicho Mosén Faustino Silvestre quiere servir a la Virgen de Gracia por la devoción que le ha cobrado quando estava en esta dicha Villa y oyó los sermones de la Fiesta Aniversaria en 8 y 9 de Setiembre del Año pasado 1729. Y antes de remitirle dicho translado, lo llevé al Rvdo. D. Francisco Ortuño, Doctor en Sagrada Theología y Retor de la Iglesia Parroquial de esta Villa de Caudete, su Patria. Informé a su merced del deseo de dicho Mosén Faustino Silvestre, dándole que leyere dicha su carta; y pasados algunos días, aviendo leído dicha Narración, que está escrita en onze ojas en quarto, me la volvió dicho Sr. Retor en presencia de Mosén Estevan García, Presbítero Mayordomo de la Santa Casa de dicha Sta. Imagen, día miércoles en la tarde que contábamos quatro del Mes de Mayo de 1730, dándome licencia para que la remitiese. Y para memoria, hize la presente relación el infrafirmado, día 29 de dichos mes y Año.

Esta versión de la Leyenda la publicó el jesuita Juan de Villafañe, en las págs. 281-285 de su Compendio histórico, en que se da noticia de las milagrosas y devotas imágenes de la Reyna de Cielos y Tierra, María Santíssima, que se veneran en los más célebres santuarios de España (Madrid, 1740, segunda impresión, aumentada; la primera, de 1726, en Salamanca, no la trae), que es la primera edición impresa de nuestra Leyenda, pues la Historia verdadera... fue publicada por primera vez en 1845, o sea, 105 años después.

Y es que, además, leyendo las tres versiones de la Leyenda anteriores a don Antonio Conejero, se confirma que él no inventa nada.

A. La que llamamos “de los milagros” porque, a continuación del breve relato de la Tradición, es la única que trae varios milagros obrados por la Virgen (alguno de ellos aprobado por el Obispo de Orihuela Fray Andrés Balaguer). Esta era conocida de los estudiosos, aunque no ha sido publicada completa. Está en el Libro segundo viejo (en APSC, CAU-49, 96-97).

Hemos de decir que si se conserva es por don Antonio, consciente de su valor por su antigüedad, cose las dos cuartillas en que está escrita a folios procedentes del Libro II viejo de la Mayordomía. Y, además, hace una transcripción en el Libro misceláneo, del que ahora hablaremos, donde nos dice que la ha transcrito también en un libro hoy perdido sobre la Comedia poética del doctor Juan Bautista Almazán. Veamos ahora dos versiones de la Leyenda que nos eran desconocidas.

B.)  Leyenda municipal. Así la llamo porque es la que se conservaba en el Archivo Municipal de la Villa, como nos dice don Antonio Conejero Ruiz, en un libro suyo descubierto recientemente (el año pasado 2013), por casualidad, por el Presidente de la asociación Amigos de la Historia Caudetana, que, además de llamarse igualmente Antonio Conejero, también está de alguna manera relacionado su segundo apellido, pues si el uno tiene Ruiz, el otro lo tiene Rodríguez, patronímicos ambos que proceden de Rodrigo. Una forma antigua de Rodrigo era Ruy, de donde Ruiz. A todos nos viene a la memoria un personaje famoso que se llamó así: el Cid Campeador, unas veces llamado por la forma antigua, Ruy Díaz el Campeador, y otras por la forma más culta, Rodrigo Díaz de Vivar.
 Este libro, en fotocopias e incompleto, contiene, copiada por don Antonio, también esta Leyenda del s. XVII (folios 137r y 143r), anterior a todos los escritos de D. Antonio Conejero Ruiz (nacido en 1685). Confiesa paladinamente don Antonio que está “sacada de los Autos Poéticos que a este asumpto compuso el Sr. Juan Bautista Almazán, médico, año de 1586, axustados a los instrumentos públicos que tiene dicha Villa”.
La copia no es muy pulcra, pues tiene tachaduras, enmiendas y añadidos, lo que reconoce don Antonio en una nota en el margen derecho del primer folio, muy importante por otro motivo: “Se hallará más limpia esta tradición en mi libro de la obra poética de la Virgen”. Es muy de deplorar que no se conserve este libro, todo un libro dedicado, como es de suponer, a los Autos del doctor Almazán, en el que posiblemente incluiría el texto de esa obra poética.

C. La Leyenda de 1689. Esta relación de la leyenda, hasta ahora completamente desconocida, está comprendida en las páginas 292-295 de un libro manuscrito conservado en la Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid (con signatura II/2012), escrito por el noble y erudito valenciano José de Castellví y Alagón, marqués de Villatorcas (1653-1722) con el título Catálogo de todas las Santas Imágenes de N.ª Señora que dichosamente se veneran en la Ciudad, Villas y Lugares, en el Reyno de Valencia, con una breve descripción del modo, sitio y Lugares en donde se hallaron y tubieron el origen las Stas. Imágenes, con sus Invocaciones (páginas 292-295).

Que el autor de los Autos de la Historia de Ntra. Sra. de Gracia colocó el enterramiento de la imagen en tiempos de la invasión musulmana, lo tenemos declarado expresamente en el artículo 19 del Reglamento de la Mayordomía de la Virgen de Gracia, que fue aprobado el 23 de agosto de 1617, en Caudete, por el obispo de Orihuela D. Andrés Balaguer: “Ítem, que el día de Nuestra Señora de las Nieves, que es a 5 del dicho mes de agosto, ha de haver solemne Oficio y Sermón, y a la tarde de dicho día, segundas vísperas como las primeras, y acabadas, se haga en dicha Iglesia la primera parte de la comedia de la Historia, de cómo fueron enterradas las imágines de Ntra. Sra. de Gracia y de Sant Blas quando la perdición de España(Libro 1.º de la Administración de Ntra. Sra. de Gracia, fol. 2v). Y en el Romance historial (véase el Apéndice 2), en el breve resumen de la primera parte de dicha obra se lee: “Discreto, un auto en la tarde / en la iglesia representan, / donde refieren de España / la lastimosa tragedia / de la pérdida de España / por los amores sin rienda / de D. Rodrigo y Florinda” (vv. 423-429), y, tras la revelación de un ángel, los religiosos entierran las sagradas imágenes.

