sábado, 19 de noviembre de 2016

"Precariado" es el título de un artículo de Óscar de Caso en el que analiza la precaria situación del trabajador que ha visto reducirse su salario desde el inicio de la crisis....

          Debo informar al lector de este blog que no trate de buscar de inmediato el significado de la palabra “precariado” en el diccionario. No existe. Es una palabra que bautizó el economista británico que desarrolló su trabajo durante muchos años en la Organización Internacional del Trabajo el señor Guy Standing fusionando las palabras “precario” y “proletario”.

 El “precariado”  se ha convertido en la promesa laboral universal del neoliberalismo y, por tanto, en la bomba de relojería que dinamitará el Estado social y democrático de derecho. Tiene como rasgo central el truncamiento del estatus del asalariado. Especifiquemos que estatus es el espacio de reconocimiento social vinculado al trabajo asalariado. 

Mientras un trabajador con ingresos bajos podía construir una carrera profesional (por limitada que fuera), al precario se le niega esa posibilidad. El precario carece de seguridad para emplearse, para mantener el empleo, para hacer carrera, no posee garantías ni seguridad en el puesto de trabajo y tampoco para reproducir sus habilidades e ir mejorándolas. Sus ingresos son tan menguados que pierde la seguridad para acceder a una vivienda, a sanidad, a educación. Las perspectivas de jubilación son, por supuesto, terroríficas.
          Curiosamente, en el mundo de la conexión y la información,  está aislado y fragmentado. La solidaridad entre los precarios es débil pues no existe el lugar permanente de encuentro que constituía la fábrica o la oficina (aunque cuando aparece, como en la Puerta del Sol de Madrid, nacen nuevas solidaridades). La sensación del precario es de estar siendo constantemente maltratado. Esa desigualdadotra clave de nuestra época- genera enfado ante cómo les va a unos y cómo les va a otros aunque se hayan hecho los mismos deberes.

          Permanecen como becarios permanentes que ven truncada cualquier posibilidad de ascenso por mucho que hagan lo imposible: aprender chino mandarín por las noches en Internet, hacer otro posgrado, llevarse más trabajo a casa, moldear el cuerpo para ser más agraciados, incluir la sonrisa y la apariencia como un plus para la “empleabilidad”. Con un pie constantemente en la degradación, esa pasividad, nacida de quien espera sin esperanza.... 

Sometidos a la ansiedad de saberse siempre al borde del abismo (bastará un error o un golpe de mala suerte para caer al lado oscuro). Con la frustración permanente de saber que se tiene muy poco y que, además, es muy fácil perder lo poco que se tiene. Acabarán con profundas dificultades para desarrollar relaciones de confianza y, al tiempo, escuchan que tienen que ser positivos y sonreír.
 El precariado está arrojado al mundo a merced de unas fuerzas -los mercados- contra los que no pueden hacer nada sino solo sumar resentimiento. La política podría ayudar pero, a fuerza de no controlar su destino, de vivir bajo formas de democracia representativa, de ser sujetos de los mensajes constantes que dicen que no hay alternativa, los precarios han terminado despreciando la política, perdiendo el único instrumento que podría ayudarles.

      La precarización quiebra las perspectivas sociales, frustra  la consecución de estatus de personas que han creído que estudiar, formarse, hacer una jornada laboral completa era una garantía para vivir con comodidad.
          No es extraño que la historia de una mujer –porque el grueso del precariado son mujeres- con una cerilla y un bidón de gasolina fuera un espejo para tanta gente.
          El poema con que finalizo el artículo de hoy pertenece al asturiano y profesor de Literatura Ángel González de su libro "Autoantología" el poema con el título "Porvenir":

Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces 
más allá de las olas,
Agazapado no se sabe dónde.
…:Mañana¡
                    Y mañana será otro día tranquilo,
un día como hoy, jueves o martes, cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.

"Milonga del pobre peón". Espero que te guste. 

1 comentario:

  1. Todo un símbolo el fotograma inicial de Novechento, pues a continuación describes el caldo de cultivo en el que nacen los fascismos

    ResponderEliminar