No les descubro nada nuevo si les
digo que los debates en los Plenos de esta Legislatura han pecado de excesiva
acritud, hostilidad y acaloramiento. El Alcalde, en su calidad de árbitro, es el
primero que ha permitido y consentido (como estrategia), los
enfrentamientos verbales en vez de leerles la cartilla a los portavoces. Evitar
los insultos, que a los Plenos lleguen los asuntos debatidos... que las
intervenciones sean más sosegadas, de más nivel y menos agrias ….¡seguro que
sería bien recibido y aplaudido por los ciudadanos!
Como ejemplo, quiero exponer cómo
se tramitó una Modificación de la “Ordenanza de la prevención de la
Contaminación Acústica”. Esta propuesta apareció al final del Pleno como
moción del Psoe. Primero hubo que votar la urgencia y, a continuación, la
concejala Vinader expuso la necesidad de la modificación “en defensa de los
ciudadanos –dijo- que tienen derecho al descanso”. La
oposición manifestó que se iba a abstener “por no estar justificada la
urgencia al presentarse de forma precipitada y no dársele soluciones a las
molestias que originan las guaridas”. ¿Por qué siendo un tema de
tanta trascendencia se presentó al enfermo por la puerta de urgencias en vez de
utilizar el procedimiento normal?
Lo lógico hubiera sido haber
debatido y consensuado esta Moción en una Comisión Informativa, haberla
aprobado por todos en Pleno y, tras publicarla en el BOP y resolver posibles
alegaciones, aplicarla. Me consta que en estos momentos hay muchas quejas de
vecinos, quejas que con la actual Ordenanza, podrían solucionarse. No creo
que una ligera modificación del art. 22, tramitado por el procedimiento
de urgencia, sea la solución a los muchos problemas planteados por ruidos
procedentes de locales públicos y guaridas si a la hora de la verdad …..no se
vislumbra voluntad de aplicarla. Ya veremos en qué queda todo esto.
En el pasado Pleno, Montesinos
dejo traslucir poca sensibilidad a la hora de solucionar problemas
concretos de personas con nombre y apellidos: redujo a la frialdad de los
números y a pura estadística la situación laboral de algunos funcionarios y
policías: “la conflictividad laboral de este Ayuntamiento –dijo-es muy
baja para la cantidad de gente que trabaja”. Está claro que para Montesinos
no hay motivos para preocuparse porque los problemas que padecen algunos
funcionarios/as “están dentro de los parámetros, índices y estadísticas
considerados como normales”. Este tipo de planteamiento, como si no fueran
con uno, suele aflorar cuando se llevan tres legislaturas con mayoría
absoluta.
Esta otra perla no tiene
desperdicio. En el punto en el que se debatían las dos Alegaciones al
Presupuesto que había presentado UPyD, Montesinos empezó criticando al PP de no
haber creado suelo industrial y acabó acusando nada menos que a la
“oligarquía caudetana -de mediados del siglo XIX,-de no contribuir al
desarrollo de Caudete por haber alejado del centro urbano la Estación de
Ferrocarril”.
Lo cierto es que los informes de
los ingenieros, ante la topografía que se encontraron, aconsejaron el actual
trazado. Dice Jesús Sánchez Díaz en su Historia de Caudete, que
la Corporación caudetana, sin éxito, solicitó la ubicación de la Estación más
cerca, incluso pidiendo apoyo a Yecla y Jumilla. Si el Marqués de
Villena, Juan Pacheco, no hubiera ocupado en 1450 los terrenos
de los Alhorines, la estación de La Encina hubiera estado en Caudete y
todo el desarrollo histórico posterior hubiera sido de otra manera.
Por lo tanto, señor Montesinos,
coincidirá conmigo que, más que a la oligarquía de mediados del siglo
XIX, (si es que alguna vez hubo oligarcas en Caudete) a quien hay que buscarle
las cosquillas es a los que no le plantaron cara a Juan Pacheco por meterse sin
permiso en nuestros terrenos, actuación que con posterioridad originó el Pleito
más largo de la historia de España... sin resolver todavía.
Joaquín Medina Íñiguez
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