NOTA. Este librito lo descubrió en su biblioteca familiar Luis Torres Martínez, quien dio noticia de él en su artículo «Algo más sobre nuestras fiestas», publicado en la Revista de Moros y Cristianos (2007, pp. 168-170). Es el único ejemplar que se conoce, por desgracia incompleto.

El Romance historial fue publicado en Albacete en 1905 (Imprenta de Eduardo Miranda), y como en él se indica que “Queda hecho el depósito que marca la Ley”, se han hecho gestiones infructuosas en Madrid para tener el librito completo y publicarlo la Mayordomía en este año tan señalado, juntamente con este otro: Corona de flores poéticas a Nuestra Señora de Gracia de Caudete, que el caudetano Francisco Cobes publicó en 1907 con motivo del 13.º centenario de la llegada a España de su sagrada imagen. Ahora, a través de la archivera municipal, se está haciendo otra gestión en Albacete.
  

         Veamos cómo pudo originarse la Leyenda, y testimonios que apoyan este origen, anteriores a don Antonio Conejero. Al descubrirse en 1414 las sagradas imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas, se dio por supuesto, naturalmente, que estas habían sido enterradas en el tiempo de la invasión de España por los moros, como ocurría con tantas otras imágenes descubiertas en los pueblos reconquistados. Un ejemplo entonces muy conocido era el descubrimiento de Nuestra Sra. del Puig en Valencia, aunque ocurrido bastantes años antes, cuando el rey Don Jaime I intentaba conquistar Valencia, que realizó en 1240. Bernardino Gómez Miedes, “Arcediano de Murviedro y Canónigo de Valencia”, publicaba en Valencia en 1584 (antes de que el doctor Almazán escribiera sus Autos) La historia del muy alto e invencible Rey Don Jayme de Aragón, que dos años antes había publicado en latín. El capítulo 20 del libro X reza así: “Cómo el Rey mandó edificar un templo en el lugar do fue la batalla, y del antiguo que se descubrió debaxo tierra con la imagen de nuestra Señora”, en el que narra así el descubrimiento de la venerada imagen (fol. 214):

y como fuessen cavando profundamente para hechar los fundamentos, se oyó un sonido grande como retumbo de cosa hueca. Cavando más, se descubrieron unas grandes paredes como de templo que estava metido en lo profundo de la tierra. Dentro del qual cavando mucho más, se sintió con golpe del açadón un sonido de metal, y luego abriendo y limpiando el lugar, se descubrió una campana grande de metal. La qual alçada en alto, se halló debaxo della una tabla de mármol de dos codos en alto, y codo y medio de ancho. En la qual estava labrada y como esculpida una imagen de nuestra señora que tenía a su hijo en los braços differentemente que las otras, porque le tiene sobre el braço derecho. Con la qual tabla y campana, y otras señales, tuvieron por muy cierto que en tiempo de los Godos fue aquel templo edificado en honor y gloria de la sagrada virgen nuestra Señora, y que los religiosos de san Benito, que en aquel tiempo florecían mucho, fueron los que allí tuvieron su convento y monasterio muy sumptuoso. Y después con la entrada y universal ruyna y saco de conventos y templos que los Moros hizieron por toda España, fue este destruydo, y los religiosos perseguidos, y assí al tiempo de la persecución cavaron y pusieron la campana con la imagen debaxo en aquel lugar, donde estuvo escondida 510 años, hasta el tiempo de nuestro Rey don Jaiyme, el qual tomó la imagen con grande veneración, y la puso en el nuevo templo hecho sobre el viejo, en la capilla y altar mayor donde hoy está, y que mueve a tanta devoción, que no solo de la ciudad de Valencia, pero de todos los tres reynos de la corona de Aragón es muy freqüentemente visitada y venerada.

Como vemos, también el templo enterrado se cree era un antiguo convento benedictino del tiempo de los godos, al igual que en Caudete. Esta debía de ser la creencia general, y así la recogería el doctor don Juan Bautista Almazán en su comedia poética Autos de la historia de la Virgen de Gracia.
Pero este hecho había que escenificarlo, y sólo había dos piedras angulares para empezar a construir el edificio de una historia: el enterramiento de la imagen ante la inminente invasión musulmana (según se creía) y las ruinas del convento donde fue encontrada la imagen.
Hoy por hoy, no conocemos el texto de los Autos de la historia de Ntra. Sra. de Gracia del doctor Almazán, pero bien podemos suponer que este, al querer trazar una historia dramática lo más gloriosa posible sobre el origen de la imagen de Ntra. Sra. de Gracia, que, misericordiosamente, se había aparecido a Juan López para dársenos por Patrona y prestarnos su poderoso auxilio, hiciera surgir de su imaginación, a partir de las ruinas del monasterio en el escenario de la aparición, un antiguo monasterio de monjes que habrían enterrado la Imagen ante el peligro de la invasión sarracena; y, tratándose de una edad tan lejana como era la de los godos, lo primero que pensaría era que se trataba de monjes benitos (de cuya Orden se creía había monasterios en España por aquel tiempo). Y, para enaltecer el origen de la sagrada imagen de la Morenica, lo remontaría hasta el mismo San Benito y Montecasino, ideando para su comedia una bonita historia hasta su llegada a Caudete a lomos de una caballería conducida por un monje nacido en Hispania.

No sabemos cuántos elementos de la piadosa Tradición, tal como la conocemos, estaban presentes en dicha comedia poética. Pero debemos suponer que lo fundamental.
Así parece reconocerlo el mismo mosén Antonio en el número 137 en el códice incompleto que publica Roa y Erostarbe en su Crónica de la Provincia de Albacete (T. II, págs. 173-174.): “Después en el año 1759 y parte del 1760, haviéndose perfeccionado el Camarín referido con faxas de oro batido, cristales en sus Puertas, varios, y conformes, preciosos Relicarios con un Almario de Escultura, y rexas, dentro del qual quedaron custodiados los dos Tabernáculos de Nuestra Señora uno, y otro de Señor San Blas, obispo y Mártir; la Caxa de Reliquias; el Retablito de Señor San Martín, obispo, y demás del milagroso hallazgo; con otro Libro y testimonio de la Sagrada Tradición verdadera de tan insignes Santas Imágenes, compuesto en dos partes poéticas por el Dr. Don Juan Bautista Almazán, vezino de esta dicha Villa”. Pronto, esta invención poética, que se custodia como verdadera, habría pasado a formar parte de la Leyenda del origen de estas veneradas imágenes. Y en la lámina de plomo que acompañaba a las imágenes, que parece ser no se dejó leer antes de que desapareciera, se creyó después que estaba escrito el origen de la imagen que se había ideado en la obra poética.

Nada se nos dice, expresamente, de que esta Historia contuviera el origen casinense de la imagen mariana. Pero es lógico pensar que sí, aunque no se representara. Si bien hace fuerza el Lucero en contrario, ya que en esta obra no viene, pero en los Episodios se da por supuesto ese origen italiano de la imagen de la Virgen incluida también la imagen de San Blas) en estas palabras del Abad fray Ruperto: “Así, cual no han perecido / de Italia en la inicua guerra, / que las libre en esta tierra / al Cielo yo le he pedido” (I, vv. 503-506). Si los monjes eran benitos, es poco dudoso que fuera el poeta de los Autos el que remontara su origen hasta San Benito, sobre todo habiendo autores contemporáneos, como ya hemos indicado, que sostenían que en tiempo de San Benito ya se fundaron monasterios de su Orden en Hispania. Indirectamente, parece que don Antonio, hablando sobre el mandato de San Benito, sí que nos diga que este origen italiano no estaba ausente en la Comedia del doctor Almazán por estas palabras: “La segunda parte de la cláusula puesta al principio de esta nota 3.ª fue el mandato del Sto. Patriarcha; y lo refiere el Blondo de Forlí en el octavo libro Historia de mil años, declarando quién, quándo y cómo se le dio cumplimiento a dicho mandato, con lo demás que lleva la indubitada y antiquísima Tradición escrita por dicho Forlí, que de Padres a hijos se conserva en esta Villa de Caudete, y se halla manuscrita en los Archivos de este Reverendo Clero en los dos tomos de Historia poética que compuso el Dotor Juan Bautista Almazán (APSC, CAU-49, fol. 92r, n.º 16).

La imagen de la Virgen de Gracia es enviada a Hispania, como mandó San Benito que se hiciera tras su muerte, para ser librada de la destrucción por los longobardos. Es histórico que San Benito predijo la destrucción del Monasterio de Montecasino. El doctor Almazán, aprovechando esta profecía del Santo Patriarca, le hace mandar a Hispania una imagen muy devota de la Virgen que tenía en su oratorio. Blondo Forliviense recoge esta profecía de los Diálogos de San Gregorio Magno, como hacen todos los biógrafos del fundador de los benedictinos. Pero, naturalmente, sobre la imagen de la Virgen y su mandato de envío a España, como no podía ser de otra manera, nada de nada. Don Antonio recoge la noticia del mandato, pero sin comprobar la fuente, que la tiene por verdadera.

¿Qué monasterio benedictino había sido el más famoso de España? El de Sahagún. Pues ahí hace el doctor Almazán en su Comedia que envíe San Benito a la Virgen (como ya hemos dicho, entonces se creía que ya existía en el tiempo de los godos). Un indicio de que nos manifiesta que estamos ante una comedia poética es que al abad sucesor de San Benito se lo llama Gerundo, cuando, en realidad, se llamaba Constantino. El doctor Almazán no pretende hacer una obra histórica. El doctor Almazán era una persona culta y demasiado sabía los nombre de los abades sucesores de San Benito. Le da el nombre de Gerundo a conciencia, para que se vea claramente que no es historia lo que escribe.
Llega el diácono Cipriano (o Ciprián, o Cebrián, que todo es uno), y el doctor Almazán hace que ocurra un milagro: el mulo no quiere seguir adelante hacia Caudete, para continuar el camino hasta el monasterio leonés de Sahagún, y sí lo hace de grado hacia un monasterio que había en la Partida de los Santos, y, oh casualidad, también se llamaba de Sahagún. ¿Como se explica esto?

Que el convento caudetano se llamara de San Martín, se justifica por la tabla con la pintura de San Martín que apareció junto a la imagen de la Virgen de Gracia. La Leyenda de los milagros ya lo indica así: “Fueron halladas las dos Stas. Imágenes baxo de unos tabernáculos que oy se guardan y juntamente una Imagen de S. Martín obispo pintada en una tabla de cinco o seis palmos, que devía de ser el Sto. Titular del convento, que según las ruinas era grande Casa”. ¿Por qué no se supone que el titular era San Blas, del que apareció una talla, que es más importante que una pintura? Un acierto del doctor Almazán es llamarlo así, para identificar con el de Caudete el célebre monasterio de San Martín, en el que ocurrió un milagro con las tropas del Rey Leovigildo, en la guerra que sostuvo este Rey con su hijo San Hermenegildo, del que dice que estaba situado entre Sagunto y Cartagena. El milagro es el siguiente, como viene traducido en la Historia de la Virgen de Gracia:

San Gregorio Turonense en su obra impresa: De Gloria Confessorum, Cap. XII y XIII, dice: "Conocí un hecho reciente en el año 580. Caminando el rey Leovigildo contra su hijo, y entrometiéndose el ejército (como acostumbra) en los Lugares Santos, había un Monasterio de San Martín entre Sagunto y Cartago Spartaria; mas oyendo los monjes, que este ejército debía llegar a aquel lugar, se dieron a la fuga, y se embarcaron para una isla, quedándose solo el Abad ya anciano. Llegando pues los Godos, y robando lo que había en el Monasterio, encuentran al Abad inclinado ya por su vejez, pero muy recto por su santidad; y habiendo desenvainado uno la espada, como para cortarle la cabeza, cayó el atrevido en tierra y espiró. Viendo esto los demás, dejaron el Monasterio. Pero llegando el caso a noticia del Rey, mandó éste del modo más imperioso, se volviese al Monasterio cuanto se había extraído de él; y que se le hiciese saber el cumplimiento de su orden". Estas mismas palabras trae también el Cap. XIV, folio 226 de la obra, que dio a luz con el título Corona Gótica y Austriaca Castellana el Dr. D. Diego Saavedra y Faxardo, Caballero de Santiago y del Consejo de S. M. en el Supremo de Indias.  

Para identificar el monasterio caudetano con el antiguo famoso de San Martín, se toma al pie de la letra el que Caudete esté a mitad de camino entre Sagunto y Cartagena (escribe don Antonio: “de Caudete a Xátiva ocho Leguas, de Xátiva a Valencia nueve Leguas, y de Valencia a Murviedro quatro Leguas, que todas son veinte y una. Y mirando de Caudete a Carthagena son otras veinte y una Leguas de esta manera: de Caudete a Orihuela doze Leguas, y de Orihuela a Carthagena nueve Leguas, que son por esta parte otras veinte y una”). No obsta para ello que Caudete esté lejos del mar, como tampoco fue óbice para que el dominico setabense fray Tomás Maluenda lo situara también en Játiva o en su campo (en el que estaría incluido Caudete), y, de paso, también a mitad de estas dos ciudades, dice la Leyenda (es decir, nuestro médico) que tuvo lugar una célebre batalla, por lo que el lugar donde se encontraba el convento se llamó Campo saguntino, y, además, quiere ennoblecer el lugar con otro hecho digno de veneración y lo llama Partida de los Santos por los muchos cristianos que en él padecieron martirio en tiempos de Domiciano.

Esta batalla, como ideada para ennoblecer el solar, debió de estar indicada de una manera imprecisa, sin indicar los contendientes, por lo que hay gran confusión al nombrarlos.

Pero el nombre de Campo saguntino, aunque muy extraño, está escogido muy a propósito. ¿Por qué se llama monasterio de Sahagún al monasterio Caudetano, si no estaba dedicado a San Facundo? La razón de tal denominación la da la Historia de la Virgen de Gracia, que dice así: Veamos lo que parece el origen de esta denominación en la misma Historia de la Virgen de Gracia, pp. 16-17: “A este Campo glorioso llamado también de Sahagún o Saguntino por las batallas que en él tuvieron los saguntinos y cartagineses, esto es, los cartagineses de África y los cartagineses de España, que se convinieron en señalar para la lid el punto medio entre Sagunto, ahora Murviedro, y Cartago de España, ahora Cartagena, que es puntualmente la villa de Caudete: a este sitio dirigió la Divina Providencia al monje Ciprián, donde diese fin honroso a su gloriosísima comisión”. O sea, que saguntino y “de Sahagún” es lo mismo. Pero de Sagunto no puede derivarse Sahagún (en todo caso, Sagunt o Sagún). Hay muchos testimonios, tanto antiguos (contemporáneos del doctor Almazán) como actuales, en que, junto a sahaguntino, se usa saguntino para referirse al monasterio leonés y a los naturales de Sahagún y su comarca. O sea, que lo que se quería decir con que se llamaba el monasterio caudetano igual que el leonés, era que sonaban igual. (Debería usarse siempre, para referirse al monasterio de Caudete, saguntino y de Sagún; pero se respetará la tradición, y sólo se usará saguntino para denominar el Campo saguntino).

En los Episodios, la Carta firmada “en Caudete” por Fray Ruperto “indigno Abad de Sahagún” no presenta ninguna dificultad, todo es consecuente. Pero en la Historia de la Virgen de Gracia, donde también viene, casi idéntica, esta carta, sí que presenta una incongruencia que el abad del monasterio caudetano la firme en Castilla, y el Lucero aún ofrece una dificultad mayor, ya que el Abad, además de firmarla en Castilla, lo hace con el nombre de Fray Ruperto, cuando en la obra el abad es Fray Leopoldo. En los Episodios, como hemos dicho, no hay dificultad, pero sí en el Lucero, para lo que no sabemos qué explicación habrá dado el llorado Paco Doménech Mira, que se supone acabó la edición del Lucero.

Esta Carta ofrece un detalle importante en la historia poética en sí, aunque apenas esbozado, y, si, como parece, estuviera ya en la Comedia poética, sería también importante para su datación. Según la versión de los Episodios, dice en ella el Abad a don Gonzalo: “Importa mucho que vos pongáis por obra los deseos que estando en este convento le conocí, para que conozcan también los religiosos el amparo que su devoción promete, con lo cual, juntos con los de San Bartolomé de Valencia, podrán llegar a las Asturias, donde estarán libres de los moros”.

En el Lucero no hay en la carta, más corta, mención a los monjes de San Bartolomé; pero más adelante (jornada III de la Parte I) dice el abad Fray Leopoldo a los monjes, después de haberles mandado que recojan todo lo de valor, para llevárselo a Asturias:

  Y en estando todo a punto,
                                               a las Asturias se partan;
                                               que yo y los demás después,
                                               si viéremos que se tardan
                                               los de San Bartolomé,
                                               nos iremos.

Parece verse en el Lucero lo siguiente: el Abad manda a algunos monjes que partan ya a las Asturias con las acémilas cargadas de las alhajas de la iglesia conventual, y que él y los demás, si los monjes de San Bartolomé de Valencia se tardan mucho (en llegar), también ellos emprenderán solos el viaje a las Asturias. En los Episodios, “juntos con los de San Bartolomé de Valencia” tanto podemos suponer que los monjes caudetanos van a Valencia, como que los de Valencia vienen a Caudete, para emprender juntos el camino, aunque siempre se ha interpretado la segunda opción. El viaje por tierra a las Asturias también parecería estar refrendado por las palabras del Lego al Abad, rehusando hacer ese viaje: “Ni aun a la villa de Ampurias / irá el lego caudetano” (I, 449-450), aunque, en realidad, no sirven de apoyo, pues tienen toda la apariencia de ser un ripio para conseguir una no fácil rima con Asturias, ya que no está tan cerca de Caudete. Tampoco se dice que los monjes de San Bartolomé sean benedictinos, aunque se supone que fueran de la misma Orden que los Caudete.

Pues bien, son los monjes caudetanos los que pretenden marchar a Valencia, para emprender, junto con los monjes benedictinos de San Bartolomé de Valencia, un viaje por mar hacia las Asturias. [Si nos da tiempo, pues las citas son largas, lo veremos después]

¿Estaba en los Autos del doctor Almazán esta conexión de los monjes del monasterio caudetano con el de San Bartolomé de Valencia? En el Lucero solo se nombran estos monjes como “los de San Bartolomé”, y en los Episodios, “los de San Bartolomé de Valencia”, y en ninguna de las dos obras que fueran benedictinos. Este complementarse, parece que nos está diciendo que esta conexión ya se hallaba en los Autos (donde se puede suponer que tendría más relevancia).

Pero entonces surge un problema: la obra de Gaspar Escolano Década primera de la historia de la Insigne y Coronada Ciudad y Reyno de Valencia fue publicada en Valencia por Pedro Patricio Mey en 1610, y el año de composición que se le asigna a los Autos del doctor Almazán es el de 1588.

¿Cómo se puede resolver esta dificultad? Lo primero que se nos ocurre es que esta referencia a los benitos de Valencia no estuviera en los Autos del doctor Almazán. Pero también podemos suponer que esta inclusión en su obra de los benedictinos de Valencia fuera introducida en su obra entre 1610 y 1618, que es el año de su primera representación en la iglesia parroquial.

         Veamos lo que nos dice don Antonio Conejero sobre la fecha de composición de los Autos en el número 16 de la “Tradición de la Sagrada Imagen de María Santíssima Madre de Dios de Gracia”: “... la indubitada y antiquísima Tradición .... que de Padres a hijos se conserva en esta Villa de Caudete, y se halla manuscrita en los Archivos de este Reverendo Clero en los dos tomos de Historia poética que compuso el Dotor Juan Bautista Almazán, médico de dicha Villa por los años 1588 y de los conventos de ella, que son uno de la Antigua Observancia de Nuestra Señora del Carmen; otro de Padres Capuchinos de N. P. S. Francisco, sitos en el término de dicha Villa” (APSC, CAU-49, fol. 92r).
     La frase es un poco enrevesada, pero, sin forzamiento, nos deja margen para suponer que los Autos los pudo componer el doctor Almazán después de 1610.
Una interpretación de la frase hace depender el complemento “por los años 1588” del verbo compuso, así: “que compuso el Dotor Juan Bautista Almazán, médico de dicha Villa, por los años 1588, y de los conventos de ella”; pero entonces vemos que “y de los conventos de ella” va separado de médico, del que es complemento, resultando una frase no natural y muy artificiosa. La interpretación lógica es la siguiente: “que compuso el Dotor Juan Bautista Almazán, médico de dicha Villa por los años 1588, y de los conventos de ella”, donde se dice sólo que el doctor Almazán compuso la Historia poética, pero no cuándo. 
La concreción temporal indica sólo por qué años fue médico en Caudete, con el añadido de que también lo fue de los dos conventos de Caudete. Esta es la interpretación lógica. Si don Antonio Conejero, como archivero parroquial, sabía que el Dr. Almazán aparece en los libros parroquiales y de la Mayordomía de la Virgen de Gracia entre los años 1617 y 1620, la expresión “por los años 1588” sólo puede significar la datación aproximada de su llegada como médico a Caudete. Con esta interpretación, que es la más lógica, se puede conjeturar que el doctor Almazán pudo escribir los Autos después de 1610, probablemente poco antes de 1617 o incluso hasta ese mismo año, y precisamente para ser representados en la iglesia, único lugar donde podía representarse decorosamente con la parafernalia requerida (como el araceli y la granada o globo). Mucho más adelante sí que se representarían en la Plaza de la Iglesia.

Con esta interpretación, el año 1588 indicaría el tiempo aproximado de su llegada a Caudete como médico de la villa y de los dos conventos de ella, y no el de la composición de los Autos. Esta interpretación la refuerza la objeción que a la fecha de 1588 como la de composición de los Autos hace Francisco José Doménech Mira: “Por último, lo único que permanece en pie, en el actual estado de la cuestión, es la imposibilidad de conciliar la fecha de 1588 con los datos históricos que se poseen sobre la persona del doctor Almazán.” (en “Aportación documental a la biografía del doctor don J. B. Almazán”, Revista de Moros y Cristianos, 1988, s.p.). Podríamos pensar que esta frase ha debido de ser el origen de la fecha de 1588 que traen algunos manuscritos de El Lucero de Caudete, continuador, en el siglo XVIII, de los primitivos Autos (la fecha de 1555 que trae el manuscrito Paracuellos es error de lectura, en que aparece también, erradamente, Bazán por Almazán en el nombre del autor).

Pero Don Antonio Conejero, al frente de la ya nombrada versión que llamamos Leyenda municipal, que copia en su Libro misceláneo, parece desmontar esta interpretación. Dice allí don Antonio: “Tradición ... sacada de los Autos Poéticos que a este asumpto compuso el Sr. Juan Bautista Almazán, médico, año de 1586, axustados a los instrumentos públicos que tiene dicha Villa”. Si, como parece, aquí el año 1586 se refiere al de la composición de los Autos (con la dificultad que esa fecha encierra), quedan dos alternativas: o que la alusión a los benedictinos de San Bartolomé de Valencia no estuviera en sus Autos (lo que no parece probable, dada la complementariedad de Lucero y Episodios en su alusión), o bien, lo más verosímil, que si los compuso en fecha tan temprana, los retocó después de 1610, sobre todo con vistas a su representación en la iglesia parroquial, que tuvo lugar en 1618; pues, como D. Andrés Balaguer concede la autorización para su escenificación dentro de la iglesia el 23 de agosto de 1617, y aprueba también ese mismo día la conmutación de fechas para celebrar la fiesta de la Virgen desde el 25 de marzo al 5 de agosto, en coincidencia con la fiesta de la Virgen de las Nieves, la primera representación de los Autos en la iglesia debió tener lugar los días 5 y 6 de agosto del año 1618, y no, como comúnmente se dice, en 1617, pues en este año ya se habían celebrado las solemnidades votivas en marzo. Como la puntuación no es muy cuidada, también podríamos interpretar “médico, año de 1586”.

Notemos una inexactitud. Cuando escribe don Antonio, sí que existían los dos conventos de carmelitas y de capuchinos. Pero en 1586 o “por los años 1588”, sólo existía el convento de los carmelitas, que habían llegado a Caudete algunos años antes, en 1578; los capuchinos se establecerán en Caudete bastantes años más tarde, en 1635 (fecha que parece muy tardía para que ejerciera aún la medicina, en el caso de que hubiera retornado a Caudete, pues sabemos que en abril de 1620 renuncia al cargo de mayordomo de la Ermita de Ntra. Sra. de Gracia por tenerse que ausentar, en principio temporalmente). Lo mismo que en esto hay imprecisión, puede haberla, y es presumible que la haya, en los años que, según parece, atribuye a la composición de los Autos del doctor Almazán. La misma indicación aproximada de fechas que da para la datación de los Autos, puede que nos esté indicando otra mayor confusión: la de la fecha de la llegada del doctor a Caudete y la de composición de los Autos (quizás interpretando una fuente ambigua). Ha de tenerse en cuenta que, por lo que hasta ahora se conoce, la primera aparición documentada del doctor Almazán en Caudete es con motivo del bautismo de su hija “Juana Anna María Josepha” el 7 de febrero de 1617, el mismo año en que el obispo de Orihuela Fr. Andrés Balaguer autoriza la representación de los Autos en la iglesia parroquial.


Creo que el párrafo preliminar a la Leyenda propiamente dicha, es del P. Villafañe, y no de mosén Antonio Conejero, el cual, aun notando la inverosimilitud histórica de la Leyenda, la publica, en atención a la devoción que el pueblo de Caudete le profesa:

Para tratar de la devota y milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Gracia, que se venera con gran concurso de gentes y especial confianza en su patrocinio, en la noble Villa de Caudete, que oy pertenece al Reyno de Murcia, entro a referir una tradición assentádase entre los habitadores de aquel País, pero que en ella tendrán los preciados de críticos, que oponer algunas dificultades casi inseparables de aquellos sucessos, que por su antigüedad caminan no sin obscuridad entre la verdad que se desea y la falsedad que se teme. Toca esta tradición con los primeros años de la antiquíssima, y esclarecida Religión del Gran Patriarca San Benito, el qual, haviendo tenido su noble nacimiento, según la más averiguada opinión, por los años de 480, son ya muchos los siglos que han corrido hasta nuestros tiempos; y en tan dilatada serie de días, no es mucho que la verdad vacile y no reparta sus luces con la claridad que se pretende. No obstante, propongo la tradición, para que los Fieles, prescindiendo de algunas circunstancias, acaloren su devoción a esta Santa Imagen, con entender el modo con que la Divina Providencia dispuso que el noble territorio de Caudete militasse baxo el patrocinio de la Reyna de los Ángeles, representada en el Simulacro de esta Sagrada Imagen de Gracia. Y si alguno, no obstante, quisiere dudar de lo que se propone, le suplico que por algún tiempo suspenda sutilezas especulativas y se haga del vando de los enamorados de María Santíssima, los quales con devoción práctica y provechosa quieren ser acreedores a sus piedades y beneficios.

*                *                      *
Si yo preguntara ahora al público si cree que la imagen de San Blas proviene de Montecasino, como el de la Virgen de Gracia (según la Leyenda), estoy seguro de que todos me dirían que no, porque en la Historia de la Virgen de Gracia sólo se relaciona la imagen de la Virgen de Gracia con San Benito.
Así que, en los Episodios caudetanos, cuando don Gonzalo, gobernador del Castillo, pregunta al Abad:
                                                Las imágenes benditas
                                               de la Virgen y San Blas,
                                               Padre, ¿os las lleváis quizás?
y este le responde:
                                                Así, cual no han perecido
                                               de Italia en la inicua guerra,
                                               que las libre en esta tierra
                                               al cielo yo le he pedido.

nos parece que el poeta tiene un descuido por asociación indebida, o bien lo hace por economía poética.
Pero quizás no sea descuido. Una versión corta de la Leyenda, la comienza así don Antonio Conejero: “En la Villa de Caudete, Reyno de Valencia del Cid, Obispado de Orihuela, y Governación de Xátiva se veneran las Santas Imágines de María Santíssima de Gracia, y del Glorioso Obispo y Mártir de Sebaste San Blas, las quales Imágines fueron traídas del Monte Cassino de Italia, del oratorio y retiro de S. Benedicto Abad por manos de un Diácono por nombre Cebrián, de nación castellano” (fol. 43v de AHMVG-1).  
Si bien no tan explícitamente, también parece asociar don Antonio la imagen de San Blas con la de la Virgen de Gracia en el mismo origen montecasinense. Así, en el número 119 del códice publicado por Roa y Erostarbe: “Con que registrados los expresados Autores puede ser que alguno de ellos nos consuele con la relación individual de la tradición, del origen, venida, entierro y milagroso hallazgo y milagros de las Sacratísimas Imágenes de María Santísima de Gracia y de San Blas”. Y en otro lugar: “El mismo Dios parece que tiene por cierta y verdadera la referida tradición del origen, e invención de tan Sagradas Imágenes veneradas en dicha Villa de Caudete” (APSC, CAU-49, fol. 92v), y un poco más adelante: “Assí corresponde la Magestad Divina de Dios Ntro. Señor con los devotos de su Madre Santíssima y del invicto Mártir y Obispo San Blas, mediante la Fe y crédito que professan del origen, entierro, e invención milagrosas de estas Imágenes consagradas” (fol. 93v).

Aunque solapado, porque lo que predomina es la imagen de la Virgen, también este origen italiano de la imagen de San Blas ha calado en la tradición, como nos lo prueba esta cita al principio del Programa de Fiestas de 1907: “arribaron en el año 607 a las playas de Alicante unos pobres monjes de San Benito, procedentes de Monte Casino y portadores de una Imagen de Nuestra Señora de Gracia y otra de San Blas, que libraban con su huida de la invasión longobarda de Italia. Estas Imágenes que veneró San Benito en su oratorio de Monte Casino, eran conducidas, por el monje Cipriano, a España al Monasterio de Sahagún en Asturias; mas, por decreto providencial, en el camino de Caudete y al llegar al partido de los Santos, el mulo que conducía las Imágenes, se resistió a continuar el camino emprendido, y, puesto en libertad, dirigiose a un monasterio cercano, llamado también de Sahagún, de la misma orden de San Benito”.

*                *                      *
Anotemos de paso, pues esto nos llevaría mucho tiempo, algunas variantes de la Leyenda.
En ninguna de las versiones de la Leyenda de mosén Antonio Conejero, incluida la que redactó para el P. Villafañe, se indica la aparición de la Virgen a Juan López en la sierra de la Zafra, sino sólo en Paracuellos, ni tampoco en las anteriores conocidas: la brevísima de los milagros,  la antiguamente custodiada en el Archivo de la Villa, que trae don Antonio en su Libro misceláneo, y la del Marqués de Villatorcas.
Hay que esperar a 1845, cuando se publica la Historia verdadera de la Virgen de Gracia, en la que sí se narra la aparición de la Virgen al pastorcillo Juan López cuando este estaba “apacentando sus ovejas en la sierra de la Zafra, dos horas distante de la villa de Caudete” (entonces territorio caudetano). Como el pastorcillo, ya fuera por haber tenido la visión por un sueño o por su poquedad de ánimo, no había obedecido el mandato de la Virgen, esta se le aparece de nuevo en la partida de la Hoz, en Paracuellos, junto a una fuente, “con tanta o más gloria y magnificencia que en la sierra de la Zafra”, para repetirle el mandato de ir a anunciar a Caudete el lugar donde se hallaba escondida una imagen suya; y como señal de veracidad le sana la mano que tenía manca.

Es de sobra conocido que en los Episodios caudetanos también están descritas ambas apariciones, por boca de Juan López (en el manuscrito de 1875, comienza así: “En Zafra, vecina sierra / que está dos horas de aquí /...”). También es recogida en el anónimo Boceto histórico que se publicó en uno de los dos Programas de Fiestas de 1914. En contraste con los Episodios, la aparición en la Zafra no figura en el Lucero, ni tampoco en el Romance historial, en el que no aparece por partida doble: ni cuando se describe la Leyenda, ni en el breve bosquejo que se hace del segundo Auto del doctor Juan Bautista Almazán. Hoy está incorporada a la esencia de la tradición caudetana la aparición de la Virgen a Juan López en la sierra de la Zafra.

Sobre el sueño del pastorcillo, veamos uno muy extraño en la antigua relación de los milagros. Se dice en ella, muy curiosamente, lo siguiente: “Apareciose la Virgen a un pastor natural de Paracuellos, del Obispado de Cuenca, llamado Juan López, hijo de Pedro López y de María de la Paz, y le dixo la Virgen fuese a la villa de Caudete y dixese al cura y a los del govierno que cavasen en la retama donde él se quedase dormido. Esto del sueño en la retama, que tan extraño nos resulta, debe de ser un confuso recuerdo de la versión que narra la aparición de la Virgen en Paracuellos al pastor Juan López mientras este dormía (así en el Romance historial). Es explicable si, como parece, esta versión no se escribió en Caudete (no nos detenemos en los indicios que avalan un origen no caudetano), y probablemente por un eclesiástico que no era de Caudete.
Una particularidad del Romance historial es el portento de que cuando están cavando para desenterrar la imagen de la Virgen, no suena la campana, pero encuentran iluminado el tabernáculo en el que estaba protegida la imagen: “y descubriendo la tierra / con gran resplandor de luces / el tabernáculo encuentran” (versos 258-260). Pero esta milagrosa iluminación no es privativa sólo del Romance; también aparece en el Lucero, como se demuestra en estas palabras de Don Rodrigo: “Un tabernáculo hermoso / se descubre allí tan claro / que a la lumbrera del sol / puede causarle desmayos”.

También en los Gozos suena la campana bajo tierra (“lengua de campana llama / al sitio en que estáis, Señora”) cuando están desenterrando todos (“Todo corazón se inflama / de amor, y empezó a cavar”) las imágenes, pero nos presentan, en solitario, un nuevo prodigio: cuando suena la campana, florece la retama. Así se canta en la estrofa 9: “Al sonido floreció / aquella frondosa planta”.

En la versión que llamamos Leyenda municipal, porque estuvo custodiada en el Archivo de la Villa, la cual copia don Antonio en su Libro misceláneo (fols. 137r-143r), además del toque de la campana que acompaña a la Virgen cuando el desentierro (“oyeron que debaxo la retama que señaló dicho pastor, se tañía una campana”), hay un toque especial de campanas de la iglesia parroquial: “Al mismo tiempo desta referida imbención, se repicaron por sí mismas milagrosamente las campanas de la Iglesia Parroquial, por lo que todo el pueblo acudió a venerar su Patrona Celestial, y formando solemne procesión traxeron a la Iglesia parroquial las Sacratísimas Imágenes, con toda decencia y devoción”. Y también en El Lucero de Caudete se nos ofrece, como en la Leyenda municipal, la particularidad de un toque milagroso de las campanas de Caudete. Milagro este que es recordado en el toque final de campanas al final del tercer acto de los Episodios.

 La Leyenda de Caudete es un ejemplo de cómo una antigua obra poética, que se basa en unos datos de base histórica, se convierte, con los aditamentos pertinentes, en historia legendaria en el transcurso de no excesivos años, a la que se da plena credibilidad. En efecto, los primitivos Autos del doctor Almazán, partiendo de unos hechos históricos (como es la aparición de la Virgen a un pastorcillo, la cual le indica el lugar donde se encontraba enterrada una imagen suya y le confirma el mensaje con la sanación de una mano, con documentación acreditativa del Ayuntamiento de Paracuellos de la Vega, y actas caudetanas, hoy perdidas, del hallazgo milagroso), construyen una hermosa historia: la desenterrada imagen de la Virgen, como era de esperar, se creyó que fue escondida ante el peligro de la invasión musulmana; las ruinas del convento que hubo en el lugar de su hallazgo, se tomaron por los restos de un primitivo convento del tiempo de los godos, y, como también era de esperar, se creyó que sus habitadores fueron monjes benitos. Y, para enaltecer la excelencia de la imagen, el poeta la retrotrae hasta el mismo San Benito, que previó la destrucción de su convento de Montecasino (esta profecía es histórica). 

Aprovechándose el poeta de esta circunstancia, su imaginación creativa nos presenta al santo Patriarca mandando que, después de su muerte, su devota imagen de la Virgen de Gracia fuera enviada a España, para librarla de la destrucción de los longobardos. Pero ¿adónde? El monasterio benedictino de Sahagún, en León, llegó a ser un tiempo el más importante y renombrado. Pues a ese monasterio (sin importarle al comediógrafo, para su trama poética, la fecha de su fundación, que, por otra parte, también se creía era del tiempo de los godos). ¿Cómo hacer llegar la venerada imagen? Pues inventa el personaje del joven monje español, llamado Ciprián, que aporta con la imagen al puerto de Alona (antigua ciudad que estuvo cerca de Alicante, con el que también se solía identificar), y, al pasar por Caudete, no quiere seguir adelante el mulo que la transportaba. Entonces la entrega al Abad del convento caudetano, que, ¡oh maravilla!, también se llamaba (sonaba) de Sahagún (ingeniándoselas el poeta para jugar con la pareja de palabras Sahagún y sahaguntino, con esta otra: Sagunt y saguntino, para lo cual ha tenido que suponer una batalla memorable en la partida donde se hallaba el Monasterio). 

     Los personajes y sus nombres son creación del poeta: por eso pone un nombre ficticio al Abad sucesor de San Benito que la envía a España: Gerundo (no el histórico Constantino), y pone nombres de origen godo a los dos abades del monasterio de Caudete: Fray Rodulfo, el que la recibe del diácono Ciprián, y el que después la ocultó bajo tierra, Fray Ruperto (nombres usados en los Episodios). Ya ha construido el poeta una bonita trama legendaria para la devota comedia. Así debió de ser el primer Auto del doctor Juan Bautista Almazán. Una historia legendaria que enamora. Una hermosísima historia para ilustrar el origen de la sagrada imagen de la Virgen de Gracia, que, con el decurrir de no demasiados años, se convierte en una indubitable tradición, que cala hondamente en todos los estamentos de la población. 

Es probable que (amén de la conversión de las ruinas de un antiguo convento en un antiquísimo monasterio benedictino, identificado, además, a partir de la también aparecida tabla de San Martín, con el famoso de San Martín que cita San Gregorio de Tours) el lugar del desentierro se quiso dignificar con la denominación de Campo saguntino (causa de dubitaciones), y quizás también con la otra denominación de Partida de los Santos. Si Zaragoza brillaba con la sangre de sus numerosos mártires vertida por Diocleciano, a los que tan encendidamente canta en sus himnos el poeta hispanolatino Prudencio, y si con el admirable martirio de San Vicente Levita, tan venerado en toda la Iglesia antigua, no sólo Zaragoza, sino especialmente Valencia habían quedado ennoblecidas, ¿por qué no Caudete también con sangre de mártires, y precisamente en el lugar del enterramiento de la venerada imagen? La desaparición de la lámina de plomo que acompañaba a las imágenes antes de ser descifrada, afianzó la creencia de que en ella se contenía todo lo que la comedia de la Historia de la Virgen narraba.

En Caudete se aprecia y se ama esta hermosa Tradición. Y la M. I. Mayordomía de Ntra. Sra. de Gracia la ha venido proponiendo a los caudetanos, junto con los Gozos (que resumen en pocas estrofas la Leyenda), para que, como exhorta el jesuita P. Juan de Villafañe en su relación de la Leyenda, “prescindiendo de algunas circunstancias, acaloren su devoción a esta Santa Imagen, con entender el modo con que la Divina Providencia dispuso que el noble territorio de Caudete militase bajo el patrocinio de la Reina de los Ángeles, representada en el Simulacro de esta Sagrada Imagen de Gracia”, y “con devoción práctica y provechosa” se hagan “acreedores a sus piedades y beneficios”. O, como decía Jaime de Albert al final de su artículo “1907. Año centenar” (Revista de Fiestas, 1982), lo esencial y positivo y que está por encima de cualquier otra consideración es “una devoción varias veces centenaria que ha llenado la vida de Caudete de un bello contenido religioso. Y esto es lo principal.”









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